Reacciones diferentes
Capítulo once
Ethan
Alix entró corriendo a mi casa la tarde-noche del sábado con su gato Momo en sus brazos. Cuando se acercó a mí sostuvo al felino con una de sus manos y con la otra rodeó mi cuello para besarme. Pude haberla besado todo la noche y hasta el día siguiente pero su feo gato me gruñó cuando lo aplasté entre mi cuerpo y el de mi novia, sentí como me encajó una de sus garras en mi pecho y tuve que separarme de ella antes de que su mascota me matara.
—Está un poco celoso —dijo Alix restándole importancia.
—¿Por qué lo trajiste? —pregunté intentando no sonar como si odiara al gato. No lo odiaba pero tampoco lo soportaba.
—Desde que empezamos a salir lo he dejado solo durante mucho tiempo y se estaba deprimiendo —empezó a acariciarle la cabeza a Momo y este empezó a ronronear inmediatamente—, así que quiero pasar más tiempo con él.
—Sandía no se pone de caprichoso —dije orgulloso de mi perro. Los perros eran mejores mascotas.
Alix pareció ignorar lo que le dije ya que se sentó en el suelo en medio de la sala, dejó al gato para que explorara la casa y arañara los muebles como solía hacerlo cada vez que lo llevaba.
—¿Y Cam? —preguntó poniéndose de pie.
—Está abajo componiendo una nueva canción y gracias a los cielos no es de desamor —contesté lleno de alivio.
Mi hermanita se había pasado casi dos semanas completas componiendo diariamente una canción de desamor desde que Cesar le dijo que no la quería más que como una hermana, en pocas palabras, desde que la había rechazado. Por suerte hacía un par de semanas atrás había vuelto a tocar su música de siempre.
—Se le está pasando demasiado rápido —susurró Alix a mi lado dirigiendo su vista hacia el pasillo que conducía al sótano—. Espero que no vuelva a recaer.
—Yo también lo espero…
—Vamos al ático —me interrumpió tomándome de la mano y empezando a caminar hacia las escaleras. Gruñí porque no me gustaba subir a ese lugar, primeramente porque a nadie de la familia le gustaba subir a ese sauna —aunque hiciera frio ahí hacía un calor del demonio— polvoriento y segundo porque ahí era donde tenía guardadas todas las cajas que América me había enviado por mis cumpleaños y algunas otras celebraciones. Nunca había tenido el valor para tirarlas porque si mamá se daba cuenta estaba seguro de que se iba a molestar conmigo o la haría sentir mal y eso era lo último que quería hacerle a ella.
Cuando llegamos al tercer piso estiré la mano hacia el rectángulo de madera en donde estaba la escalera desplegable y tiré de ella hacia abajo. Alix subió primero y luego yo, tuvimos que cubrirnos la nariz con nuestras ropas para no respirar el polvo acumulado de los últimos meses que nadie había subido a limpiar ahí. Teníamos acomodadas cajas perfectamente ordenadas, estaba la sección de mamá, la de papá, de mi hermana y luego mía que era la más llena de cajas, una manta que antes había sido azul cubría las cajas rojas que me había enviado América.
—¿Por qué quieres estar aquí? —le pregunté. Desviando la mirada de la manta.
Ella empezó a caminar hacia la pila de cajas en donde estaban guardadas algunas de mis pertenencias que a pesar de que no eran muy útiles para mí a esa edad me negaba a tirar.
Mi novia tosió cuando movió las primeras cajas y una nube de polvo se levantó, la ayudé a sostener un par de cajas y ella empezó a hurgar en donde se encontraban algunas fotos mías que había guardado ahí porque mamá, cuando ella tenía mi edad, era muy fan de vestirme con algunos trajecitos que me daban vergüenza, ahí tenía uno donde me había vestido como pingüino y fue esa justo la que Alix agarró y guardó en el bolsillo de su pantalón. Yo aún tenía las cajas en mis brazos cuando ella se giró para verme con una sonrisa en su rostro.
—¿Querías una foto vergonzosa de mí? —le pregunté dejando las cajas en el suelo.
—No es vergonzosa —dijo fulminándome con la mirada—. ¿Acaso no recuerdas que nuestros padres reciclaron ese traje para una hermosa bebé rubia? Ayer mientras veía mis fotos encontré la foto donde estoy vestida con la misma ropa que tú así que le dije a Cam que buscara tu foto pero me dijo que la habías guardado aquí.
—Soplona —murmuré.
—Es especial para mí —dijo haciendo un puchero—, debería serlo también para ti.
Me sacudí las manos y caminé el par de pasos que nos distanciaban. Coloqué mis manos en su cintura y fijé mi mirada en la suya.
—Si te gusta entonces a mí también —le sonreí.
Había momentos en que no hablábamos, no nos besábamos, no hacíamos nada excepto vernos a los ojos por un largo tiempo. Durante el mes que llevábamos de novios habíamos tenido muchos de esos momentos y ya sentía como nuestras familias se estaban enfadando de eso pero ellos también fueron jóvenes enamorados, deberían entendernos.
—¿Vas a besarme o no? —me preguntó levantando una ceja con expresión divertida.
La besé al instante. Me encantaba sentir sus labios tan suaves contra los míos. Me gustaba la forma en que se paraba de puntillas para alcanzarme y cuando sus manos rodeaban mi cuello. Me volvían loco los suspiros que dejaba escapar entre beso y beso. Y cuando sonreía era el fin y el inicio de mi vida.
No me di cuenta que mientras nos besábamos habíamos empezado a avanzar hacia la pila de cajas que estaban cubiertas con aquella manta cubierta de polvo, hasta que la espalda de Alix chocó con ellas y provocó una avalancha de cajas, el polvo que nos obligó a separarnos. Ella utilizó mi mano para cubrirse la nariz.
—¿Qué es todo eso? —preguntó con mi mano aun cubriéndolo la nariz y boca.
Suspiré y la abracé por la espalda.
—Son “regalos” que me ha mandado América —le contesté y la sentí tensarse en mis brazos—. Ya que no los he tirado y mi habitación no tiene espacio para eso decidí subirlos aquí arriba.
—Si no los quieres ¿por qué simplemente no los tiras? —habló seriamente y se escapó de mis brazos.
Observé su espalda porque eso era lo único que ella me permitía ver en ese momento, vi que sus hombros se habían tensado y tenía la cabeza ligeramente inclinada. Se inclinó para tomar una caja al azar y la abrió. Sentí un escalofrío porque yo nunca había abierto ninguna de las cajas. Me mantuve en el mismo lugar y no hice ningún movimiento.
Alix sacó unos binoculares antiguos que había pedido un par de años atrás. ¿Cómo sabía América que yo había querido eso?
Mi novia se apresuró a alcanzar otra caja y de nuevo la abrió hasta sacar un par de discos de uno de los pocos grupos de música que me gustaban, era una edición especial y estaba autografiada. Sentí un nudo en la garganta y quería pedirle a Alix que dejara de abrir las cajas pero ella siguió abriendo varias para sacar más regalos que en algún momento yo había querido con muchas ganas.
Había aproximadamente quince cajas de parte de América pero Alix solo abrió unas 7 cajas antes de que las lágrimas empezaran a caer de sus ojos. La vi limpiarse sus mejillas a una velocidad increíble pero no le sirvió de nada porque nuevas lágrimas habían aparecido.
—¿Nunca las abriste? —preguntó sorbiendo por la nariz.
—No —dije con la voz temblando.
—¿Por qué? —volteó a verme con los ojos brillosos. Había un dolor en ellos que no podía comprender—. Ella te quiere, Ethan —más lágrimas—. ¿Por qué la ignoras de esta forma?
—América es una persona mala…
—Es humana —dijo con un hilo de voz—. Ya no tienes 5 años, Ethan. Deberías comprenderlo.
—Oh, vamos Alix ¿Ahora sientes pena por ella?
Un nuevo nivel de dolor atravesó por sus ojos.
—No.
Se puso de pie y nuevamente se limpió las lágrimas.
—Alix —acaricié su rostro.
—Necesitamos hablar —dijo tomando mi mano.
La seguí fuera del ático, bajamos las escaleras en silencio y cuando llegamos a la sala seguimos caminando hasta salir a la calle, mis padres nos observaron extrañados mientras pasábamos frente a ellos sin hablarles pero no nos dijeron nada.
Caminamos hasta llegar a un pequeño y viejo parque que estaba al final de la cuadra en donde vivíamos. Mi novia se sentó en una banca que en algún momento había sido verde pero con el paso del tiempo apenas si tenía pintura. Ella suspiró, en su rostro ya no había lágrimas pero en sus ojos seguía habiendo dolor.
Me senté a su lado y la abracé, besé su frente y dejé que ella acomodara su cabeza en mi hombro.
—¿Por qué no quieres a América? —preguntó en un susurro.
—A parte de que me abandonó cuando era bebé y después me reclamó solo por dinero haciendo sufrir a todos a mí alrededor… Cuando iba a la escuela mamá me llevaba una vez al mes a ver a América. Era un secreto para papá y yo nunca se lo había dicho a él pero una vez lo dije sin querer, tenía como ocho años y entonces… fue la primera vez que los vi discutir, ambos entraron en una gran discusión y todo había sido culpa de América.
»Poco después mamá volvió a llevarme a verla pero esa vez le pedí, frente a ella, que no me volviera a llevar, no quería verla de nuevo, para mí sólo significaba malas noticias. Detesté la expresión que puso América al escucharme decir aquellas palabras. Parecía dolida, como si en verdad yo le importara… como si me quisiera. No pude soportar esa forma tan descarada de mentir que tenía. No he querido saber nada de ella desde entonces. Sin embargo sigue apareciendo un presente de ella en cada año en mi cumpleaños y en navidad. Me molesta.
—Las personas cambian —murmuró contra mi hombro—. Ella te quiere. Sonríe cada vez que escucha tu nombre y si estás enfermo se preocupa también. Cuando supo que te habías graduado de la preparatoria ella estaba feliz, lo mismo fue cuando se enteró que tú y yo empezamos una relación…
Tomé a Alix por los hombros y levanté su rostro hasta que nuestros ojos hicieron contacto.
—¿Por qué América sabe que tú y yo somos novios? —le pregunté y me di cuenta que estaba frunciendo el ceño.
—Yo se lo dije —contestó con una sonrisa que no demostraba ni una pizca de humor—. Desde hace un par de años he estado hablando con ella. Voy a su casa y hablamos durante horas. Es una gran persona.
—¿Por qué? —pregunté alejando mis manos de ella.
—Se más específico —dijo y apretó sus labios en una fina línea.
—¿Cómo diste con ella? ¿Por qué has estado viéndola? ¿Por qué nunca me lo habías dicho? ¿Necesitas más especificaciones? —le dije entre dientes y ella cerró sus ojos.
—La conocí poco antes de que yo cumpliera trece años, en el centro comercial. Cuando la vi inmediatamente noté su tristeza y la necesidad de tener a alguien que la quisiera, yo… pocos días después la volví a ver y me ofrecí a ayudarle con las compras, fui hasta su casa y después seguí yendo para hacerle compañía, me hacía mucha ilusión ver cómo ella me esperaba. Desde ese entonces he ido a visitarla como una amiga. Nunca te lo había dicho porque siempre que quería hablar de ello tú evadías el tema como de rayo. Durante este último mes había querido decírtelo pero supongo que tenía mucho miedo de… —guardó silencio y desvió la mirada de la mía durante unos segundos—, perderte. ¿Necesitas más especificaciones?
No podía creerlo.
Inclinó su cabeza y negó lentamente.
—Es tú mamá —dijo en un susurro.
—No es nada mío —dije poniéndome de pie.
Me observó durante un momento y su expresión empezó a volverse seria. Se puso de pie haciéndome frente.
—Estás molesto…
—No me digas —dije entre dientes.
—No me interrumpas —levantó la voz—. Me refiero a que estás molesto porque la verdad es inevitable. Te molesta que te recordemos que América es tú madre porque sabes que es cierto y no puedes hacer nada al respecto más que negarlo sin siquiera tú mismo creerlo. Eres… —parecía exasperada—, eres igual a tú padre.
—Será que soy hijo de mi papá —dije sarcástico—. Y no importa lo que me digan, para mí ella nunca será mi madre, nunca la voy a querer ni ver como a una. Mi única mamá es Gia. Solo a ella la he necesitado, necesito y necesitaré.
Alix suspiró.
—Ethan —apretó los labios y se acercó para acariciar mi rostro con una de sus manos—. Ya te entiendo.
—Que bien. Entonces será mejor que hablemos de otr… —ella negó con la cabeza.
—Nadie te está diciendo que debes querer a América como tú madre y mucho menos que la remplaces por Gia. Sólo tienes que aceptarla, aceptar la realidad, de esa forma no estarás enojado con ella, ni contigo y no sentirás que le haces daño a Gia.
Por alguna razón esas palabras parecieron detener mis pensamientos. Aceptar las cosas y después dejarlas ir parecían ser una opción bastante buena, no todo en mi vida debía atraparlo y tenerlo conmigo, también estaba bien soltar algunas cosas que a nadie le hacían bien. Sin embargo aún tenía un pero vagando en mi mente.
Me acerqué a Alix y la abracé para apoyar mi frente en la suya.
—Mis padres, mi hermana, mis tíos, abuelos, primos y tú me quieren —le dije sin apartar mi frente de la de ella, tenía mis ojos cerrados y sabía que ella también—. Pero siempre me pregunté por qué América me había considerado un error en su vida.
La sentí negar.
—Ella sólo tuvo miedo.
—Mis padres también tuvieron miedo pero aun así decidieron hacerse cargo de mí.
—Cada quién reacciona diferente al miedo. Y hacer comparaciones sólo hace las cosas más difíciles. Pero igual haré unas —dijo—. Cuando me enteré de que mamá estaba embarazada tenía tanto miedo de perderla y me vine abajo, Ethan, estuviste a mi lado y viste que no podía pensar con claridad, el miedo me hizo ser débil. Pero cuando nos perdimos en la montaña ambos teníamos miedo y aun así nos portamos valientes porque sabíamos que de alguna forma u otra, tarde o temprano íbamos a superarlo y salir de ahí. Teníamos miedo pero fueron reacciones diferentes. América tenía miedo de tener un bebé y no poder hacerse cargo de él, su reacción fue huir. Gia y León tuvieron a un bebé de un día para otro y su reacción fue hacerse cargo de él. Reacciones diferentes.
—¿Por qué sabes tanto? —le susurré.
—No eres un error para nadie. Ethan. El mundo estaba esperando que vinieras para hacer la diferencia en un par de adolescentes que cambiarían una pequeña parte de su mundo. Sin ti yo no estaría aquí, así de simple.
—Tienes razón —sonreí y la abracé más fuerte. Ella colocó sus manos sobre mis mejillas —. Gracias a muchos errores hay miles de cosas buenas en este mundo.
—Y yo amo este error —dijo para besarme después.
Le devolví el beso acercándola lo más posible a mí.
—¿Ya no estás molesto conmigo? —me preguntó reposando sus labios sobre los míos con una sonrisa haciéndose paso.
La besé de nuevo.
—¿Eso te responde? —le pregunté sonriendo.
Tenía una vida increíble, llena de amor que América no tuvo cuando tenía mi edad, no podía culparla por sus acciones y de cualquier forma las cosas ya habían pasado, lo que hizo debía dejarlo atrás, mis padres lo habían hecho, era tiempo que yo hiciera lo mismo. Después de todo sus acciones fueron las responsables de darme la vida que tenía. Debía estarle agradeciendo.
Cuando entré a casa mamá estaba esperándome en la sala, pasaban de las diez de la noche y al verme me lanzó una de sus miradas que me preguntaban mil y un cosas.
—Estaba hablando con Alix —le dije señalando a la puerta como si eso me justificara de llegar a esas horas, técnicamente no era muy tarde pero en casa teníamos una regla que entre semana no podíamos salir después de las ocho por cuestión de seguridad, aunque en donde vivíamos no era inseguro.
—¿A sí? —se cruzó de brazos mientras recargaba su espalda en el sillón.
Mamá era una mujer hermosa, Cam y ella eran prácticamente iguales, en las fotografías mamá lucía de la misma forma que mi hermanita lo hacía a su edad. Ambas tenían el mismo cabello negro y la piel morena, facciones finas, tal vez no como princesas pero si con un encanto particular que las hacía especiales.
Por un momento creí estar viendo a la Gia de 17 años que me sostenía en sus brazos con una sonrisa llena de amor. Aquella adolescente que sin importarle las consecuencias tomó el rol de la mamá que yo necesitaba.
—Te ves hermosa hoy, mamá —le dije acercándome a ella.
Me sonrió.
—Ni creas que por decirme eso te vas a salvar de darme una explicación, jovencito.
Me senté a su lado y la abracé.
—Te amo, mamá —dije y ella rió.
—También yo, Ethan. Te amo, hijo. ¿Por qué tan amoroso?
Me senté quedando frente a ella y suspiré.
—Hablé con Alix —empecé—. Me contó que ella es amiga de América y un montón de cosas que han empezado a distorsionar la imagen que tengo de ella. No sé qué debo de pensar ahora. Sólo sé que no quiero hacerte daño.
—¿Por qué razón me harías daño? —preguntó.
—Alix me dijo que ella es mi… madre, que debía aceptarlo.
—Sí —dijo—. América es tu madre, creo que siempre te lo he recordado.
—Tú eres mi mamá —sentí un nudo en la garganta—. Eres la única.
Ella sonrió y pude ver como sus ojos se llenaron de lágrimas por un segundo pero al siguiente ya habían desaparecido, sabía que estaba intentando ser fuerte por mí.
—Siempre voy a ser tú mamá, Ethan. Pero América también siempre va a ser tu mamá biológica. Hay cosas que no podemos evitar y esta es una de ellas.
Acarició mi cabello, recordé cuando era un niño pequeño y caminaba de la mano con ella y mi papá. Ellos me dijeron que el amor era más fuerte que los lazos de sangre. Nuestra familia era la prueba de ello.
Alix y mamá tenían razón. América era mi madre también, era algo que jamás se podría borrar, no tenía que quererla como una, solo debía aceptarlo de esa forma podría estar tranquilo, consciente de que no lastimaría a mamá nunca porque ella sabía que yo la amaba.
—Sí —dije después de reflexionar—. No puedo evitar la realidad. Ella es… mi madre.
—Y yo le agradezco infinitamente que te haya tenido. Gracias a ti nuestra familia existe —habló con la voz entrecortada—. León, Cam y tú son mi vida. Pero sin ella no sé qué hubiera sido de nosotros —soltó una risa—. Seguramente habría denunciado a tu papá por ser un vecino tan molesto y nunca hubiéramos tenido una oportunidad juntos. Solo imagínate, probablemente nunca hubieras conocido a Alix…
—Ni lo menciones —dije inmediatamente—. Ni siquiera quiero imaginarlo.
—¿Lo ves?
Asentí.
—Nunca pensé que el error de alguien podría ser lo mejor para muchas personas —dije.
Al decir esas palabras no pude evitar recordar lo que Alix me había dicho “Yo amo este error”. Ni siquiera le había contestado que también la amaba.
—Sólo debes saber que ni tú papá ni yo nos hemos arrepentido de nuestras decisiones, ni una sola vez.
—Gracias mamá —la abracé nuevamente.
—Bien —sacudió su cabeza—. Es hora de ir a descansar.
—Sí —ambos nos pusimos de pie—. Creo que comeré algo ligero antes de ir a dormir.
—Está bien, hijo. Buenas noches.
—Buenas noches.
Ella subió las escaleras y yo caminé hacia la cocina sintiendo un alivio que nunca había experimentado.
* * *
Cuando entré a la habitación de Alix ella ya estaba despierta viendo la televisión, era una comedia romántica francesa que seguramente mi hermanita le había recomendado porque a juzgar por la expresión de mi novia no la estaba disfrutando mucho.
—Buenos días —le saludé acercándome a ella, no sin antes ganarme un gruñido de Momo—. También es mía, acéptalo —¿estaba hablando con un gato?
Ella me sonrió mientras me hacía un lugar a un lado de su cama. Me senté a su lado y besé su cabeza.
—Buenos días —me dijo acomodando su cabeza en mi hombro.
Nos quedamos un momento en silencio y cuando le puse atención a la pantalla me di cuenta que la película no tenía subtítulos sin embargo mi novia se acababa de reír por una escena que habían pasado los protagonistas.
—¿Desde cuándo entiendes francés? —le pregunté.
—No entiendo del todo pero hace un par de meses empecé a estudiar un curso en línea —se encogió de hombros o al menos lo intentó ya que nuestras posiciones no le facilitaban la acción—. Uno nunca sabe cuándo necesitará de idiomas. Sobre todo con la carrera que ambos tendremos en un futuro.
—Eso es cierto…
—Mañana iré a ver a América —soltó apresurándose a verme—. ¿Quieres ir conmigo?
Guardé silencio y de nuevo me centré mi vista en la pantalla. Podía hacerlo, estaba seguro que la charla que había tenido con mamá el día anterior me ayudaría a hacerle frente a América, quien sabe, si le daba una oportunidad tal vez podría ser su amigo… me resultaba imposible que lo estuviera considerando. Durante años crecí con la imagen de que ella era una bruja que le había hecho la vida imposible a mis papás por solo una mísera cantidad de dinero. Pero era cierto, las personas podían cambiar y confiaba demasiado en Alix.
Cuando regresé mi vista hacia mi novia parecía muy ansiosa de saber mi respuesta, en sus ojos podía ver como esperaba que le diera una respuesta positiva pero también podía ver que aceptaría no sin renegar.
—Iré —contesté e inmediatamente su rostro brilló de alegría.
Se sentó en la cama frente a mí tan rápido que apenas mi brazo estaba cayendo cuando ella ya estaba sentada en mi regazo.
—¿En serio? ¿En serio?
Tragué.
—En serio —dije sintiéndome repentinamente nervioso.
—¡Ethan! —gritó y me abrazó tan fuerte que me hizo pegarme con la cabecera de la cama en mi espalda—. La harás muy feliz.
La abracé de vuelta.
—Vas a ver que todo va a salir muy bien —me dijo sosteniéndome de los hombros.
—Eso espero.
Sonrió y luego me besó.
—Por cierto —dije después de terminar de besarnos—. ¿Quieres salir a algún lugar antes de que vayamos a trabajar?
—No puedo, mamá tiene que ir a su revisión y sabes que me gusta estar ahí…
—Tranquila, no necesitas decir más —acaricié su rostro—. Nos veremos en el trabajo entonces.
—Sí, pero aún tenemos parte de la mañana para estar juntos —habló sobre mis labios—. ¿Quieres aprovecharlo?
¿Qué tipo de pregunta era esa? ¿Acaso no se había dado cuenta que 15 años con ella no me bastaban?
* * *
Salí de la ducha apresurado abotonándome el pantalón ya que mi celular había empezado a timbrar con el tono especial que tenía para Alix. Seguro ella ya estaba en el trabajo, vi rápidamente en reloj para ver que ya era tarde. Tomé el celular de mi cama y me apresuré a secar mi cabello de un lado para no mojar el aparato, toqué la pantalla para contestar.
—¿Alix? —pregunté acomodando la toalla en mi hombro izquierdo. No tenía la camiseta puesta y con la baja temperatura ya había empezado a temblar.
Escuché un sollozo por parte de ella y en ese momento sentí una oleada de escalofríos recorrer mi cuerpo.
—Alix, mi amor ¿Dónde estás? —la escuché sorber—. Mi vida, dime algo.
—Ve al hospital —soltó entre el llanto—. Ethan, por favor, ve al hospital pronto.
La llamada se cortó.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Hola :D
Sí, sé que hace como un milenio que no subía capítulo de esta novela y muchos ya me estaban amenazando. No sé que me da más miedo ahora, que me amenazan constantemente o haberme acostumbrado a que lo hagan xD
En fin, tengo noticias respecto a esta novela y probablemente para algunos, no creo que todos ustedes, serán malas noticias. OK? OK
Bien, a lo que voy es que este es el penultimo capítulo de esta novela. Tenía planeado hacer tres capítulos (incluido este) pero honestamente al presionarme para hacer más capítulos no me sentí a gusto con lo que había escrito. Hace unos días la novela ya estaba terminada pero la borré y volví a empezar, ahora ya la tengo terminada y estoy bastante conforme. Tal vez faltan pocos capítulos pero siento que serán buenos para ustedes (eso espero). Falta el siguiente y el epílogo porque por alguna razón siempre quiero escribir epílogos en este tipo de novelas. Además tengo la confianza de que este epílogo será muy bonito :')
El próximo capítulo estará el próximo Lunes o a más tardar el Martes. Ya saben que siempre subo en la noche :)
Adiós y muchas gracias por estarme acompañando con esta novela :')
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