31. Lighty
Despertaste en un cubículo blanco, con una cristalera a un lado. Estabas tumbada en el suelo, no en una cama tal y como recordabas. ¿Tal vez había sido un sueño? No, supiste que no lo era cuando viste tu pijama, lo que pasó era real, estabas con unos desconocidos, y habías encontrado los ojos azules de tu memoria. Él confiaba en ti, eso te hizo feliz aunque no lo demostrases. Lo que no entendías era cuando o como habías acabado en ese lugar, dudabas que Hydra te hubiese vuelto a encontrar, ellos no tenían celdas tan limpias, pero tus dudas se resolvieron cuando viste entrar al Capitán América a la sala que se encontraba detrás del ventanal. Cogió una silla para poder sentarse, quedando cara a cara contigo.
—¿Quién eres? —preguntó serio, su sonrisa amable del día anterior se había esfumado. Quisiste responder pero te interrumpió antes de poder hacerlo—. Y no digas que no lo sabes, porque es mentira.
—No es mentira, no sé quien soy. Hydra solo me entrenó, nunca me dio un nombre.
—¿Ni si quiera un apodo? —negaste— ¿Te suena el nombre lighty?
—No, no tengo ni idea de quien es —respondiste enfadada, aunque algo en tu mente empezó a sonar.
—Si no colaboras no pienses que nosotros lo haremos —dijo levantándose de la silla.
—Estoy diciendo la verdad —el rubio se dirigió a la puerta, haciendo caso omiso a tus palabras—. Quiero ver a Pietro —pediste, pero tampoco respondió, solo cerró la puerta con fuerza, dejándote con la palabra en la boca.
No entendías que estaba pasando, pensaste que habías cambiado Hydra por algo mejor, pero seguías encerrada en una celda con gente que no confiaba en ti. Te sentías frustrada, con rabia, otra vez habías dejado que te capturaste, y todo por confiar. ¿Donde estaba Pietro? Él dijo que confiaba en ti, quisiste creer que vendría, pero las horas pasaron y aún no veías esas canicas azules mirándote.
No supiste cuanto tiempo estuviste allí, solo dejaste de mirar el techo cuando viste la puerta abrirse. Era la chica pelirroja. Se sentó en la silla exactamente de la misma forma que el rubio, la diferencia fue que era mucho más amable al hablar.
—¿Como te encuentras? —preguntó ella suavemente.
—No sabía que os importaba.
—Escucha, si quieres salir de aquí vas a tener que colaborar con nosotros, no sabemos nada de ti aparte de que eres de Hydra.
—Lamento decir que tenemos la misma información.
Hubo un silencio durante unos segundos en los que Natasha pareció pensar su siguiente pregunta.
—¿Por qué trabajas para Hydra?
—Ellos me crearon, no conozco otra cosa que no sean ellos, tampoco es como si tuviera otra opción —suspiraste pesadamente—. No podía salir de allí, y sinceramente era mejor no intentarlo.
—Hemos encontrado cicatrices y moratones por todo tu cuerpo, ¿Fueron ellos?
—Si ganas una pelea te premian, buena comida ese día, hasta una ducha si tienes suerte — miraste al suelo, no queriendo hacer contacto visual—. Pero por cada derrota había un castigo. No siempre podía ganar.
—La otra chica, sin embargo, no tiene ninguna marca.
—Ella tenía más libertad, o eso creo... No lo sé, tenía un gimnasio para ella, un walkie talkie, hasta tenía un nombre, yo solo tenía apodos.
—¿Cual era su nombre?
Ligthy —dijiste, habiéndolo recordado gracias al rubio.
La pelirroja solo asintió, levantándose al instante, al parecer ya tenía la información que quería, pero tú aún no habías terminado. Tenías preguntas para ella.
—Espera —llamaste su atención, haciendo que detuviera su caminata—. Ya me has hecho las preguntas que querías, creo que tengo derecho a hacer las mías.
Pareció dubitar, pero al final accedió, sentándose otra vez en la silla, lista para responder todas tus dudas.
—¿Dónde estamos?
—Una base en Estados unidos, Nueva York.
—¿Quienes sois?, ¿Porque buscabais a una de nosotras?
—Somos los vengadores, el grupo de héroes más fuertes de la tierra, y la chica que buscábamos era parte de este grupo, Hydra la secuestro. Tú la secuestraste.
—Eso es mentira —afirmaste con seguridad.
—Las cámaras grabaron a una chica de cabello parecido a la que buscábamos, y ya no queda duda de que eras tú.
—No es posible que haya sido yo, porque nunca he salido de la base, solo me han entrenado, pero apenas confiaban en mí para merodear por la base, mucho menos me iban a dejar salir. Ni si quiera me dejaron usar mis poderes.
—Yo solo digo lo que las cámaras grabaron. ¿Tienes más preguntas?
—No, solo una petición.
—Adelante.
—Quiero que venga Pietro, y con comida si puede ser, llevo más de dos días sin comer.
—Puedo asegurarte la comida, pero no sé si el chico quiera venir.
—Sé que está escuchando nuestra conversación, todos lo hacen —señalaste la cámara colocada a una esquina del cubículo—. Él decidirá si viene o no.
—¿Por qué tanto interés en él?
—Confía en mí. Y yo confío en él.
—No lo conoces.
—Creo que lo hacía.
Natasha frunció el ceño ante tus palabras, había pasado de ser una conversación amigable a una discusión por ver quien podía dar las mejores preguntas. No quiso añadir más a la conversación, no tenía por qué. Tenía lo que quería, no te necesitaba. Salió de la habitación, pero esta vez no te quedaste con la palabra en la boca. Tú también conseguiste lo que querías.
No pasó más de una hora hasta que el chico de las flechas entró por la puerta, trayendo con él una bandeja de comida y agua. Se sentó delante tuya, no en la silla como lo hicieron los otros. Se sentó en el suelo, dejando la bandeja a su lado.
—¿Vais a venir de visita uno por uno? —preguntaste alzando una ceja.
—Yo solo te traigo la comida, pero ya que he venido, aprovecharé para hablar contigo —no puso una sonrisa falsa, ni una voz forzada, parecía ser sincero.
—¿No te ha servido el interrogatorio que me ha hecho tu amiga la pelirroja?
—Vas a tener que dejar de llamarnos así —suspiró—. Se llama Natasha, yo me llamo Clint.
No contestaste, no ibas a presentarte tú también porque no sabías tu nombre, así que preferiste guardar silencio.
—Voy a abrir la puerta y voy a darte la comida, ¿De acuerdo? - asentiste.
Barton salió por una puerta que había a un lateral de su sala, y entró a tú cubiculo por una puerta en el mismo lado, te dio la bandeja a tus manos. Os mirasteis durante unos segundos, hasta que él salió, encerrándote otra vez.
—Provecho —dijo antes de irse.
Miraste la bandeja con curiosidad, había un cuenco de arroz blanco, un plato con pollo, sus respectivos cubiertos, una manzana y una botella de agua. No era la gran maravilla pero definitivamente era mucho mejor que lo que comías en Hydra. Te empezaron a rugir las tripas, así que no te demoraste más en empezar a comer, y no ibas a mentir, sabía mucho mejor de lo que parecía, lo cual te extrañó. ¿Te daban bien de comer a pesar de ser su prisionera? No le diste muchas vueltas, de todos modos no era como si fueses a quejarte de eso.
Al terminar de comer apartaste la bandeja, te tumbaste en el suelo, mirando a un punto aleatorio en el techo. Te preguntabas como estaría la chica, ¿Estaría encerrada como tú? No, habían dicho que era una de ellos, entonces estaría volviendo a su vida con normalidad, pero no entendías porque era igual a ti, si no era un robot, entones teníais que estar relacionadas de alguna forma. Seguiste inventando teorías en tu cabeza hasta que una voz masculina te sacó de tus pensamientos.
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La chica se encontraba en su habitación, una que antes fue tuya. Se estaba dando un baño caliente con burbujas en el jacuzzi, realmente lo estaba disfrutando. Todos se habían creído sus mentiras, ni si quiera se molestaron en hacerle una prueba de ADN antes de dejarla libre, pero sabía que lo harían tarde o temprano, o que se darían cuenta de la verdad simplemente por su comportamiento, tenía que irse lo antes posible, pero antes quería disfrutar de los lujos de ser una Stark, en realidad, técnicamente era una Stark.
Salio del agua para después envolver su cuerpo con una toalla, escurriendo su pelo con otra. Una vez vestida y con el pelo aún algo húmedo se dispuso a explorar la base, pero al abrir la puerta se encontró con el platinado, quien estaba por llamar a la puerta.
—Hola —lo saludó, fingiendo una sonrisa—. ¿Necesitabas algo?
—No, solo quería hablar contigo, te tengo una propuesta —dijo algo emocionado.
—¿De que se trata? - preguntó con curiosidad, si bien era cierto que el chico le daba igual, le parecía simpático.
—Wanda y yo creemos que podemos ayudarte a recuperar tus recuerdos, ya sabes, con su magia, tal vez así puedas recordarme.
Eso era poco conveniente para la chica, si la sokoviana entraba en su mente la descubrirían y la aprisionarían como hicieron contigo, definitivamente tenía que irse.
—Claro, podemos hacerlo mañana si quieres.
Vio como un pequeño brillo aparecía en sus ojos, a la vez que esbozaba una sonrisa, lo cual la hizo sentir algo culpable. Estaba jugando con los sentimientos del chico, y eso no entraba dentro de su misión, que era simplemente escapar de allí con información valiosa y huir. La primera parte estaba completa, había conseguido un pendrive con varios archivos a los que pudo acceder desde el ordenador de su habitación, ahora solo faltaba escapar sin ser atrapada.
No quiso seguir con la conversación, para librarse de ese sentimiento de culpa, así que simplemente se despidió y se fue a investigar la base, tal y como lo había planeado en un principio.
Por otro lado el sokoviano decidió que ya era hora de visitar a quien consideraba la copia, sabía que habías estado preguntando por él, al fin y al cabo te había dado su voto de confianza, así que decidió ir a verte por fin, tal vez podía descubrir algo que los otros vengadores no habían hecho.
Al entrar en la sala se encontró contigo tumbada en el suelo, no hacías nada más que mirar al techo, parecías estar teniendo una conversación interna potente.
—Hola —saludó, cerrando la puerta detrás de sí.
Al escuchar su voz rápidamente te sentaste, sabías que vendría y ahí estaba. El chico de ojos azules que no te dejaba dormir. Se acercó al cristal, apoyándose en una pared. No se sentó, prefirió simplemente mirarte desde arriba.
—¿Sigues confiando en mí? —preguntaste, algo dubitatiba.
—Le dijiste a Natasha que crees que me conocías —dijo, mirando al suelo como si fuera la cosa más interesante del mundo—. ¿A qué juego mental estás jugando?
—No es ningún juego, simplemente siento que te conocía. Desde que tengo memoria, simepre sueño con los mismos ojos azules, todos los días —empezaste a contar—. Cuando irrumpisteis en la base y me encontraste, me hiciste mirarte a los ojos. Y sé que son los mismos de mi sueño, no sé si te conozco o no, solo sé que te he visto en algún sitio.
El platinado se quedó pensando. No recordaba haber visto a una copia de Raya en ningún lado, la habría visto si así fuese.
—¿Qué sabes de la otra chica?
—Ya os lo he dicho, intercambié un par de palabras con ella, después quiso llamar a seguridad, sabía que me castigarían así que peleé contra ella, la dejé incosciente y los soldados llegaron. Me dijo que estaba en mi bando, pero ya había alertado a los guardias, así que solo intenté protegerme —el chico te miró, como si no ye creyera—. Es todo lo que sé de ella, se llamó a si misma lighty, pero no sé su nombre real.
—Supongamos que ella es esa lighty, ¿Tú quien eres entonces?
—Un arma de Hydra —respondiste, siendo sincera.
Esta vez Pietro se agachó, quedando a tu altura.
—No me creo eso de que Hydra te haya creado, has tenido que crecer en algún sitio, debes de tener padres, algo. ¿Me vas a decir que no sabes nada?
—Si es que tengo todo eso que dices, simplemente no lo recuerdo. Mis únicas memorias son de los últimos meses, a excepción de tus ojos.
El sokoviano se pasó las manos por el pelo, sin saber que hacer. No parecías una amenaza, y toda la historia tenía vacíos, cosas sin sentido, tanto tu historia como la de la otra chica que decía ser Raya.
—¿Donde está la otra chica? —preguntaste finalmente.
—No lo sé, hablé con ella hace un rato, estará dando vueltas por la base.
—Quiero hablar con ella, estoy segura que sabe más de mí que yo misma. Tal vez pueda aclararnos algunas dudas.
—De acuerdo —aceptó sin pensarlo mucho, porque siendo sincero tenías razón, lo mejor era que hablaseis y que pudieras despejar dudas—. Iré a buscarla.
El platinado salió de la habitación, en busca de la chica. No la encontró en su habitación, tampoco en la sala común, no estaba con ninguno de los vengadores. la situación empezó a levantarle sospechas. Siguió caminando por los pasillos hasta que escuchó un fuerte ruido en la sala de armas. Rápidamente entró en ella, encontrándose con la supuesta Raya, sujetando en su mano una de las varas eléctricas que usaba Natasha.
—¿Qué haces con eso? —preguntó acercándose.
—Oh, ¿Esto? —disimuló—. Nada, solo estaba mirando, he pensado que tal vez ver cosas que antes solía usar puede ayudarme a recordar.
—¿Funciona?
—Sí, tiene pinta de que estás varas hacen mucho daño —rió girándolas en sus manos.
—Eso no, quiero decir, ¿Te ha servido? —a este punto ya estaba frente a ella, a apenas unos centímetros—. ¿Me recuerdas?
—Déjame enseñártelo con acciones.
La chica besó a Pietro, quien rápidamente correspondió, pero no tardó mucho entre notar la diferencia entre ese beso y otros que os habíais dado meses atrás, era un beso vació, sin sentimiento alguno. Quiso separarse pero dejó de pensar cuando sintió como toda su energía se le iba de las manos, de pronto se sintió muy cansado, tanto como para separarse y tener que apoyarse en la pared para no caerse.
—Lo siento —susurró la chica retrocediendo unos pasos hacia la salida.
—¿Qué has hecho...? —preguntó el platinado en voz baja.
—No soy quien buscas.
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