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37. Skyler, Harper


2008

—¿Cuánto tardará en aceptar las dosis? —pregunto Alexander, mirando a la joven niña a través de un cristal, manchado de sangre.

Tenía apenas diez años, no sabía nada del mundo real ya que había estado viviendo con Hydra desde los cinco años, cuando su madre huyó. Solo sabía dos cosas; defenderse y sobrevivir, algo que parecía dársele bastante bien, pero para Hydra eso no era suficiente, querían un arma, carne fresca que le diera mil vueltas al soldado de invierno y aparentemente ella fue la elegida.

—No lo sabemos, solo la habíamos probado con la otra, y no ha demostrado ninguna anomalía —contestó el doctor a cargo.

—Necesito algo nuevo, el mundo evoluciona y Hydra no puede quedarse atrás, el soldado comienza a estar algo anticuado —chasqueó la lengua.

—Pero Sr. secretario, el sargento Barnes es lo mejor que ha tenido Hydra jamás, nadie nunca ha acumulado tantas víctimas sin ser descubierto, es... Una obra maestra —explicó con brillo en sus ojos.

—¿Maestra? —rió, para después pegarle un puño a la pared— ¡Tony Stark tiene un maldito traje con el que podría enfrentarse a todos nosotros sin miedo alguno! La gente lo toma como súper héroe cuando no es más que un millonario egocéntrico y alcohólico, incluso hace que su secretaria sea la que cuide de su hija, mientras que la otra está aquí con nosotros —tomó unos segundos para tomar una bocanada de aire y calmarse—. Pero aún así ha conseguido hacer la mayor evolución del mundo hasta ahora estando en una cueva, así que espero que entiendas porque Harper tiene que ser exitosa.

—Por su puesto Sr. secretario, disculpe mi osadía. Yo mismo me encargaré de que Harper sea una digna oponente de todo ser sobre la tierra.

Pierce asintió orgulloso, iba a hacer hasta lo imposible para llevar a Hydra a la cima, sin importar que daños pueda provocar. 

Poniendo un código en la pared, abrió la puerta metálica que llevaba a la sala en la que la niña se encontraba, provocando con un portazo que la niña se sobresaltara y sus pequeños ojos se abrieran como platos.

—Hola pequeña, ¿Cómo va todo? —preguntó con un falso interés.

—Intento hacerlo mejor —Harper había aprendido a como relacionarse con el hombre, siempre demostrando sumisión y lealtad hacia él.

—No sabes cuanto me alegro de escuchar eso —sonrió— hemos preparado nuevas dosis para ti, para mejorar todo ese poder que retienes aquí —dijo señalando la cabeza de la chica.

Harper no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer por su espalda, había aprendido a soportar los golpes y a no comer durante días, pero había algo que simplemente le aterraba hasta el alma, y eran esas dosis del demonio. Cada vez que se las ponían sentía como si sus venas quisieran explotar, la fiebre le subía a grados desorbitados y sentía horribles punzadas en la parte trasera cabeza, era así durante horas, con las paredes insonorizando sus gritos y sollozos para no molestar al personal. Una vida dura para una niña tan pequeña.

—No tienes porqué asustarte, estas son una versión mejorada —explicó— solo durarán una hora, y serán tan solo dos veces por semana, ¿De acuerdo?

La pequeña asintió, tampoco es como si pudiera negarse, pero ninguna de sus palabras la hizo sentirse mejor.



2013

La llevaban esposada por la nueva prisión, esta estaba en alguna parte de Ucrania, lejos de América, pero la sensación al estar allí no era nada diferente a la anterior; paredes oxidadas y con manchas de sangre, luces que apenas alumbraban y ese horrible ambiente lúgubre que espantaba hasta a las moscas.

Dejaron de caminar al llegar a una sala igual de asquerosa, solo que no estaba vacía, sentado en un banco y con la cabeza agachada estaba un soldado, pero totalmente diferente a los que había visto antes. Este tenía el pelo largo, casi por los hombros, sus ojos a pesar de ser azules como el cielo desprendían una gran oscuridad, llevaba una máscara que cubría la mitad de su rostro, y lo más curioso, en vez de brazo izquierdo poseía una prótesis de metal con una estrella roja en el lateral del brazo. 

Harper tragó saliva, pero no dejó que nadie notase su miedo, debía mantener las apariencias.

—Ligthy, te presento a tu nuevo compañero de entrenamiento, el soldado de invierno.

El enmascarado levantó la mirada, intimidando a todos los presentes.

—Soldado —saludó ella, sin saber muy bien qué decir, pero el hombre no respondió, solo se quedó mirándola fijamente.

A partir de ese día empezó su nueva rutina, entrenaba todos los días con Barnes para mejorar su técnica, reflejos habilidades. No le tomó mucho tiempo aprender, pues ponía todo su empeño en ello, logrando varios elogios y privilegios por parte de sus superiores. Él nunca le dirigió la palabra, más allá de para nombrar técnicas o resaltar sus fallos, pero jamás lograron mantener una conversación, de todas formas ninguno se esforzaba por conseguirla.

Pudo entrenar con él durante varios meses, hasta que lo volvieron a congelar y la regresaron a Rusia. Al volver, meses después le revelaron la existencia de otros dos sujetos; los hermanos Maximoff, le iban contando su progreso y le enseñaban vídeos de la menos de los gemelos para poder imitar sus tácticas. Realmente no sabía mucho de ellos, solo sus poderes, sus nombres y que eran 3 años mayores que ella, pensó que algún día la llevarían a Sokovia con ellos, pero eso nunca pasó por culpa de los vengadores, quienes de una forma u otra se los llevaron.



2016

—Vas a cumplir dieciocho años en poco, ¿no vas a hacer algo? —preguntó la pelirroja.

—No, después de lo que hizo la viuda negra Hydra está en lo más bajo, no estoy en posición de hacer nada —suspiró Harper, quien ahora tenía el pelo teñido de blanco— lo pasaré como lo hago siempre, con Jack dándome un cupecake y cerrándome en mi habitación.

Coeur¹, ya no estás sola, me tienes a mí —tomó la mano de la contraria.

—Lo sé, Sky, aún me cuesta asimilarlo, ya sabes, que la vida no sea una mierda del todo —rió para quitarle importancia al asunto.

—Voy a estar aquí contigo, en tu cumpleaños y hasta que me muera, ¿Queda claro amour? —la peli blanca asintió con una sonrisa.

Ambas se miraron sonrientes, la pelirroja se acerco a besarla pero apenas pudo rozar sus labios cuando la puerta del mini gimnasio se abrió bruscamente, haciendo que se separaran casi de inmediato, ya que mantenían su relación en secreto por miedo a que de alguna forma lo usaran en su contra. A pesar de que desde que se conocieron en una misión en Francia, el país natal de Skyler, habían forjado un gran vínculo, tenían que fingir que solo eran compañeras, cosa que en realidad no era muy complicado pues nadie les prestaba demasiada atención.

—Ligthy, tienes una nueva misión —informó un soldado, ignorando la presencia de la pecosa— aquí tiene el informe —dijo entregándole unas hojas grapadas, para después retirarse sin decir una palabra.

—¿Qué es? —preguntó la de rizos con curiosidad.

—No puede ser... — murmuró con la voz temblando.

—¿Qué?, ¿qué es? —se asomó para leerlo, quedándose instantáneamente con la misma mueca de sorpresa que su pareja— ¿Ella no es tu hermana?

—Sí, Raya Stark, es ella.

—¡Eso es maravilloso! Puedes contarle todo, Stark podría ayudarte a salir de aquí, podríamos ser libres —dijo dando saltos de forma eufórica. 

—No —respondió ella con un tono neutro—. cumpliré la misión y la traeré para que la entrenen, tal y como me han pedido.

—Tu as perdu la tête? (¿Estás loca?) Tenemos la oportunidad en mano de huir, ¿y me dices que vas a seguir obedeciendo a la organización que ha destruido nuestras vidas? Tienes que estar bromeando.

—Ellos ya tienen confianza en mí, me he ganado mis privilegios y sé que llegaré a ser libre por mi propia cuenta, les daré a Raya.

—¿De verdad quieres que tu hermana pase por la misma tortura que tú?

—No, pero es mi supervivencia sobre la suya.

—No es así, Harper, je sais que tu n'aimes pas être aidé mais là c'est extrême (Sé que no te gusta que te ayuden pero esto es extremo) —empezó a hablar en francés a gran velocidad, hasta que se dio cuenta de que había cambiado de idioma y se tomó unos segundos para —. No se trata de un simple favor, se trata de tu vida, de nuestra vida.

La chica estuvo pensando, tal vez no había por qué ser tan extremista, realmente quería salir de Hydra, pero quería hacerlo llevándosela consigo.

—La voy a traer, pero si te sirve como promesa, cuando salgamos de aquí nos la llevaremos también, ¿De acuerdo?



ACTUALIDAD

Tenías el número ya marcado en el teléfono, pero te daba miedo llamar. ¿Y si se trataba de otra persona? No, alcanzaste a ver Lighty en el archivo, tenía que ser ella. Mientras que estabas en Hydra, gracias a tus habilidades lograste robar unos archivos, solo con el fin de buscar información o algo para poder salir, pero casualmente cayeron en tus manos los de tu hermana, o quien creías que lo era. Lograste memorizar un número de teléfono que pudiste apuntar, y ahora recordabas, solo faltaba llamar.

—No tienes que hacer esto ahora si no quieres, no hay prisa —dijo Pietro al ver tu cara de conejito asustado.

—Quiero hacerlo, solo espero que nada salga mal —murmuraste.

—Estoy aquí contigo, lo sabes, y puedes colgar cuando tú quieras, ella no va a llegar hasta Wakanda —afirmó para darte seguridad.

—De acuerdo...

Tomaste el teléfono con la mano temblorosa, sin saber qué esperar de la llamada. Pulsaste el pequeño símbolo verde, y un pequeño pitido comenzó a sonar. Pasó casi un minuto sin respuesta, querías rendirte y colgar hasta que una voz femenina se escuchó.

—¿Hola? —esa voz no se parecía a la que escuchaste cuando hablaste con ella en Hydra.

—¿Lighty? —preguntaste dubitativa.

Hubo un pequeño silencio antes de que volviese a hablar.

—No sé por qué la buscan pero ese nombre ya no tiene nada que ver con ella, así que será mejor que cuelgues y no vuelvas a llamar —respondió cortante.

 —Tal vez sea mejor llamarla Harper —no querías colgar, no ahora que sabías que podías contactar con ella—. Quiero que mi hermana se ponga al teléfono, no tiene nada que ver con Hydra.

Esta vez pasaron minutos en los que la otra chica tuvo el micrófono silenciado. Miraste a Pietro preocupada, así que él tu mano con fuerza para brindarte apoyo.

—¿Raya? —esta vez si era ella, reconociste la voz al instante. Sentiste como un nudo en la garganta antes de hablar, pero hiciste tu mayor esfuerzo para sonar segura de ti misma.

—Sí, soy yo —tomaste una bocanada de aire antes de volver a hablar—. ¿Recuerdas que me dijiste que estábamos en el mismo bando? Espero que la cosa no haya cambiado incluso después de suplantar mi identidad.

—No ha cambiado —dijo sin enseñar ningún tipo de emoción en su voz—. Hablar por aquí no es seguro, te enviaré una ubicación para que vayas, sola.

—¿Por qué sola? —preguntaste con el ceño fruncido, mientras Pietro hacía la misma mueca que tú.

—No me gustaría ver a tus amiguistos súper héroes por aquí, ven sola, yo también lo haré — cuando dijo eso se escuchó a alguien de fondo murmurar algo inaudible—. Te mandaré la fecha junto con la ubicación, hasta entonces, hermanita.

No pudiste contestar, ya que colgó la llamada, no sabías que decir así que tu novio se adelantó hablando.

—No vas a ir sola.

—¿Vas a ponerte modo novio protector controlador? —te salió una pequeña sonrisa pícara, a pesar de estar en esa situación no podrías dejar de ser tú.

—Ray- Printsesa —se corrigió— la última vez que te dejé ir sola estuviste desaparecida durante meses, así que espero que entiendas que no voy a dejar que eso pase otra vez.

—Está bien, estaba bromeando, sabes que no tengo problema con ello —te acercaste a él para besarlo.

—Iré de encubierto —propuso después del beso.

—Por el amor de dios ve en traje —te lo imaginaste en tu mental—. Casi me da un orgasmo mental con solo pensarlo.

—¡Raya! —el platinado se levanto con la cara como un tomate—. Primero hay que saber a donde hay que ir.

—En cuanto me llegue un mensaje te avisaré, ¿De acuerdo? 

Él asintió y depositó un beso en tu frente antes de meterse a la cama junto a ti, abrazándote junto a él.

—Duerme bien, draga mea.

—Buenas noches, maitea.



Corazón¹

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