20
Tenía que admitirlo, tuve miedo.
Sus ojos desprendían un odio enorme, y una sed de matar a quien fuera que se metiera en su camino. Pero lo peor fue cuando no pude distinguirme, como hacía antes.
No pude encontrar un lugar propio dentro de él, donde quisiera matar a todos, menos a mí, donde odiara a todo el mundo, menos a mí.
Porque por primera vez, su rencor era dirigido a mí.
Volver al edificio se sintió como un alivio, casi me fui corriendo de la casa de Jaehyun, sin poder tolerar ni un segundo más todos los sentimientos negativos que el vampiro tenía.
Apenas me pude mantener de pie al llegar al lobby, y fue casi imposible dar dos pasos adentro, con la vista nublada y sudando frío.
En un segundo, colapsé.
Mis piernas dejaron de responder y caí al piso en un golpe seco, mis huesos chocaron con dureza y mi cuerpo se encogió de repente.
—¡Leia! — alguien gritó, pero no pude distinguirlo, solo escuchaba la voz de Jaehyun rogándome una y otra vez.
“—Podemos ser felices, Leia.”
Sentí que las paredes se cerraban a mi alrededor y mis pulmones dejaban de funcionar, las luces del lobby se volvieron más brillantes, tanto, que quemaban mis ojos.
“—Solo te necesito a ti.”
Alguien me sacudía con fuerza y gritaba mi nombre, pidiendo que vuelva a la realidad. Pero mi cerebro estaba empeñado en ignorar eso y solo repetía la voz de Jaehyun como si fuera una grabadora.
Mis colmillos crecieron en un segundo, y mordí a quien estuviera agarrándome. Todavía no veía nada con claridad, pero sentía que me ahogaban y quería aire.
“—Te amo.”
Y mi cabeza chocó contra el piso cuando alguien me tacleó. Sentí un fuerte dolor en mi cuello que me hizo reaccionar y tener un pitido en los oídos que cortó hasta la voz de Jaehyun dentro de mi cabeza.
Mis pulmones volvieron a abrirse, y mi vista se aclaró, dándome la imagen del techo del lobby.
Dejé de forcejear y mis extremidades cayeron con lentitud a mis costados, con el pitido disipándose.
Pestañeé un par de veces con lentitud, escuchando mi respiración entrecortada.
Y la cara de Taeyong se alejó de mi cuello.
Los colmillos sobresalían de su boca entreabierta, y un líquido carmesí oscuro goteaba por su barbilla.
Volteé a ver con lentitud al costado, donde encontré a Jihyo con una cara de preocupación, haciéndome saber que ella me encontró primero.
Las manos de Taeyong sujetaban mis muñecas con fuerza, manteniéndome en el piso, con él encima de mí.
Al lado de Jihyo, estaba Doyoung, sujetando su brazo. De sus dedos se escapaba sangre, lugar donde yo había mordido, y justo al final estaba Haechan, tan asustado y alterado que podría ponerse a llorar.
Y sintiendo el aliento de Taeyong en mi cara, me di cuenta de lo que pasó.
El daño que Jaehyun empezó en mí, desde el primer día que me tuvo en ese callejón, yo lo había esparcido y contaminé a todos los demás.
Era una manzana podrida que seguía pudriendo a mi entorno, y no dejaría de hacerlo, porque ya estaba arruinada. Fue una maldad tan grande que destruyó mi vida y no teniendo suficiente con eso, ahora está destruyendo la vida de los demás.
Todo porque no fui más valiente.
Después de todo era cierto, Jaehyun me hizo a su imagen, y aunque no fuera igual que él, ya no era alguien que puede considerarse bueno.
No era un girasol, ni era una planta carnívora.
Era solo una hierba que debía ser eliminada.
[…]
Habíamos entrado al acto final, la parte de nuestra historia donde se definiría todo, porque era tiempo de que alguien parara a Jaehyun, y si yo tenía que morir haciéndolo, no importaría.
Fue mi culpa lo que pasó después.
Enteramente mi culpa.
Estuve más ocupada tratando de tranquilizarme, con ayuda de Nayeon y Mina, teniendo todavía en mente el hecho de que Taeyong había tenido que morderme para traerme de vuelta a la realidad, que no pude advertirles antes.
Y diablos, debí haberlo hecho. Era lo primero que tenía que hacer al llegar, no tirarme al piso y enloquecer en un ataque de pánico que atentó contra la vida de los demás.
Cuando Johnny vino, abriendo la puerta de golpe, y un rostro pálido, supe lo que había pasado.
Pero escuchar ese nombre saliendo de su boca, me hizo sentir más impotente y enojada, por no haber hecho las cosas bien desde un principio.
—H-Haechan…
Jaehyun me lo advirtió, todo porque no quise ceder, él decidió atacar uno de mis puntos débiles.
¿Qué mejor manera hay de herir a Kang Leia, que secuestrando a Lee Haechan?
Y entendí que ahora no se estaba conteniendo, ni tenía consideración. Ahora haría lo que él quisiera, y no importaba si yo salía lastimada.
Muerta o viva, él me tendría.
No tuve fuerzas para hacer otro escándalo, simplemente me quedé mirando a la nada, sintiendo los ojos de todos sobre mí. Mi alma se encontraba tan cansada, que no podía llorar ni estar angustiada.
Pero también encontré determinación, porque si todos me miraban a mí, era porque no sabían que hacer. No podíamos estar perdidos en este momento, no cuando la vida de Haechan corría peligro.
Recordé las tantas veces que aquél vampiro de piel morena me ayudó, arriesgando su vida aun cuando no me conocía. Porque él tenía un buen corazón, y yo debía hacer lo posible para cuidarlo.
Le había dado muchas oportunidades para intentar cambiar a Jaehyun, pero las cosas fueron deteriorándose más.
Taeyong entró luego de unos minutos, seguro recién enterándose del incidente, y queriendo saber el estado del equipo de vampiros que tenía a su cargo.
Solo hizo falta que nos miráramos, para entender lo que había que hacer.
Asintió levemente a mí, antes de mirar a los demás.
—Es hora. —comunicó con la voz tensa.
[Narrador]
La tensión en la casa se podía cortar con un cuchillo, se notaba el mal humor del dueño, y el miedo de sus empleados.
Nadie quería caminar, ni acercarse a él, todos estaban tan asustados porque sabían lo que había pasado con Kang Leia.
Y había alguien en específico, que le estaba colmando la paciencia a Jaehyun.
Sus tacones pisando con fuerza se hicieron notar antes que su figura, como era costumbre, le gustaba hacer entradas dramáticas.
—¿Ella vino otra vez?
Jaehyun cerró sus ojos con fuerza, sintiendo el dolor de cabeza que se avecinaba por las quejas de su futura esposa.
No le contestó, sintiendo irritación con la dulce voz de Suni.
—¿Cómo se supone que seamos una buena pareja si tu ex viene todo el tiempo?
Ex. ¿Acaso Leia era eso solamente? Significaba que fueron algo, pero ya no más, porque había quedado atrás.
No, jamás.
—No creo que vuelva— dijo él, aunque estaba mintiendo.
—¿Finalmente?— preguntó ella suspirando —esposo mío, sé que te hizo daño, pero tienes que dejarla ir, me tienes aquí para ser tu todo.
Suni era una buena chica, él no había mentido. Ella quería tener un amor real y fuerte, pero más que nada, obtener las riquezas que Jaehyun tenía. Claro que estaba enamorada de él, se veía en sus ojos, y, es decir, ¿quién no se enamoraría de Jung Jaehyun? No era su egocentrismo, era un hecho.
Pero su amor no venía solo, también estaba su interés por el estatus que llevaba Jaehyun, y el detalle de que era una criatura sobrenatural.
Cualquiera hubiera tenido miedo al enterarse, pero Suni solo se acercó más a él, queriendo saber de su vida, una chica que no estaba cuerda, seguramente.
Pero fue esa seguridad de que alguien podía quererlo como él era, lo que lo llevó a pedirle matrimonio. Era repentino hasta para Jaehyun, pero sus demonios lo atormentaban cada noche, y necesitaba a alguien que pudiera calmarlo, porque él solo no podía.
Sabía que podría haber aguantado a Suni, aunque le encontrase miles de defectos, era soportable y todo sería para calmar a su cabeza.
Y de repente, Leia apareció para voltear su mundo, por segunda vez.
Si no hubiera aparecido, ahora estaría tranquilo con Suni y la metiche de su madre, pero por supuesto, Kang Leia no le dejaría vivir en paz.
—Estaba pensando— dijo Suni con una voz cantarina, sacándolo de sus pensamientos —Deberíamos adelantar la boda.
Jaehyun volteó a verle, sin ninguna expresión —Lo pensaré.
No era la respuesta que ella esperaba, y se mostró cuando su ceño apareció fruncido y una mueca de disgusto en su boca.
—¿Es por ella?
Ella, ella, ella. ¿Por qué todos hablaban de Leia? ¿Por qué no le podían dejar en paz?
Escuchaba lo que hablaban las personas vivas en esta casa, todos los susurros y chismes que corrían por las paredes, solo centrándose en lo destruido que le había dejado Leia.
Odiaba eso, quería que se callen de una vez, no podía seguir escuchando de Leia si no la tenía con él.
—Eso no es asunto tuyo— le respondió en tono duro.
—Pero sí lo es—objetó Suni, queriendo llevarle la contraria —Desde que te comprometiste conmigo, tus asuntos son mis asuntos, e incluso… —los ojos de la mujer brillaron cuando se le ocurrió una idea —¡Podemos deshacernos de Leia juntos! Te ayudaré a sacarla de tu vida.
Lo decía con inocencia, de eso no había duda. Creía que, de esta manera, estaría ayudando a Jaehyun a librarse de una carga para que esté tranquilo, pero fue eso lo que lo molestó más.
Él se levantó de su silla, y le agarró de la mandíbula fuertemente, provocando un gemido lastimero de Suni y sorpresa en sus ojos por esa repentina reacción.
—Muñeca, te aconsejo que no vuelvas a hablar de Leia— dijo entre dientes —dije que yo me encargaría de eso y lo haré, no te metas en mis cosas si quieres seguir ilesa.
Le soltó con rapidez, casi con desprecio, dejándola sola en la oficina.
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