Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6. EL ROPERO DEL PISO DE ARRIBA

Capítulo 6. El ropero del piso de arriba.

Era entrada la madrugada cuando las estrellas brillaban en el oscuro cielo, acompañando a los dulces pájaros que se posaban en los húmedos árboles a descansar luego de la ardua lluvia que acompañó la zona durante el día y, que al parecer, se estaba preparando para volver al día siguiente. Hasta el momento era una noche tranquila, con el profesor Kirke encerrado aún en su despacho trabajando en sus proyectos, Peter dormido profundamente en su cama abrazando una almohada y acurrucado para combatir el frío, mientras tanto Susan y Catherine dormían plácidamente en la cama de las hermanas, luego de una noche de pijamada juntas.

—¡Peter despierta, Peter despierta!

Los gritos emocionados de Lucy despertaron inmediatamente a las niñas, ni siquiera se habían dado cuenta cuando Lucy se había quedado dormida o, en otro caso, cuando la pequeña había abandonado la cama de plaza y media que las tres compartían por esa noche. —¡Está ahí, realmente está ahí!

Ambas no esperaron otro segundo para colocarse sus batas, pantuflas y salir rápidamente de su habitación en dirección a la de los muchachos, sin molestarse en tocar la puerta, pues esta ya estaba completamente abierta, con Edmund luciendo nervioso en el marco.

—Lucy, ¿de qué estás hablando? —la ronca y adormilada voz de Peter le preguntó a su pequeña hermana, mientras con dificultad encendía la vela que descansaba en su mesita de noche para observar mejor lo que sucedía.

—¡De Narnia! —Lucy exclamó con obviedad, dejando de saltar en la cama de su hermano para sentarse con efusividad. —¡Está en el ropero, como les dije!

—Lu, de seguro fue un sueño. —Susan se acercó a la cama con una expresión cansada luego de restregarse los ojos, pero sin perder la dulzura con la que le hablaba a su hermana.

—¡No lo fue! —la pequeña volvió a exclamar, segura de sí misma. —Acabo de salir de ahí y, está vez, Edmund fue conmigo.

La habitación se quedó en silencio por unos momentos, mientras que Susan se preguntaba si es que acaso seguía dormida y todo esto era un pésimo sueño del que esperaba despertar pronto.

—¿Viste al fauno? —Cat le preguntó al azabache con paciencia, pero este negó inquieto. La presencia y los ojos azules de la princesa siempre le lograban poner nervioso.

—De hecho, él no fue exactamente a ese lugar conmigo. —explicó Lucy un poco más calmada, para luego colocar una mueca confundida. —¿Qué hacías allí, Ed?

La cara del niño empalideció.

—T-te estaba siguiendo el juego, desde luego, —Edmund titubeó, pero luego su compostura volvió a ser la de antes. —Lo siento, Pete, se que no debí de seguirle el juego, pero ya sabes cómo son los niños pequeños, nunca saben cuando dejar de imaginarse cosas.

Para ese punto, la pequeña Lucy ya estaba llorando y mirando dolida a su hermano, para después salir corriendo de la habitación, con Catherine y Susan detrás de ella. Peter bufó con molestia, se levantó rápidamente de la cama, agarró su bata y pantuflas y siguió a los demás, dejando a Edmund solo en la habitación. Cuando llegó al pasillo, se encontró con su hermanita abrazando al Profesor Kirke y con Catherine y Susan observando la escena con una distancia prudente.

—¡Pevensies traviesos, están a una travesura más de irse a dormir al establo! —la señora Macready se unió a la escena gritando enojada, hasta que reparó en la presencia de la princesa y el anciano. —Su alteza real, profesor, lo lamento tanto. Les dije a estos niños que no tenían que molestar...

—Está todo bien, señora Macready. —el profesor le sonrió tranquilo, sin dejar de acariciar el hombro de Lucy, quien ya había dejado una mancha húmeda en el abrigo del anciano debido a sus lágrimas. —Pero creo que esta pequeña necesita una buena taza de chocolate caliente para poder dormir nuevamente.

El ama de llaves asintió y se llevó a Lucy, quien aún seguía soltando lágrimas. Así que al ver que ya no tenían nada que hacer ahí, Peter, Catherine y Susan se dieron la vuelta y comenzaron su camino de vuelta a las habitaciones.

Pero parecía que el señor Kirke tenía otros planes.

•••

—Trastornan el delicado equilibrio interior de mi ama de llaves. —bromeó el profesor mientras se sentaba en la silla de su escritorio y le daba una calada a su pipa.

—Lo sentimos mucho, profesor. —le dijo Catherine, escuchando por lo bajo como Peter susurraba "ella estaba trastornada desde antes". —Nos aseguraremos de que no vuelva a ocurrir.

—Aprecio mucho su seguridad, su alteza. —El anciano le sonrió, acomodándose mejor en su silla. —Pero, ¿les importaría explicarme qué fue lo que sucedió? A nadie le gusta ser despertado a las tres de la mañana de esta manera, quizás una explicación no estaría mal...

—Es la menor, señor. —Catherine comenzó a relatar, viendo como ni Peter ni Susan querían hablar sobre el comportamiento de la niña. —Lucy, ella está molesta.

—Y de ahí viene el llanto. —El profesor volvió a darle una calada a su pipa, concentrado e interesado en la explicación como si fuese un cuento de hadas.

—No es nada. —Se metió Peter, abrumado por recordar que hace tan poco él se encontraba a solas en ese mismo lugar con el profesor hablando sobre Catherine. —Nosotros podemos arreglarlo.

—Sí, se nota. —Murmuró el señor Kirke, definitivamente divertido por la incomodidad del chico.

—Ella cree que encontró una tierra mágica. —Susan le dio una mala mirada a su hermano y continuó la aclaración, dando unos pasos hacia delante. —En el ropero que está en el piso de arriba.

La expresión del profesor pasó de ser divertida a sorprendente, sin dejar su fiel pipa de lado.

—¿Qué dijiste? —se levantó de su asiento y guió a los Pevensies y a la Windsor hacia un agradable sillón en la esquina de la oficina, al lado del abrasador fuego que emanaba de la chimenea. De pronto, la conversación dejó de ser superficial y los niños se sintieron algo más cómodos.

—En el ropero que está en el piso de arriba. —repitió Susan, algo confundida por el repentino interés sobre el viejo armario lleno de polvorientos abrigos y de bolitas de naftalina.

—Ella realmente cree que encontró un bosque nevado y animales mitológicos dentro. —añadió Catherine, comenzando a preocuparse por la salud mental de la pequeña.

—Y no deja de hablar de eso. —contestó Peter, acomodándose la bata, mientras intentaba no caer dormido por el sueño. El sofá era realmente cómodo y estaba provocando el efecto deseado en el rubio.

—¿Cómo era? —preguntó el anciano, emocionado por el nuevo rumbo que la conversación estaba tomando.

—Como una lunática. —le explicó Susan, abrazando su cuerpo con sus propios brazos.

—No, no hablo de ella. —El profesor negó con la cabeza, e hizo un ademán con la mano que tenía libre. —¿Cómo era el bosque?

—¿Quiere decir que le cree? —Peter ya estaba planteándose el pedir un especialista para que tratara a ambos, a su hermana y al profesor. Y, de paso, armar sus maletas y salir de aquella mansión que solo le había traído problemas a él y a su familia.

—¿Tú no? —El anciano caló de la pipa, mirando a Peter con rareza. Ahora más que nunca pensaba que el pobre muchacho tenía alguna falla con sus neuronas y le preguntaba a Dios si él era realmente el elegido para estar con la hija de su amigo. El destino obra de maneras misteriosas.

—Pues claro que no. —respondió Susan por su hermano. —Lógicamente es imposible.

—¿Qué les enseñan hoy en día en la escuela? —el señor Kirke los miró con algo de decepción. —De qué les sirve aprender divisiones largas, fracciones compuestas o las palabras esdrújulas si no tienen lo más importante; sentido común.

Catherine quedó algo desfasada del tema, se sintió inculta y poco inteligente por no saber nada de lo que el profesor hablaba. Susan fue la única que notó su confusión.

—Edmund dijo que era un juego. —murmuró Peter, de pronto sintiendose como un tonto por las acusaciones del señor Kirke.

—Así que él es el que siempre dice la verdad, ¿cierto? —el profesor Kirke preguntó.

—No. Esta sería la primera vez... —dijo Susan, cruzando sus tobillos en señal de vergüenza.

—Bueno, si la pequeña no está loca, ni está mintiendo, lógicamente debemos suponer que está diciendo la verdad. —determinó el profesor, volviendo a calar su pipa.

—¿Quiere decir que debemos creerle? —preguntó Peter algo inseguro, juntando sus manos y jugando con sus dedos.

—Es tu hermana, ¿no? —El anciano lo miró fijamente, habiéndose dado cuenta de que en el fondo, el corazón de Peter ya había tomado una decisión respecto a la situación de Lucy. —Ustedes son familia, traten de portarse como tal.

No dijo nada más, enviandolos a dormir con solo un ademán de su mano. Por supuesto que nadie se negó, realmente estaban cansados y aún quedaban horas para que el sol saliera a saludar. Susan y Catherine se dieron la vuelta, su intención era ir a buscar a Lucy a la cocina para poder finalmente volver a dormir.

—Cat, ¿puedo preguntarte algo? —Susan le pidió a la princesa luego de que Peter entrara a la habitación de los niños a probablemente tener una charla muy seria con Edmund.

—Por supuesto, Susu.

—Cuando el señor Kirke mencionó las divisiones largas y eso, te viste algo confundida. ¿Está todo en orden? espero que no te hayas sentido fuera de lugar por escuchar la pelea de Lucy con Edmund, ni el regaño de la señora Macready. La verdad es que fue incómodo hasta para mi, que soy su hermana y lidio con ellos desde que tengo uso de razón.

Catherine suspiró, mirando a su alrededor como si se estuviese asegurando que nadie más excepto ellas dos estuvieran presentes.

—No estoy incómoda, el bienestar de Lu me interesa tanto como si fuese mi hermana. La verdad es que me sentí fuera de lugar porque nunca fui a una escuela, ni yo ni mis hermanas. —La princesa comenzó a explicar. —Mi madre no cree que Elizabeth, Margaret o yo debemos de saber las cosas comunes como los demás niños, así que solo estamos entrenadas para saber literatura, historia monárquica y política. Los idiomas los aprendí gracias a mi padre, él no está a cargo de nuestra educación pero le pareció correcto que al menos Elizabeth y yo supiéramos francés y un poco de galés. Todo lo demás lo aprendí yo sola, o gracias a mi abuela Mary. ¿Sabes que puedo recitarte cualquier parte de la constitución de Reino Unido de memoria? Pero no tengo idea de como resolver por x. De hecho, ni siquiera sé que es la x.

Susan la observó con pena, pero cambió su expresión rápidamente cuando juntó sus manos con la de la princesa en un gesto prometedor.

—Puedo ayudarte. —sonrío con sus ojos tormenta y con algo de timidez. —Bueno, Edmund y yo. No es por alardear, pero soy la mejor de mi clase de literatura e historia y, Ed no lo admite, pero siempre saca la nota mayor en matemáticas. Es su materia favorita después de francés.

Catherine le agradeció con un abrazo, intentando que sus lágrimas no salieran. Creía que la muchacha la iba a juzgar, quizás diciendo palabras hirientes sobre ella teniendo todo en bandeja de oro, como las que Peter decía. Aunque descubrió que Susan Pevensie es una persona sabia, amable y dispuesta a ayudar a quien sea, y estaba feliz de tener una amiga en quien confiar cuando sus propias hermanas le hacían tanta falta.

—Ven, vamos a buscar a Lucy, la verdad es que a mi también se me antojó un vaso de leche tibia

Capítulo editado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro