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11

¿Qué era lo que hacía que una persona se apegue tanto a otra?

Me había preguntado eso por meses, quería saber por qué empecé a depender tanto de Jaehyun de un día para el otro, cómo era que en un segundo lo necesitaba a él para poder respirar.

Habían distintas maneras, la confianza, el amor, y la manipulación.

Tristemente, Jaehyun utilizó esto último para poder atraparme. No me di cuenta de todo lo que hacía, porque estaba suficientemente ocupada en intentar salir de ahí con vida. Pero ahora, luego de haberlo hablado con Hae, me daba cuenta de todo el daño que me hizo.

—No sabíamos que él te conocía desde antes— aclaró Haechan, acostado en mi cama y con la mirada en el techo —creímos que te agarró con la misma técnica que a las demás mujeres.

—Yo tampoco lo sabía, me enteré la noche que me fui— musité con la mirada perdida en la sábana azul de mi cama.

—Quisimos detener a Jaehyun antes de que te mate, o algo peor. Fue… fue muy decepcionante enterarnos que te había convertido… —y un suspiro gélido salió de su boca —, pero no por ti, nos sentimos decepcionados de nosotros mismos por no haber podido ayudarte. Creímos que él te había manipulado completamente y estabas perdida.

—Fue así por un tiempo— dije pestañeando un par de veces para enfocar mi vista —Él se convirtió en mi mundo entero, y todo lo que veía. Se resumió a él mis días… el día, tarde, y noche, eran Jaehyun.

—No me sorprende, se metió en tu cabeza y te manipuló desde ahí adentro. Nosotros uhm… —carraspeó —escuchamos todo lo que hiciste, las… las personas a las que mataste. Pero sabemos que no es tu culpa, nada de eso lo fue.

—Sí lo fue— musité en un tono frío —En algún punto, supe que Jaehyun me estaba corrompiendo, pero lo dejé. Preferí rendirme y dejar que él haga lo que quiera conmigo.

—Hiciste bastantes cosas —habló con sinceridad, pero sin intención de hacerme sentir mal.

—No lo recuerdo— dije sintiendo un tic en mi ojo derecho —es… es algo que no le dije a nadie, pero no tengo muchas memorias de ese tiempo. Después de que me mordió tuve lagunas mentales que todavía permanecen.

—¿Tampoco se lo dijiste a él?

—No, porque ni yo lo sabía. Cuando leí sus anotaciones me di cuenta, pero no era consciente de la mitad de las cosas que hacía. A veces solo amanecía en la cama con Jaehyun a mi lado, pensando que estuvimos en casa toda la noche, sin notar mi ropa con sangre.

Era probable que Jaehyun sí se haya dado cuenta, ya que ordenaba que laven la ropa inmediatamente, pero yo no le tomaba importancia.

Muchas cosas habían dejado de importarme luego de mi cambio.

Él me mantenía en un estado casi animal, y se aprovechaba de mi inestabilidad y deseos de matar para mantenerme en sus manos.

Era como un drogadicto al que le inyectaban heroína para evitar darse cuenta de su realidad.

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Sentía el nudo en mi garganta crecer mientras Jaehyun me explicaba la realidad de las cosas. Tuve que contener mis colmillos para que no crezcan, y respiré profundo.

—Te atreviste a mentirme— dije, dejando la copa a un lado del plato vacío.

—Si te decía la verdad, nunca habrías estado conmigo.

Asentí, con una mirada pensativa, solo queriendo aclarar las imágenes que aparecían en mi cabeza.

El sentimiento de traición todavía no podía salir de mi pecho, era algo que estrujaba mi corazón y pulmones, queriendo hacerme todo el daño posible.

—¿La quieres?

Jaehyun levantó sus cejas levemente, entendiendo al instante lo que le quise preguntar.

—¿Quieres la verdad?— no respondí, solo mirándole fijamente —, es una buena chica.

Me acomodé en la silla, sintiendo algunas miradas de los demás comensales sobre nosotros.

Park Suni, la prometida de Jaehyun. Tenía la impresión de que estaba muy emocionada por estar a su lado.

Bajé la mirada a sus manos, notando que sus dedos se movían con un poco de inquietud. Recordé esa maña.

Estaba aguantando las ganas de tocarme, manteniendo sus dedos en un ansioso movimiento para distraerse.

Cuando volví a mirarle, él tenía una sonrisa casi imperceptible. Sabía que me di cuenta, pero no hizo nada para ocultarlo, entonces quería que lo vea.

Quería que sepa cuánto quería tocarme.

—¿Cómo conociste a tu futura esposa?— pregunté levantando el mentón, porque ninguno podía obviar que él se iba a casar. Su sonrisa creció con diversión.

—En una fiesta— empezó —era la única que no estaba bailando, y también la que más hacia notar lo interesada que estaba en mí— relamió su labio inferior.

—¿Qué te hizo elegirla?

—Es bastante directa y valiente. Cuando le dije que era vampiro, ella solo se abalanzó encima de mí para besarme. Le gusta mucho que yo sea así, le encanta mi naturaleza— él igual levantó su mentón —creo que necesitaba eso.

Enarqué una ceja ante su indirecta —Sí, necesitabas a alguien tan loco como tú.

Una chispa roja brilló en sus irises.

—Bueno, tampoco es que estés muy cuerda, ¿o ya olvidaste lo que hiciste?

Mis pupilas se dilataron, y tomé sus palabras como un reto.

—No hay manera de que pueda olvidarlo, si fuiste tú quien me convirtió.

—Y mira lo que eres ahora— se apoyó en el respaldar de la silla —, tu mejor versión.

—¿Esto?— me señalé —No es gracias a ti, querido Jae, si estoy bien es gracias a Lee Taeyong.

Su sonrisa se perdió en un milisegundo, y sus facciones se endurecieron.

¿Quería jugar? Pues ahí lo tenía.

Sabía que el hecho de solo nombrar a Taeyong movía una fibra sensible dentro de él. El mismo Taeyong me contó que no tenían la mejor de las relaciones, porque muy aparte de que estaban con opiniones diferentes, Jaehyun odiaba a Taeyong por ser tan correcto.

—¿Las noches que no pude dormir gracias a tu horrible recuerdo? Fue Lee Haechan quien me abrazó, él y, Kim Doyoung, Nakamoto Yuta, Kim Jungwoo…  —alargué mi voz —imagínate, estuve en los brazos de otros hombres, mientras tú— le miré de arriba a abajo —te quedaste solo.

Los chicos sí que me habían ayudado, pero no de la manera en la que se escuchó. Fueron un gran apoyo para mí al escucharme y darme espacio y un lugar seguro.

La connotación sexual estaba de más, pero no iba a aclararlo sabiendo la maraña de pensamientos que pasaban por la cabeza del vampiro.

Los jadeos sorprendidos de los demás comensales llegaron primero a mis oídos, y luego pude sentir la presión de la mano de Jaehyun sobre mi cuello.

Era claro que eso lo enfureció, provocando que se abalance por encima de la mesa para llegar a mí y herirme.

Sigan en sus asuntos— dijo, con sus ojos brillando en el rojo oscuro, y las personas automáticamente volvieron a las conversaciones que tenían —Tienes una lengua bastante venenosa, preciosa— dijo con una risa aireada, que no tenía nada de diversión dentro.

—Y tú tienes una maña con agarrarme el cuello— dije con la voz ahogada, sintiendo sus dedos cerrarse con fuerza sobre mi piel.

—Me gusta tenerte entre mis manos.

—¿Qué te hace creer que es así?— mis ojos brillaron en el mismo color que los suyos, haciendo notar que yo ya no era inferior a él.

—Lo veo, Leia. Aunque lo niegues, disfrutas que sigamos teniendo estas interacciones tan dañinas— su aliento chocó con mi nariz, y respiró profundo —, es lo que eres— apoyó su frente contra la mía, y me sentí temblar por ese contacto —es lo que somos, tú y yo.

Mis uñas se encajaron con fuerza en el mantel y la mesa se astilló. Éramos los únicos que estábamos en un ambiente tan tóxico, porque mientras los demás tenían una velada tranquila, Jaehyun estaba encima de la mesa, ahorcándome mientras me sonreía.

Era inevitable, cada que nos encontrábamos sacábamos a los demás y nos encerrábamos en esa burbuja que creamos, para intentar volver a ser uno.

No lo hacía a propósito, porque en algo Jaehyun tenía razón; los problemas que tenía actualmente, fueron a causa de él, pero era algo a lo que había estado tan acostumbrada a su lado que no conocía otra manera de interactuar con él.

Aunque los mitos fueran que los vampiros no necesitaban respirar, no era así, nuestros órganos funcionaban de una manera diferente, más lenta e imperceptible (menos el corazón), así que cuando el oxígeno que tenía dejó de llegar con la presión más fuerte que ejerció, sentí que me iba a romper el cuello.

Hasta que la puerta se abrió de golpe y Haechan entró como un torbellino, empujando a Jaehyun y mostrándole sus colmillos con un gruñido amenazador.

—La cena terminó— Taeyong entró junto a Johnny y Yuta.

Tosí con alivio por ya no sentir los dedos de Jaehyun queriendo traspasar mi piel. Johnny me ayudó a pararme, poniéndose detrás de mí, dando la impresión de ser un guardaespaldas matón por la diferencia de altura.

—¿Desde cuándo estás tan entrometido en mis cosas, Lee?— preguntó Jaehyun, imperturbable por los gruñidos de Haechan.

Taeyong no le contestó, dispuesto a irse se dio media vuelta mirándome de reojo.

Ya eran dos pasos los que avancé, cuando el otro vampiro volvió a hablar.

—Es por el libro, ¿no? —Me quedé congelada en mi lugar, y esa fue la respuesta para Jaehyun, quien se rió amargamente. —Te llenaron la cabeza de mentiras, ¿no lindura?

—Lo que haces no está bien, no puedes obligar a todos a quedarse aquí— dije volteando a verlo.

—Sí puedo, soy el único que tiene el poder. Después, todos ustedes están a mi merced. — dijo altaneramente.

—No podrás seguir así por siempre, Jaehyun— respondí en un tono seco, esperando que le llegue.

—Llévate el libro, Leia— su voz salió de la misma manera, fría y tosca —quiero ver que lo intentes— y sonrió de costado, mostrando sus colmillos —Te estaré esperando.

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