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32. Bienvenida a Wakanda

Sin decir nada más, la chica salió corriendo a la velocidad de la luz. Le había robado los poderes al sokoviano, y para cuando este se dio cuenta ella ya estaba demasiado lejos como para ser alcanzada. No supo cuanto tiempo estuvo allí, sin apenas poder moverse, hasta que sintió como toda su fuerza volvía de nuevo, un subidón de energía enorme. Sus habilidades habían vuelto. No entendía que acababa de pasar, solo sabía que esa chica no era su Raya.

Corrió hasta el laboratorio, donde Tony se encontraba construyendo uno de sus artilugios para su armadura.

—Stark, creo que hemos cometido un error —dijo nervioso, casi hiperventilando.

—¿Qué pasa, Flash? —lo vaciló, sin entender la gravedad de la situación.

—Ray, la chica que creíamos que era Ray, absorbió mis poderes y huyó de aquí, estuve un buen rato fuera de combate hasta que volvieron, si ella corrió con mi velocidad ahora debe de estar demasiado lejos de aquí como para localizarla.

—¿Dices que Raya ha huido? —cuestionó, extrañado.

—No, digo que Raya es la chica a la que hemos encerrado, y hemos dejado escapar a quien realmente es de Hydra —el millonario no contestó, perdiéndose en sus pensamientos—. ¿Le hicisteis aunque sea una prueba de ADN? 

-No, no queríamos presionarla, además nos dijo que le asustaban mucho las agujas... —ahí fue cuando se dio cuenta de su gran error

El platinado se pasó las manos por el pelo, frustrado por el gigantesco error que acababan de cometer. 

—Traed a la que está encerrada ahora, y hacedle la prueba.

Todos los vengadores esperaban expectantes al resultado del análisis, nerviosos por lo que sucedería, incluso asustados, hasta que la pantalla por fin se encendió, enseñando todos tus datos y demostrando que tú eras la verdadera.

—No puedo creer que hayamos dejado que esto pasase —suspiró Steve, aún mirando la pantalla.

—Nos hemos dejado llevar por las emociones, tendríamos que haber hecho la prueba desde el principio murmuró Wanda, quien sujetaba la mano de Visión para calmar su ansiedad.

Todos empezaron a dar sus opiniones, a echarse la culpa, mientras tú solo los mirabas sentada en la camilla, tal y como lo estabas cuando te trajeron, como un deja vu. Hablaban de ti como si no estuvieses presente, y eso te molestó.

—Sabéis que estoy aquí, ¿Verdad? —preguntaste alzando una ceja.

Dirigieron su mirada a ti, que solo los mirabas sin mostrar ninguna emoción.

—Discúlpanos por no creerte —habló Natasha, jugando con las mangas de su chaqueta.

—Estoy acostumbrada —dijiste indiferente—. ¿Esto significa que ya puedo dormir en mi propia cama?

—Significa que vamos a ayudarte a recordar, Ray —dijo Sam.

—Ray... —murmuraste, recordando con dolor a Jack llamarte as—. Soy yo... —esbozaste una pequeña sonrisa—. Le gané.

—¿A quién? —preguntó Tony confundido.

—Me dijo que no sería capaz de recordar nada, pero recuerdo mi nombre. Sé que soy Ray, y eso significa que le he ganado.

Thor, quien hasta ahora apenas te había dirigido la palabra, se acercó a ti colocando su mano en tu hombro.

—No solo tu nombre, vas a recordarlo todo y vas a romperle la cara a los que te hicieron esto.

—Sí, lo haré. 

Te dejaron en tu habitación, la que antes había estado ocupando tu falsa yo. La miraste detenidamente queriendo reconocer algo, pero no había nada que te transmitiera una sensación hogareña. Empezaste a investigar por los cajones, hasta encontrar una pequeña cajita con forma de baúl. Te sentaste en tu cama mientras lo abrías, encontrándote con más de treinta fotos tuyas, en algunas estabas sola posando en el espejo, o en algún monumento como la Torre Eiffel, en otras estabas con los que se hacían llamar los vengadores.

La primera que cogiste era algo extraña, salíais tú y Stark en una cocina, ambos estabais cubiertos de harina y de otros ingredientes de cocina. Viendo tu rostro en la fotografía se podía ver claramente que lo estabas pasando bien, era una sonrisa sincera. No sabías que alguna vez habías hecho eso sinceramente.

La siguiente que cogiste era en la playa, era un selfie con Pietro. Tú sacabas la lengua tocando la punta de tu nariz, y por el otro lado el platinado ponía los ojos bizcos mientras hacía una mueca divertida. Reíste por la cara de este, no sabías el qué, pero había algo en él que simplemente era encantador.

Continuaste viendo las fotos, había algunas con Natasha, ambas sujetando pistolas y haciendo poses "sexys" con ellas. Otras fotos eran con Steve, quien siempre salía igual. Sonriendo a la cámara inocentemente. El resto eran fotos sueltas con el resto de los vengadores, Clint tratando de sujetar un martillo, una con la sokoviana en lo que parecía ser un aeropuerto...

Todas esas fotos estaban llenas de recuerdos, unos que no conocías, pero a pesar de eso, cada foto que veías te transmitía un sentimiento cálido, casi hogareño, y te gustaba esa sensación.

Una voz te sacó de tus pensamientos, el capitán América se encontraba apoyado en el marco de la puerta, mirando las fotos que estaban esparcidas sobre la cama.

—Disculpa, ya sé que dijimos que podrías tomarte este día para ti, pero quería preguntarte algo —asentiste con la cabeza, esperando que hablara. No ibas a invitarlo a pasar—. Tengo un amigo al que le hicieron lo mismo que a ti, le borraron la memoria, no recordaba nada. Para ayudarlo lo llevamos a Wakanda, un país precioso, tienen una tecnología muy avanzada, cada vez recuerda más cosas, y tal vez podrían ayudarte a ti también.

Lo pensaste durante unos segundos. No conocías a estas personas, primero te encerraban y después te dejaban libre, y ahora querían llevarte a un lugar que no conocías, era difícil confiar en ellos, pero si lo pensabas realmente, no tenías nada que perder, si te traicionaban los matarías, no había más.

—De acuerdo, ¿Cuando iremos? —preguntaste guardando las fotos.

—No lo sé, tendría que preguntarle al rey de Wakanda y hablarlo con el resto, pero no creo que eso dure mucho más de una semana.

—Bien, iremos.

Él solo te sonrió y salió de la habitación, feliz de que hubieras aceptado. Tú no lo sabías en ese momento, pero todos tenían un pasado contigo, todos tenían recuerdos contigo, mientras que para ti solo eran extraños.

Había sido una semana bastante tranquila para ti, todos los miembros del equipo te habían dado tu espacio a la hora de instalarte, exceptuando por algunas preguntas que te hacían, pero eran preguntas estúpidas a tu parecer, como si te gustaban algunas galletas, o si preferías leche de avena o de almendra par desayunar... Entre otras. Se notaba a leguas que intentaban hacerte recordar, pero no entendías como eso te ayudaría.

De todas formas no tuviste mucho tiempo para averiguarlo, tal y como había supuesto Steve, no tardaron más de una semana en llevarte a Wakanda. Al principio no entendías a donde ibais, os dirigíais hacia una sabana vacía, pero no pudiste ocultar tu expresión de sorpresa cuando un pequeño hueco se abrió en la nada y de repente un país entero se mostró ante tus ojos. Habían Jets volando, grandes y hermosas torres, pueblos pequeños y hermosos... Era un lugar que solo creías posible en los libros de fantasía. 

Al aterrizar, unas personas vestidas muy elegantemente os dieron la bienvenida, muy cordialmente para tu gusto.

—Bienvenida a Wakanda, srta. Stark, nuestro pueblo está agradecido de tenerte aquí —te saludó el mayor, que por su actitud supiste que era el Rey—, Mi nombre es T'challa —se presentó—. Ella es Shuri, mi hermana —la niña levantó la mano para saludarte, mientras que tú solo la mirabas sin mostrar ningún sentimiento.

—Gracias por recibirnos, no te lo hubiese pedido si no fuera necesario —agradeció el capitán, estrechando la mano con el rey.

—No hay problema —le sonrió—. ¿Quieres ir a ver a Barnes? Acaba de terminar su sesión diaria.

—Claro, así podrá conocer a Raya —levantaste tu mirada hacia él por la mención de tu nombre - Barnes, James Buchanan Barnes, es el amigo sobre que te conté —explicó—. ¿Vamos a verlo o prefieres instalarte?

—¿Instalarme? —preguntaste alzando una ceja.

—Ya que no sabemos cuanto tiempo van a durar las sesiones, hemos decidido que lo mejor es que te quedes un tiempo, claro que si prefieres volver al complejo con Tony y los demás vengadores eres libre de hacerlo.

—No, supongo que está bien —miraste a tu alrededor—. Me gusta este lugar —murmuraste lo último, pero no pasó desapercibido para T'challa, quien te regaló una sonrisa.

—Les llevaremos hasta él —habló una mujer que hasta ahora no había formado parte de la conversación.

La mujer, que se hizo llamar Okoye, llevaba una especie de armadura roja, con accesorios como collares y pulseras color oro, era muy extraño, nada familiar para ti, pero eso no era nada nuevo. 

Os llevó hasta el edificio más grande y lujoso de todos, tenía una entrada especular, cubierta de distintos minerales y custodiada por unas guardias vestidas no muy diferentes a la mujer. Recorristeis lo que supusiste que era el palacio, estaba realmente bien decorado, aunque a decir verdad cualquier cosa era encantadora si la comparabas con Hydra.

Os detuvisteis en una puerta, donde Okoye se fue, dejando que tú y Steve pudierais estar solos con el otro soldado. Al entrar lo primero que viste fue a un hombre sentado al estilo indio meditando. Llevaba el pelo hasta los hombros y vestía unos pantalones tipo pijama y una camiseta de tirantes blancos, pero lo que más te sorprendió fue definitivamente el hecho de que solo tenía un brazo.

—No sabía que vendríais tan pronto —dijo Barnes, sabiendo que erais vosotros.

—Yo tampoco, pero me alegro de estar aquí.

El hombre se levantó para darle un abrazo a su amigo, para después dirigir su vista a ti. No pudiste descifrar en que pensaba cuando te vio, sabía ocultar sus emociones demasiado bien.

—Hola de nuevo —te saludó.

—¿Ya nos habíamos visto antes? —cuestionaste.

—Sí, pero supongo que no lo recuerdas, al fin y al cabo no fue algo demasiado memorable.

—Buck —habló el rubio—. No pude entrar en detalles cuando te llamé, pero su borrado de memoria fue tan efectivo como el tuyo, cuando la encontramos no recordaba ni su nombre.

El castaño volvió a mirarte, sintiendo algo de lástima por ti. Él sabía lo que era sentirse perdido, no saber quien eres y no ser capaz de encontrarte a ti mismo. Le parecías demasiado joven como para tener que sufrir algo así, cada vez estaba más claro que Hydra no tenía límites.

—No hay problema, puedo ayudarle —le sonrió a Steve.

—Bien, me alegra saberlo, empezareis lo antes posible, también le pediré ayuda a Shuri, si pudo ayudarte podrá ayudar a Raya.

—Esa niña es un bicho raro —rió el soldado—. Pero es una de las mejores personas que me he encontrado aquí en Wakanda, no dudo en que os ayudará.

Compartieron un par de frases más hasta que te llevaron a tu habitación. Era diferente a la de el complejo, tenía el mismo aire moderno, pero era mucho más natural, no solo por el hecho de los muebles de madera, si no por las hojas de enredadera que decoraban parte de la pared y el techo. También habían un par de macetas en el balcón, una de ellas llevaba un pequeño cactus del que crecía una pequeña flor, era de un color naranja pálido, bonita a tu parecer. La otra maceta solo llevaba tierra, pero al agacharte a verla mejor pudiste ver que había una pequeña hoja sobresaliendo, había algo plantado, pero tendrías que esperar para poder verlo.

La cama no era nada del otro mundo, una simple sábana blanca cubría el colchón, lo único a destacar era que las almohadas eran como pequeñas nubes, punto a favor para Wakanda.

Buscaste un pijama en el armario, había ropa, no mucha, pero la suficiente para ti. Te tumbaste en la cama, el viaje había sido largo y se te había formado algo de sueño, pero estuviste pensando antes de ir a dormir.

¿Por qué Pietro se comportaba de esa forma contigo? Parecía que te apreciaba, pero no te acompañó a este nuevo país. Sabías que vendría, todos los vengadores pasarían por Wakanda, te lo habían prometido. Pero la única visita que esperabas era la de cierto chico sokoviano.

No querías separarte de esos ojos azules.

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