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12. Spider anti crimen

Estabas en el parking de un aeropuerto, después de que Steve sacase a Barnes del agua teníais que buscar un escondite, aunque lo cierto era que tú podías volver con Tony si querías, y lo máximo que tendrías sería un castigo sin móvil, pero no querías dejar a Rogers solo.

—Gracias por apoyarme en todo esto —dijo el rubio—. Bucky es muy importante para mí. Hace setenta años, incluso cuando no tenía nada, lo tenía a él.

—No hay problema, no iba a seguirte hasta Rumanía para después quedarme con Tony sin hacer nada sabiendo que estáis en busca y captura. Además, puede que consiga hacer algo para ayudaros, te recuerdo que llevo "Stark" en mi apellido —dijiste con una sonrisa.

—No me olvido, aún que no es por lo de Bucarest por lo que te doy las gracias, de hecho diría que estoy más bien enfadado por ponerte en peligro de esa manera —claramente no lo estaba, pero intentaba aparentarlo.

—Quería que mi primera misión como vengadora fuese algo grande, ya sabes, ayudar a un viejo a perseguir a otro viejo.

Ambos reísteis.

—Oye, no sé que haya pasado con Natasha, pero sabes que nunca hace nada con malas intenciones.

—Lo sé, pero es que estoy harta de que me trate como a una niña, ella no está en el poder de decir si soy vengadora o no.

—Nat quiere protegerte, al igual que yo y Tony, eres muy importante para todos nosotros y no queremos que nada malo te pasé.

—Créeme que lo sé Steve, pero creo que hay una linea entre proteger, y encerrar a alguien en una caja fuerte de máxima seguridad, hazme caso cuando te digo que no soy de cristal.

—No dudo que seas capaz de protegerte sola pero... —se quedó pensando unos segundos— Dios parezco Tony hablando.

—Eso es porque te comportas como si fueses mi padre.

—Te quiero como si lo fueses.

—¿Desde cuando eres tan cursi, Rogers? —le diste un abrazo que te correspondió, solo duró unos pocos segundos, pues Sam, que hasta ahora había estado haciendo de guardia de Bucky, volvió con vosotros.

—Ha despertado —dijo el moreno antes de volver a irse, pero esta vez con vosotros siguiéndolo.

Cuando entrasteis a la sala, Barnes aún estaba algo aturdido. Tenía el brazo sujetado por una prensa, no sabíais si despertaría como el soldado de invierno así que preferisteis prevenir.

—Steve... —dijo esté.

—¿Con que Bucky estoy hablando? —preguntó el rubio.

—Tu madre se llamaba Sarah, y tú te ponías periódicos en los zapatos —una sonrisa se formó en su rostro al decir esto último.

—Eso no se lee en un museo.

—¿Dos cosillas y ya nos llevamos guay? —cuestionó Sam, aún desconfiando del soldado.

—Sam... —lo miraste regañándolo con la mirada, como el hizo contigo en Bucarest.

—¿Qué he hecho? —preguntó Bucky esta vez.

—Bastante — contestó Steve.

—Mierda, sabía que esto pasaría, todo lo que HYDRA me metió en la cabeza sigue ahí. Le bastó con decir esas malditas palabras.

—¿Quien era? — preguntó Rogers.

—No lo sé...

—Ha habido muertos, la bomba, la trampa. El doctor hizo solo eso para estar 10 minutos contigo, necesito algo mejor que un "no lo sé".

—Quería saber cosas sobre Siberia, donde me encerraban, la ubicación precisa del lugar.

—¿Y porque quería saber eso? —preguntaste tú esta vez, recibiendo la intensa mirada de los ojos de James, te miró de arriba a abajo, no te conocía más allá de la persecución de Bucarest, pero si estabas con Steve, no tendría más remedio que confiar en ti.

—Porque no soy el único soldado de invierno —contestó al fin.

—¿Quienes eran? —quiso saber Rogers.

—El escuadrón de la muerte de élite, causó la mayor mortalidad en la historia de HYDRA, eso fue antes del suero.

—¿Todos se volvieron como tú? —preguntó Sam provocando.

—Peor.

—El doctor, ¿Podría controlarlos? —cuestionó Steve.

—Sí. 

—Dijo que quería ver como caía un imperio —recordó el rubio.

—Con esos tipos puede hacerlo; hablan 30 idiomas, pueden ocultarse a plena luz del día, infiltrarse, asesinar, desestabilizar, y en una noche antes de que nadie se de cuenta pueden destruir un país entero.

—Esto hace una semana habría sido más sencillo —aseguró Sam acercándose a vosotros.

—Si hablamos con Tony... —sugeriste. 

—No nos creerá —afirmó el moreno.

—Y aún que lo hiciera quien sabe si los acuerdos le dejarían actuar —habló Steve.

—Estamos solos —dijiste apoyándote contra una pared.

—Tal vez no —tanto tú como Rogers mirasteis a Sam —. Conozco a un tío.

—¿Un tío? —él asintió, sin dar más información—. De acuerdo, yo le puedo pedir a Clint que venga y que de paso traiga a Wanda y a Pietro

—¿Crees que aceptarán? —cuestionó Rogers

—Los gemelos probablemente, Clint no lo sé, pero no pierdo nada por intentar.

—La herencia.

Le diste un pisotón a Sam.


—Y me imagino que ustedes no tienen ni idea de donde están —dijo Everett.

—No pero el GSG 9 controla las fronteras y ha establecido vuelos de reconocimiento. Darán con ellos y actuaremos —aseguró Tony.

—No lo entiende Stark, ustedes no actuarán. No pueden ser objetivos. Enviaré a los de operaciones especiales.

—¿Qué ocurrirá cuando empiece el tiroteo?, ¿Matarán a Rogers? —cuestionó Natasha.

—Si nos provoca sí. Habríamos Eliminado a Barnes en Rumanía de no haber sido por Rogers. Han muerto personas que ahora podrían estar vivas. Puede comprobar mis afirmaciones.

—Con todo mi respeto, no conseguirá resolverlo con hombres y balas. Déjelo en nuestras manos —pidió el millonario.

—¿Y cómo sé que no acabará como la última vez?

—Porque esta vez no llevaré mocasines ni vestiré camisa de seda. 72 horas, se lo garantizo.

—36 horas. Barnes, Rogers, Wilson, y su propia hija —dijo yéndose.

—Gracias señor —Tony soltó el aire que había estado conteniendo—. ¿Esta presión en el brazo izquierdo es normal?

—¿Estás bien? —preguntó Nat poniendo una mano sobre el hombro del hombre.

—Siempre —hubo un silencio, hasta que Tony pensó en voz alta—. 36 horas, dios...

—Andamos bastante escasos de personal.

—¿Contar con Hulk sería estupendo verdad?, ¿Cómo lo ves? 

—¿De verdad crees que se pondría de nuestro lado? 

—No, probablemente no.

—Tengo una idea.

—Yo también, ¿Dónde está la tuya?

—Aquí abajo, ¿Y la tuya? —a Tony se le formó una sonrisa involuntaria en el rostro

QUEENS

El chico caminaba por el pasillo de su edificio, cogió las llaves para abrir la puerta como todos los días, y al entrar no se dio cuenta de que en el sofá de su casa se encontraba sentado alguien que cambiaría su vida.

—Hola May —saludó a su tía.

—hola —lo saludo de vuelta—. ¿Qué tal las clases?

—Normal. Menudo cochazo hay aparcado en la calle —el chico se calló cuando se giro y vio a el mismísimo  Tony Stark charlando tranquilamente con su tía.

—Hola señor Parker —lo saludó el millonario.

—¿Qué... Qué hace... Qué está haciendo? —no sabía que decir, no todos los días te encuentras al genio multimillonario mas famoso del mundo sentado en el sofá de tu casa— ¡Hola! Soy... Soy Peter.

—Tony —se presentó, aún sabiendo que ya le conocía.

—¿Qué hace aquí? —preguntó esta vez sin trabarse.

—Por fin nos vemos. Has recibido mis mails, ¿Verdad? —le guiñó con ambos ojos, de una forma bastante poco sutil.

—Sí, Sí... ¿En cuanto a...? —quiso saber el chico aún sin entender .

—Yo no sabía lo de la beca —le recriminó May.

—Lo de la beca —dijo Parker como si fuese algo obvio.

—La fundación septiembre —aclaró Tony.

—Ya —afirmó el adolescente.

—La solicitaste, ¿No? —cuestionó Stark, a lo que el chico asintió— La he aprobado. Así que ahora trabajamos juntos.

—Pero no me habías dicho nada, ¿Qué pasa?, ¿Ahora tienes secretos conmigo?

—Sé lo mucho que te gustan las sopresas, pensaba decírtelo cuando... bueno... —dudó—. Pero diga, ¿Qué beca me han dado?

—De eso tenemos que hablar —aclaró Tony.

—Vale, lo que usted diga. Vale —aceptó nervioso.

Y después de unos cuantos halagos hacia la tía de Peter y preguntas sobre la ayuda financiera ambos fueron a la habitación de el adolescente.

—¿Qué tenemos aquí? —el millonario se acercó a un pequeño ordenador situado en una esquina de la habitación—. Tecnología retro. ¿De segunda mano?, ¿Mercadillo?

—No, no. De la basura —admitió.

—¿Buscas en los contenedores eh?

—Sí me gusta... Bueno es igual. Mire, yo nunca he solicitado su beca y...

—Ah, ah —lo interrumpió—. Yo primero.

—Vale.

—Una pregunta rápida de categoría retórica —Stark saco el móvil y proyectó unas imágenes en las que se apreciaba a alguien salvando a otra persona con telarañas y vestido con un disfraz extraño—. ¿Eres tú verdad?

—No, ¿Por qué cree...

—Sí —lo volvió a interrumpir—. ¿Y qué es esto? —cambió el vídeo nuevamente y esta vez se podía ver a la misma persona parando un coche que estaba a punto de chocar contra un autobús—. Buena parada, mil cuatrocientos kilos a 60 kilómetros por hora, no es sencillo. Tienes grandes habilidades.

—¿Pero eso lo ha sacado de Youtube no? Ahí es donde lo ha encontrado. Y ya sabe que es falso, que está hecho por ordenador —el millonario hizo caso nulo a lo que el adolescente decía—. Igual que el vídeo ese de esos hombres de Phoenix

Stark asintió mientras tomaba un palo con el que después abrió un pequeño compartimento del techo del cual cayó el mismo disfraz que llevaba el sujeto del vídeo.

—¡No! —Peter salto a coger las prendas y a tirarlas en el armario—. Es... uf...

—Así que, eres spidercito, ¿Spider anti crimen?, ¿Spiderboy?

—Que va. Soy... soy Spiderman.

—No, con ese pijama no.

—No es un pijama —Tony se acercó a coger las prendas que Parker había tirado—. Parece mentira, hoy estaba teniendo un día muy bueno, ¿Sabe? No he perdido el tren, he encontrado este reproductor de DVD tan guay y he bordado el examen de álgebra.

—¿Lo sabe alguien más? ¿Quién más? —cuestionó ignorando lo que el chico acababa de contarle.

—Nadie —dijo negando con la cabeza.

—¿Ni si quiera tú muy atractiva tía?

—No, no, no, no. Sí Ella lo supiera lo fliparía, y cuando ella lo flipa yo lo flipo.

—¿Sabes que me parece muy guay? La telaraña -—lanzó un pequeño frasco a la cara de Parker, quién lo agarró sin si quiera mirar—. La resistencia a la tensión es algo fuera de ser, ¿Quién la ha fabricado?

—Yo —contestó devolviendo el frasco a su sitio.

—Trepas paredes... ¿Cómo lo haces?, ¿Con guantes adhesivos?

—Es una larga historia, estaba en...

—Vaya, ¿ves algo con esto? —parecía que interrumpirle se había vuelto una costumbre en los pocos minutos que llevaban hablando— ¡Estoy ciego! —bromeó poniéndose las gafas que él usaba en el vídeo.

—Sí, sí. Sí que veo, claro que sí —afirmó quitándole nuevamente las prendas y volviendo a dejarlas en el armario—. Y con toda claridad. Lo que ocurre es que cuando pasó lo que pasó es como si mis sentidos  se hubieran disparado, capto densidades información así que me ayudan a concentrarme.

—Necesitas una actualización urgente —señaló—. Sistemática, de arriba abajo. Una restauración, por eso he venido —Peter se sentó quedándose enfrente suyo—. ¿Por qué lo haces? Quiero saberlo. ¿Cómo actúas? ¿Qué hace que te levantes cada mañana?

—Verá... Porque llevo toda mi vida siendo yo, y con esos poderes llevo seis meses —el millonario asintió—. Leo libros, monto ordenadores... Y sí, me encantaría jugar fútbol, pero si antes no podía ahora no debería.

—Porque eres distinto —concluyó.

—Exacto. Pero como no puedo decirlo, no lo soy. Cuando puedes hacer lo que yo puedo hacer, pero no lo haces, y luego pasan cosas malas, la culpa es tuya.

—Así que quieres cuidar del indefenso. Ayudar, colaborar, hacer del mundo un lugar mejor y todo eso.

—Sí, quiero cuidar del... Indefenso. Sí, eso es.

Tony se iba a sentar al lado de Parker, pero este tenía la pierna ocupando ese sitio.

—Aparta la pierna voy a sentarme —se sentó después de que el chico obedecería, y colocó una mano en su hombro—. ¿Tienes pasaporte?

—No, ni si quiera tengo carné.

—¿Conoces Alemania? —siguió preguntando.

—No.

—Te va a encantar —aseguró.

—No puedo ir a Alemania.

—¿Por qué?

—Porque... Tengo deberes.

—Haré como si no lo hubiera oído —se levantó hacia la puerta.

—No, lo digo en serio, no puedo saltarme las clases.

—Quizá sea peligroso, le diré a tu tía buena que te lleve de viaje de...

Esta vez el interrumpido fue Stark, pues al poner la mano en el pomo de la puerta inmediatamente Peter lanzó una telaraña hacia esta, dejándolo atrapado.

—No se lo diga a tía May —pidió.

—Está bien, Spiderman.

Hubo unos segundos de silencio hasta que Tony volvió a hablar.

—Venga, abre —dijo señalando a su mano pegada al pomo.

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