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14

Me preguntaba si Dios perdonaría todas las cosas que hizo Jaehyun a lo largo de su vida. Pero nunca me importó la religión, así que no era quién para hablar del tema.

Pero para un creyente, ¿Jung Jaehyun podría tener salvación si se arrepentía? Tal vez ya era muy tarde, porque ni todo el arrepentimiento devolvería las vidas que quitó con sus manos y colmillos.

Los miraba a los ojos, y no tenía remordimiento, a pesar de que sus víctimas le imploraban poder salir con vida.

Recordé eso, cuando lo encontré unos días después en una fiesta.

Era curioso encontrarnos aquí, pero tampoco creía que fuera coincidencia. Nada era coincidencia con él.

Mientras yo me había alejado de Nayeon, el aroma de Jaehyun me distrajo de ir al baño, y lo seguí hasta la parte trasera del local, donde lo encontré.

Sus manos agarraban la cintura de una mujer, quien se derretía en sus brazos por los dulces besos que él repartía alrededor de su mandíbula.

Sus ojos subieron hasta encontrarme, apoyada en la pared y con los brazos cruzados, en una postura relajada.

Una clase de chasquido salió de su boca cuando dejó de chupar la piel de la mujer, y relamió su labio inferior.

—¿Viendo el espectáculo?

La mujer, toda confundida, abrió sus ojos y volteó a verme igual, con la sangre subiendo a sus mejillas.

—¡Métete en otro lado, chismos-…!

—Shh, es un poco curiosa— le dijo, con sus ojos brillando en un naranja cautivante —tú sigue disfrutando, bonita.

Y la mujer asintió, embelesada por la profunda voz de Jaehyun.

—No sé si a tu prometida le gustaría ver esto— comenté, viendo sus manos acariciar sobre el vestido de la mujer con suavidad.

—A ella no le importa— dijo desinteresadamente.

—¿Seguro?— enarqué una ceja, él me lanzó una mirada.

—¿Celosa, Leia?— y aguante una risa.

—Solo que no puedo creer en las palabras que vengan de un mentiroso.

Jaehyun sonrió ladinamente, negando con suavidad con la cabeza. Volvió a mirar a la mujer, que se encontraba en un estado de trance por las caricias que él le daba, y dándome otra rápida mirada, junto su boca con la de ella.

Vi la manera en la que él abría la boca de ella con su lengua, metiéndola de repente, y subiendo una mano a su mejilla, agarrandola y llevándola dos pasos atrás, hasta que chocaron contra la pared.

Entrecerré los ojos cuando los de Jaehyun se abrieron brillando y cambiaron a un tono rojo mientras me miraba fijamente.

Levanté la barbilla, sin dejar que me intimide, y vi las esquinas de sus ojos entrecerrarse cuando sonrió.

Se separó de la mujer, dejándola a ella sin aliento, pero esperando más, y nuevamente, besó su barbilla.

Besos húmedos que la dejaban con el cuerpo temblando y el corazón latiendo con rapidez. Besos que trazaron un camino hasta su cuello, quedándose más tiempo en cada beso.

Me oído se enfocó en la sangre corriendo por la yugular de la mujer, siendo más atrayente de lo que creía.

Y sentí una especie de estremecimiento cuando Jaehyun lamió con lentitud por encima de la vena más importante en el cuello de la mujer.

—¿No te gustaría estar en su lugar?

Entorné mis ojos.

—En lo absoluto.

La mujer enlazó sus brazos alrededor del cuello de Jaehyun, sin poder sostenerse más tiempo por su cuenta, y él le miró.

—¿Quieres más?— preguntó en un tono grave.

—P-por favor— dijo con la lengua adormecida, él le sonrió, mostrando sus hoyuelos.

Estuve a punto de irme, pero mis piernas tampoco respondieron cuando Jaehyun se inclinó, y el lugar húmedo donde había estado su lengua, lo reemplazaron sus caninos.

Escuché el gemido de la mujer y la manera en la que Jaehyun empezaba a tragar su sangre.

Y recordé cuando lo hizo conmigo.

Al principio era excitante, te sentías en el cielo por todo el placer que recibías, era la dulzura que contenían los colmillos de los vampiros, una debilidad para los humanos.

Pero sólo al principio.

Luego se volvía doloroso.

De repente, podías sentir los caninos atravesando tu piel, y chupando con fuerza la sangre, se volvía un dolor agudo que se esparcía por todas tus extremidades.

Fue lo que pasó con esta mujer, quien dejó de jadear y frunció el ceño.

Levantó su mano hecha puño, y empezó a darle golpe pequeños en el hombro a Jaehyun para que se aleje.

Sus golpes aumentaron al sentir más dolor y abrió su boca, soltando un gemido lastimero.

Sacudí la cabeza por los recuerdos, apoyándome en mi otro pie.

Sentía sus colmillos atravesando mi piel, como si fueran clavos que se encajaban.

—A-ah… — intenté hablar, pero sólo un gemido lastimero salió de mi garganta.

La mano de Jaehyun acarició mi mejilla con cuidado, buscando tranquilizarme.

Con su otra mano se sostenía en el colchón, para no dejar caer todo su peso encima de mí.

—J-Jaehyun— murmuré, sintiendo el ardor en mis manos y pies, los cuales dejaron de responderme —Me duele… m-me duele…

Él no se separó de mi cuello, en cambio, la mano que sujetaba mi mejilla, se entrelazó con mi mano, y me sujetó con fuerza.

Lo escuché tragar. En ese momento, escuché mi sangre bajando por su garganta y mi corazón bajando su velocidad.

Y sentí que algo entraba.

Fue un dolor ácido que me quemó en cuanto lo sentí entrar en mis venas, como un veneno.

Cerré los ojos con fuerza, soltando un grito ahogado y tensándome debajo de él.

Jaehyun se separó, y obligué a mis ojos a volver a abrirse, solo para ver la sangre que se derramaba por su barbilla.

—Todo estará bien, amor mío— susurró, acostándose a un lado mío.

Volteé mi cara para poder verlo, aunque ya pestañeaba con lentitud.

—¿Lo prometes?— susurré en un hilo de voz, viendo la preocupación en sus ojos carmesí.

—Lo prometo— me dijo con una voz dulce —Descansa, preciosa. Yo te cuidaré.

Y cerré mis ojos, rindiéndome a sus palabras.”

Pestañeé un par de veces, viendo el cuerpo de la mujer caer sin vida al piso. Sus ojos estaban cerrados, pero la piel pálida y los dos huecos en su cuello delataban lo que había pasado.

—No me detuviste— comentó, limpiando su boca con un pañuelo que sacó del bolsillo de su camisa.

—¿Por qué lo haría?— pregunté sin ninguna emoción en mi voz, plana y vacía.

Asintió, mirando a la mujer que había sido su alimento hace un minuto.

—¿Por qué conservas la planta que te di?

Su pregunta me tomó por sorpresa, más no dejé que se note en mi cara.

—¿Cómo sabes que lo conservo?

Se quedó en silencio, agachándose y mirando a la mujer de cerca, quitando algunos mechones que estaban en su cara.

—Porque yo también conservo el mío…— su voz sonó menos pretenciosa de lo común, un tinte apagado empezó a llenarlo.

¿Apagado o triste?

—No sé por qué— contesté a su pregunta, respirando profundamente —fue lo primero que guardé antes de irme ese día.

Resopló, frotando su cara con sus dos manos, desordenando su cabello.

—No quise que te enteraras.— tragué saliva, escuchando la música del club como ruido de fondo.

—¿Algún día pensaste en decírmelo?— mi voz salió más vulnerable de lo que quise.

Él quitó las manos de su cara y se levantó, caminando por encima del cuerpo de la mujer, hacia mí.

—Por un tiempo estuve pensando en eso— dijo, poniéndose en frente mío —Pero no pude, cada vez que me cuestionaba esa posibilidad, aparecías tú y me sonreías y… maldición— dijo entre dientes —Sé que nunca entenderías mis razones.

—Tienes razón— asentí con sinceridad —no las entendería, por más que lo intenté, no pude ponerme en tu lugar.

Se quedó en silencio de nuevo, solo mirando mi cara. Yo desvié mi mirada, nerviosa y algo agitada.

Sus dedos volvían a moverse con ansiedad, intentando concentrarse en la tela de su pantalón.

—¿Yo… puedo…? — volví a verle, encontrando el dolor en su mirada, que me hizo tener un nudo en la garganta. Suspiro con pesadez —déjame tocarte, por favor…

Volví a tragar saliva, sintiendo la dificultad de poder funcionar correctamente. El vínculo que nos unía nos envolvió en unas luces rojas que pasaban por nuestro cuerpo.

Taeyong me explicó esto. Al ser Jaehyun quien me convirtió y se enamoró de mí, un vínculo nos unió.

A los ojos de los vampiros, esto se representaba como una energía que se podía ver cuando estábamos juntos, lazos color rojo carmesí que nos rodeaba, pero no se podía tocar. Nadie podía tocarlo, ni siquiera nosotros mismos.

Asentí, cerrando mis ojos.

Pronto sentí su mano en mi mejilla, acariciando con toda suavidad y delicadeza.

Respiré temblorosamente.

Apreté mis puños con fuerza, mientras mis brazos seguían cruzados.

Su dedo pulgar tocó mi labio, delineando el borde, sin dejar la cercanía de lado.

—Tú… —dijo con la voz temblando —Tú quieres el libro, ¿cierto?— abrí mis ojos, encontrando sus párpados cerrados.

—J-Jaehyun— susurré sin aliento.

—Tendrás que venir a mi casa para obtenerlo.

Y con eso último, se separó, yéndose por otro camino, y dejándome agitada y temblando junto a un cadáver.

N/A

Ya, pero Jaehyun 🥺.


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