29. ¿Quién soy?
Después de un par de lavados de cerebro más, te encontrabas en el gimnasio de la base de Hydra, tal y como Strucker dijo días antes, aunque tú no recordabas esa conversación en aquel momento. Tampoco recordabas que tan diferente era este gimnasio al de la base, si lo recordases definitivamente hubieses puesto una queja por la poca cantidad de maquinas, y la deplorable condición del ring de combate, pero eso ya no era importante para ti. Tu única preocupación era seguir las órdenes de quienes se hacían llamar Hydra, lo único que sabías era que ellos te habían creado, pero había algo que no te cuadraba, cada día antes de ir a dormirte veías los mismos ojos azules, eran lo único que mantenían tu interés en seguir adelante, no sabías de quien eran, pero te transmitían paz y te hacían sentir como en casa, querías descubrir a quien pertenecían.
Te ordenaron que entraras en el ring, uno viejo, de color azul marino que se encontraba situado en el medio del gimnasio. Obedeciste sin chistar, tal y como te habían enseñado. Segundos después un hombre de no más de treinta años de pelo color azabache de estatura alta y gran musculatura subió a la colchoneta junto a ti, poniéndose en posición de pelea. Sabías lo que iba a pasar, os darías puñetazos hasta que uno de vosotros caiga inconsciente, eso fue lo que os ordenaron hacer el día anterior, y perdiste, perdiste estrepitosamente. Te advirtieron que no iban a permitir a ninguna inútil en Hydra, que si volvías a perder, no te librarías de un castigo. No ibas a permitirte un castigo, sabías como eran, no lo querías, pero él tampoco.
La pelea comenzó cuando el tipo te lanzó un puñetazo rápido en el rostro que esquivaste agachándote, por tu parte aprovechaste tu altura para tirar de su pie y tirarlo al suelo, creíste tener ventaja pero no contabas con que tuviera tanta fuerza en las piernas, pues aún estando en el suelo fue capaz de lanzarte contra la pared del ring, dejándote aturdida unos segundos. El hombre, en vez de darte de golpes, se levantó y te agarró del brazo, tirándote al suelo con una llave de la que no podías salir, ganándote sin si quiera herirte.
Te soltó dejándote caer, salió del ring para dirigirse hacia su botella de agua, sin pararse a mirarte ni un segundo. No había peleado contra ti, solo se había encargado de ganarte lo antes posible sin que ninguno saliera muy dañado, solo que no era así, tú si ibas a salir dañada, perder significaba castigo. Y supiste que Strucker cumpliría su promesa cuando viste como le ordenaba a unos guardias que te llevaran. Te llevaron hasta una sala vacía, las paredes estaban cubiertas de baldosas amarillas, unas que probablemente antes eran blancas, el suelo era de metal, estaba frío, te quitaron la ropa y te pusieron apoyada sobre tus codos y rodillas, atando tus extremidades a unos aros de acero que habían en el suelo. Al contrario de lo que te imaginabas, los hombres salieron de la sala, dejándote totalmente sola durante unos minutos, sin entender de que iba el castigo, pero lo supiste cuando sentiste varios chorros de agua a presión impactar en tu espalda. Desde ahí, los gritos no cesaron durante horas.
Cada día te mandaban pelear contra distintas personas, con el paso del tiempo pudiste ganar a todas ellas, salías con más de un moratón y la nariz sangrando, pero eso era mejor que cualquier castigo. La única persona a la que aún no podías ganar era aquel hombre que te llevó a tu primer castigo, vuestras peleas nunca duraban más de un par de minutos, él intentaba hacerlas lo más cortas posibles, intentando no pegarte pero que tampoco le pegaras. Solo te atrapaba en una llave de forma que no podías salir, ya que no te dejaban usar tus poderes en las peleas, aún seguías con ese estúpido collar puesto. De todas formas no entendías porque hacía eso, era una buena táctica de su parte, pero no la parte de no intentar dañarte. No os conocíais, no tenía por qué hacer eso, estabas completamente sola en el mundo, sin nadie que realmente quisiera ayudarte, o al menos eso era lo que creías.
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—¿No la habíamos registrado antes? —cuestionó Steve.
—No, hemos desmantelado las de Moscú, Izhevesk, Saratov y Kotlas, no hemos encontrado nada más en Rusia, Rostov es uno de los lugares que no hemos registrado —explicó Natasha.
—¿Y a qué esperamos? —preguntó Pietro molesto.
—Es estratégicamente hablando estúpido colocar una base ahí, sería fácilmente encontrada si pasásemos por ahí, y en invierno sería horrible poder salir, se quedarían... Atrapados —dijo Natasha, uniendo puntos mientras hablaba—. Se quedarían atrapados.
—Falta poco para el invierno -—puntuó el rubio.
—Tal vez lo más obvio era lo conveniente, no pensaríamos que la hubieran podido poner ahí, y cuando caiga el invierno no podremos sacarla tan fácilmente.
—Suena a un plan muy enrevesado —habló Sam, quien llevaba un rato apoyado en el marco de la puerta.
—No puedes decirnos que no tiene sentido —la pelirroja se levantó hacia el ordenador mientras hablaba—. Aún no ha empezado a nevar, mientras que todo no se cubra de nieve podremos encontrar la base y sacar a Ray de allí.
—Eso suponiendo que realmente haya una, y que encima dé la casualidad de que ella esté en esa —todos miraron a Sam molestos—. ¿Qué? Solo digo la verdad.
—¿Acaso nos queda algo más? —Pietro se acercó a el moreno—. La posibilidad de que esté allí es pequeña, pero está allí, y si tengo que ir solo lo haré, pero estoy seguro de que a todos os importa lo suficiente iréis a buscarla.
—Iremos —dijeron Steve y Nat a la vez, seguidos por Sam.
—Bien, avisemos al resto del equipo.
Todos se levantaron para dirigirse a la sala común, cuando una luz los iluminó a todos, poco después de la luz escucharon los ruidos de un trueno, a la vez que un dios nórdico entraba por la ventana.
—Thor... —habló el súper soldado, casi más asustado que sorprendido.
—He escuchado que la pequeña está perdida —dijo girando el mjolnir sobre su mano —y que lleváis tiempo buscándola —continuó—. para vuestra fortuna, sé donde está —el dios sonrió de oreja a oreja.
—Nosotros creemos saberlo también, precisamente íbamos a planear el ataque —explicó la rusa.
—Hablé con Heimdal, está en rusia, creo que el sitio se llamaba Rovsto, o algo así.
—Rostov —lo corrigió el sokoviano—. Era a donde queríamos ir.
—Genial, y solo os ha costado casi cuatro meses descubrirlo —se burló.
—Disculpa que no tengamos tu magia de dios nórdico, para la próximo viajaré a otro planeta para descubrir donde está mi novia, mil disculpas —bufó el platinado sonando enfadado, pero por dentro estaba realmente feliz por saber donde te encontrabas realmente.
—Para ahí, ¿Novia? —preguntó Thor con la boca abierta, casi tanto como cuando Visión levantó su martillo por primera vez.
—Oh sí, esos dos empezaron a salir poco después de que te fueras —explicó Sam.
—¿Tan rápido? Apenas os conocéis —reclamó el rubio frunciendo el ceño—. Además, ¿Cuantos años le sacas?, ¿Diez?, ¿Te parece bien meterte con una niña?
—Primero que todo nos conocemos perfectamente, y segundo, solo nos llevamos tres años y medio, no estoy con ninguna niña.
El dios se acercó amenazantemente a Pietro, quedándose lo suficientemente cerca como para intimidarlo, aunque el chico nunca lo admitiría. El resto solo miraban la escena con curiosidad y hasta algo de diversión, sobre todo por parte de Sam.
—Si le rompes el corazón, juro que será lo último que hagas antes de que mi mjolnir atravese tu cabeza, ¿Entendido?
—No lo haré, puedes estar seguro.
—Bien —se alejó de el sokoviano—. Entonces, ¿Cuál es el plan?
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Caminabas por la base de Hydra en la que estabas, te habían dado más libertades por buen comportamiento y por mostrar lealtad hacia ellos, pero en realidad solo fingías tu propio personaje de niña buena para ayudar a tu propia causa. No te creías ese cuento de que ellos te habían creado, si así fuese, ¿Porque de vez en cuando te venían flashes de sitios que no era Hydra? Habías estado fuera de esas instalaciones, lo sabías, pero lo que no lograbas entender era porque te mentían, ¿No podían confiar en ti?, ¿Qué habías hecho? ¿Qué mierda era esa nota?
Saliste de tus pensamientos cuando escuchaste un ruido detrás de una de las puertas del pasillo en el que estabas, te quedaste quieta, tratando de escuchar de que se trataba ese sonido. Después de unos segundos de escucharlo llegaste a la conclusión de que se trataba de un saco de boxeo, ¿Pero de quien? Hasta donde tú sabías solo había un gimnasio, y no era ese. Aunque no te sorprendería que también te hubieran mentido en eso. Quisiste entrar, pero la puerta solicitaba un permiso especial, y para tu fortuna le habías robado una de las tarjetas que abrían las puertas como esas a un guardia pocos días antes.
Al entrar te encontraste con una mujer, tal y como lo habías supuesto estaba dándole puñetazos y patadas a un saco de boxeo, pero eso no era lo que te sorprendió. Lo realmente impactante era que esa mujer era una copia idéntica a ti, en todos los sentidos. Tenía los mismos rasgos faciales, el mismo color de pelo aunque en otro corte, e incluso tenía la misma expresión que tú, una indiferente y algo solitaria, pero su expresión cambió cuando te vio mirándola.
—Tú no deberías estar aquí —dijo la chica dejando el saco.
—¿Quién eres? —fue lo primero que preguntaste, realmente querías saber por qué demonios había una copia de ti enfrente tuyo.
—Otro soldado de Hydra, como tú.
—¿Por qué eres igual a mí?, ¿Eres un robot? —cuestionabas mientras te acercabas para verla más de cerca.
—No soy ningún robot, soy tan humana como tú —miró al suelo antes de corregirse —o tal vez medio humana, ¿Mutante? No lo sé, pero estoy segura de que no soy un robot.
—¿Como es que eres igual a mí? Yo fui creada por Hydra, tú también debes de serlo.
La chica no respondió. Se acercó a un banco para dejar ahí las vendas de las manos, después cogió un aparato que había en este y lo acerco a ella antes de hablar.
—Aquí ligthy al habla, ella está conmigo, cambio —dijo antes de que te lanzaras a ella para tirar el aparato.
—No pelees, va a ser peor —dijo levantando la cabeza.
No la dejaste hablar antes de tirarte sobre ella y rodear su cuello con tu mano, ejerciendo presión en él.
—Vas a decirme quien eres y quien soy yo en realidad, y con suerte te dejaré vivir —amenazaste.
—Ya, no lo creo.
Sentiste como ponía su mano en tu pecho, pensaste que también tenía poderes y que tendríais que pelear, pero nada pasó, y dejaste de entender que estaba pasando cuando viste la cara de confusión en el rostro de la chica.
—¿Por qué no...? —no terminó su pregunta cuando vio el collar en tu cuello—. Joder.
—¿El collar? Me quita mis poderes, ¿Qué ibas a hacer? —cuestionaste apretando cada vez más su cuello.
—Tratar de empujarte —mintió, haciéndote apretar con más fuerza—. Estamos... En el mismo... Bando...
-¿Entonces porque me has delatado? - te alarmaste al escuchar pasos viniendo hacia la sala en la que estabais - ¡¿Quién eres?!
—Soy tu... her... —dejó de hablar, poniendo los ojos en blanco.
Te habías pasado con la fuerza, la habías dejado inconsciente. La soltaste y te levantaste para ponerte en posición de defensa, mirando como la puerta se abría de una patada y más de 20 soldados te rodeaban apuntándote con todo tipo de armas. Te pusiste de rodillas con las manos en alto, sabiendo que habías perdido.
—Te creía más inteligente —dijo una voz masculina, y tú sabías que era Jack—. ¿Sabes lo que viene ahora, verdad? —pregunto con un tono de diversión—. Irás a la batidora de cerebro, por no ser una-
—Buena niña —lo intrerrumpiste, sabiendo que ya no tenías nada que perder—. Lo sé, pero déjame, aunque sea, hacerte una pregunta —el te analizó de arriba abajo, asintiendo lentamente—. ¿Quién soy?
Al hombre le sorprendió la pregunta, pues se esperaba que tu duda fuese sobre la chica inconsciente en el suelo, pero esta pregunta también le servía.
—Eres mi chica, la mujer que va a llevar a Hydra a lo más alto —sonrió, pero tú, no contenta con su respuesta, volviste a preguntar.
—¿Quién soy? Aparte de una soldado, aparte de un arma, aparte de Hydra... — dijiste, aguantando las lágrimas que amenazaban con salir.
—¿Por qué quieres saberlo? Lo olvidarás en cuanto te sientes en esa silla.
—Así al menos tendré algo en lo que pensar cuando la tortura comience.
—De acuerdo, te diré tu nombre, si es lo que quieres saber. Tu nombre, por más feo que sea, es Raya. Ray para los amigos.
Al oír ese nombre te vino un flash de recuerdos, eras tú con otra gente, peleando juntos, no de forma amistosa. Lágrimas empezaron a rodar por tu rostro, veías a una chica, pelirroja, ayudándote a usar una pistola, un hombre en un traje de metal gritándose con un chico rubio que vestía de rojo y azul. Y por último, un hombre vestido de traje azul marino, tomando tu mano y bestandote.
No dijiste nada más mientras te llevaban a la silla, tú solo llorabas en silencio. No sabías quienes eran todas esas personas, pero se sentían muy cercanas. Era una lástima, porque sabías que los olvidarías otra vez, y no te dejarían volver a recordarlos.
—Y oye, Ray —te habló Jack.
—No eres mi amigo para llamarme así —murmuraste entre dientes.
—De acuerdo, Raya. Esta vez aumentaremos la sesión, tu pequeño cerebro va a quedarse totalmente chamuscado. Nunca más vas a saber quien eres, yo me encargaré de eso.
—No hagas promesas que no puedes cumplir.
Vino fuerte el capítulo, pero tranquilidad, después de la tormenta vuelve a salir el sol. O no.
Y por último... ¿ALGUIEN MÁS NECESITA TERAPIA DESPUES DE VER DSTMOM? porque yo sí. Wanda teamo. chau
-Mai
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