Contra las cuerdas
—Adora, por favor, necesitamos pagar la renta, sé que es arriesgado, pero tienes talento para luchar —suplicó Glimmer.
—¿Acaso Bow sabe de esto, que quieres que vaya a las peleas clandestinas?
—Sí, no está muy de acuerdo, pero no tenemos muchas opciones. Ni él ni yo ganamos mucho dinero en la cafetería.
Adora suspiró. Había sido un error contarle a Glimmer sobre su pasado como boxeadora y karateca. En el boxeo ganó bastante dinero, pero casi todo se lo quedaba el gimnasio de Mara. Había sido una pésima experiencia. Actualmente se había quedado sin trabajo y sin dinero nuevamente, por lo que estaban en apuros económicamente.
Nunca se había sentido tentada de ir a las peleas clandestinas, debido a que su exnovia, Huntara, le encantaban e incluso le había insinuado que podría ganar mucho dinero en ellas. Lo peor era que la relación a pesar de intensa no fue la más duradera, y ella era la única conexión que tenía de la Arena Underground.
—Lo haré, pero tendré que llamar a Huntara.
Adora sabía que a Glimmer no le agradaba mucho su ex, pero como era una emergencia, se tragó su orgullo y sólo asintió con un gesto. Agarró su teléfono con cierto malhumor, no le gustaba del todo la idea, pero ya debían mucho dinero. Estaban a punto de cortarles todos los servicios básicos, sin duda era una emergencia.
—Hey, hola, Huntara. Ha pasado un tiempo.
Adora hablaba con un notorio tono de incomodidad. A su ex le hacía gracia, porque sabía que la rubia llamaba porque tenía algún problema probablemente.
—Sí, es cierto. ¿Qué quieres, Adora?
—Ah, bueno... ¿Recuerdas que una vez me hablaste de la Arena Underground? Necesito dinero, es una emergencia. Yo... quiero pelear.
Huntara se rio a carcajadas al otro lado de la línea. Sabía que ese día llegaría tarde o temprano, los amigos de la rubia realmente desperdiciaban su talento. Ese era su momento de brillar.
—Tienes suerte, ya que ahora estoy en el negocio de las luchas. Te conseguiré una pelea para esta noche. Te enviaré la dirección más rato.
Adora colgó la llamada con cierta resignación. Lo mejor sería entrenar un rato, ya que llevaba un par de días sin golpear el saco de box. Glimmer la dejó sola al rato, ya que le tocaba el turno vespertino. Le gustaba entrenar, siempre despejaba su mente de todo. Y en algún momento, soñó con volverse profesional y avanzar a otras categorías de mayor peso, pero la mala experiencia con el gimnasio la desilusionó.
Vio la dirección que le mandó Huntara, era un gimnasio abandonado que se llamaba Desierto Carmesí, y tenía una decoración bastante peculiar. Tenía que estar allí a la medianoche, por lo que no alcanzaría ni siquiera a despedirse de Bow. Temía no volver nunca más, ya que el principal problema de las luchas clandestinas, es que no había ningún tipo de atención médica de respaldo.
Suspiró y esperó el bus pacientemente. Llegó al lugar un poco antes de medianoche, había un gran bullicio en el interior del gimnasio. Entró a duras penas, estaba repleto de gente, un animador estaba en medio del ring, el público parecía eufórico con lo que decía. Entonces prestó atención a sus palabras.
—¡Y el día de hoy, tenemos una nueva retadora a nuestra campeona, la gata salvaje, nuestra Catra! ¿Podrá la novata de hoy desafiar a la campeona invicta, con más de 30 victorias en una racha espectacular?
Adora vio que una mujer con aspecto felino aparecía al lado del hombre, era muy sensual, y su sonrisa despectiva tenía cierto encanto. Algo en su interior pareció activarse, su corazón latió con fuerza, se sentía emocionada. De pronto apareció Huntara a su lado, la tomó de los hombros y la empujó hacia el ring.
—¿Qué haces ahí parada? ¡Sube!
—¡¿Qué?!
La rubia se dio cuenta que se iba a enfrentar a la actual campeona, la maldita de su ex la había engañado de nuevo. Se subió al ring tal como lo hacía en los viejos tiempos. Su cuerpo trabajado llamó la atención del público que soltó una ovación. Parecía una digna rival.
Adora se posicionó frente a Catra, estudiándola con seriedad. Era más delgada que ella, pero atlética. Sin duda alguna, ella debía ser veloz y ágil. Tragó saliva, sus curvas la distraían demasiado, y sus ojos, sus ojos parecían la encarnación de la tentación, de lo prohibido.
No iba a poder enfocarse en la pelea. Catra la observaba sutilmente, le gustaba el cuerpo de Adora. Sonrió con cierta malicia, que no pasó desapercibido para Adora. El animador se fue, y la rubia se dio cuenta que la pelea iba a comenzar. Ni siquiera escuchó lo que dijo, estaba hipnotizada por esa sensual felina.
Les lanzaron vendas para las manos a ambas, y Adora se las colocó sin dejar de mirar a Catra. Temía que le lanzara un ataque sorpresa y la noqueara. Catra parecía verse sensual con cualquier cosa que hiciera, la rubia no podía despegar su mirada de encima.
La campana sonó, y Adora adoptó una postura de defensa con los brazos. Catra se movía en círculos alrededor del ring, haciendo que la rubia la siguiera intentando no darle la espalda.
—Nunca te había visto por aquí antes —dijo Catra. A la rubia también le fascinó el tono de su voz.
—Es la primera vez que vengo, necesito dinero la verdad.
—¿Y crees que soy tan fácil de vencer que apostaste contra mí a la primera? —dijo con tono despectivo la felina.
—No... mi ex me consiguió esta pelea tan favorable —dijo con sarcasmo Adora.
Catra se rio con ganas. Luego se lanzó con notable rapidez hacia la rubia, que esquivó su puño y la agarró de la muñeca, quiso golpearle el costado, pero se encontró con su mirada, y perdió la concentración, por lo que Catra se soltó de su agarre.
Su rostro mostró confusión por un segundo. La cercanía con la rubia la había puesto nerviosa, y no entendía por qué. Así que cambió de táctica, intentando derribar a Adora por el estómago. La empujó contra las cuerdas, pero la rubia se defendió con su rodilla para soltarse.
Estaba molesta. La felina claramente era mucho más rápida, pero ella era más fuerte y experimentada, no podía creer cómo se distraía tan fácilmente con Catra. Sus amigos contaban con ella, tenía que llegar con dinero a como dé lugar.
Catra se recuperó del golpe, y se lanzó de nuevo al ataque. Intentó pegarle un puñetazo en la cara a la rubia, pero ella bloqueaba todos sus golpes. El público gritaba emocionado. Entonces decidió golpearle el estómago, y se sintió como pegarle a una muralla. Adora le sonrió con soberbia.
—Parece que la gatita no sabe golpear duro —se burló de ella.
Catra gruñó, lo único que quería era romperle los dientes. De nuevo la agarró por la muñeca, pero en vez de acercarse a ella, la rodeó por atrás, y con una patada en la espalda la lanzó contra las cuerdas.
Se giró justo a tiempo para encontrarse con el puño de Adora, quien se detuvo justo antes de golpearle la cara. Apoyó las manos en las cuerdas, acorralando a la felina.
—¿Se puede saber de qué te ríes? —le dijo furiosa Adora.
—No eres capaz de golpearme, te gusto demasiado —contestó sonriendo.
Adora se sonrojó, la había pillado por sorpresa al decirle algo así. Lo peor era que era cierto. La patada que le había dado, ni siquiera había sido con toda su fuerza, era sólo para empujarla al lugar donde quería.
—¿No vas a decir nada? ¿Acaso te comió la lengua el gato?
Adora la miró por unos segundos, y luego observó los labios de Catra, esbozando una sonrisa pícara. No lo pensó y la besó. La felina, que no se esperaba eso, los primeros segundos mantuvo sus ojos abiertos, hasta que después se entregó a la sensación.
El público las ovacionaba enardecido. El animador apareció, y entre risas calificó la pelea como una victoria de Adora, ya que había logrado domar a la salvaje felina. Levantó el brazo de Adora para hacerlo oficial, quien se reía genuinamente. Catra estaba indignada, pero no protestó porque la rubia necesitaba el dinero.
Se bajó del ring con cierta molestia a la vez que Adora iba a cobrar lo ganado, mientras que en el ring comenzaba una nueva pelea. Catra se fue a su camarín, aunque haya sido derrotada por Adora, aún seguía siendo una estrella. Además, esa habitación era también su hogar, no tenía otro lugar a donde ir.
Adora, luego de cobrar el dinero, se dio cuenta que Catra había desaparecido. Se abrió paso entre la gente hasta que alcanzó al animador, que le dijo dónde podría estar la felina. Emocionada, con el pulso acelerado, se encaminó al camarín de Catra. Lo encontró enseguida, la puerta estaba marcada con un rasguño.
Respiró hondo, tratando de calmarse y reunir valor. Luego tocó la puerta, esperando alguna señal de Catra. No hubo respuesta, así que abrió despacio la puerta, asomando la cabeza con cuidado.
—¿Catra?
—¿Quién te dijo que podías entrar?
Adora, que sólo había asomado la cabeza, decidió entrar de una vez, sólo para fastidiarla.
—No te voy a quitar mucho tiempo...
Adora no pudo continuar, porque Catra se acercó tan rápido a ella que se asustó. Estaba parada frente a la rubia, demasiado cerca. Se aclaró la garganta antes de continuar.
—Quería agradecerte por... bueno... por dejarme ganar.
Adora se sentía nerviosa con la cercanía de la gata. Ella tenía razón, le gustaba demasiado.
—Bueno, necesitabas dinero, no lo hice porque me gustaras.
Adora levantó una ceja, divertida. Al parecer Catra no acostumbraba a ser honesta con sus sentimientos.
—¿Estás segura de eso? Porque no te quejaste cuando te besé.
Catra se giró bruscamente, su cola se movía de un lado a otro, y estaba con los brazos cruzados. Adora suspiró, y se acercó a ella aún más. Posó una mano en su cintura casi naturalmente, y cuando lo hizo, su mano se volvió cálida, y esa calidez se expandió por el resto de su cuerpo. Quería más que sólo eso. La abrazó por la espalda, pasando sus manos por su cintura, para poder murmurarle en el oído.
—Deberías ser más sincera con lo que sientes, Catra. A mí me gustaste desde que te vi. ¿Qué hay de ti?
Se escuchaba un leve ronroneo de parte de la felina. Catra se maldijo por la traición de su propio cuerpo. Indudablemente Adora le atraía demasiado, desde que la vio en el ring decidida a enfrentarse a ella. La rubia hundió su rostro en el cuello de Catra, se sentía cálido y agradable, era una sensación exquisita estar pegada al cuerpo de la felina. Incluso percibía la cola de Catra enrollándose en su pierna.
Adora y Catra sentían que no existía nada más en el mundo aparte de ellas, era como estar en un trance. La rubia comenzó a depositar tímidos besos en su cuello y hombro, mientras luchaba con mantener sus manos quietas. No quería que la felina se alejara bruscamente, quería que se quedara con ella.
Catra se giró, tenía unas ganas enormes de besar a Adora, y eso fue lo que hizo. La abrazó rodeando su cuello, mientras que ésta le abrazaba por la cintura. El beso pronto comenzó a calentar sus cuerpos, y la ropa comenzaba a molestar. Catra empujó a Adora hacia la puerta mientras la besaba juguetonamente, para ponerle seguro y estar tranquilas.
La rubia sonrió al ver eso, y comenzó a quitarse la ropa. Catra observaba fascinada su cuerpo escultural, y no tardó en ponerle las manos encima. Pero Adora le tomó las manos para detenerla, y empezó a desvestirla, partiendo por ese top con su lema "Wild Cat".
Catra se trepó al cuerpo de Adora, quien la sujetó por las piernas sin mucha dificultad, y la llevó a la cama escondida al fondo de la habitación. En ese rincón oscuro, Adora recorrió a besos el cuerpo de Catra, mientras la felina le mordía de vez en cuando. Todo se sentía nuevo y familiar a la vez, una extraña combinación que tenía a ambas sumergidas por completo en el cuerpo de la otra.
—Adora, déjame sentir tu sabor —dijo jadeando Catra.
—Yo también quiero sentirlo.
Ambas sonrieron con complicidad. Adora se recostó de lado, de forma inversa a Catra, y se sumergió en su entrepierna, la felina por su parte, también se sumergió entre las piernas de Adora, lamiendo con cierta voracidad. La rubia se enfocó en aquel pequeño nodo de placer, moviendo su lengua circularmente, suavemente, arrancándole más de un gemido a Catra, que intentaba ahogarlos lamiendo con una asombrosa habilidad a la rubia.
A pesar de lo mucho que se distraían mutuamente, lograron alcanzar el clímax, aunque eso no las dejó satisfechas. Ambas querían más de la otra. Mientras calmaban su respiración, Adora volvió a acostarse en la cabecera de la cama, contemplando el bello cuerpo de Catra, quien se sentía algo avergonzada por la manera en la que la observaba. Recorrió con su mano desde su pecho hasta su vientre, extasiada.
—Catra, eres hermosa.
La felina no dijo nada, pero acercó a Adora agarrándole el cuello para besarla. La rubia terminó encima de ella, y se dedicó a amasar y lamer sus pechos con cierta devoción. Le gustaba escuchar a Catra gemir, le excitaba mucho más de lo que creía. Con una mano comprobó que aún estaba bastante húmeda, así que introdujo un par de dedos.
Catra gimió más fuerte, y al agarrarse de la espalda de Adora, sacó sus garras sin querer, rasguñándola. Adora gimió, pero no detuvo el movimiento de su mano, que lo complementó estimulando los pezones de la felina. Quería escuchar a Catra gritar su nombre, quería hacerla llegar al orgasmo, quería pasar esa y mil noches más con ella.
Y así fue por el resto de la noche, Adora y Catra conocieron el cuerpo de la otra con una profundidad que jamás habían tenido con sus anteriores amantes, como si el destino de ambas fuera ser una sola, y sus almas hubieran encontrado a su otra mitad, en una comprensión tácita de que la otra significaba la felicidad.
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