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12

(Este es de los capítulos mas largos, así que porfa, tenle paciencia)

En la azotea ensombrecida del Hotel Devon de doce pisos, dos noches más tarde, Selina miró a Ivy y Harley de pies a cabeza. Ellas le sonrieron abiertamente.

Selina dio unos pasos y dijo en voz baja:

-¿Dónde están sus armas? – No contestaron y dejaron de sonreír – ¿Dónde están las armas que les dije que trajeran? – repitió la joven líder –

La fulminaron con la mirada y ella las miró con la misma furia, aunque no pudieran verle los ojos a través de sus gafas.

Apoyada en la puerta de metal que daba al hotel de abajo donde se estaba celebrando la gala "Salven los Monumentos Históricos de Gotham City", Harley dio unas palmaditas en la cartuchera que llevaba en la cintura, después en las coloridas esferas que colgaban de allí, luego en el pecho, pues, cruzando su camiseta de béisbol en la que ponía BATEADORES DE GOTHAM CITY, llevaba colgada otra cartuchera de las más pequeñas, no mayor que un adorno de Navidad. Ladeó la cabeza y las coletas se movieron, casi al ritmo de la banda que tocaba diez pisos más abajo.

-¿No es suficiente?

Selina apuntó con el látigo enrollado que agarraba con fuerza, con mucha fuerza, para evitar estrangularlas.

-Les dije que trajeran armas. No juguetes.

Harley dio un paso hacia delante y sus pantaloncitos de un rojo intenso y negro reflejaron la tenue luz encima de la puerta de la azotea. Las medias de rejilla no escondían los tatuajes de los muslos, que bajaban hasta las botas militares que le llegaban a la mitad de las pantorrillas. Le cubrían la piel animales, desde un león enseñando las fauces hasta una mariposa monarca.

Liberó una de aquellas esferas con el pulgar.

-Espera a ver lo mucho que se divertirán con estos juguetes los niños y las niñas de ahí abajo – dijo Harley con una sonrisa maliciosa –

Eran bombas. Pequeñas, y seguramente no bastarían para derribar la estructura principal, pero sí podían producir graves daños y para provocar algo de caos.

Selina sonrió con suficiencia y la irritación desapareció.

Entonces volteo hacia Ivy. Un cinturón de herramientas colgaba de la cintura de su traje esmeralda y las enredaderas de nuevo le cubrían las manos. Una enredadera más larga de orquídeas en flor serpenteaba por en medio, como si fuera la banda de una reina de la belleza

-¿No hay flores mágicas esta noche? – le pregunto Selina. La joven medio vegetal pasó una mano por encima de la enredadera que le bajaba por el pecho –

-He pensado en lucirlas esta vez – Muy lista. Una bandolera de armas, la gemela botánica de la munición de Harley –

Ivy abrió las bolsas y les mostró la masa verde que se arremolinaba en el interior y se enroscaba como una serpiente.

-Las plantas pueden recordar, sentir cosas – Selina suponía que Ivy lo sabía mejor que nadie, por lo que Ivy metió la mano en la bolsa y una raiz que se asemejaba al cáñamo se enroscó en su antebrazo. Casi con cariño – Crie a esta desde el semillero hasta lo que es ahora – dijo Ivy, acariciando con una mano la enredadera que se le subía por el antebrazo como un brazalete vivo – Funciona como ese látigo tuyo – Señaló con la cabeza el látigo que Selina continuaba agarrando – Salvo que le gusta apretar. Muy fuerte.

Harley pasó un dedo por la enredadera, acariciando sus espinas. Selina habría jurado que tanto la planta como Ivy se estremecieron... de placer.

-Bien – dijo Selina, mirando hacia la puerta de la azotea – ¿Recuerdan el plan?

-Sí, mamá – bromeó Harley –

Selina la ignoró.

-¿Están las bolsas preparadas?

Las dos jóvenes levantaron las bolsas.

-¿Todo listo?

Las flores de la bolsa de Ivy parecieron brillar como confirmación; Harley metió la mano en su bolsa y sacó dos cintas, una roja y otra negra, y con unos dedos hábiles, ató cada una a una trenza.

-¿Llevas las cintas a juego con la ropa interior? – soltó Selina –

-Tú tienes tu disfraz de gata – contestó Harley, colocándose bien los lazos – Yo tengo mis colores.

-¿Todo controlado, gatita? – Ivy le pregunto –

Selina decidió pasar por alto su pregunta y se echó el látigo al hombro.

-Primero iremos por los relojes antes que por las carteras. Las joyas antes que los monederos – Selina abrió la puerta de la azotea y rotó la muñeca para calentarla –

-Habla como una señora y actúa como una matona – La sonrisa de Harley era un corte blanco torcido bajo su pintalabios rojo –

***

Bruce estaba a punto de quedarse dormido a mitad de la conversación.

La Gala por los Monumentos Históricos estaba siendo la peor hasta el momento: la música, la gente, los arreglos florales eran los mismos que las de las otras fiestas a las que lo habían arrastrado en las últimas semanas. Ya había buscado en todas las caras de aquellas mujeres algún rastro de Selina Kyle, pero nada. Nadie le había informado de que faltaran joyas ni de ninguna mujer con traje de gato.

Había bailado con todas las jóvenes que se le habían acercado, incluida su novia de turno Vicky Vale, tan poco interesante como siempre... llena de esnobismo. No valía la pena.

Quizá ir a esa gala tampoco había valido la pena. Llevaba horas allí y no había ni rastro de Catwoman. Se acabó su agua. Había acudido en su coche y por eso no se había acercado al alcohol; por eso y para mantener sus sentidos alerta. Pero aunque no viese nada y no le hiciera falta el traje que había escondido en una bolsa grande de gimnasia en el guardarropa, se había asegurado de dejar el Porsche en el aparcamiento de enfrente. Perfecto para una huida rápida. No de Catwoman, sino de los ricachones.

Como las dos señoras de sesenta años que se habían fijado en él desde el otro lado del concurrido lugar. Bruce intentó fingir que no las había visto, girándose hacia la barra de cristal. El salón de baile estaba situado en la segunda planta del Hotel Devon y sus enormes ventanales daban al extremo sur del Robinson Park.

Sinceramente, una pequeña parte de él se sintió agradecida cuando las puertas de madera de la sala se abrieron de una patada. Esperaba verla allí. Esperaba su traje de cuero y las orejas de gato, esperaba el látigo en la mano mientras avanzaba contoneándose y la música se paraba.

Mientras la gente chillaba o se quedaba en silencio. Pero las otras dos chicas que iban detrás de ella...

Poison Ivy que vestida con un traje de plantas ornamentado, sostenía una bolsa con una mano mientras una especie de enredadera se movía sobre su otro brazo. Por no mencionar sus guantes, que parecían estar llenos de flores, ni la enredadera de orquídeas que llevaba en bandolera.

Y Harley Quinn, vestida con unas medias de rejilla, unos pantalones cortos y una camiseta de béisbol, iba armada hasta los dientes con lo que parecía un arsenal de pequeñas bombas.

Bruce todavía no había tenido el placer de enfrentarse a ella, pero Dick sí.

Con aquella afilada astucia que Harley poseía, había logrado evitar que la capturaran y la encarcelaran cuando trabajaba con el Joker, que aun estaba desaparecido. Su hijo adoptivo le había advertido sobre su humor impredecible... y su puntería mortal.

Al parecer, había dejado plantado al Joker y sus lacayos por una compañía más interesante.

Todas las personas del salón de baile se quedaron quietas. Nadie se atrevió a moverse. Harley levantó un brazo por encima de la cabeza, señalando al techo con una de aquellas pequeñas esferas mortales, como si solo estuviera estirándose, y dijo:

-¿Están listos para la fiesta?

El trío se detuvo cerca de las puertas. Bruce evalúo los obstáculos y las víctimas en su camino. En calidad de veterano, podía interferir como Bruce Wayne. Se esperaría que lo hiciera, pero con el traje podría hacer más. Salvar a más gente. Tardaría cinco minutos en sacarlo del guardarropa y regresar como Batman.

Catwoman movió la muñeca y el látigo respondió. Un chasquido salvaje y perverso que recorrió la habitación. La gente murmuró, alarmada, y se apartó del alcance del látigo. Bruce comenzó a acercarse a la multitud.

-Este es el trato – dijo Catwoman con voz suave – Pongan sus joyas, relojes y el dinero en las bolsas y nadie saldrá herido.

-Truco o trato – dijo Harley, levantando a un lado la bolsa vacía –

Ivy solo se acercó a un hombre y de ella salió un humo violeta. Los ojos del hombre se pusieron vidriosos, la cara blanca y luego metió su reloj y su cartera en la bolsa. La mujer que estaba más cerca de él empezó a hacer lo mismo, con el rostro igual de pálido. Hipnotizada.

Bruce llegó a la pequeña entrada de servicio justo cuando la gente comenzaba a quitarse las joyas y sus pertenencias en un torbellino de gemas relucientes y destellos de oro. Seguramente los guardias de seguridad estarían inconscientes debido a la nube tóxica de Ivy.

Había siete personas a su lado, una mezcla de empleados e invitados, todos con los ojos clavados en la escena que se desarrollaba. Bruce les hizo un gesto sutil de que comenzaran a irse. El grupo no perdió el tiempo en obedecer y cruzaron apresuradamente la puerta, agachados.

El trío aún no había matado a nadie. De hecho, parecía que no entraba en sus planes matar a nadie. Al menos tenían eso.

Bruce siguió al pequeño grupo de gente, los condujo hacia las escaleras traseras y luego corrió hacia el guardarropa, donde los empleados estaban atados en sus puestos con cinta a rayas rojas y negras. Los colores de Harley Quinn. Cuatro minutos, estaría listo dentro de cuatro minutos.

Rezó para que el infierno no se desatara antes.

La bolsa de Selina cada vez pesaba más mientras merodeaba entre la multitud. La gente echaba en ella joyas y relojes cuando la joven con el traje de gato se le acercaba.

Los guardias de seguridad permanecieron inconscientes en los pasillos, cortesía del látigo viviente que Ivy había enrollado en sus gargantas hasta dejarlos sin conocimiento.

-No es más que gente haciendo su trabajo – había respondido Ivy cuando Harley le había preguntado por qué no los mataba –

Selina había estado de acuerdo con Ivy y Harley había hecho un gesto de frustración.

-Ñoñas – las había llamado Harley con aire despectivo y luego le había preguntado a Ivy – Si le temes a estos, ¿qué vas a hacer cuando te topes con gente más importante, cuando vayas detrás de esos políticos?

Ivy se puso tensa, pero no dijo nada.

-Ya se las arreglará entonces – Selina hablo en su defensa – Igual que nosotras ahora en esta gala.

Harley había chasqueado la lengua y había avanzado a zancadas. Pero Ivy le había hecho un pequeño gesto de agradecimiento con la cabeza a Selina, que había intentado ignorar el ligero calor que había notado en el pecho, la sonrisa como respuesta que había aparecido debajo de su casco.

Ahora, en el salón de baile, se oían unas sirenas a lo lejos. Tenía que sacarlas de allí.

-Niñas idiotas – dijo Vicky Vale que estaba a la par de Selina –

A Catwoman le había resultado casi imposible no arrojarle la bebida que traía la mujer en la cara y ahora no se había cortado al ser más brusca de lo necesario con ella al arrancarle de la cabeza su tiara de adorno para meterla en la bolsa. Después de todo, Vicky se le hacia detestable.

No había ni rastro de Bruce Wayne. A lo mejor ya se había marchado. Parecía muy aburrido cuando había bailado antes y traía copas de más.

Ivy chasqueó la lengua y sus toxinas continuaron saliendo, atrapando a los que tomaba por delante, que le entregaban sus joyas sin parpadear de miedo.

Catwoman calculo que más o menos quedaban dos minutos para que llegaran allí esos coches de policía. Probablemente era un equipo SWAT.

-Se terminó el juego – les dijo Selina, cerrando la cremallera de su bolsa, a la que siguió el cierre de dos cremalleras más –

Catwoman hizo un gesto a la multitud para que se retiraran hacia la pared más alejada. Harley lanzó una de aquellas coloridas bolas directo a la ventana grande. Un parpadeo, un destello y entonces el cristal se deslizó al suelo y se rompió en incontables fragmentos.

Alguien gritó y las personas las observaban fascinadas. Selina se dio cuenta de que toda la orquesta se lo estaba pasando en grande cuando Harley le tiró una de aquellas esferas. Ella la tomo con una mano, sonrió abiertamente y la lanzó hacia la lámpara del techo del centro del salón.

A lo mejor los miembros de la orquesta estaban tan hartos como ella de aquellos ricachones. No había manera de fingir aquel solo de guitarra, no titubeó cuando la araña chocó con fuerza contra el suelo, bloqueando el acceso a la ventana abierta mientras Selina salía corriendo, con Harley e Ivy ya unos pasos por delante.

Las dos saltaron por la ventana mientras la gente chillaba por encima de la música y el cristal haciéndose añicos. Cuando Selina alcanzó la ventana, las puertas principales volvieron a abrirse de golpe.

Batman apareció entre ellas, brillando como si acabaran de forjarlo, con un brazo levantado para disparar algún arma de su traje. Selina saltó por la ventana abierta, girando mientras caía. Se dio la vuelta en el aire para mirar a Batman a los ojos desde el otro lado del salón mientras levantaba el dedo de en medio de ambas manos.

Caída libre durante dos instantes antes de chocar contra el toldo y reboto para agarrarse a la bandera del hotel que sobresalía a poca distancia. Rodeó el mástil con las piernas y se deslizó hacia abajo para terminar en el auto descapotable donde Harley e Ivy ya estaban esperándola, con las bolsas rebosantes de joyas en el asiento del conductor.

Batman llegó a la ventana cuando Selina puso el motor en marcha, soltó la palanca y pisó el acelerador. La palabrota que Batman soltó mientras las tres jóvenes se alejaban a toda velocidad en el Porsche de Bruce Wayne seguro que hizo desmayarse a algunas señoras de buena familia.

***

Habían llegado demasiado lejos.

No le importaba el coche, aparcado enfrente toda la noche con el techo bajado y las llaves que el aparcacoches había dejado puestas. No, esa era la última de sus preocupaciones cuando aquellas tres robaron descaradamente a los aterrorizados invitados de la gala. No importaba de qué clase social fuera esa gente o si podían o no permitirse sustituir sus objetos de valor; ese tipo de cosas no podía, no debía suceder bajo su vigilancia.

Bruce miró detrás de sí, hacia las personas atónitas presas del pánico, que aún estaban en el salón de baile y a los miembros de la orquesta que se precipitaban hacia la salida sintiéndose culpables.

-Yo me encargo de esto – dijo en dirección a la sala, a cualquiera que estuviera escuchando –

-¡Se ha llevado mis diamantes! – gritó una mujer con la cara pálida y furiosa – ¡Ve por ellas!

Bruce contuvo las ganas de hacer un gesto de fastidio y se recordó a sí mismo que hacía aquello para proteger a todos los habitantes de Gotham City mientras se lanzaba por la ventana rota. Llevaría a aquellas tres a la comisaría del GCPD empezando por Catwoman.

Selina alcanzó los cien, ciento diez, ciento treinta kilómetros por hora. El coche se deslizaba a la perfección mientras iban por la carretera vacía con curvas del Robinson Park. El bramido de su sangre era como una canción en su interior, dulce mientras el aire cálido nocturno las envolvía.

Sin reglas. Sin barreras. Sin nada que las retuviera. Selina se recreó en aquella sensación, saboreándola. Harley se reía cubriéndose de perlas y pulseras, lanzando algunas joyas por encima de la cabeza de Ivy.

Detrás de ellas, el cielo nocturno estaba iluminado de rojo y azul. Selina aceleró y el motor sonó como un ronroneo al retumbar por los árboles. Tomaron una curva e Ivy gritó de entusiasmo cuando Harley se deslizó hacia ella y las joyas y las perlas chocaron entre ambas. Selina echó un vistazo por el espejo retrovisor, calculando la distancia a la que se encontrarían aquellas sirenas y las luces que las perseguían.

Una sombra negra cruzó el cielo.

-Tenemos un murciélago detrás de nosotras – les avisó Selina –

Harley e Ivy se callaron y se dieron la vuelta en el asiento trasero. Harley maldijo y fue a por la bolsa de explosivos mientras Batman planeaba hacia ellas con sus alas "unas alas de murciélago" bien desplegadas.

-Creativo – murmuro Ivy, con aquella larga enredadera mortal en su cadera ahora colgando de la mano –

-¡Su traje es una armadura reforzada! – gritó Selina – Vallan por sus alas.

Las alas especiales le permitían planear grandes distancias. Era arriesgado ordenar que lo derribaran, pero si les decía que no lo mataran, tendría que darles demasiadas explicaciones y le harían preguntas.

Harley luciendo un largo collar de perlas, sacó una de sus esferas sonrientes y se la arrojó a Batman con la habilidad de un lanzador de béisbol. El superhéroe viró bruscamente, evitándola con agilidad mientras explotaba donde había estado él.

La explosión no parecía haberle afectado pues seguía volando a toda velocidad. Harley lanzó otra esfera, esta hacia arriba, y luego una tercera detrás de esa. Batman volvió a elevarse, esquivando los tiros y ganando terreno.

-Sigue estando demasiado lejos para mi enredadera – dijo Ivy por encima de un hombro mientras Selina mantenía estable el coche – Si pisas el freno...

Batman levantó el brazo para disparar su Bat-garra, pero esta vez iba a disparar una especie de flecha que dirigió a los neumáticos traseros. Selina viró bruscamente. Harley soltó una palabrota al chocar contra Ivy, cuya enredadera envolvió a su amiga para que no se cayera. La flecha rebotó en el asfalto.

-El idiota necesita un reajuste importante de actitud – dijo Harley haciendo pucheros, intentando liberarse de la enredadera –

Batman volvió a levantar su arma, preparándose para otro tiro a los neumáticos. Ivy se quitó a Harley de encima de un empujón y la enredadera la soltó.

-Creo que tienes razón – dijo Ivy y alzó un brazo – Se ha acercado lo suficiente.

-Me alinearé para que dispares – dijo Catwoman, tomando otra curva para después pasar a toda velocidad por un pequeño puente que cruzaba el Finger River, que partía el Robinson Park en dos – Mira al frente y prepárate – ordenó por encima del hombro – Pónganse los cinturones.

Viró a la izquierda cuando Batman disparó otra flecha de acero. Ivy y Harley sonrieron abiertamente y le dedicaron a Selina un saludo militar antes de obedecer. Mientras avanzaban por un tramo de carretera largo y recto, Selina pisó el freno. Se le clavó el cinturón a pesar del traje, y Harley maldijo detrás de ella. Batman pasó zumbando cuando vio que frenaban de golpe, dejando su espalda al descubierto.

Ivy se desabrochó el cinturón de seguridad y saltó al asiento delantero, manteniendo el equilibrio con el antebrazo en el parabrisas. Al cabo de un segundo, lanzó dos largas enredaderas verdes hacia la noche. Una hacia la izquierda y otra hacia la derecha. No cabía duda de que Batman esperaba gases y explosivos, pero ¿que le lanzaran una cosa viva?

Parecía que el elemento sorpresa estaba de parte de Ivy cuando las alas se desplegaron para intentar parar y poder girar. Demasiado tarde.

Las dos enredaderas de Ivy alcanzaron su objetivo y fuera cual fuera el material indestructible del que estaba hecho el traje de Batman, no era el caso de las alas. Las enredaderas atravesaron el metal como un cuchillo caliente que corta la mantequilla y el superhéroe cayo en unos robles altísimos.

Harley soltó un grito de alegría y empezó a botar en su asiento mientras le daba unas palmaditas en el hombro a Ivy, quien se limitó a sonreír. Unas florecitas aparecieron en sus guantes.

-Genial – dijo Selina en voz baja tras echar un vistazo rápido por encima del hombro. Se encontró respondiendo a la sonrisa de Ivy – Absolutamente genial.

La villana de cabello rojizo hizo una reverencia como pudo en el asiento del coche. Aun sonriendo, Selina soltó la palanca y aceleró. El Porsche salió disparado como una estrella hacia la noche.

Se deshicieron del auto en una calle secundaria y luego tomaron el metro para regresar al East End. Cuando Selina se bajó en una parada llena de grafitis que estaba a nivel de suelo, Harley e Ivy la siguieron. Se habían asegurado de tomar todas las joyas del descapotable. Ahora llevaban las bolsas con la cremallera cerrada del todo, y en absoluto llamaban la atención.

Salvo por sus atuendos.

La gente había salido del metro en cuanto el trío había entrado en el vagón. Si los pasajeros habían llamado a la policía no era un problema. Ya se habrían ido antes de que llegara el coche patrulla.

Harley había estado demasiado ocupada con su celular para darse cuenta y aún seguía así, caminando por el andén mientras Ivy la apartaba de las vigas de acero y los bancos.

-Deberías ver esto – declaró Harley con el maquillaje pálido iluminado por la luz de su pantalla – Estamos por todas partes.

Selina se detuvo junto a las escaleras de la estación cuando Harley levantó la pantalla para enseñarles un vídeo que alguien había grabado en la gala. Las mostraba a las tres por el salón de baile, armadas y sonriendo.

-Y miren este – dijo Harley bajando el teléfono para pasar otro vídeo –

Era Selina saltando por la ventana. La imagen estaba a cámara lenta y se la veía girando en el aire, con los dedos de en medio levantados hacia Batman y hacia todo el mundo en la gala. Selina pestañeó. Nunca se había visto... en acción.

Por un instante, le pasó por la mente la vieja foto de ella lanzándose a la barra de equilibrio en aquella competición de gimnasia a los doce años. Cuánto había cambiado y a la vez qué poco. Apartó el peso silencioso que amenazaba con arrastrarla al fondo. Ivy se rio al contemplar la imagen.

-La gatita tiene una parte divertida después de todo – dijo Ivy dándole un golpecito a Selina en la cadera. Catwoman le devolvió el empujón –

-Vámonos. Aquí hay cámaras de seguridad – Señaló Catwoman con la cabeza a una que las vigilaba a unos pasos –

Ivy se puso a caminar a su lado mientras descendían los sucios escalones hacia la calle de abajo.

-¿Cuándo será el próximo golpe, señoras?

-Dentro de tres días – contestó Selina –

-¿Por qué no mañana? – preguntó Harley, con los ojos brillantes por el entusiasmo –

-Porque no queremos llamar tanto la atención como lo hemos hecho hoy – Selina señaló con la cabeza el teléfono que Harley todavía sostenía en una mano – No queremos que los robos se mezclen.

Llegaron a la calle desierta y deteriorada con pasos firmes.

-Estaremos quietas hasta entonces – sugirió Ivy – De todas formas, tengo que hacer cosas en mi laboratorio.

-Bien – Selina hizo una pausa, y luego le preguntó – ¿Por qué no utilizas tus toxinas contra nosotras? Podrías dejarnos KO como hiciste con esa gente...

Harley bajó el teléfono por fin e Ivy la miró a los ojos.

-Primero porque no te quiero de enemiga. Y segundo... – Ivy se encogió de hombros - Porque va en contra de mi código. Bueno, en parte.

-¿Qué código? – Selina no pudo evitar preguntarlo –

La villana científica pasó un dedo enguantado por una de las orquídeas de su torso.

-No joder a tus aliadas.

Levantó sus ojos verdes, brillantes y penetrantes. Selina asintió con la cabeza. Advertencia recibida. Y hora de irse. Tendría que tomar un largo camino para evitar que las cámaras la grabaran.

-Les daré los detalles de nuestro próximo golpe dentro de unos días – Catwoman miró atrás a tiempo para ver a Harley echar el brazo por encima del hombro de Ivy –

-¿En tu casa o en la mía, dulzura? – pregunto Harley –

-En la mía – Ivy se ruborizó –

Definitivamente eran más que amigas. Aunque no pareciese que supieran muy bien lo que había entre ellas.

Mientras Selina avanzaba sintió una presión en el pecho. Nunca había sabido lo que era... tener a alguien con quien estar así, solo con Bruce Wayne; pero el la había apartado sin motivo aparente.

Ahora no importaba, la verdad; no con todo aquel caos glorioso que había hecho Gotham City, pero aun así... se preguntaba cómo sería.

-Cat – Harley le llamo desde atrás y Selina volteo – ¿Me acompañas a mi escondite?

-Creí que te podrías cuidar sola – le dijo Catwoman –

-Si... tal vez, pero quiero enseñártelo. Tal vez lo quieras ver para que después sea nuestra base de operaciones. Además esta muy cerca de aquí.

Sin decir más, Selina le creyó y se fue con la payasa.

¿Qué podría salir mal?

Después de todo solo le iba a enseñar su escondite.

Selina se unió a Harley mientras salían de la estación del metro hacia la calle principal. Para ser las once de la noche aun había bastante gente en Miagani Island. Y se podía circular con cierta tranquilidad.

-La verdad no puedo creer que hayas accedido a trabajar con nosotras – le dijo Harley –

-¿Y que otra cosa podía hacer? – pregunto Selina – ¿Volver a jugar con Batgirl a la justiciera?

-Tal vez... o incluso con Batman – Harley ahora parecía burlona –

Cada vez había menos gente a medida que avanzaban mas por la calle principal, mientras tanto Harley empujaba a Catwoman con el codo, animándola a avanzar mas.

Fue entonces cuando Selina vio un poco mas alla de la intersección de las avenidas a la Catedral de Nuestra Señora de Gotham.

El viento soplaba con fuerza haciendo que las mejillas de Selina se pusieran rojas y su piel se erizara. De algún modo, sintió que algo malo iba a suceder.

-Es derecho, derecho – le suplico Harley –

Pasaron a tres borrachos cantando la canción de Soldiers Field hasta que Harley le indico a Selina que se detuvieran. Pararon en las escalinatas de la Catedral y fue cuando Selina supo que algo realmente iba mal.

Casi al momento de pararse, salió una monja de la Catedral y Selina la reconoció.

Las pecas en el rostro, el cabello pelirrojo, y esos mismos ojos verdes que ella, solo que en vez de emanar picardía y deseo, los de la monja daban tranquilidad y amistad.

Selina se estremeció al instante de hacer reconocido a su hermana; Maggie Kyle.

-¡¿Qué es este maldito juego?! – demando saber Catwoman al momento que agarraba a Harley del cuello y la amenazaba con sus garras –

-La diversión apenas comienza, Gatita...

Al ver el pleito entre las dos villanas, Maggie Kyle quedo en shock y antes de que pudiera decir algo, apareció en escena un hombre marcado por todo el cuerpo que además era calvo y traía un cuchillo en la mano.

Era Víctor Zsazs, que además de haber escapado del Arkham Asylum era uno de los discípulos de Joker.

Le quito a Maggie la mochililla que traía en las manos y después la apuñalo en el estómago unas dos veces.

Todo sucedió tan rápido que a Selina no le dio tiempo de reaccionar. Cuando lo logro, corrió hacia su hermana pensando que se le ocurriría alguna manera de protegerla, pero Zsazs tenía el cuchillo y estaba listo de cortar a Catwoman con él.

Lanzo una estocada con el puñal y Selina lo esquivo, sin embargo, Víctor Zsazs era un demente y por lo tanto no iba a dimitir de su ataque, ni cuando Catwoman le paso las garras por el cuerpo. El no sentía dolor.

Finalmente, hizo retroceder a Selina hasta el final de las escalinatas y tropezó, cayendo de espaldas por el cemento frio cubierto de agua de lluvia.

-¡Y lo mejor aún no viene! – grito Harley bastante emocionada y alzando un gran bate de baseball –

Estampo tan duro su arma contra la cara de Selina que esta perdió el conocimiento casi al momento.

Su último pensamiento antes de perder la consciencia fue Maggie.

No había podido ayudarla.

Los había guiado hasta ella.

Le había fallado.

***

La amenaza se había hecho hace menos de una hora.

El Joker había secuestrado a todos los televisores en Gotham (una vez más) y mostró a su próxima víctima en su juego de asesinatos de mujeres de Gotham. Batman lo reconoció por lo que realmente era, el Joker estaba tratando de apuntar a mujeres que significaban algo para Gotham.

Comenzó con una famosa fiscal de distrito a la que dejó caer desde un edificio de treinta pisos sobre un trampolín, en un espectáculo de terror de dibujos animados de la vida real. La siguiente víctima fue una detective de alto nivel; encontró su destino en un tanque de pirañas. Una jueza estaba atada a una silla eléctrica, mientras el Joker la "sentenciaba" con toda la indumentaria de juez, con la peluca blanca y todo.

Batman había fallado todas y cada una de las veces, solo llegaba a destiempo para comprobar el pulso. Y todas y cada una de las veces el bastardo enfermo se escapó.

Aun así, Batman podía ver que el Joker se estaba frustrando. En su última ejecución, despotricó sobre cómo el verdadero castigo sería hacia Batman y cómo aún tenía que encontrar a esa mujer que lo rompería. Batman comenzó a vigilar a cualquier otra mujer del lado correcto de la ley que Joker pudiera considerar importante para Gotham.

Sin embargo, el Joker presiono demasiado cerca al tomar a alguien que en realidad no era tan buena. La mente de Batman brilló a la imagen del Joker haciendo su declaración de que la preciosa gatita tenía una hora de vida. Detrás de él estaba Catwoman sedada y encadenada a la pared con una bomba atada alrededor de su abdomen. Parecía volver en sí lentamente cuando terminó la transmisión del video, moviendo la cabeza y sus ojos buscando frenéticamente a su alrededor mientras la risa maníaca del Joker resonaba.

Selina aun pensaba en Maggie y en como había sido de tonta de haber caído en el juego de Harley. Después de todo no estaba tan peleada con su novio gangster y psicópata.

-Ahí estas, Selina – le dijo Joker mirándola a los ojos – Veo que has despertado.

-Eres un maldito bastardo – le grito Catwoman tratando de zafarse de las cadenas – ¿Qué le hiciste a mi hermana?

-No fue nada personal, lindura – ahora fue Harley la que le hablo desde su costado – El señor J. fue quien me dijo quien eras realmente, y pues ya sabes... todo gira alrededor del murciélago.

-Pero quiero aclarar que fue idea de Harley lo de tu hermana y el haber empleado al señor Zsazs para usarla de carnada – señalo el Joker apuntando con el dedo hacia su "novia". Esta lo fulmino con la mirada y después volteo de nuevo para ver a Selina – Perdón, pero Harley es así.

-¿Si saben que puedo romper una cerradura de un candado en menos de treinta segundos, verdad? – les pregunto Selina, viéndolos con desafío a ambos –

Y entonces se desato, y el infierno les cayó al Joker, a Harley y a sus secuaces.

Catwoman libero toda su furia contra ellos y los corto con sus garras, agarro su látigo y los golpeo, lanzo patadas altas y golpes directos a sus cabezas.

Nadie de libro de ella y de su furia por haber lastimado a su hermana.

Batman no podía fallar esta vez, el tiempo seguía corriendo mientras se acercaba al almacén en el que estaba seguro de que encontraría al Joker y su rehén. Se preparó para cualquier cosa que pudiera haber dentro. Sin embargo, la vista que lo recibió todavía no era lo que había estado esperando.

Diez secuaces musculosos estaban esparcidos por el suelo con arañazos en la cara y el Joker había sido atado como un cerdo gritando a través de su mordaza, mientras una Catwoman furiosa estaba parada en el medio, libre de sus cadenas pero no de su bomba. Cuando Selina vio a la figura oscura de Batman, lo señalo con un dedo acusador.

-¡Tú! Llegas tarde. En serio, ¿dónde diablos has estado? ¡Qué bueno que no soy la damisela en apuros esperando a su caballero blanco, no... oscuro para salvarla!

Batman no se movió ni respondió a ninguna de sus sospechas. Incluso se permitió dedicarle un gesto sorprendido por un momento. Miró hacia las cadenas en la pared en la que la habían atado momentos antes.

-¿Cómo saliste? – pregunto el –

-¡¿En serio?! – Selina apenas y se pudo sonreír un poco – Soy una de las mejores ladronas del mundo y te sorprende que sepa abrir una cerradura – Ella lo miró directamente a los ojos – No soy una tonta que va a dejar que un payaso loco la explote. Ahora ven aquí y quítame esta bomba... por favor.

Él la alcanzó en menos de un segundo y desarmó la bomba en el doble de ese tiempo. Catwoman se quitó el chaleco de explosivos y la vio desactivarse ligeramente. De cerca pudo ver que la ira había sido una máscara para un miedo y una desesperación muy arraigada. El justiciero se pudo dar el lujo de abrazarla por un momento.

Batman sintió todos y cada uno de los huesos de las costillas de Selina a través del cuero apretado, y si movía su mano más arriba de su cuerpo, seguramente sentiría algo más.

La razón de Bruce se estrelló contra su pensamiento antes de que la abrazara por completo. Eso estuvo demasiado cerca. Todo estaba demasiado cerca. El Joker la había secuestrado con la esperanza de llegar a Batman, y su reacción al evento solo mostro que el loco tenía razón.

Batman casi podía escuchar las suaves risitas del Joker. Debió haber visto cómo sus secuaces y Harley Quinn se recocían de dolor en el suelo y quería dar un paso atrás pero Selina aun estaba en sus brazos.

Las sirenas comenzaron a sonar en la distancia y ambos sabían que esta era su señal para correr y separarse. Batman la soltó y ella corrió hacia donde Harley estaba tirada.

-Nunca vuelvas a intentar eso conmigo – le dijo Selina, ayudándola a levantarse –

-¿Perdonado y olvidado? – le sugirió la payasa, lanzándole una sonrisita algo inocente y a la vez de súplica –

Catwoman puso una sonrisa maliciosa en esos labios tan rojos que tenía y entonces paso algo que nadie vio venir. Le paso rápidamente su mano con garras por el lado izquierdo de la cara, rasgándoselo por completo.

Harley lanzo un grito espantoso y se tiro al suelo, llevándose sus manos a su cara rasguñada.

Batman quiso intervenir pero justo en ese momento la policía entro al lugar y tanto Batman como Catwoman tuvieron que desaparecer.

Ambos habían desaparecido, el momento había terminado cuando la policía llegó al lugar.

Para Selina era hora de ir a buscar a Maggie.

Y Batman sabía que debía de encontrarla antes de que cometiera una locura.

-Dios, por favor, ayuda a Maggie. Nunca te he pedido nada para mi, pero para mi hermana... haz que se recupere...– Fue lo que Selina oro antes de capturar a Víctor Zsasz – Y después perdóname por lo que le voy a hacer.

Víctor Zsasz era un antiguo matón de la familia criminal Falcone, pero cuando la mafia fue desbaratada por Batman este sicario paso a la clandestinidad y ahora que era un perro sin dueño, comenzó a matar gente al azar. Por cada víctima que su cuchillo cobraba, este se marcaba su propio cuerpo, logrando tener así un aspecto grotesco para la vista. Cuando fue capturado por Batman, lo metió al Arkham Asylum, donde fácilmente pudo entablar una amistad bastante enferma con un individuo igual a él; el Joker. Y ahora, este hombre era la presa de Catwoman.

Rastrear al psicópata asesino fue fácil. Convenientemente a los criminales de Gotham les gustaba llamar la atención de la gente y de los medios, por lo que cuando este hizo su acto la prensa y los noticiarios cubrieron el suceso, pasándolo en el canal de Gotham News y en todas las estaciones de radio locales. Se escondió en su antiguo departamento y uso a su ex mujer como rehén para la policía. Ellos no podían entrar a la acción sin lastimar a la rehén.

Pero Selina si podía. Escabullirse y mezclarse era fácil para ella. Dio la vuelta a la parte trasera del edificio y usó sus garras retráctiles para cortar el vidrio, creando un agujero lo suficientemente grande para que su brazo pudiera pasar y abrir la ventana.

Desde allí se arrastró hasta el cuarto de Zsasz, irrumpió por la puerta y usó su látigo para arrebatarle el arma de la mano al asesino, abalanzándose sobre él y tirándolo por la ventana a un baldío bajo el departamento.

Le dio un puñetazo en la cara antes de levantar una mano y dejar que las garras salieran de las puntas de sus guantes. Justo cuando estaba a punto de rasgar el cuello de Zsasz, una mano se cerró alrededor de su muñeca.

-No lo hagas – Su voz era baja, pero poderosa. De todas las veces que Selina lo había visto, nunca había escuchado más compasión en su voz como la que oía ahora – Sé por qué quieres hacer esto, pero no puedes. La justicia se encargará de él.

-¿Qué ha hecho la justicia por mí? – Ella respondió, mirando finalmente al justiciero. Se puso de pie, asegurándose de clavar sus tacones en el estómago de Zsasz – ¡No existe la justicia, Batman! ¡Si la hubiera, este hombre habría obtenido su parte hace mucho tiempo!

-Te hicieron daño, lo entiendo, pero tienes que confiar en mí cuando digo que al final se hará lo correcto. Blackgate es lo que se merece.

Catwoman solo miró a Zsasz con desprecio. Su aspecto con las marcas de sus víctimas solo hizo que Selina sintiera más repulsión hacia ese ser que tantas muertes traía cargando.

-Si lo matas, no serás mejor que él. Tendré que llevarte.

La policía entró en ese momento. Algunos apuntaron sus armas a Batman, otros a Catwoman y otros al hombre retorcido que le había enseñado a Selina la verdadera cara de los villanos de Gotham City.

Catwoman pateó a Zsasz en la cara antes de alejarse de la escena.

Ella corrió.

Corrió hasta llegar al hospital que albergaba a su hermana moribunda.

***

Habían pasado años desde la última vez que había visto a Maggie. La chica en la cama del hospital delante de ella parecía que su vida la estaba abandonando. Las máquinas zumbaban en la habitación poco iluminada y en silencio.

Gracias a las dos puñaladas en su estómago, parecían sus últimos días... sus últimas horas. La piel de Maggie se estiraba demasiado tensa sobre su cuerpo tan pálido, e incluso su cabello rojizo parecía que se estaba apagando.

Selina se llevó una mano al pecho, como si no pudiese contener lo que se le rompía por dentro. Parecía que a su hermana la habían destrozado.

Los tubos y máquinas flanqueaban su cama, los goteros y los monitores eran como centinelas alrededor de su hermana inconsciente.

Maggie aun sabía que su hermana mayor aun andaba por ahí. Siempre lo supo incluso cuando no había esperanza para ella y siempre cuando le pedía a Dios por que su camino no la alejara tanto del bien. Incluso después de cuando vio los titulares de una misteriosa ladrona que se vestía de gata andaba rondando por Gotham... cuando nadie sabía quién era, Maggie lo había adivinado, y entonces rezo por que alguna vez volviera al camino del bien. Y cuando había llegado la primera de las donaciones anónimas hacía un año, y alguien pagó todas las facturas médicas de los chicos del orfanato... Maggie había llorado.

Selina lo sabía, porque ella se había asegurado que les hubiera llegado. Pero ni todo el dinero del mundo había sido suficiente para impedir que ese psicópata enfermo Le arrebatara aquella preciosa y encantadora alma a su hermana.

Unos susurros de preocupación sonaron por el pasillo del hospital, Selina entró a hurtadillas a la habitación de Maggie y cerró la puerta. Maggie estaba inconsciente y respiraba con dificultad.

A Selina le temblaban las manos mientras se acercaba a aquella cama, sintiendo como el anhelo y el terror se le clavaban igual que cuchillos en el pecho.

Se acercó con sigilo a Maggie. Tenía la piel pálida y los labios demasiado pálidos debajo de la máscara de oxígeno.

Todo era tan blanco y brillante. Vio como las máquinas que apenas mantenían con vida a la joven, sonaban en consecuencia.

Se subió las gafas, se quitó la capucha con las orejas y miró hacia abajo cuando Maggie finalmente abrió los ojos. Sonrió débilmente a Selina y abrió la boca.

-Gracias...

Su voz salió en un susurro antes de que sus ojos se abrieran por completo.

Entonces Selina se sentó junto a ella y le tomo la mano. Ambas se perdieron en ese momento de felicidad y dicha, pues a pesar de la distancia aún se seguían extrañando y el deseo por estar juntas al fin pudo cumplirse.

Maggie creyó que aunque sea en esa situación tan fea, y a pesar de estar al borde de la muerte, ver a su hermana mayor le haría querer recuperarse y volver a vivir.

Selina no pudo apartar la mirada de ella mientras se alejaba de la cama y se dirigía hacia la ventana. En el fondo de su mente, podía escuchar los pasos de los médicos y enfermeras que se dirigían a la habitación para llamar a la paciente, que por fin estaba consciente.

Selina tuvo que salir de nuevo por la ventana, esperanzada y haciendo la promesa de que algún día cuando los problemas disminuyeran volvería con Maggie y trataría de que ambas volvieran a ser una familia.

Ya en el tejado del hospital, Selina noto que a ciudad entera estaba inquieta. Se colocó las gafas protectoras sobre las orejas de su capucha con correas de cuero, resonó su látigo en el aire y saltó por el borde, deslizándose en el aire lleno de humo con sus garras alcanzando el techo más cercano que apareció a su vista.

Con facilidad y gracia practicadas, dio una voltereta en el aire, para luego ir hacia abajo para atrapar la barandilla de una escalera, aterrizando sobre sus talones con un equilibrio perfecto.

Unos cuantos gatos callejeros negros salieron de un callejón, sus ojos amarillos brillando ante su silueta oscura, mientras ella se agachaba sobre sus rodillas con las manos agarradas a la barandilla de su ventanal. Sus penetrantes ojos verdes miraron hacia las sombras de la decadencia urbana en cada lado del East End, un lugar abandonado lleno de crimen y malicia.

-Selina...

Volvió la mirada y como si su corazón lo convocara, Batman emergió de las sombras de la puerta. Catwoman deslizó su cuerpo fuera de la ventana, moviendo sus peligrosas curvas hacia su presencia oscura y amenazadora mientras entrecerraba los ojos ante las marcas de su armadura gris de Kevlar.

-¿Tuviste una noche difícil limpiando el desorden del Joker? – le pregunto ella –

Batman hizo una mueca, su voz se convirtió en un gruñido retumbante.

-Harley Quinn se asoció contigo, y también fue ella la mente criminal detrás de la trampa que te pusieron – Respondió el justiciero, colocando su espalda ante la pared. Batman estaba cansado, pero aun así el la miró con sus intensos ojos bajo la capucha feroz – Devolví a tu amiga a Arkham, y también al Joker y a Zsazs.

-Ella no es mi amiga. Nunca lo fue, Bats – Catwoman apretó la mandíbula. Se cruzó de brazos y giró sobre sus talones, dándole la espalda – Esa chica payaso me hizo pagar por sus pecados. Ella e Ivy. Vivo esta vida sola. Nadie me volverá a arrastrar a la tumba con ellos – Miró su hombro – Supongo que soy como tú, Batman. Sola y rota... Bueno, tal vez no tan rota.

Batman puso su mano sobre el hombro de Selina. Un gesto reconfortante que fue bien recibido por ella, ya que puso sus dedos enguantados sobre los del justiciero.

Por ese momento, Selina tuvo claro todo el panorama. Sabia porque Batman hacia lo que hacía. Ahora que la víctima había sido ella, tuvo la sensación de haber sido rescatada por ese hombre lleno de oscuridad y furia, y solo hasta entonces le vino a la mente el porqué de su misión.

Porque él tenía que hacerlo. Porque él podía. Si podía salvar a una persona, entonces el mundo se hacía un mejor lugar; y mientras Batman estuviera en Gotham City, la gente siempre tendría esperanza. Y por siempre serian salvados.

Así como Selina en ese momento.

-Así es como va a ser con nosotros... – gruñó Selina –Después de todo el infierno que hemos pasado con esta ciudad – Ella negó con la cabeza, tratando de apagar su temperamento feroz – Las cicatrices que recolectamos... Todavía no me dejas desenmascarar tu corazón. No sé quién eres... no sé qué sientes... esas cosas blancas en tus ojos no me dejan ver nada.

-No es eso, Selina – Batman dijo, estaba de pie detrás de ella, con la capa sobre los hombros –

-¿Entonces qué, Batman? – le pregunto ella al momento en que volteo. Su voz se había vuelto tensa – ¿Qué tengo que hacer? ¿Quieres que renuncie a las garras y me convierta en parte de tus amigos? ¿O hay algo más que quieres de mí? – Selina cerró los ojos. Lágrimas calientes parecían acumularse detrás de los párpados – Por una vez deja de ser el vigilante despiadado y dime lo que sientes...

-Selina... – Batman habló con una tierna brusquedad en su voz, colocando su mano sobre su hombro – Quiero hacerlo... créeme con todo mi corazón que quiero. Pero la misión... mi misión... no puedo.

-Vas a tener que decir algo mejor que eso, guapo – ella se apartó de su agarre y se secó las lágrimas – Dime... ¿Qué tan grande es el dolor que te impulsa a hacer lo que haces? ¿Si sabes que soy una criminal... por que me sigues ayudando?

Batman bajó la cabeza y soltó un suspiro de dolor. Y luego solo hubo silencio. Catwoman se mordió el labio y luego volvió a hablar.

-No puedo cambiar mi pasado, Batman. Estoy marcada con los pecados que he forjado en los callejones y los tejados. Siempre seré la Gata al igual que tú siempre serás el Murciélago – Ella puso los ojos en blanco hacia el cielo neblinoso cuando se vio la Batiseñal en el cielo. Se dio la vuelta, acercándose y poniendo su mano sobre su capucha gris oscuro – Si pudiera decirlo sin miedo a perderte, lo haría.

-Lo sé... – dijo el en voz baja envolviendo sus brazos sobre ella. Las manos de Batman agarraron el hombro de Selina y la parte inferior de su cadera, y la atrajo hacia sí, sin apartar los ojos de ella. Catwoman colocó sus manos sobre el símbolo del murciélago de su amplio pecho, sintiendo el calor de su enorme y poderoso cuerpo contra sus guantes –

Ella levantó los ojos, su cálido aliento se reflejaba sobre su piel pálida.

-No volveré a hacerlo, Bats. No volveré a asociarme con esos tipos ni hacerle daño a nadie... pero quédate conmigo esta noche – con mucho cuidado, Selina paso su dedo por la barbilla de Batman y se aseguró de no lastimarlo con sus garras – Salva una última vida en Gotham.

-Selina Kyle... – Batman bajó su rostro, presionándolo sobre la frente de Selina mientras se convertían en nariz con nariz; y sus labios estaban a centímetros de un beso. El justiciero levantó sus manos, colocándolas sobre la capucha de Selina y lentamente la apartó de su cara, permitiendo que el viento ondeara los cabellos de ella de una forma tan elegante – Eres aún más hermosa sin la máscara.

Selina dejó caer la capucha cuando sus labios rozaron con calidez boca la boca del justiciero. Cerró los ojos mientras él envolvía suavemente sus suaves labios sobre los de ella, ambas bocas presionadas ardientemente juntas.

Y así, Batman estuvo a punto de presionar un botón en su casco para quitárselo, pero el momento fue interrumpido cuando las sirenas de las patrullas se escucharon muy cerca.

Batman y Catwoman voltearon a los cielos y vieron que la Batiseñal aún estaba iluminada desde la comisaría de policía. La noche aun no terminaba y Batman era requerido.

-Lo siento – dijo Batman apartándose de ella y sacando su Bat-garra –

-Espera, voy contigo – le respondió Selina mientras tomaba sus cosas –

-No... por favor. No puedo – le dijo el, alejándola. Recordando que la misión era solo de él, tuvo que hacer a un lado sus sentimientos y dejarla ir – Por favor cuida de tu hermana. Después de la fiesta en el hotel te seguí y así fue como la encontré en la iglesia.

-Gracias... mañana me pasare por el hospital – Selina se resignó a las palabras de Batman y volvió a sentir que su relación con el nunca iba a pasar a algo más – Cuídate, ¿sí?

-Claro... por favor ya no te metas en problemas.

Y entonces disparo su gancho de agarre y Batman se hizo uno con las sombras de la noche.

Y Selina volvió a quedarse sola.

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