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35. Memories

Pasar todo el fin de semana con tu padre realmente te ayudó a recordar, al fin y al cabo era con él con quien habías pasado la mayor parte de tu vida, así que recordarlo fue relativamente sencillo. De cualquier forma eso no quitaba el hecho de que no eras capaz de recordar los eventos de los últimos dos años, exceptuando momentos específicos.

También habías hecho varias mejoras, comías bien otra vez, y hacías el esfuerzo por hablar con todos los vengadores al menos una vez por semana, lo cual realmente ayudó. Y como no, tenías a Pietro y a Wanda a tu lado para ayudarte en todo lo que necesitaras. Sobre la segunda, ella había estado intentando meterse en tu mente para entrar en tus recuerdos y de alguna forma desbloquearlos, pero habías creado una especie de barrera en ellos y la bruja había sido incapaz de acceder.

Te planteaste el hecho de hacerlo tu misma, usar tus poderes y meterte tu sola en tu mente, pero te daba miedo, las pesadillas que tenías te aterraban, y no querías revivirlas. De momento asistías junto con Bucky a la rehabilitación con las dora Milaje y Shuri.

—Estoy feliz por ti —le dijiste a Bucky mientras tomabais un descanso del entrenamiento.

—¿Por qué?

—En este tiempo que hemos estado aquí he visto como has ido recordando, y es cierto que no te conocí antes de Hydra, pero parece que estás volviendo a ser el hombre que eras antes — explicaste sonriente.

—Gracias, pero no creo que eso sea posible —dijo negando la cabeza— no solo porque antes era imbécil, si no que después de todo lo que he pasado... Dudo que jamás pueda ser como antes.

Empezaste a pensar, preguntándote a ti misma si eso era lo que te pasaría, no te gustaba la idea, llevabas meses trabajando en encontrarte a ti misma y ser quien solías ser.

—Pero realmente estoy bien con ello —volvió a hablar, evitando que divagaras más en tus pensamientos—. No es solo que no piense las mismas cosas que hace ochenta años, he cambiado mucho, he visto muchas cosas, y aunque me habría gustado descubrirlas de otra manera, creo que estoy haciendo mejor las cosas.

—¿Entonces te has perdonado...?

—No, no voy a perdonarme por lo que hice —dijo serio— nunca dejaré de pensar que debería de haber muerto tras caer del tren, eso al menos hubiese salvado cientos de vidas —vio como al decir esto tu sonrisa se iba desvaneciendo—. Esto no significa que no agradezca esta oportunidad de ser alguien digno de vivir, y espero algún día poder decir que después de setenta años de ir en guerra tras guerra, habré hecho algo bueno en el mundo.

—Ya has hecho algo bueno, me estás ayudando.

—Me alegro de poder hacerlo

Pasaron unos segundos de silencio, hasta que el soldado cambio de tema bruscamente.

—¿Entonces no vas a intentar usar tus habilidades? Puedes arrepentirte de no hacerlo más adelante.

—Buck, ya hemos hablado de esto... —refunfuñaste molesta.

—Lo sé, pero no quiero que pierdas tiempo pudiendo recordar todo en un par de horas, además, tampoco entiendo porque no quieres, imagino que no esperaras que me crea esa tontería de que te parece artificial, porque la manera en la que te quitaron la memoria fue aún más artificial.

Dudaste en decirlo, no te gustaba verte vulnerable frente a los demás, pero sabías que era un tema que tarde o temprano iba a acabar saliendo, así que decidiste librarte de una vez por todas.

—Me da miedo, no sé con qué voy a encontrarme, y después de tosas las pesadillas que tengo... No quiero revivirlas.

—No tienes que apenarte por eso, a mí también me dan miedo mis pesadillas, solo que son recuerdos. Pero deberías planteártelo, ¿No vale pasar ese miedo para poder por fin encontrarte?

—Tal vez pero... No quiero hacerlo sola —admitiste.

—Hasta donde yo sé, tienes a un idiota que te acompañaría hasta el fin del mundo, así que no creo que le moleste estar contigo cuando lo hagas.

—De acuerdo, supongo que lo intentaré —te rendiste—. Pero ahora, volvamos a lo que estábamos. No había terminado de humillarte en el ring.



Tal y como Bucky predijo, el platinado no tuvo ningún problema en acompañarte, es más, realmente estaba ilusionado por pensar que por fin toda la batalla terminaría, solo que no podía estar más equivocado.

—Bien, solo tengo que entrar en mis recuerdos, fácil —te intentabas auto convencer mientras te sentabas en la cama, con Pietro enfrente tuya.

—Y yo estaré aquí acompañándote, no estás sola.

—De acuerdo...

Tomaste una gran bocanada de aire, preparándote para lo que venía a continuación. Seguiste las instrucciones que Wanda te había dado, y a los pocos minutos era como si hubieses despertado en otro sitio. Todo a tu alrededor era negro, pero aquel extraño lugar también estaba lleno de puertas de distintos colores, la mayoría con candados protegiéndolas.

Te dispusiste a abrir una de ellas. La miraste detenidamente, era de un color rosado, y tenía un nombre en ella, pero era ilegible, por mucho que lo intentaras no eras capaz de leerlo. Rompiste el candado con fuerza bruta y entraste lentamente, temiendo por su interior.

Al principio una luz blanca te cegó, pudiste divisar un mantel de pícnic, y a dos personas hablando. Cuanto más avanzabas, más fuerte se escuchaban, hasta que lograste distinguirlas, descubriendo que se trataba de ti y de Pietro. Las sombras se movieron, hasta quedar a centímetros, para después unirse en un beso. Querías ver más de eso, saber cómo continuaba, pero una fuerza invisible te sacó de la habitación, cerrando la puerta en tu cara, pero algo había cambiado; el candado ya no estaba, y pudiste leer el nombre sin ningún problema; "Pietro".

Te acercaste a la siguiente puerta, esta vez era de color blanco, y pasaba exactamente lo mismo que en la anterior con el nombre. Repetiste tus acciones y rompiste el candado, entrando a la habitación.

Lo primero que viste fue a una mujer alta, tenía una gran figura, pelo rojizo y corto hasta los hombros, y sostenía a dos bebés en sus brazos mientras les cantaba una nana. Eso te hizo temblar, reconocías esa nana.

—Mis niñas... —empezó a hablarles, aún sabiendo que las pequeñas no podían entenderla— Mamá quisiera daros a ambas una vida mejor, veros crecer y haceros exitosas... —hablaba con algo de nostalgia en su voz—. Pero no puedo, debo de ser consecuente con mis decisiones... Raya, Harper, prometo que volveremos a encontrarnos.

No te percataste de cuando, pero varias lágrimas rodaban por tus mejillas.

—¿Mamá? —dijiste en un tartamudeo.

No pudiste acercarte por culpa de la misma fuerza de antes, que te sacó de aquella sala dejándote con un profundo vacío en tu pecho que parecía querer consumirte poco a poco. Aquella era tu madre, empezabas a recordar aquella horrible sensación de ira que tuviste cuando supiste que te había abandonado, pero ahora solo podías sentir lástima, solo era una mujer que a pesar de amar a sus hijas no estaba en su mano el cuidarlas.

Te hubiera gustado poder tirarte al suelo y llorar, pero no olvidabas el objetivo de aquella misión; tenías que continuar. Abriste puerta tras puerta, desbloqueando diferentes recuerdos, personas, y épocas de tu vida. Para ese momento estabas desgastada mentalmente, no podías seguir llorando porque habías agotado tus lágrimas, pero aún quedaba una puerta, la cual habías estado evitando.

Esta era mucho más grande que las anteriores, el marco estaba roto y lleno de abolladuras, de la puerta sobre salían varias astillas y el pomo de metal estaba totalmente oxidado, con apariencia de querer tirarse al suelo. Sin embargo, había algo todavía más tétrico, algo que te congelaba la sangre; el cartel con el nombre "Miedo" grabado en él. No querías entrar en esa puerta.

"Es malo."

"Es malo."

"¡Huye!"

No podías apagar las voces de tu cabeza, pero sacaste todo el coraje que tenías en tu interior y lo usaste para por fin ser libre de tus ataduras.

En el instante en el que la puerta se abrió, una marea negra con una fuerza desproporcionada te hundió en aquel mar de recuerdos.


FLASBACKS

El mundo tiene una deuda impagable con los vengadores ustedes han luchado por nosotros, nos han protegido arriesgando sus vidas, y mientras una inmensa mayoría los ve cómo héroes, hay quien prefiere la palabra "justicieros".

¿Y qué palabra usaría usted, Sr. Secretario?  cuestionó Natasha.

¿Qué le parece "peligrosos"?, ¿Cómo calificaría usted a unos individuos mejorados que sistemáticamente ignoran las fronteras soberanas de los países, e imponen su voluntad allí donde les place, y que sinceramente, que parecen indiferentes al daño que van provocando?


"Los acuerdos de Sokovia."


Por favor Tony, por favor Sam  murmuraste para ti misma.

Por un momento pensaste que llegarían, pero sentiste como si alguien te hubiese dado un puñetazo en el corazón cuando lo viste estrellarse contra el suelo.


"Rhodey."


Te sentaste apoyándote contra la pared, y escuchaste a Steve hablar.

Esto no cambiará lo que pasó.

Eso me da igual  contestó Tony -asesinó a mi madre  casi te ponías a llorar ahí dentro por la manera en la que se le rompió la voz en la última palabra


"La pelea en Moscú."


¿No contarme que mi madre era una loca psicópata que me entregó a Hydra? Creo que tengo todo el derecho a tener la idea correcta de cómo es mi madre.

La historia no es como crees, ella no estaba de acuerdo con todo eso - la justificó.

Pues menos mal que no quería, a saber que sería de mí si hubiese querido.

Escucha, este no es momento ni lugar para hablar sobre esto, ve a tu habitación, tómate un baño, relájate, y vuelve cuando estés lista.

Yo estoy más que lista, el que no quiere afrontar los problemas aquí eres tú.


"la verdad sobre mi pasado."


El hombre se acercó y ató tus muñecas y tus tobillos en la silla, después te puso en la boca algo hecho de goma para que mordieras. Se acercó a una de las máquinas y comenzó a pulsar varios botones, haciendo que las luces de la silla se encendieran.

-Te dejaré aquí un par de horas - dijo antes de pulsar una tecla que hizo que las piezas eléctricas se acercasen a tu cabeza - piensa en alguien que quieras, a Barnes le ayudó pensar en Rogers para olvidar el dolor, aunque luego se pasaba horas repitiendo su nombre como zombie...

Sus palabras se perdieron cuando salieron cerrando las puertas detrás de ellos, dejándote sola con la tortura que sería ahora tu nueva rutina, y con ella vendrían unos gritos desgarradores y un sufrimiento casi eterno.


"Hydra"


¿El collar? Me quita mis poderes, ¿Qué ibas a hacer?  cuestionaste apretando cada vez más su cuello.

Tratar de empujarte — mintió, haciéndote apretar con más fuerza  Estamos... En el mismo... Bando...

¿Entonces porque me has delatado?  te alarmaste al escuchar pasos viniendo hacia la sala en la que estabais - ¡¿Quién eres?!

Soy tu... her... - dejó de hablar, poniendo los ojos en blanco.


"Mi... ¿Hermana?"


ACTUALIDAD

La cabeza te dolía a fuertes punzadas, y todo te daba vueltas, recuerdos, palabras, ira, tristeza, amor; todo era un desorden en tu mente. Podías sentir como te ahogabas en ese mar de recuerdos, sin encontrar escapatoria alguna. No podías creer que todo fuera a terminar así, habiendo luchado para nada, tu vida era insignificante para el universo, al final no eras nadie realmente. En ese huracán de memorias pudiste ver algo, seis gemas brillando alrededor del universo. ¿Qué eran?, ¿Quién te las enseñaba? Ni si quiera te importaba. 

Dejaste de luchar contra la corriente, dejándote sumergir hasta el fondo. Tal vez era así como el destino lo quería, tal vez tu vida impedía la evolución del mundo, pero ya daba todo igual. En cuestión de unos segundos todo se volvió negro y pudiste cerrar los ojos con tranquilidad.

"Al fin tendré paz"

...

Así debe acabar ¿Cierto? Tal vez el destino lo hubiese querido así, pero había una voluntad más fuerte que el mismo, una brecha en el tiempo tal vez, que estaba luchando por salvarla.

—¡Raya, respira! 

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