17
Mis encuentros con Jaehyun fueron aumentando, aunque solo fuera una media hora de conversación, sentí que la cercanía que intenté evitar, se volvió implacable. Mi curiosidad era demasiado grande para mí misma, y el enigma que era Jaehyun solo provocaba que quiera hacerle un millón de preguntas.
Se convirtió en una rutina sin querer.
—¿A qué vienes ahora? — Él leía un periódico con gafas oscuras, sentado en una silla grande y cómoda en su jardín, bajo la luz del sol.
— ¿Dónde están los restos de JaYoon?
Me sonrió, con sus colmillos asomándose por su boca.
—¿Quieres verla? Te puedo llevar— entrecerré mis ojos y él me siguió mirando con una sonrisa.
—No, gracias— y giré mi cabeza para mirar al personal arreglando las flores del jardín.
Estas preguntas casuales ocurrieron muchas veces.
—¿Por qué me vigilabas en el colegio? Eso suena bastante acosador.
Giró su cabeza para mirarme por sobre su hombro, cuando antes estaba mirando su vitrina con tesoros.
—Después de todo lo que me llamaste, eso suena bastante amable— se burló —Eras interesante, supongo. Y me dio la necesidad de querer protegerte.
—¿De qué? Tenía una vida normal— rió roncamente.
—Oh, Leia. No tienes idea de cuántas veces te salvé la vida.
Tantas veces.
—La sangre que me diste, siempre sabe diferente.
—Por supuesto— estiró su espalda, estando cómodamente tirado en el sillón de su sala. —Siempre tendrá un sabor diferente.
—¿Por qué? —me senté a su lado, mirando la chimenea.
—Depende del estado en el que las personas mueran. Si están asustadas, la sangre tendrá un sabor más fuerte y adictivo. Si mueren tranquilas, es decir, sin darse cuenta de lo que pasa, la sangre es más suave.
—Pero… —torcí mi boca, pestañeando con rapidez —Tu sangre sabe fuerte.
—Y es delicioso, ¿no? — sonrió lascivamente.
Una y otra vez.
—Ya que tú controlas esta casa… —dije relajadamente, apareciendo en frente suyo —Me gustaría ver si puedes hacer algo.
—¿Es una orden? — enarcó una ceja, yo me encogí de hombros.
—No, puedes decidir si lo quieres hacer o no.
—¿Qué quieres? — me miró por encima, haciendo que me sienta más pequeña por la diferencia de altura.
—Quiero ver lo que me hiciste ver aquella noche, en el baile.
Sus labios se apretaron, sin quitar la vista de mí.
—¿Para eso viniste esta vez? — asentí sin dar otra palabra.
Su lengua chocó el interior de su mejilla, y se quedó en silencio unos segundos, pensando.
—De acuerdo.
Y eso confirmó una teoría que tenía desde que empecé a venir más seguido.
Jaehyun me mostraría y diría lo que fuera, con tal de que me quedara. Solía venir en cualquier momento, sin tener una hora exacta, y ahí estaría él, esperándome. No importaba si eran las once de la mañana, las cuatro de la tarde o las dos de la madrugada, siempre podía encontrarlo.
Pensar que él estaba dispuesto a desnudar sus pensamientos solo para mantenerme aquí, provocaba dolor en mi interior. Pero él no era el único, porque yo seguía viniendo a querer respuestas, esperando poder entenderlo más.
Los dos éramos un error que seguíamos cometiendo.
Me guió hasta el gran salón, que se encontraba a oscuras, y con muebles cubiertos por sábanas blancas.
Todavía podía escuchar las risas que soltamos ese día, como un eco que iba y venía cada tanto.
Había una fina capa de polvo, incluso viéndose en el piso. Me sorprendió con lo limpio que era Jaehyun.
El nombrado se paró a un lado de mí, y mirando la habitación oscura y desolada, hizo un movimiento con su mano.
Las luces se prendieron en un tono cálido, algo que no veía aquí desde hace mucho tiempo. Y poco a poco, distintos sonidos fueron incrementando.
Pasos, risas, y murmullos en diferentes partes.
Pude ver lo que había apreciado esa noche del baile.
Ya no estábamos solos, varias personas se encontraban bailando y murmurando entre ellos, teniendo conversaciones amenas, con personal pasando de un lado a otro, llevando bandejas con champan y aperitivos.
Me apoyé en la pared detrás de mí, y fui deslizándome hasta quedar sentada. Era claro que esto era de una época diferente, muy alejada a mi realidad.
Tal vez de hace 200 años.
La música se escuchaba alegre, y las personas en la pista estaban en parejas, teniendo una coreografía elegante con cada pista que tocaban los músicos.
Jaehyun se sentó a mi lado, doblando sus rodillas y rodeándolas con sus brazos relajadamente, también mirando a las personas.
—¿Quiénes son? —pregunté luego de unos minutos, cuando los músicos decidieron darse un descanso.
—Humanos que conocí hace muchísimo tiempo— contestó con voz neutra.
—¿Son reales? — pregunté cuando una chica con un hermoso vestido antiguo pasó por nuestro lado.
—Lo son— asintió —pero al mismo tiempo no.
“Estamos, pero no estamos.”
—¿Por qué están aquí? — susurré, dirigiendo mi vista a una pareja de ancianos que hablaban discretamente, mirando a los demás. Respiró profundamente, y apoyó su cabeza en la pared, cerrando sus ojos.
—Supongo que es la maldición de la casa.
Un par de niños bien vestidos pasaron corriendo por la mitad del salón, entre risas. Segundos después, una mujer les siguió, llamándoles la atención.
Los niños cruzaron la entrada del salón, y se desvanecieron como polvo, igual que la mujer.
—No se dan cuenta— afirmé luego de ver eso, notando que los demás seguían con normalidad en sus charlas.
—Es mejor dejarlos así— susurró.
Volteé a verle, encontrando sus ojos ya abiertos, mirando a los humanos que disfrutaban del baile.
Sus irises estaban apagados, con un sentimiento de soledad rodeándolo.
Y otra respuesta obtuve ahí.
Entendí lo que Jaehyun sentía, como un ancla que lo mantenía en el fondo del mar, y solo podía ver sombras de lo que había arriba.
Sus ojos apagados, su cuerpo tenso, y sus labios juntos.
Jung Jaehyun, era el verdadero significado de soledad y abandono.
Miraba a las personas como si tuvieran algo que él quería, una cosa o sentimiento, que no pudo obtener incluso después de haber dado todo.
Los villanos se volvían en villanos por lo que les pasaba. No decidían simplemente hacer el mal, algo ocurría que rompía su buen juicio.
Tal vez, Jaehyun era una víctima de situaciones que yo aún desconocía, algo que le hizo cambiar y sentir todo ese odio al mundo.
¿Por qué, entre todas las personas, me amaste a mí?
Volteó a mirarme, con sus ojos dejando ese vacío y brillando en el naranja que lo caracterizaba.
“—Siento mucha hambre— sollocé en los brazos de Jaehyun, escuchando el latido de todas las personas que se encontraban en la casa.
—Lo sé— susurró, agarrándome con fuerza y dejando besos en la coronilla de mi cabeza.
—Déjame ir, por favor…—me quejé, removiéndome —Deja que los mate…
—No puedo, cariño, me dejarás sin personal.
—Conseguiremos otros— dejé caer mi cara en su pecho y aspiré su aroma con fuerza, buscando distraerme.
—Sí— dijo entre risas —Pero tienes que aprender a controlarte, es necesario que no dejes que tus instintos te dominen— y empezó a mecernos levemente de un lado a otro, respirando en mi cabello.
Ambos estábamos sentados en el piso del calabozo donde me puso, en una esquina que era la más oscura de todas.
Éramos solo él y yo, con un sentimiento de angustia y calma que querían luchar para saber cuál ganaría.
—Duele— musité, cerrando mis ojos con fuerza.
—Solo escucha mi voz, preciosa— respondió con suavidad —Concéntrate en mis palabras— e hice el esfuerzo para poder escucharlo únicamente a él —Esto pasará rápido, lo prometo— empezó —solo mantente así, y podrás salir.
—¿Saldré de aquí?
—Claro que sí— dejó otro beso en mi cabeza —Y cuando salgas, re-decoraremos la casa, de la manera en que te guste a ti.
—Mhm… me gusta el azul marino— murmuré con una voz más apagada, sintiendo relajante el movimiento que hacía Jaehyun con su cuerpo, meciéndome.
—Será ese color entonces— sentí mis labios curvarse hacia arriba por su respuesta —Y cambiaremos el juego de sillones…
—También quiero un gato— dije en un hilo de voz, con el sueño apoderándose de mí.
—Está bien, pero limpiarás su arena.
—Sí… me haré cargo de él…
—Y yo me haré cargo de ti, Leia— prometió —siempre te cuidaré.”
N/A
Me gusta que puedan ver más facetas de Jaehyun, no solo la psicópata por la que se caracteriza, sino poder apreciar los distintos lados que tiene.
Hasta el más vulnerable y todo lo que le persigue.
Sus actos no son justificados, pero tuvo razones para convertirse en un loco.
gracias por leer.
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