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9. Vengadora en funciones

Sam y Rhodey discutían dándole vueltas una y otra vez al mismo tema; los acuerdos de Sokovia y varios temas más que estabas ignorando. De pronto todos se callaron y un silencio se hizo presente, Steve estaba leyendo los acuerdos y Tony se encontraba sentado en el sofá con una mano cubriendo su rostro.

—Yo tengo una ecuación —anunció Visión.

—Genial, ahora todo quedará claro —dijo Pietro con sarcasmo.

—Desde que hace ocho años el señor Stark se presentó como iron man el número de personas mejoradas ha aumentado exponencialmente —explicó el androide ignorando el comentario de Pietro—. Y en el mismo periodo de tiempo el número de sucesos potencialmente destructores del mundo ha aumentado en una proporción acorde.

—¿Y somos los culpables? —preguntó Steve algo molesto e indignado.

—Lo digo es que puede haber una causalidad —aclaró visión— Nuestra fuerza incita al desafío, el desafío incita al conflicto, y el conflicto genera la catástrofe.

—Visión puede estar en lo cierto —habló Natasha por primera vez, captando la atención de todos—. La supervisión, no es una idea que se pueda desestimar así como así.

Pietro y Sam resoplaron en desacuerdo.

—Tony —lo llamó Natasha—. Curiosamente hoy no haces uso de tu verborrea.

—Ya tendrá la decisión tomada —dijiste.

—Que bien me conoces —se levantó del sofá—. Tengo un fuerte dolor de cabeza electromagnético, eso es lo que me pasa, pequeña —puso el móvil en el frutero y se proyectó una imagen de un chico desconocido para todos los presentes—. Por cierto este es Charles Spencer, un gran chaval, Licenciado en ingeniería informática —lo presentó Tony—. En otoño iba a formar parte de una plantilla de Inter, pero primero quiso disfrutar antes de acabar apalancado en una mesa; ver mundo y de paso prestar un servicio. Charles no fue a las vegas que es lo que habría hecho yo, ni tampoco a París o a Amsterdam, decidió dedicar el verano a construir casas sustentables para los pobres. ¿Dónde? En Sokovia. Imagino que querría cambiar el mundo pero nunca lo sabremos porque lo sepultamos debajo de un edificio.

El millonario paró un momento para calmarse y tomar un sorbo de café.

—Aquí no hay que tomar una decisión, hay que rendir cuentas —continuó Stark—. Me da igual el cómo pero yo me apunto, si no somos capaces de aceptar limitaciones no somos mejores que los malos.

—Tony, si alguien muere bajo tu responsabilidad no te rindes —afirmó Steve.

—Yo no me he rendido.

—Uno se rinde si no se responsabiliza de sus actos, este documento nos exculpa.

—Perdón Steve —interrumpió Rhodey—. Afirmar eso es delicado y arrogante, estamos hablando de las Naciones Unidas, no es el consejo de seguridad, ni es SHIELD, ni HYDRA.

—Ya pero las dirige gente con planes ocultos y esos planes cambian.

—Sí, perfecto, por eso estoy aquí —les recordó Tony—. Cuando vi lo que mis armas podían causar en manos equivocadas eché el cierre y dejé de fabricarlas.

—Eso es algo que decidiste tú, al firmar eso renunciamos a poder decidir —Nat frunció el ceño ante las palabras de Steve—. ¿Y si nos envían allá donde creemos que no debemos ir? ¿Y si no nos dejan estar allí donde necesitamos actuar? No seremos perfectos pero las manos más seguras son las nuestras.

—Si no hacemos esto ahora, lo harán por nosotros más adelante, eso es lo que hay, y no será bonito.

—Quizá Tony tenga razón —todos se giraron a ver a Natasha sin poder ocultar su asombro—. Con una sola mano en el volante podríamos conducir, si la quitamos...

—¿No eres la misma que le dijo al gobierno en su día "que os vayan dando"? —cuestionó Sam incrédulo.

—Yo solo valoro la situación. Hemos cometido errores públicos y notorios, hay que recuperar su confianza.

—Un momento, perdona pero, ¿Te he entendido mal o estás de acuerdo conmigo?

—Oh, voy a retirarlo.

—No, no. Ya no puedes, gracias, esto es algo inaudito —bromeó el multimillonario, hasta que Steve hablo con una voz cortada y seria.

—Tengo que irme —se levantó y se fue sin decir nada más, dejando a todos algo descolocados.

Miraste a Natasha en busca de respuestas pero ella estaba igual que tú, y al poco rato la sala se había vaciado excepto por ti y Tony.

—¿De qué lado estás? —preguntó él.

—¿A qué te refieres con exactitud?

—Los acuerdos, ¿Los firmarás?

—No lo había pensado, creía que mi opinión no contaba, como siempre básicamente.

—Claro que importa, eres una vengadora al fin y al cabo.

—¿Ah, sí?, ¿Soy una vengadora? Ah claro, después de todas las misiones suicidas que he hecho es evidente que soy una vengadora —dijiste con sarcasmo.

—Sabes que lo hago porque me preocupo por ti, cualquier misión podría ser la última para ti, y no quiero ponerte en riesgo.

—Sí, lo sé —Tony te seguía mirando en busca de una respuesta—. No sé, si tú los firmas supongo que yo también.

—Normalmente te diría que no tomes tus decisiones en base a las mías pero que firmes me conviene bastante así que bien hecho, pequeña —vaciló despeinando tu pelo.

—Pues ya no firmo —dijiste intentando parecer indignada.

—No, ahora firmas y vas a Viena con Romanoff.

—¿Tú no vas? —preguntaste con sorpresa.

—No, tengo cosas que hacer, y Natasha se encargará de cuidar de ti —diste un bufido de molestia, pero lo aceptaste sin más quejas.

Tony estaba por salir de la sala, pero se giró para decirte una última cosa.

—Ya eres oficialmente una vengadora en funciones, a partir de ahora podrás ir a las misiones siempre y cuando vaya yo o Steve.

No podías creer lo que escuchabas, jamás te había dejado ir a una misión, ¿y de repente te lo permitía así sin más? debía ser una broma, pero supiste que no lo era cuando se fue sin decir nada más.

—Una vengadora... —no pudiste evitar soltar un chillido de emoción.

Un día antes de ir a Austria estabas dibujando en tu habitación mientras tenías una discusión mental sobre si firmar los acuerdos era la decisión correcta cuando tu móvil comenzó a sonar.

—¿Sí? —atendiste cuando viste que se trataba de Natasha.

Hola Ray, al final nos vamos hoy, primero hay que ir a Londres.

—¿Para qué?, Pensé que la firma era en Viena.

—Y lo es, pero voy a ir a ver Steve, no se si te lo han contado, pero Peggy, su "novia" de los 40 ha muerto y va a celebrarse su funeral hoy por la tarde.

—Oh, de acuerdo, ¿A qué hora pasas por mi?

En unos 30 minutos estaré allí, prepara el pijama para la noche, dormiremos en un hotel.

—De acuerdo, hasta ahora.

Os despedisteis y te quedaste pensando. Steve te contó cuando fue a visitar a Peggy, estabas feliz por él, puesto que saber que ella estaba viva fue como si hubiese reparado una parte de su vida que consideraba rota. No tenías idea de cómo se debía de sentir él en estos momentos, definitivamente ibas a ir a apoyarlo.

Habíais llegado ya a Londres y estabais esperando a que el funeral terminase para poder ver a Steve, pero al ver que todo el mundo se encontraba fuera menos Steve, optasteis por entrar a la iglesia.

Cuando entrasteis en el lugar pudisteis ver a Steve vestido de traje y corbata apoyado en uno de los largos asientos, tenía la mirada perdida, quién sabe en qué estaba pensando, pero en cuanto escuchó vuestros pasos acercándose se giró en vuestra dirección.

—Cuando volví del hielo di por muertos a todos los míos —comenzó a hablar Rogers—. Pero le enteré de que ella vivía. Fue una gran suerte tenerla.

—Y ella tuvo suerte de tenerte —aseguró Nat.

—¿Quién más ha firmado? —preguntó sin más rodeos.

—Tony, Rhodey y Visión.

—¿Y Clint?

—Se ha jubilado —contestó la pelirroja.

—¿Wanda y Pietro?

—No saben que hacer —hablaste está vez.

—Nosotras nos marchamos a Viena para la firma de los acuerdos, hay sitio de sobra en el Jet.

Steve te miró con confusión, y tú solo miraste al suelo evitando hacer contacto visual.

—Que sea el camino menos beligerante no significa que sea el camino equivocado. Seguir juntos importa más que el como lo hagamos —no sabías si estabas de acuerdo con lo que ella decía, pero no la ibas a contradecir, así que te limitaste a guardar silencio.

—Ya, ¿pero a costa de qué? Lo siento, no puedo firmarlo.

—Lo sé —Nat ya se esperaba esa respuesta de parte del rubio, así que no hubo sorpresa en su rostro.

—¿Entonces qué hacéis aquí?

—No queríamos que estuvieras solo.

Steve miró a Natasha durante unos segundos antes de darle un abrazo y alargar su brazo hacia ti para que te unieras a ellos, a lo que le diste una pequeña sonrisa y sin dudarlo le abrazaste también.

Ambas os encontrabais en el edificio de la ONU, os pidieron firmar unos papeles y visteis a T'Challa caminando hacia vosotras.

—No estamos acostumbrados a ser el centro de atención —habló él.

—Bueno, no siempre resulta agradable —contestó ella con algo de diversión.

—Por lo que veo le está yendo bien por ahora, teniendo en cuenta su última visita al Capitolio. Creí que no estaría precisamente cómoda en esta compañía.

—Y no lo estoy —declaró espía.

—Eso hace que me alegré de que esté aquí, Srta. Romanoff —no ibas a mentir, te sentías bastante fuera de lugar de la conversación, así que te alejaste disimuladamente hasta sentarte en tu sitio correspondiente, esperando a que la asamblea empezase, cosa que no tardó más de unos minutos.

—Cuando el vibranium que nos robaron en nuestro país se utilizó para crear un arma terrible, en Wakanda nos vimos obligados a cuestionar nuestro legado —T'Chaka empezó con su discurso—. Las personas asesinadas en Nigeria, formaban parte de una misión de buena voluntad de un país que ha estado mucho tiempo en las sombras. Sin embargo no permitieron que la desgracia nos haga retroceder, lucharemos para mejorar el mundo al que deseamos unirnos, y agradezco a los vengadores que apoyen está iniciativa. Wakanda, está orgullosa de tender su mano en son de paz, y establecer...

—¡Todo el mundo al suelo! —gritó de pronto T'Challa mientras corría a proteger a su padre.

Una explosión hizo volar a todos los presentes por los aires. Sentiste las manos de Natasha intentando cubrirte pero para tu mala suerte el impacto te arrastró varios metros atrás, lo único que escuchabas era un fuerte pitido en tus oídos y apenas podías centrar tu vista en un solo sitio.


—¡Ey! Ray mírame, ¿Estás bien? —escuchaste la voz de Nat, aún que la sentías lejana y algo distorsionada— maldita sea, Raya, ven —sentiste como te levantaba y apoyaba tu brazo alrededor de su hombro para ayudarte a caminar, y a los pocos segundos el pitido en tus oídos desapareció, aún que seguías viendo borroso.

—¿Qué... —intentaste hablar, empezaste a toser antes de poder terminar la pregunta.

—Una explosión, vamos, buscaremos alguien que te atienda.

Salisteis del edificios y un médico se encargó de revisarte, al parecer la vista borrosa y el pitido habían sido causa del aturdimiento, pero aparte de algunos cortes no muy profundos no tenías nada de lo que preocuparse, así que te sentaste en un banco junto a Nat, quién estaba hablando con T'Challa.

—Es una imagen muy apacible —Escuchaste decir a Natasha, no tenías ni idea de a qué se refería pero tampoco te parecía un buen momento para interrumpir la conversación, puesto que por lo que sabías, habían habido siete muertos, entre ellos, su padre.

—Mi padre también lo creía. Yo no soy mi padre.

—T'Challa, será la fuerza conjunta quién decida quién le capturara —le avisó la pelirroja.

—No hace falta Srta. Romanoff, yo mismo mataré a Barnes —dicho esto se levantó y se alejó de vosotras.

—¿Barnes? ¿Qué tiene que ver Bucky con todo esto? —le preguntaste.

—Según parece, él ha sido el culpable de la explosión —ibas a seguir preguntando pero Natasha recibió una llamada de Rogers.

—¿Sí?

No puso el altavoz así que no sabías con quien hablaba, pero dejaste de intentar averiguarlo cuando te llegó una llamada a ti también.

—¿Tony?

Por dios Ray, dime qué estás bien —se le escuchaba preocupado.

—Sí, solo he recibido unos pequeños cortes, pero todo bien.

Por favor quédate con Natasha —lo ibas a hacer de todos modos, pues lo cierto era que no tenías ganas de morir por una bomba precisamente.

Terminaste la llamada y volviste con la pelirroja, quien no se encontraba especialmente feliz, te contó que había sido Steve quien le había llamado, y que iba a ir en busca de Bucky.

—Tengo que ir con él —empezaste a caminar en busca de un taxi pero Nat te agarró del brazo, impidiendote seguir con tu camino.

—No vas a ir a ningún lado, mucho menos con Steve.

—Por favor Nat, quiero ayudarlo, y ahora que soy una vengadora en funciones puedo hacerlo. 

—No, no puedes, y menos en estos momentos, has firmado, lo cual significa que no puedes actuar sin permiso.

—¿Y Steve si que puede? —preguntaste indignada.

—Steve es un adulto, sabe lo que hace y porqué lo hace, tú solo quieres ir a por Bucky para demostrar que eres una vengadora, y en estos momentos es lo último que debes hacer. No eres una vengadora Ray, o por lo menos no lo serás hasta que aprendas cuando y como debes actuar, sin guiarte por tus impulsos de adolescente.

¿De verdad te estaba diciendo eso? no podías creer las palabras que salieron de su boca, no podía estar diciéndote eso. Ella sabía cuan importante era ser una vengadora, llevabas toda tu vida anhelando ir a una misión, y ahora que por fin podías, ¿te hacía esto? Te soltaste bruscamente de su agarre y saliste corriendo, no ibas a permitirte llorar delante suya.

Corriste al hotel y agradeciste haber llevado un traje de batalla, estabas tan emocionada por ser una vengadora en funciones que te lo trajiste por si acaso tenías que salvar al mundo, y si bien lo que ibas a hacer estaba lejos de salvar el mundo, no dejaba de ser una misión.

Tu traje, era de color negro con ribetes azules y una capucha, tenía varias correas y cinturones en los que guardaste una pequeña navaja, cortesía de Natasha. Ibas a irte cuando viste un destello plateado debajo de la cama, y al agacharte a ver que era pudiste ver una pistola con las iniciales N.R. en ella. No había duda de que era de Nat, y aunque te tembló un poco la mano al cogerla, no dudaste ne llevártela contigo también.

Una vez preparada, saliste corriendo y accediste a FRIDAY desde tu móvil.

—¿Sabes donde está Rogers en este momento? 

—Un quinjet en una base infiltrada de Shield ha salido de Inglaterra hace 5 minutos —contestó el sistema inteligente de Stark.

—Genial... ¿Dónde puedo encontrar un quinjet en Viena? —preguntaste esta vez con algo de desesperación.

—En Viena me temo que en ningún lado —soltaste un bufido—. Sin embargo hay una ciudad a 20 minutos en coche de aquí en la que hay una base abandonada de Shield, y es probable que haya algún vehículo que puedas usar. 

No te quedaba otra que hacer eso, aún que probablemente llegarías más tarde que el capi. No perdiste más tiempo lamentándote de tu mala suerte y pediste un taxi hacia la dirección que FRIDAY te dio, y en 15 minutos ya habías llegado. Le diste un pequeño fajo de billetes al taxista, no tenías tiempo de contarlo. 

Al llegar pudiste distinguir un quinjet en la zona de aparcamiento, pero debía de tener más de diez años, definitivamente no ibas a ir con la misma velocidad con la que hubieras ido si tuvieses uno de los que se encontraba en el complejo.

Te subiste y le pediste a FRIDAY que te llevara exactamente a donde había ido el capi.

Muchísimas gracias a los que leen y votan las historias, sé que no es perfecta, pero estoy intentando hacer que tenga el mayor sentido posible. 


Agradecería que comentaseis vuestras ideas o vuestras reacciones, los comentarios siempre animan y hasta me pueden sacar de un bloqueo.

-Maider

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