3. BELLEZA DE LONDRES
Capítulo 3. Belleza de Londres.
—Anoche, aviones alemanes realizaron ataques a varias ciudades de Gran Bretaña, hasta el momento se han registrado por lo menos 14 muertos y 37 heridos. —Se escuchó decir al locutor de la estación de radio de la BBC.
El corazón de Catherine se estrujó, y de la nada sintió la desesperada necesidad de estar con sus hermanas y su familia.
—El ataque se realizó por la madrugada, aproximadamente a las 03:37, los sectores más afectados fueron: York, Essex, Glasgow, Berkshire y Finchley. —Lucy soltó un gemido desgarrador, provocando que Catherine se levantara de la cama y fuera a apagar la radio de golpe, respirando con dificultad e intentando calmarse.
Los Pevensie se encontraban en la habitación de las niñas, era ya de noche, pero sentían que no podían dormir debido a la preocupación.
Y cuando Catherine escuchó que uno de los sectores más afectados fue Berkshire, quiso gritar. En ese condado se encontraba el castillo de Windsor, donde su hermana mayor Elizabeth se estaba protegiendo de la guerra. ¿Estaría bien? De Margaret no debía preocuparse, hace una hora había recibido una llamada de la menor donde le explicaba que estaba todo bien, y que el pueblo donde se hospedaba no había sufrido ningún ataque.
—Las sábanas se sienten frías. —susurró Lucy, aún con la mirada perdida.
—No te preocupes, mi vida. —Le dijo Susan mientras colocaba otra manta encima de su hermana y le dejaba un tierno beso en su frente. —Estaremos en casa pronto, ya lo verás.
—Claro, si la casa sigue allí. —Murmuró Edmund con desprecio, aunque uno podía escuchar el temblor de su voz debido al miedo.
Catherine, luego de haberle ofrecido su diario vaso de leche a Lucy, se acercó al menor y le colocó una mano en el hombro, acariciando con cariño y demostrando su apoyo.
—¡Ed! —Exclamó Peter, fastidiado por la falta de tacto de su hermano, y molesto al ver que Cat tenía su mano en el hombro de Edmund, mientras le miraba con aquellos ojos de esperanza.
¿Por qué tenía su mano allí?
—Mañana será un bonito día, Lu. —Le prometió Susan, tratando de calmar a su hermanita pequeña. —Podremos ir a jugar afuera, ya has visto este lugar, ¡es gigante!
El ánimo de Lucy pareció mejorar, dejando su vaso de leche en la mesita y permitiendo que Susan le limpiase el bigote lácteo que había quedado en la comisura de sus labios.
—Mencionaste que te gustaba jugar a las escondidas. —Para alivio de Peter, Catherine abandonó el lado de Edmund y se fue a sentar junto con Susan donde la pequeña. —Mañana jugaremos a eso en el jardín, ¡y no nos podrán encontrar!
—¿También podremos jugar al baseball? —preguntó la pequeña esperanzada, recordando haber visto la equipación del juego en la entrada de la mansión.
—A todo lo que quieras. —Le aseguró Susan, peinando los cobrizos cabellos de Lucy en una trenza para dormir.
—Entonces me iré a dormir. —dijo Lucy mientras se acomodaba mejor en la cama, luego de que Susan haya terminado de peinarla. —¡No puedo esperar hasta mañana!
—Yo tampoco. —Murmuró Edmund con gracia, frotando sus manos en sus brazos.
—Tú igual deberías acostarte, ya es tiempo de dormir. —Susan miró a su hermano menor, mientras buscaba una manta extra en el clóset y se la colocaba a Edmund como si fuese una capa, notando como el castaño tiritaba por el frío de la noche.
—Como digas, mamá. —Le respondió con desgano, queriendo quedarse despierto con los mayores, para luego salir de la habitación.
—Supongo que también me iré a dormir. —anunció Peter mientras se dirigía hacia la puerta, de todas formas ya era tarde y el frío lo estaba molestando también. —Buenas noches.
—Buenas noches. —susurraron Susan y Catherine, ya que Lucy se había quedado recientemente dormida.
El rubio les dedicó una última mirada y se fué, cerrando la puerta por detrás de él. Un poco molesto porque en los últimos días Peter no podía sacarse a Cat de la cabeza, y menos después de aquella incómoda cena dos días atrás. ¿Qué le había hecho esa princesa para acaparar esos pensamientos?
—Quiero disculparme. —dijo Susan entre tanto mientras se desvestía para ponerse su camisón.
Catherine la miró confundida, mientras se abotonaba los últimos botones de su camisón celeste con tulipanes azules para dormir y luego procedía a trenzar su cabello con esmero.
—Por Peter, él realmente no es así, y no sé que és lo que le sucede, realmente te pido perdón en su nombre.
—Está todo bien, Susan. —Cat le sonrió, aunque por dentro lo último que su rostro quería era mostrar una sonrisa. —Entiendo si no le agrado, es decir, me gustaría mucho ser amiga de tu hermano, pero supongo que él tiene sus razones para mantenerme lejos.
—Aún así, lo siento. —Murmuró la Pevensie con pena y vergüenza, al mismo tiempo que se acurrucaba a un lado de su dormida hermana.
—Hasta mañana, Susu. —le susurró Catherine con el mote que había elegido para su nueva amiga (y la primera que hacía que no fuesen sus hermanas o primas), mientras apagaba la luz y se tapaba con las cobijas.
—Hasta mañana, Cat.
•••
"Al ser nieta del monarca británico de ese entonces (1924), el título completo de Catherine al nacer era S.A.R Princesa Catherine de York. Era cuarta en la línea de sucesión al trono por detrás de su tío, de su padre y de su hermana mayor Elizabeth. En 1936, cuando su abuelo murió y su tío Edward lo sucedió como rey, Catherine pasó a ocupar el tercer puesto en la línea de sucesión al trono después de su padre y su hermana Elizabeth. Ese mismo año, su tío Edward abdicó al trono después de proponerle matrimonio a Wallis Simpson, una divorciada estadounidense. A pesar de que legalmente podía casarse, los ministros le recomendaron que no lo hiciera ya que el pueblo jamás la aceptaría como reina; Edward no escuchó a los ministros e igualmente se casó con Wallis. Con la abdicación de Edward VIII, el padre de Elizabeth, Catherine y Margaret se convirtió en rey y ellas pasaron a ser primera, segunda y tercera en línea a la sucesión del trono respectivamente, con los títulos de: S.A.R La Princesa Elizabeth, S.A.R La Princesa Catherine y S.A.R La Princesa Margaret"
Peter leyó el primer párrafo con calma. Eran las seis de la mañana y el muchacho seguía en su investigación sobre la muchacha. El rubio tenía más que claro que la había juzgado mal, pero no podía dejar de leer aquellos nuevos tomos de los libros de historia que hablaban sobre la vida de la princesa.
De hecho, ahora mismo estaba leyendo la biografía que un ex trabajador del palacio de Buckingham había escrito sobre la familia real. Y por supuesto Peter estaba en la sección que hablaba de Cat.
"Yo, C.S Leyton, trabajé personalmente para la princesa como su guardaespaldas, hasta que mi anciana edad se vió un problema y tuve que jubilarme. Sin embargo, guardo los más nobles recuerdos que Catherine me pudo otorgar, en todos mis años de trabajo nunca conocí a una chiquilla tan responsable y dedicada con su deber, pero al mismo tiempo tan noble con sus hermanas, familia y pueblo. Catherine Victoria Louise, Katie, como yo solía decirte: Espero que si algún día lees esto recuerdes y atesores aquellos momentos donde éramos más que guarda espaldas y princesa, si no que familia.
Siempre pensé que serías la persona correcta para reinar nuestro país en un futuro, con tu determinación, astucia, coraje y orgullo estaríamos en buenas manos, no obstante, me quedo satisfecho con el que estés allí junto a Margaret para apoyar a tu hermana mayor Elizabeth.
Larga vida a la Princesa Catherine."
—Larga vida a la princesa Catherine... —repitió Peter mientras cerraba con cuidado el libro.
Era imposible encontrar una sola mala palabra contra la royal, Peter había leído al revés y al derecho los libros del profesor que hablaban sobre la princesa, y lo único que pudo encontrar fueron halagos y buenas reseñas.
Muchos de quienes dieron su opinión sobre Catherine resaltan su increíble belleza, su inteligencia nata y su leal y noble corazón. Peter estaba de acuerdo con lo de increíble belleza, joder, él la había estado observando tanto que hasta podía pintar un retrato de ella. Suspirando, se levantó de la silla y se encaminó a los estantes, estaba a punto de dejar el libro en la sección "Familias reales de Europa" cuando una carta cayó de las últimas páginas del libro, donde estaba la biografía de un príncipe que Peter no se había molestado en leer.
Y como dicen por ahí, la curiosidad mató al gato.
Pero el gato murió sabiendo. Así que volvió a su asiento y comenzó a leer la carta.
13 de junio de 1940.
Querido Digory:
Muchas gracias por alojar a mi hija del medio en tu hogar, estoy agradecido por tu hospitalidad en estos tiempos de guerra, te debo una viejo amigo.
En otras noticias, mi hermano Edward está cada vez más insoportable; tiene nuevos apodos para mi familia, aun no escucho cuales son los míos o el de mi esposa, pero sí sé que a Elizabeth le dice "Shirley Temple" y a Catherine "Belleza de Londres", desconozco si tiene alguno para Margaret.
Por más que busqué, no logro encontrar un significado para el apodo de Kitty, ¿tendras tú alguna idea que significa? dudo mucho que sea literal y se refiera a su sobrina como la persona más bella de Londres.
Supongo que eso es todo, avísame si tienes alguna respuesta.
Muchas gracias por todo. No sabes lo agradecido que estoy de que nunca perdiéramos contacto después del colegio.
George R.
¿Belleza de Londres? Peter estaba confundido, eso sonaba como un buen apodo, ¿por qué el rey pensaría que es malo? Es más, hasta el pensaba que Catherine era una belleza, no había quien se negara a admitirlo.
Estaba decidido a guardar la carta en el libro donde la encontró, hasta que se dió cuenta que por la parte de atrás de la hoja había unas anotaciones en una letra muy poco legible.
Belleza de Londres es un apodo despectivo usado para aquellas personas que se hacen cirugías en Londres.
El rubio se sorprendió, ¿Catherine tenía alguna cirugía?
—Creo que tuve tu misma reacción cuando George me contó sobre el accidente de Catherine. —la suave voz que se escuchó por detrás le sacó un susto tremendo a Peter, quien se levantó tan rápido que casi bota la silla.
Era el profesor Kirke.
—Señor, yo- de verdad lo lamento. No quería... —El Pevensie comenzó a balbucear, algo nervioso por la presencia del mayor, quien prácticamente lo había pillado husmeando en cosas privadas, hasta que procesó lo que dijo. —¿Accidente?
El anciano asintió, mientras tomaba asiento en la silla que Peter había usado con anterioridad.
—Cuando Catherine tenía cinco años, estaba jugando con sus hermanas en los pasillos del palacio de Kensington, cuando un miembro de la guardia real chocó con ella, logrando que la pequeña Catherine cayera por las escaleras. —El profesor comenzó el relato. —Su mandíbula, nariz y parte de su hueso cigomático se rompieron, así que ella tuvo que recibir cirugía de emergencias.
—Nada de eso sale en su biografía... —Susurró confundido, absorbiendo la nueva información.
—Es porque nadie lo sabe, muchacho. —Le dijo el profesor con obviedad, preguntando si al muchacho le faltaba algún tipo de neurona. —Imagínate, si su propio tío se burla de ella, ¿qué dirían los conservadores y la gente del pueblo? nadie aceptaría que una miembro de la familia real recibiera una operación en su cara. Catherine sufrió mucho por eso, los años siguientes al accidente fueron un martirio para ella, eso es lo que me decía George.
—Entonces, su cara no es la que obtuvo al nacer. —Murmuró el rubio para el mismo, procesando la información. —La gente la ama por ser bonita, pero no saben la verdad.
—Ella ya era bonita antes de la operación. —Le regañó el profesor, sacado de quicio por las tonteras que hablaba el niño, mientras sacaba de su bolsillo de la chaqueta su billetera, en la cual tenía una foto de la princesa. —Aquí tiene cuatro años, un año antes de su accidente. Esta foto la tomé yo en el palacio de Windsor, estaba de visita por su cumpleaños. Soy amigo de su padre desde que estudiamos juntos en el colegio Eton.
Por eso la royal había ido a parar a la casa del profesor y no a uno de sus muchos castillos. Observando bien la foto, Peter se dió cuenta que la princesa era de verdad hermosa, la forma de su mandíbula en ese entonces era como la de su madre, aunque incluso después de la operación no se notaba mucho cambio. Entonces, se preguntó si así se verían sus hijos.
Y la idea no le disgustó para nada.
—No hay que juzgar a un libro por su portada. — Kirke le observó seriamente, para luego levantarse y dirigirse hacia la salida de la biblioteca. —Sígueme.
El rubio asintió y siguió al profesor, caminaron por los pasillos con cuidado de no despertar a nadie, después de todo eran las seis de la mañana. Llegaron hasta la oficina del señor Kirke, donde el profesor amablemente le pidió a Peter que tomara asiento mientras él buscaba algo.
—George me envió esta foto en la navidad de 1934. —explicó el profesor mientras le entregaba una foto pequeña, no podía medir más de cuatro centímetros de largo. En el retrato de escala de grises se apreciaba a una hermosa niña de diez años, sonriendo y mostrando los dos dientes frontales de manera que se asemejaba una pequeña conejita. Sostenía a un gato que parecía ser de color blanco, quien llevaba un collar de perlas en el cuello y una corona de juguete que le quedaba extremadamente grande entre sus orejas, pero que hacia juego con la tiara plástica que la niña lucía en su ondulado cabello.
Adorable.
Se parecía mucho a la Catherine de cuatro años que el profesor le había mostrado en la biblioteca, se notaba que los médicos habían hecho lo posible para que su estructura facial no sufriera tantos cambios. Cirugía o no, Catherine Windsor era hermosa, y quien se atreviera a decir lo contrario era ciego o mentiroso. Se dió cuenta que se había quedado viendo la foto por mucho tiempo cuando el señor Kirke soltó una risa, y entonces Peter se sonrojó.
—Quédate con ella, muchacho. —Le dijo el profesor, buscando en los cajones de su escritorio algo con fervor, hasta que sacó un relicario ovalado, dorado con unos tulipanes tallados. —Puedes protegerla aquí, es un regalo. Y tal vez quieras ir ya a tu habitación, si nos guiamos por el ruido de todas las mañanas, tu hermana menor debe estar a punto de despertar.
Peter se sintió conmocionado, el señor estaba en lo correcto, Lucy se despertará en cualquier segundo.
—Muchas gracias, señor. —Susurró el rubio, colocando la foto en el relicario para luego retirarse de la oficina con un leve asentimiento de cabeza como despedida.
Mientras Peter iba en camino a su habitación, se puso el relicario y lo escondió dentro de su chaleco, parecía que lo hizo justo a tiempo, pues una animada Lucy se dirigía hacia su hermano.
—¡Es un milagro que estés despierto tan temprano! —Bromeó la pequeña, con su cepillo en mano, mientras intentaba desenredar su cobriza melena, ondulada gracias a la trenza que su hermana le había hecho la noche anterior. —Susan y Catherine ya se están vistiendo, así que ahora voy a despertar a Edmund. ¡Después del desayuno podremos ir a jugar en el jardín!
Y sin dejar que Peter respondiera, Lucy entró con rapidez a la habitación de los hombres. El rubio dirigió su vista hacía su chaleco, mirando donde debía estar el dorado relicario.
Al parecer había mucho de Catherine que él aún no sabía y, aunque lo negaría en público si alguien lo cuestionara, estaba curioso por conocer y querer cada aspecto de la princesa.
Capítulo editado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro