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21. Por siempre y para siempre

Estabas hecha un manojo de nervios, no podías creer que después de semanas esperando este momento por fin iba a pasar. Pietro había accedido a contarte donde se escondían Steve Sam y Nat, y lo único que querías era verlos de una vez. Si bien era cierto que Rogers y tú no habías terminado en muy buenos términos eso no quitaba que le echabas mucho de menos. Habíais pasado muchas cosas juntos y siempre os habíais apoyado el uno al otro. Habías aprendido a verlo desde su punto de vista, y aunque era verdad que os había mentido, conocías sus razones y las entendías, estabas dispuesta a perdonarlo.

También estabas muy emocionada por ver al idiota de Sam. Extrañabas sus ya conocidas bromas y su sarcasmo mañanero. En poco tiempo os habíais hecho buenos amigos, y si bien no era tu amigo de mayor confianza sabías que podías contar con él para cualquier cosa. Prácticamente morías por ir y darle un abrazo, incluso una colleja tal vez, solo por diversión.

Por otro lado estaba Romanoff, con quien tampoco habías terminado muy bien que digamos. Entre la pelea en el aeropuerto, el encierro en la balsa y los acontecimientos en Moscú no habías tenido oportunidad de hablar con ella, y querías disculparte por haberte comportado como una niñata en Viena, a pesar de seguir pensando que tenías razones para ir a Bucarest sabías que no lo habías hecho bien con la pelirroja, y querías hacérselo saber.

Te esperaban muchas disculpas y abrazos. Lo primero te fastidiaba un poco, al fin y al cabo eras una Stark con el ego hasta las nubes, y pedir perdón no era algo que te encantase, pero sabías que lo habías hecho mal y merecían tu disculpa. Lo segundo sí que te hacía más emoción, ya no solo porque llevabas tiempo sin verlos, si no también por la reciente información que habías descubierto. Necesitabas apoyo emocional urgente, y para tu fortuna tenías a un Pietro preocupado a tu lado.

—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó el platinado por tercera vez ese día.

—Sí, es solo... Muchas cosas que asimilar. Ni si quiera puedo creer que tengo estos poderes, es extraño y confuso —dijiste mirando tus manos.

—Te entiendo perfectamente, cuando Wanda y yo obtuvimos los nuestros nos sentíamos igual, era nuevo, no sabíamos cómo controlarlos —se apoyó en el respaldo de su asiento para estar más cómodo—. Recuerdo que las primeras semanas me la pasaba estampándome contra las paredes de lo rápido que me movía.

No pudiste evitar empezar a reír, la imagen de Pietro dándose cabezazos en la pared era algo por lo que pagarías por ver.

—¡Oye! No te rías. Estaba en un cubículo de tres por tres metros cuadrados, y en la celda de delante estaba mi hermana jugando con cubos de madera.

—Lo siento, pero es que... —te estabas ahogando de la risa, casi sin poder hablar—. Dios quiero ver eso.

Le extendiste la mano, para poder ver el recuerdo con tus poderes, el te la dio entre risas y viste el destello blanco.

. . .

Estabas comiendo en el comedor, tu hermana estaba cogiendo su bandeja mientras que tu ya te habías sentado. No habías probado la comida pero sabías que sabía a puta mierda, lo único comestible en ese lugar era la fruta, no venía fresca pero era aceptable.

Mirabas a tu hermana mientras la esperabas, ella cogió su bandeja y se dispuso a ir hacia tu mesa, pero al girarse se choco con uno de los soldados que comía en el mismo turno que vosotros, y toda la comida acabó en su regazo.

Por dios, lo siento muchísimo —se empezó a disculpar la sokoviana—. No te he visto y...

El grandullón no le dejó terminar y la cogió por el cuello acorralándola contra la pared, no dudaste en levantarte y enfrentarlo para defender a Wanda, no ibas a dejar que un imbécil le hiciera daño.

¿Sin querer? , ¿Quieres saber lo que pasa por chocarte sin querer? levantó el puño con intención de golpear a la pelirroja.

Te acercaste y agarraste su brazo, girándolo en su espalda y haciendo que soltase el cuello, de Wanda, haciendo que por fin pueda respirar con normalidad.

No te recomiendo meterte conmigo, vete a buscarte tus propios problemas y déjame encargarme de esta mocosa demandó el soldado apretando los puños.

Esta "mocosa" es mi hermana, y si quieres ir a por ella vas a tener que pasar por mí te plantaste delante suya, con un semblante serio y autoritario.

De acuerdo, te haré pedazos y después me encargaré de ella dijo con una sonrisa de diversión.

Te lanzó un puñetazo que rápidamente esquivaste, tus habilidades mágicas no funcionaban por culpa de una tobillera que te habían puesto, que anulaba cualquier tipo de poder sobrenatural para que ningún voluntario se escapase, pero de todas formas tus reflejos eran buenos y rápidos.

Le diste una patada en el estómago, haciendo que se tambalease para atrás algo aturdido, y aprovechaste le momento para darle un puñetazo en la barbilla. Te agachaste donde estaba tu hermana y le dijiste que fuera a su "habitación", al principio se negó porque no quería abandonarte, pero lograste persuadirla.

Te giraste para ver a aquel hombre enfadado, listo para matarte, y te pusiste en posición de combate. Os lanzabais golpes y patadas mutuamente, sin descanso. Todos los que estaban comiendo en vuestro turno se dedicaron a observar la pelea con curiosidad y a animar a que os dierais con más fuerza. Aunque él era mucho más grande y fuerte que tú sabías perfectamente como escabullirte y evitar ataques, lo cual lo cansaba y te daba algo de ventaja. Pero para tu desgracia llegó un momento en el que consiguió agarrarte del cuello tal y como lo había hecho antes con Wanda. Te elevó en el aire para después tirarte al suelo.

¿Esto es lo que querías?, ¿Mi puño en tu cara? -habló con un tono de superioridad y de egocentrismo puro y duro.

Eres... te costaba hablar por la falta de aire—. Poco hombre su expresión cambió a una de iraTe tienes que meter con las débiles para sentirte superior.

Eso fue lo único que pudiste decir antes de que empezase a lanzar puñetazos a tu rostro, uno tras otro, sin descanso. Sentías tu nariz sangrando y no dudabas que tenías un diente roto. No paró hasta que unos guardias llegaron y te lo quitaron de encima, Strucker llegó segundos después.

Normalmente no me importa que os matéis entre vosotros, pero no puedo perder a uno de los únicos que han sobrevivido al cetro comenzó a hablar con su ya común soberbiaCreo haber dejado claro que los voluntarios a la exposición del cetro son intocables dijo mirando mal al hombre que te había destrozado la cara— Llevadlo a la sala de castigos, que no salga de ahí hasta mañana.

Unos guardias se lo llevaron mientras el gritaba y suplicaba por perdón. Te dio algo de pena, nunca habías estado en la sala de castigos pero teniendo en cuenta como era Hydra podías suponer que lo que le harían a ese hombre no sería bonito.

. . .

Miraste a Pietro sorprendida, no esperabas ver eso. Sabías que no controlabas tus poderes, pero esperabas que si pensabas el platinado chocando con las paredes sería ese el recuerdo que verías, claramente no había funcionado.

Lo miraste con los ojos cristalizados, no te parecía justo por lo que había pasado. Lo habías escuchado, sí, Hydra era horrible, pero no sabes hasta que punto hasta que lo vives. 

—¿Qué pasa? —te preguntó el chico con preocupación.

—Lo siento —te secaste la lágrima que amenazaba con salir —no vi lo que quería ver.

—¿Qué viste? 

—Un recuerdo de Hydra, con tu hermana y un matón —bajaste la mirada—. No quiero invadir tu privacidad de esa manera, pensé que podría ver lo que yo quería si lo pensaba.

El platinado te miró con comprensión, sabía que no lo habías hecho con intención de ver otros recuerdos. Se puso a pensar en eso, en como te enterabas de su vida por tus poderes y no por su propia boca, y se sintió mal. Se supone que confiabais el uno en el otro pero él no había compartido nada contigo hasta ahora, y no era justo para ti enterarte de las cosas por tus habilidades.

—Fue difícil, era Hydra al fin y al cabo —comenzó a hablar— Pero dentro de lo que cabe me fue bastante bien. No podían herirme gravemente, no se atrevían. Mi hermana y yo fuimos los únicos que sobrevivimos al cetro en Sokovia, y no podían tener el privilegio de perdernos.

Te molestaba como hablaba de ellos mismos como si no fueran personas. Se trataba como un objeto, un arma. Y por mucho que eso fuera lo que le habían enseñado a ser ya no estaba en Hydra, no tenía porque aparentar ser fuerte para que otro no le hiciera daño. Estaba a salvo.

—Pero de todas formas siempre había algún matón que no respetaba a nada ni a nadie —echó la cabeza para atrás, apoyándose en el respaldo—. Siempre iban a por Wanda, era más pequeña que el resto, no podía usar sus poderes por una tobillera que nos ponían para anular nuestras habilidades, así que su única forma de defensa era la fuerza bruta, y ellos le ganaban en eso. Supongo que siempre he tenido ese sentimiento protector hacia ella, pero en Hydra era otro nivel, no podía dejarla sola más de cinco minutos sin que algún enfermo se acercara a ella con otras intenciones.

Lo miraste con los ojos abiertos como platos, no podías pensar en lo que había pasado. No solo tenía que encargarse de sobrevivir él, si no que tenía una hermana a la que cuidar, todo el tiempo. Pietro se sentía responsable de su seguridad, si algo le pasara sería su culpa, o por lo menos eso pensaría él.

—Nunca le paso nada, no lo permití, pero aún así ha cambiado mucho desde entonces. El único chico con el que ha sido capaz de hablar y coquetear ha sido Visión, y ni si quiera es humano.

—Se quieren mucho, ella es feliz con él —recalcaste—. Ya no eres su único protector. Ya no tienes que aparentar ser fuerte todo el día, al igual que la protegemos a ella te protegemos a ti —le regalaste una sonrisa, querías hacerle saber que no estaban solos, ya no.

—Lo sé, pero es difícil quitar una faceta que has estado manteniendo toda tu vida —su mirada, que antes estaba perdida en algún lugar del techo, te señalaba—- Ahora te tengo a ti, y siento esa necesidad de protegerte igual que a Wanda. No puedo perderos.

—No lo harás, te lo prometo —quisiste darle la mano para mostrarle apoyo, pero no lo hiciste para no ver otro recuerdo— Estoy contigo, por siempre y para siempre.

Te sonrió, aguantando las ganas de llorar. Por primera vez en su vida después de la muerte de sus padres sentía que no estaba solo. Tenía alguien en quien apoyarse. Hasta ahora tenía a su hermana, y claro que la quería, la quería mas que a nada, pero no podía contarle sus problemas o preocupaciones, no quería ponerle más carga de la que llevaba. Lo que había hecho hasta ahora era reprimir sus sentimientos, guardas sus problemas en el fondo de un cajón y cerrarlo con llave. Ahora había abierto ese cajón, y no sabía como sentirse al respecto, pero lo que sí sabía era que acababa de quitarse un gran peso de encima, y eso te lo debía a ti. 

No pudo evitarlo y atrajo tu cuerpo al suyo para poder abrazarte, evitando hacer contacto con tu piel. Te quería entre sus brazos, diciéndole que todo iba a estar bien, que de ahora en adelante iban a estar juntos, afrontarían los problema juntos, lucharían juntos, y se defenderían le uno al otro juntos. No estaba solo, y eso le causaba una sensación de satisfacción indescriptible.

—Por siempre y para siempre —repitió.



Me ha encantado como se ha desarrollado la relación entre Pietro y la Rayis en este capítulo, porque hasta ahora sentía que no había química, que solo estaban juntos por el poder del guión, pero creo que con este capitulo por fin puedo decir que se aman de verdad.

-Mai

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