30. Está en mi bando
—¿Estamos seguros de que es por aquí? —preguntó el platinado, algo dudoso.
—Tiene que serlo —afirmó Steve.
—Thor —habló Stark.
—¿Sí?
—¿Como sabemos que tu guía mágico no se equivoca?, ¿Y si ella no está aquí?
—Él nunca se equivoca, y esta vez no es la excepción. Me lo dijo hace apenas un par de días, si no está es porque se ha movido, pero no hay duda de que ella ha estado aquí —explicó.
—Esperemos que haya estado quietecita, porque le va mucho lo de ir por todos lados y meterse donde no debe —rió Natasha, intentando quitarle hierro a la situación, pero a pesar de querer, nadie pudo seguirle la broma.
Un tenso silencio inundó el quinjet, apenas faltaban unos minutos para aterrizar y buscarte, todos estaban extremadamente nerviosos, pues no sabían que pasaría si no te encontraban. Pietro y Steve estaban a lo suyo, ideando un plan por si había algún contra tiempo, Stark y Romanoff eran los pilotos, y Thor simplemente esperaba el momento para salir del Jet. En el otro Jet, Clint y Visión conducían, Wanda y Sam solo esperaban. Todos habían ido a esa misión, tenían plan a, b, c... hasta la z. Tenían claro que si te encontraban, iban a sacarte, cueste lo que cueste.
—De acuerdo vengadores, aterrizamos en diez...
Todos se levantaron, listos para pelear contra cualquier agente de Hydra que se les cruzase por el camino.
—Cinco...
Stark se levantó de su puesto para ponerse el traje justo a tiempo para salir.
—Cero —terminó la Rusa—. Dadle caña.
Todos salieron del vehículo, algunos por el aire y otros corriendo. Todos estaban en grupos de dos, para que nadie se perdiera solo. Rogers y el gemelo Maximoff, Barton y Romanoff, Visión y Wanda, Thor y Stark, aunque podría decirse que iban en solitario porque ambos eran demasiado egocéntricos como para ir con un refuerzo. Y por último Sam, quien se quedó con los quinjets para hacer guardia
Wanda y Visión encontraron la base primero, entrando antes que todos para empezar a despejarla. Era un dúo realmente poderoso, así que les fue fácil entrar. Aunque la misión principal era encontrarte, también querían sacar toda la información que tenían en la base, por lo tanto la pelirroja y el arquero entraron en busca de una sala con ordenadores.
—Bingo —dijo la espía—. Barton y yo estamos hackeando los ordenadores, abriremos todas las puertas y buscaremos información interesante.
—Bien, en el lado suroeste todo despejado —avisó el capitán.
—Segunda planta libre, ni rastro de Raya —suspiró Iron man.
Unas alarmas empezaron a sonar por toda la base, pero no duraron mucho hasta que ojo del halcón las apagó.
—De nada, chicos -—se alardeó.
Pasaron unos minutos hasta que Wanda habló.
-— encontrado una sala con chicas inconscientes, están todas en camillas, tienen una intravenosa metida, es de color verde, parece como si estuvieran experimentando con ellas — murmuró asustada.
—Sacadlas de aquí, llevadlas al quinjet de Wilson —ordenó Tony.
—Estamos en ello —avisó el androide.
Pasaban los minutos y ninguno te había encontrado, pero no paraban de salir cada vez más y más soldados de Hydra, dificultando la misión.
—Estamos tardando mucho, voy a seguir bajando pisos hasta encontrarla —avisó Thor.
—¿Vas solo? —preguntó Steve— ¿Y Stark?
—Nos hemos dividido, pero puedo solo, soy un dios —solo se escucharon bufidos por su ego.
Odinson continuó bajando, hasta dar con una chica. Estaba tumbada en una camilla, con un montón de tubos a su alrededor. Se acercó a verla, reconociendo ese rostro al instante.
Mientras tanto, Pietro se había separado también de Steve, buscando de sala en sala, abriendo puerta tras puerta, hasta dar con la que buscaba. Te vio sentada en una camilla, mirando a un punto aleatorio del suelo. Vestías un camisón blanco y tenías el pelo suelto, con varios mechones tapando tu cara. Se acercó a ti, usando una mano para colocar tu pelo detrás de tu oreja y otra para levantar tu cara, haciendo que lo miraras.
Reconociste esos ojos al instante. Siempre soñabas con ellos, era imposible no recordarlos. Analizaste el resto de su cara, pero eso ya no te resultaba conocido. No sabías quien era el hombre frente a ti, solo sabías que ya habías visto esa mirada antes.
—La he encontrado —soltaron Thor y Pietro a la vez.
Se escucharon varios gritos de alegría, o pequeñas palabras de emoción.
—Espera —habló el platinado—. No estoy con Thor.
—¿Qué?- preguntó Steve confundido— ¿Ambos la habéis encontrado pero no estáis juntos?
—Veo a Raya en una camilla, está dormida. Le estoy quitando los cables que la conectan a unas maquinas —explicó el dios nórdico.
—Yo la veo sentada en una camilla, está despierta pero aún no dice ni hace nada —explicó después el sokoviano.
—¿A cuál nos llevamos entonces? —preguntó Clint.
—A las dos, sabré quien es mi hija cuando la vea. Ya veremos después que hacemos con la otra.
Pietro apagó su micrófono para poder hablar contigo sin que lo escucharan, quería mantener una conversación sin que otras siete personas le "espiasen".
—Ray, soy yo, ¿Estás bien? —preguntó, subiendo su mano de tu mentón a tu mejilla.
—Sácame de aquí —fue lo único que dijiste. no sabías quien era, pero si él podía sacarte de ese horrible lugar entonces estabas dispuesta a seguirlo.
El platinado prefirió no preguntar más, no sabía por lo que habías pasado y tampoco creyó que fuera un buen momento para ponerse a hablar. Se dispuso a tomarte de la cintura para poder salir corriendo contigo en brazos, pero te apartaste rápidamente de su toque.
—Tranquila, solo voy a llevarte fuera, saldremos en cuestión de segundos, ¿De acuerdo?
Aceptaste y te dejaste llevar por él. Activó su micrófono para avisar que ya estaba saliendo, y tal y como dijo, no tardó más de treinta segundos en llegar al quinjet. Allí se encontró con otra tú, estaba tumbada en el suelo, envuelta por una manta, el platinado te dejó junto a ella, para veros a la vez.
—Son idénticas —dijo Thor mirándote a ti y a la chica.
Miraste a la chica, no te habías olvidado de ella. Tampoco sabías quien era, pero sabías que no era mala.
—Está en mi bando —soltaste, llamando la atención de ambos hombres—. Ella me lo dijo.
—¿Quién es? —preguntó Thor.
—No lo sé.
—De acuerdo... —suspiró el sokoviano—. Entonces, ¿Quién eres tú?
—No lo sé.
Ambos se miraron extrañados, pero no tuvieron tiempo de hacer más preguntas cuando Tony y Steve llegaron corriendo, quedándose con la misma cara de asombro que tenían los otros dos hombres hace apenas unos segundos.
—Ella —dijo el dios señalándote—. No sabe quien es la otra chica, y tampoco sabe quien es ella misma.
El millonario se agacho en frente de ti, sin olvidarse de la chica que estaba dormida.
—¿Me conoces? - preguntó.
—No —dijiste indiferente, aunque por dentro estabas realmente nerviosa, estabas rodeada por cuatro hombres que decían conocerte, y no sabías cuantos más quedaban por venir.
—Entonces la real es la que está dormida —dijo Tony, seguro de si mismo.
—No lo creas —dijo Natasha, entrando junto con Clint al Jet —he estado leyendo todos los archivos con su nombre, y le han estado borrando la memoria, igual que hicieron con Bucky.
—¿No crees que recordaría a su padre? —cuestionó Stark.
—Bucky tampoco me recordaba —señaló Rogers.
—Exacto, así que realmente podría ser cualquiera de las dos, hay que esperar a que la otra despierte.
Todos asintieron, algo tristes y molestos, pensaron que por fin iban a recuperarte, pero aún faltaba mucho camino por delante hasta poder hacerlo.
Se repartieron en ambos quinjet tal y como habían venido, así que te quedaste con Pietro, Steve, Tony, Natasha y Thor. Todos eran unos completos desconocidos para ti, excepto el platinado; Lo conocías de algo, estabas segura, pero aún no confiabas lo suficiente en ellos, ni si quiera sabías a donde te llevaban, solo te dejabas llevar porque sabías que cualquier sitio podría ser mejor que Hydra, y si estas personas decían conocerte tal vez podrías manipularlos para usarlos a tu favor.
El viaje transcurrió en silencio, excepto por varios murmullos entre los vengadores que no pasaban desapercibidos para ti, sabías que hablaban de ti y de la chica dormida a tu lado, de la cual aún no sabías su nombre, pero esperabas poder contar con su ayuda cuando despertase.
Tardasteis varias horas en llegar a vuestro destino, pero a pesar de que la chica pelirroja te hubiese aconsejado dormir, decidiste no hacerlo. No eras tan estúpida como para quedarte en tu forma más vulnerable delante de gente que podría atacarte en cualquier momento, además, tenías que proteger a la chica, por si acaso.
—Hemos llegado, el resto nos esperan en mi laboratorio para examinarlas —habló Stark.
No querías más laboratorios, ni más pruebas, ¿Pero que otra opción tenías? Te agachaste para coger a la chica, llevándola sobre tu espalda, y justo en ese momento Rogers se acercó para hablaarte.
—No tienes porqué llevarla, podemos encargarnos de eso —dijo con una sonrisa inocente, una que a pesar de ser sincera no te creíste.
—No, yo me encargo —murmuraste siguiendo a la pelirroja, que se dirigía hacia el laboratorio.
—¿No se supone que no la conoce? —le preguntó el rubio a Pietro.
Eso nos dijo - contesto Thor.
—¿Entonces por qué la protege?
—Tengo la misma poca información que tú, capi, pero por el momento solo podemos esperar — dijo el sokoviano antes de caminar detrás de ti.
Ver la base desde dentro te produjo una sensación que no recordabas haber sentido antes, una sensación hogareña y cálida, pero a la vez era un lugar totalmente nuevo y extraño para ti, nada parecía tener sentido. Recorristeis toda la base, hasta llegar a un laboratorio. Era muy diferente a los que tenían en Hydra; aquellos estaban cubiertos de polvo, poca iluminación y médicos que honestamente te asustaban, sin embargo este lugar era completamente distinto; todo estaba brillante y reluciente, un gran ventanal cubría el lado oeste de la habitación, y no había nadie más que la misma gente con la que habías venido, excepto que no estaban todos, no sabías cuantos faltaban pero estabas segura de que eran más de tres.
Al que llamaban capitán te guió hasta una camilla, donde dejaste tumbada a la chica, y a ti te sentaron en una a un par de metros de la primera. Te examinaron los ojos con una linterna, midieron tu pulso, buscaron heridas graves... Lo normal, aún no habías visto ninguna aguja, y eso te alivio, pero no podías evitar estar nerviosa, teniendo en cuenta que todas las miradas estaban puestas en ti.
—¿Puedes contarnos algo sobre ti? —preguntó el arquero, rompiendo el incómodo silencio que se había formado.
—Fui creada por Hydra —contaste, sin apartar tu mirada de las baldosas del suelo—. Me dieron mis poderes, pero no me dejan usarlos —moviste ligeramente el collar que rodeaba tu cuello —si los intento usar esto me electrocuta.
—¿Puedo verlo? —pidió Stark, a lo que tú asentiste—. Veamos... —tardó unos pocos segundos en volver a hablar—. No sé muy bien como va la composición de este artefacto, pero puedo quitártelo si te molesta.
—Tony —interrumpió Steve—. i se lo quitas puede atacarnos con su magia, si no lo ha hecho hasta ahora es por ese collar.
—Pues yo la he visto muy pacífica —respondió el millonario.
—No sabemos cual de las dos es Raya, tampoco sabemos si ella nos recuerda, es peligroso.
—Puedo detenerla —la sokoviana se metió en la conversación—. Yo le enseñé todo lo que sabe, puede que le hayan enseñado algo más en Hydra, pero no es posible que sea más fuerte que yo en unos pocos meses.
—¿Y si ella no es Raya? tal vez tenga poderes que no conozcamos —habló Clint.
—Tenemos a dos mejorados y a un dios, ¿Realmente creéis que nos podría derrotar? —cuestionó Stark.
—Bien, entonces quítaselo, pero serás responsable de lo que pase después.
Mientras ellos discutían tu solo te dedicaste a escuchar, te tomaban como peligrosa, eso era algo que podías usar a tu favor, al igual que el hecho de que dos de ellos confiasen en ti. Tal vez que te hubieran sacado de Rusia no había sido tan malo después de todo. El millonario te sentó en una silla después de coger varias herramientas, no tenías ni idea de que eran, y tampoco tenías mucho interés en saberlo. A los pocos minutos el collar se había partido por la mitad, cayéndose al suelo.
Al estar libre de ese aparato sentiste un gran subidón de energía, como si pudieras recorrer todo el mundo andando sin cansarte. Tus ojos brillaron de un tono violeta, asemejándose al morado, y juntaste tus manos para crear una pequeña bola de energía entre tus manos, a lo que la mitad de los vengadores que se encontraban en el laboratorio contigo levantaron sus armas, excepto el que te había quitado el collar, y los chicos de acento raro.
—Bajad las armas, la vais a asustar —pidió el platinado—. Solo está probando su magia.
—Cuando te quitan ese collar es como si todo el poder volviese a ti de golpe, sé lo que se siente, no va a atacar —aseguró la sokoviana.
Todos bajaron sus armas lentamente, aún sin fiarse mucho de ti.
—Gracias —dijiste mirando al castaño—. Me siento mucho mejor sin esa cosa —esbozaste una pequeña sonrisa, falsa, por supuesto.
No hay problema —contestó el hombre, devolviéndote la sonrisa.
—¿Podéis seguir con el interrogatorio mañana? No sé cuantas horas llevo sin dormir —pediste mientras te levantabas de la silla.
—Claro, te acompañaré a tu habitación —dijo el sokoviano, saliendo fuera de la habitación para que lo siguieras.
Nadie puso ninguna queja, así que caminaste hacia él, siguiéndolo por los grandes pasillos de la base, hasta parar en una pequeña habitación. No tenía muchas cosas, solo una cama, una mesita de noche, un armario y un baño. Suficiente para ti.
Te acercaste a la cama, tomando un pijama que se encontraba en la esquina de esta. Te giraste hacia el chico, para saber si estaba bien si lo tomabas, a lo que él asintió. Entraste al baño, cerrando la puerta detrás de ti para poder cambiarte.
—No tienes que preocuparte por la chica, no le haremos nada, solo asegurarnos de que está bien —explicó—. Te avisaremos cuando despierte, si es que no estás dormida.
Al no recibir respuesta de tu parte continuó hablando.
—Por cierto, me llamo Pietro, y tal vez no seas quien creo que eres, tú y ella sois idénticas, pero aunque no lo seas también estoy aquí para ayudarte, puedes contar conmigo si tienes algún problema, y no le diré a los demás nada que tú no quieras que sepan.
Saliste del cuarto del baño ya con el pijama puesto y la bata en la mano, una que guardaste en el armario. Te acercaste a la cama, levantando las sábanas para después meterte en ellas. El platinado se dispuso a salir de la habitación, pero se detuvo cuando escuchó tu voz.
—Pietro.
—¿Sí?
—Gracias por confiar en mí.
Él solo te sonrió, feliz de estar haciendo las cosas bien, y sin decir nada más salió de tu cuarto, cerrando la puerta delicadamente detrás de él.
Al salir de la habitación se encontró con Wanda, ella sabía que la necesitaba. Pietro solo la abrazó, sin decir nada más, solo escondiendo su cabeza entre el cabello de su hermana, y conteniendo sus lagrimas de rabia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro