18
Mi percepción sobre Jaehyun fue cambiando, nuevamente. Parecía que no podía verlo como una persona con un solo lado y apegarme a eso.
Siempre que pasaba tiempo con él, la forma en la que lo veía cambiaba.
Asesino, loco, encantador, odioso, monstruo, el amor de mi vida, ser despreciable, persona que sufrió mucho.
Eran las cosas que Jaehyun me mostraba lo que cambiaba mi juicio, lo que me volvía loca. Perdía el control sobre mis emociones y actos, y dejaba que Jaehyun me controle, aunque él no se diera cuenta.
Ninguno tenía el control en esta relación, ni sabíamos lo que hacíamos, solo dejábamos que pase lo que tuviera que pasar.
Y eso me asustaba.
Es más, estaba tan aterrada por la cercanía que volvía a tener con Jaehyun, que fui con el único que podría ayudarme.
Como siempre, era tarde en la noche, los demás habían salido y solo estábamos los dos.
Entré sin tocar la puerta y me quedé viendo su figura dándome la espalda.
Como era su costumbre, tenía una taza con café en sus manos.
—Te siento decaída— dijo con una voz tenue, girándose a verme —más de lo normal— agregó.
—No sé qué hacer— respondí con voz ahogada, sintiendo el nudo en mi garganta queriendo explotar.
Me senté al borde de su cama, y pasé una mano por mi largo cabello, llevándolo atrás, sintiendo que me sofocaba.
—Supongo que se te salió de las manos— suspiró, caminando hacia mí.
—Nunca tuve el control— susurré —No puedo entender, sigo odiándolo, y quiero que tenga su merecido. Pero hay momentos donde no encuentro a ese monstruo al que tanto detesto… solo hay un hombre normal que busca ser querido.
—No te sientas culpable, Leia, tú conociste otra parte de él— dijo sentándose a mi lado.
—¿No me detestas por esto? —quité las manos de mi cara para mirar su perfil.
—Claro que no— frunció el ceño levemente —Pusimos una carga muy pesada sobre tu espalda, y llegaste muy lejos.
Resoplé, negando con la cabeza. La calidez de su ser me hizo sentir más cómoda, como siempre me pasaba cuando estaba a solas con él, y, entrando en confianza, decidí apoyar mi cabeza en su hombro.
—Jaehyun no es completamente malo— dijo, todavía con la taza de café en su mano.
—¿Hablas en serio?
—Sip — asintió con una expresión tierna que me hizo sonreír un poco —Igual que él, nosotros también hicimos cosas malas, la diferencia es que Jaehyun lo llevó al extremo y… — torció la boca, mirando el café humeante —todavía tengo esperanzas de que vuelva a ser el mismo de antes.
—¿Crees que sería posible? Pasó muchos años…
—No lo sé— murmuró —solo quiero que todo salga de la mejor manera posible— y volteó a mirarme, haciendo que me dé cuenta de lo cerca que estaban nuestras caras —No te culpes por quererlo, Leia.
Su cara era muy bonita, de eso no había duda, apuesto y encantador, igual que Jaehyun, solo que él irradiaba un aura completamente diferente.
—No sé si lo quiero, o solo me estoy aferrando a lo poco bueno que hay en él— dije en un suspiro, sintiéndome en conflicto.
—Por lo que me contaste, él te mostró una parte que nunca le mostró a nadie más. Solo tú conoces esa versión, la más vulnerable y real— volteó a ver al frente —Es comprensible que intentes justificarlo, aun si no quieres hacer eso, porque sabes que dentro de Jaehyun, hay más que solo odio y rencor.
¿Había alguna manera de que Jaehyun arregle sus errores? Eran tantos que podían cubrir la casa entera, pero eso no importaba, porque aún si yo sabía del lado más lindo de él, no compensaba la manera en la que seguía y seguiría actuando.
Yo sabía que había alguien que se había escondido dentro de él, pero no sabía cómo hacerlo salir.
Dios, no sabía si ni siquiera eso era posible.
—Siento que solo estoy demorando las cosas— murmuré con los ojos vidriosos.
—El momento llegará cuando tenga que llegar, no creas que es tu culpa, solo es la manera en la que tiene que suceder todo.
Tal vez tenía un complejo de salvadora. Creía que, a lo mejor, si me esforzaba más, podría ayudar a Jaehyun y podría lograr salvar su alma de todos los crímenes que había cometido.
¿Jaehyun querría ser salvado?
[…]
Resoplé y salí de la cama de él, donde me había quedado las últimas noches gracias a las pesadillas que seguían siendo recurrentes. Mi mente estaba hecha un lío, con pensamientos que se contradecían a cada segundo, y mi moral queriendo romperse.
Por alguna razón, los recuerdos del tiempo que estuve con Jaehyun se hicieron presentes, quitándome la poca tranquilidad que conseguía.
Recuerdos que creía que nunca los recuperaría.
“Sangre.
Todo era un mar de sangre, el piso tan manchado que era imposible distinguir lo que fue antes.
Lo único que sonaba eran mis dientes perforando la piel del humano, con el único objetivo de sacar toda la sangre.
Partes humanas se esparcían por el piso, extremidades que no se podían diferenciar si eran de hombre o mujer.
Y luego estaba yo, dando profundos sorbos, tragando con fuerza.
Un animal sediento de sangre, eso era yo en este momento. Con mis ojos brillando en un rojo carmesí fuerte que resaltaban y combinaba con el espacio que destruí.
No me di cuenta de que Jaehyun estaba a mi lado, hasta que tocó mi cabello con delicadeza, acariciando.
—¿Te sientes mejor? —preguntó con voz suave, aterciopelada.
No pude responder, ni siquiera me molesté en intentarlo, estando demasiado concentrada en tragar toda la sangre que pudiera. Pero no importa a cuántas personas mate, no podía dejar de beber sangre, siempre queriendo más y más.
Y Jaehyun era tan buen novio, que cumplía mis caprichos y necesidades.
Él me traía a lugares con humanos, lugares cerrados donde no pudieran escapar, y me soltaba, como si fuera un perro rabioso que buscara víctimas y carne para morder.
Mirando en frente mío, encontré un espejo con manchas que me mostraron mi reflejo. Sin embargo, no pude reconocerme.
Solo había una mujer, con las pupilas dilatadas, colmillos afilados, y sangre hasta en su cabello, mientras sostenía el cuello de otra mujer más joven. Y un poco más arriba, estaba él.
Jaehyun me sonrió por el reflejo cuando nuestros ojos se encontraron.
Volví a encajar mis colmillos en la piel de la mujer muerta, queriendo sacar hasta lo último de sangre.
No era Kang Leia la que se encontraba aquí, la que se había mirado hace un momento en el espejo. Era una versión horrorosa, digna de ser contada con terror, y de llamarse monstruo.
Pero no me importó, porque ahora solo tenía hambre.
¿Cuántas personas ya iba?
¿30? ¿50?
No lo sabía, era un número más en mi vida, algo irrelevante que seguía creciendo gracias a Jaehyun, quien no tenía problemas en darme más humanos.
Unos pasos hicieron que deje de tragar, y me quede quieta, intentando distinguir de dónde venía.
Se hicieron más fuertes, acercándose, y yo levanté la cabeza, gruñendo al escuchar latidos y sangre corriendo por las venas.
—Parece que llegó más comida— la voz de Jaehyun se escuchó en mi oído como una melodía adictiva, siseante y provocadora, la misma serpiente del pecado.
Mis gruñidos siguieron, escuchando el dulce sonido de la sangre corriendo con fuerza por todo el cuerpo del humano.
Solté el cuerpo de la mujer, dejándolo caer al piso como una muñeca de trapo, y me concentré en los ruidos de afuera.
—Mhm, encantador— la voz siseante de Jaehyun siguió hablándome, nublando mis pensamientos aún más —Adelante, cariño, es todo tuyo.
Fue la señal que esperé, justo cuando la puerta se abrió y yo salté encima del humano sin darle tiempo a reaccionar.”
Me sentía enferma. Había vomitado tantas veces de solo recordar lo que mantuve escondido por tantos años, pensando que me haría bien.
Tal vez fue un sistema de auto-defensa, porque sabía que no podría manejar bien el hecho de que cometí tantas atrocidades, y por eso lo olvidé.
Fueron tantas cosas que recordé que me hicieron odiarme. Odié mi cuerpo, mi alma, y mis instintos tan salvajes, que no distinguieron entre sexos y edades.
—Estarás bien— Él me mantenía en sus brazos, así como Jaehyun lo hizo en su tiempo, mientras yo temblaba por los sollozos que salían de mi boca.
No podía hablar, sentía tanto asco de estar respirando, sabiendo todo lo que hice cuando me convirtieron. No merecía estar aquí, no merecía recibir un toque cálido y unos susurros en mi oído que intentaban calmarme.
No merecía vivir.
Pero no importaba cuántas veces se lo haya repetido a él, siempre me diría lo contrario.
—Déjalo salir, Leia— todavía susurraba, manteniéndonos en un ambiente discreto —Te prometo que estarás bien.
—¿C-cómo sabes? — pregunté con dificultad, sintiendo algunas de las saladas lágrimas entrar a mi boca entreabierta.
—Me aseguraré de ello.
Y así como los recuerdos me invadieron, pasó de la misma manera con Jaehyun, dominándolo y lastimando cada parte de él.
Los recuerdos jugaron con su cordura.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro