Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34. ¿Qué sientes conmigo?

Pasó un mes desde que estabas en Wakanda.

Un largo y duro mes de trabajo. Fue el tiempo que le costó a Pietro atreverse a ir a verte, a pesar de querer estar contigo y recuperarte a toda costa, toda la situación en la que os encontrabais lo aterraba por dentro, y no tuvo el valor de ir a verte antes.

Decir que estaba nervioso era poco, las manos le sudaban y sentía que se tropezaría con sus pies en cualquier momento, y los síntomas no mejoraron cuando te vio junto a Steve al bajar del Quinjet.

—¡Pietro! —lo saludó el rubio—. Bienvenido a Wakanda.

—Gracias cap, por ayudarme a venir, y ya sabes, por todo —dirigió su vista a ti.

Estabas de brazos cruzados, con una cara de póker en toda regla. No era como que el platinado te cayese mal, al contrario, era a quien más deseabas ver desde que te fuiste del complejo, pero eso hecho de que hubiese tardado tanto tiempo te molestaba en cierto modo. Sabías perfectamente sobre tu relación con él, así que imaginabas que no le sería fácil, pero para ti lo era aún menos, teniendo en cuenta todo lo que habías vivido -o al menos lo que recordabas-.

—Hola, Ray —habló sin tartamudear.

—Hey —hiciste un gesto con la cabeza antes de girarte hacia el palacio.

—Lo siento —Rogers se disculpó en tu lugar—. No habla con mucha gente, ni si quiera con Natasha... —miraba al cielo mientras lo decía— Pero estoy seguro de que lograrás mejorar las cosas entre ambos, poco a poco va recordando ciertas cosas, pero avanza lento.

—Lo sé, es solo que me frustra... Tener que volver a empezarlo todo no era lo que tenía pensado para nosotros —suspiró, mientras te veía caminar.


—Y esta es la sala común —T'challa término de hacerle el tour por el palacio.

—Gracias, es precioso —halagó el sokoviano.

—No hay porque darlas, si necesitas cualquier cosa, le esperamos con las manos abiertas —dijo antes de irse.

El platinado no mentía, la visita guiada le había encantado, pero no pudo sacarse a cierta persona de la mente en ningún momento, y lo único que deseaba era ir a verte.

Caminó por los pasillos, volviendo a la sala de entrenamiento donde le dijeron que siempre estabas, y sin equivocarse, te encontró allí, solo que acompañada.

—No te atrevas, James Buchanan Barnes.

—Te recuerdo que me debes una, no fue fácil quitar esas hierbas de mi pelo —protestó el nombrado.

No recordabas mucho, pero algo que no tardó demasiado en volver fue tu amor por gastar bromas, y tú mayor víctima era el ex soldado, quién después de varias trastadas quiso vengarse.

—Ven aquí, enana —dijo antes de correr detrás tuya con una cantimplora de agua helada en una de sus manos.

No mucho más tarde logro agarrarte de un brazo, atrayéndote hacia él para después derramar todo el líquido sobre ti, haciéndote gritar.

—¡Bucky! —le diste un golpe en el pecho— te arrepentirás de haber hecho esto, puedes estar seguro.

—Eso habrá que verlo —dijo soltándote.

Por desgracia, toda esta escena había sido vista por el mayor de los Maximoff, a quien no le hacía mucha gracia ver como coqueteabais. Sus celos no tardaron en llegar, y con ellos la ira, que se manifestó apretando los puños, y por ende clavando sus uñas en sus propias manos.

—Es una mierda, ¿Verdad? —dijo una voz femenina a sus espaldas, y se giró para encontrarse con la agente Romanoff.

—Nat —saludó.

—¿En qué piensas?

—En que toda esta situación es una basura, y en qué por mucho que quiera negarlo estoy celoso como la mierda, pero ni si quiera tengo derecho a estarlo porque ella no es mía.

—Tienes derecho a estarlo, ella era tu novia al fin y al cabo.

—Ese "era" no ayuda... —bufó.

—Bueno, es la realidad, y tienes dos opciones. Quedarte ahí viendo cómo otro chico se queda con ella o luchar por lo que quieres —soltó la rubia—. No te voy a decir cuál elegir pero creo que la respuesta es un poco obvia —y con eso dicho, dejó el gimnasio, dejando a Pietro pensando en sus palabras.

Mientras tanto vosotros dejasteis vuestro coqueteo, yéndote a cambiarte después de haber sido empapada por el soldado. Bucky, sin embargo, no se fue. La fija mirada del sokoviano no había sido desapercibida para él, y quería aclarar las cosas.

—Maximoff —saludó acercándose.

—Barnes — respondió de vuelta.

—Oye mira... Sé lo que pasó entre vosotros, y quería decirte que lo que has visto no era lo que parecía —empezó a explicar, algo nervioso.

—No tienes que explicarme nada, puede hacer lo que quiera, es libre de hacerlo.

—Lo sé, pero quiero que sepas que no hay nada entre nosotros además de una buena amistad, una muy buena de hecho... Tanto que puede llevar a confusiones —se pasó la mano por el pelo—. Ray y yo nos hemos unido en este tiempo que hemos pasado juntos, pero nuestra relación no es más que eso, amistad.

—Entknces... ¿No te gusta? —cuestionó.

—No, nada más lejos.

Un pequeño silencio se hizo presente entre ambos, Pietro no dudaba en que las palabras del soldado fueran verdad, pero no sabía tu perspectiva, y le gustase o no, Bucky era una persona atractiva. Aunque él no sintiera nada, tal vez tú lo hacías, y eso lo aterraba por dentro.

—Gracias, por aclararlo.

—No es nada, no quería que pensaras algo que no es, menos después de haberme ayudado — dijo James refiriéndose al altercado del aeropuerto.

—Entonces me alegro de que estemos bien.


El sokoviano había pasado dos noches en Wakanda, siendo guiado por los pueblos y conociendo todo sobre el lugar, mientras tanto, tú solo evitabas toparte con él, a decir verdad te daba vergüenza. Era tu novio, tu maldito novio, y ni si quiera lo recordabas, no sabías como ni cuándo hablar con el, así que huir era tu mejor baza.

Tu plan había salido bien esos días, hasta que una mañana al salir de tu habitación te chocaste con él, quién estaba a punto de tocar a la puerta.

—Oh, hola —saludaste claramente sorprendida.

—Hola —lo miraste esperando a que dijera algo más, pero no reaccionó hasta que lo saludaste por segunda vez—. Sí, perdón, quería hablar contigo.

—Eso estamos haciendo.

—Ya, sí... Pero no aquí —metió sus manos en sus bolsillos—. ¿Que te parece dar una vuelta por el jardín?

No supiste como, pero en cuestión de minutos os encontrabais paseando entre las flores y los arbustos, teniendo una conversación algo tensa.

—No lo sé, todo esto es muy confuso.

—A mí me lo vas a contar, no recuerdo ni a mi propio padre —soltaste pensando en las reuniones que tenías con él—. Es decir, sé que es mi padre, y no solo por las pruebas de ADN, es como si sintiera que lo es, pero es muy raro.

—¿Y que sientes conmigo?

—¿Cómo?

—¿Qué sientes al verme?

Miraste al suelo mientras pensabas, era una pregunta confusa, no sabías como dar una respuesta concreta.

—Mira Pietro, no te voy a mentir —dejaste de caminar para quedar frente a él — no te recuerdo, ni a ti ni a mis sentimientos, sé lo que éramos, pero no lo que somos —respiraste hondo—. Es cierto que no me siento igual al estar junto a ti o junto a Natasha, pero eso no significa que que quiera que todo sea como antes, porque no lo es.

—Lo sé, no es para nada como antes... Si tan solo hubiera alguna manera de hacerte recordar.

—Los médicos dicen que la mejor forma es rememorando momentos, viendo fotos, o hablando de ello, y es cierto, recuerdo el momento... Pero no el sentimiento, son memorias vacías.

—Eso es porque no es lo mismo escucharlas o vivirlas —se calló por un segundo, para volver hablar después más rápidamente—. ¿Tienes algo que hacer esta tarde?

—No, ¿Por qué?

—Tengo una idea. Tú espérame a las seis en la puerta de tu habitación, ¿Hecho?

—De acuerdo.

—¡Y lleva ropa de playa! — gritó antes de irse.

No sabías muy bien que tramaba el platinado, pero en el fondo sentías que te iba a gustar. No todo lo que dijiste era verdad, era cierto que no lo recordabas, pero definitivamente tenías sentimientos encontrados cada vez que mirabas el azul de sus ojos, un sentimiento que no recordabas haber tenido jamás, y eso te gustaba, a la vez que te aterraba. Seguiste sus instrucciones y te pusiste un bikini debajo de tu ropa, esperaste a la hora indicada y el chico no tardó en aparecer, y como no, con una sonrisa egocéntrica en sus labios.

—Vamos sígueme —habló mientras te guiaba por los pasillos.

—¿A donde vamos, Pietro? —no podías negarlo, realmente te interesaba saber cual era su plan para ese día.

—Vamos a rememorar momentos.

El Sokoviano de alguna forma había logrado que le dejasen un Quinjet para él solo, y lo usó para llevaros a la playa. 

Quería hacerte recordar. 

Iba  a hacerte recordar.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro