5 segundos para decir adiós
Capítulo doce
Alix
Los dos doctores que se encargaban de revisar a mamá compartían nuestra felicidad. Según todos los estudios mamá iba muy bien en su embarazo y dijeron que al siguiente mes podríamos saber el sexo del bebé. Ya quería saber si iba a tener un hermanito o hermanita, sobre todo porque quería escogerle el nombre pronto.
Cuando salimos del hospital mamá tenía uno de sus frecuentes antojos por lo que hicimos una parada en el centro comercial antes de ir a casa. Mamá se quedó en el carro y papá y yo fuimos los que bajamos a comprar.
Mientras agarraba un nuevo paquete de yogurt para mí y Ethan vi de reojo a una mujer que rápidamente identifiqué como América. Volteé rápidamente y ella también me reconoció.
—Hola —dije abrazándola—. ¿Cómo has estado?
—Bien —contestó y pude ver un brillo en su rostro que nunca había visto. Me alegré verla tan feliz—. ¿Estás sola?
Volteé alrededor.
—No, vengo con papá pero se quedó en la sección de bebés —puse los ojos en blanco—. Ya sabes está como loco viendo precios y eso para cuando nazca el bebé.
—Que bien, ¿Cómo está tu mamá?
—Muy bien. De hecho acabamos de salir del hospital, ella se quedó en el auto.
América acarició la parte superior de mi cabeza con dulzura.
—Te dije que no debías preocuparte.
—Sí —me quedé en silencio un segundo pensando en si debía decirle o no que Ethan y yo iríamos juntos a verla al día siguiente. Al principio había pensado en que fuera sorpresa pero después pensé en todas las reacciones que ella podía tener al verlo ¿Y si se ponía nerviosa y no nos habría la puerta? Volví a echar una mirada alrededor y le sonreí—. Sabes. Ayer hablé con Ethan y le conté la verdad —dije y ella se puso seria.
—¿Qué verdad? —preguntó.
—Qué somos amigas.
Su rostro se quedó blanco y tuve que tomarla de la mano para ayudarla a mantener el equilibrio.
—Alix, ¿Por qué lo hiciste?
—Somos novios, no podía seguir ocultándoselo más.
—¿Y cómo reaccionó?
—Bien —sonreí tomando su otra mano—. ¿Quieres que te diga algo? —ella asintió no muy convencida—. Ethan irá conmigo mañana a visitarte. ¡Va a ir!
Se aferró a mis manos mientras diferentes tonos de pálido pintaban su piel, seguido de eso sus ojos se llenaron de lágrimas y me abrazó.
—¿En serio? —preguntó acariciándome el rostro.
—Sí y debes saber que Ethan cumple su palabra.
Se cubrió la boca con una mano mientras con la otra intentaba limpiar las lágrimas que se escapaban de sus ojos. Su emoción se transmitía a mí, ya hasta estaba dando ligeros saltos de felicidad en mi lugar.
—Quisiera… quisiera hacer algo especial para mañana —habló limpiándose las lágrimas con el torso de sus manos—. ¿Crees que sería muy apresurado si hiciera una comida especial o algo?
—No lo creo. Has lo que quieras —dije.
Ella sonrió emocionada y se apresuró a ver el reloj que tenía en una de sus muñecas.
—Entonces me daré prisa para limpiar el horno…
—¿Quieres que te ayude? —la interrumpí—. Iba a adelantar un poco en el trabajo pero puedo ir contigo un par de horas y luego regresar. Les puedo avisar a mis papás.
—No tienes que hacerlo pero si en realidad quieres venir no hay problema.
—No tardo —dije empezando a caminar hacia atrás.
Corrí a decirle a papá que me había encontrado con una amiga y que habíamos acordado salir a pasear antes de que entrara a trabajar, cuando él aceptó corrí hasta el estacionamiento para avisarle a mamá lo mismo. Me sentía mal por mentirles pero una vez que Ethan se hubiera encontrado con América planeaba decirles todo. Al tener el permiso de ambos corrí de nuevo al centro comercial y me encontré con América. Tomé una de las bolsas que tenía y empezamos a caminar.
Llegamos a su casa y de inmediato le ayudé en la cocina, limpié el horno mientras ella revisaba unos libros de cocina con detenimiento. Ambas volteábamos a ver el reloj cada cierto tiempo pendientes de que no se acercara la hora de la salida del trabajo de su esposo. Cuando terminé de limpiar el horno lavé algunos utensilios que iba a utilizar para hacer la comida.
—Alix, no tienes que hacer todo esto —me dijo sonriéndome al mismo tiempo que me extendía un vaso con agua de limón.
Me sequé las manos en mi pantalón y tomé el vaso. Di un par de tragos terminándome el agua, ni cuenta me había dado de la sed que tenía hasta que el líquido pasó por mi garganta.
—¿Más? —preguntó y asentí.
Volvió a llenar el vaso pero antes de dármelo se acercó a mí y me limpió la frente con uno de sus dedos. Arrugué mi nariz en una mueca divertida y luego le recibí el vaso con agua.
—Será mejor que empiece a hacer la cena —dijo acercándose a la estufa.
—¿Quieres que te ayude en algo más? —pregunté acercándome al lavaplatos para lavar el vaso que había usado, después de hacerlo tomé una toalla para secarlo y lo acomodé en la vitrina. Como si nadie lo hubiera tocado.
—No te preocupes, Alix —echó un vistazo al reloj y tuve que hacerlo yo también—. Es todo. Aunque pude haber limpiado el horno yo misma —me sonrió—. Pero gracias.
No sabía que era pero América lucía muy feliz, lo había notado incluso antes de contarle que Ethan iría a visitarla al día siguiente. El brillo en sus ojos parecía estar lleno de esperanza.
—De nada —volví a limpiarme las manos en mi pantalón aunque no estaban sucias ni mojadas—. ¿Debería irme?
Ella se encogió de hombros.
—Volverá dentro de una hora y 34 minutos —dijo viendo de nuevo el reloj.
Algo se removió en mi interior al ver como su mirada estaba pegada a ese reloj en la pared. Detestaba el hecho de que ella tuviera que pasar sus días contando las horas, minutos y segundos antes de que llegara aquel hombre que la tenía encerrada ahí. Tenía que hacer algo pronto antes de que la lastimara más.
América lo negaba, pero una vez que la fui a visitar vi que tenía el rastro de lo que había sido un moretón en una de sus mejillas y unas líneas rojas en uno de sus brazos. Sabía que ese hombre la maltrataba y cada vez que escuchaba su voz —en aquellas ocasiones en donde se me pasaba el tiempo y él llegaba antes de que yo pudiera marcharme— deseaba ahorcarlo con mis propias manos. Ninguna mujer merecía una vida así.
—Entraré al baño —dije dando media vuelta.
—Ten cuidado, el pomo de la puerta se atasca al abrirla —le advirtió.
Cuando estuve adentro mojé mi rostro con agua fría para limpiarlo, tenía unas ligeras manchas de tizne. Limpié mi rostro con un poco de papel y miré mi reflejo. Desde que había empezado a salir con Ethan me sentía y veía diferente, era como si algo en mí hubiese cambiado. Amaba a la nueva yo tanto como a Ethan. Sonreí a mi reflejo.
Caminé hacia la puerta y giré el pomo pero estaba demasiado duro, tuve que intentar girarlo un par de veces hasta que conseguí abrirlo. Empujé la puerta con fuerza y caminé de nuevo a la pequeña cocina.
—Deberían cambiar esa puerta. Alguien podría quedarse encerrado ahí… aunque si fuera él sería una bendición —dije entre dientes.
América volteó a verme con una sonrisa.
—Eres muy ocurrente, Alix —estaba riendo y recordé que muy pocas veces la había escuchado reír.
—Es parte de mi encanto —alardeé—. Por eso Ethan se enamoró de mí.
—Hay muchas cosas más por las que Ethan se enamoró de ti —dijo—, estoy segura de ello.
Creo que me sonrojé. Inconscientemente volteé a ver el reloj y abrí mis ojos. Faltaban menos de 15 minutos para que mi turno en el trabajo empezara y desde ahí hacía casi 30 minutos para el trabajo.
—Rayos —solté—. Lo siento, pero debo ir al trabajo.
América dejó lo que estaba haciendo en la estufa y se acercó a mí.
—No te preocupes linda. Mañana te… los espero —se corrigió rápidamente.
—Sí, vas a ver que las cosas van a sal…
Un auto derrapó fuera de su casa y el corazón se me aceleró.
—Ve al baño —me dijo inmediatamente empujándome hacia esa dirección—. Cierra con seguro.
Corrí torpemente y aseguré la puerta en el momento en que se abría la puerta principal. ¿Por qué había decidido llegar antes ese maldito hombre? Me apoyé en la puerta sintiéndome incapaz de caminar hacia la regadera y cubrirme con la cortina como solía hacerlo antes. Estaba totalmente sorprendida.
—¿Por qué no está la cena? —preguntó el hombre con voz furiosa.
—Estoy empezándola a hacer —contestó América completamente calmada, o al menos su voz se escuchaba así—. No pensé que llegarías más temprano hoy.
—Me importa una mierda lo que pienses —dijo el hombre y enseguida escuché como se cayeron algunos de los utensilios que América había estado utilizando. El corazón se me aceleró y llevé mis manos al pomo de la puerta—. Si yo digo que la comida debe estar cuando llegue así debe ser.
—Me haces daño —contestó ella con la voz entrecortada.
Empecé a girar el pomo pero no podría abrir la puerta.
Más ruido de cosas cayendo se escuchó y escuché un golpe.
—No, por favor —dijo América—. Por favor, no lo hagas por mí, hazlo por el bebé.
En cuanto escuché eso empecé a golpear la puerta del baño para poder abrirla. La desesperación estaba nublando mi vista y pensamientos. Cuando se escuchó más ruido observé a mí alrededor buscando algo que me permitiera abrir la puerta. Mi vista se fijó en el WC y me apresuré a tomar la tapa del tanque con ambas manos.
—¡No!
—¡Cállate!
Con mis dos manos apunté hacia el pomo y golpeé fuertemente, la puerta se abrió y aun con la tapa en mis manos avancé a la cocina.
La escena frente a mí me dio escalofríos y sabía que ya estaba llorando pero eso no me impidió golpear al estúpido hombre en la cabeza con la tapa de cerámica, él estaba tan concentrado encima del estómago de América al mismo tiempo que envolvía su cuello con ambas manos que no se dio cuenta cuando llegué por detrás y lo golpeé.
Cayó inconsciente sobre el cuerpo de América y ella tomó varias bocanadas de aire cuando se detuvo la presión en su cuello. Aventé mi arma en algún lugar de la casa y pateé el cuerpo inconsciente del hombre hasta quitarlo de ella, sin embargo sabía que ya era demasiado tarde.
Había mucha sangre en el suelo y la falda de América estaba cubierta con ella.
Me incliné a su lado al mismo tiempo que tomaba mi celular y marcaba a emergencias. Aparté el cabello de su frente y en seguida me atendieron.
—Por favor una ambulancia a la calle camino fuerte, casa número 15243 —dije rápidamente—. Hay una mujer herida y necesita atención inmediata. Por favor.
—En seguida —contestó la mujer. Me pidió varios datos más con la promesa de que la ambulancia y patrullas ya estaban en camino.
Cuando colgué coloqué mis manos en los hombros de América y negué con la cabeza a su intento de levantarse.
—No te muevas —le dije y ella cerró sus ojos volviendo a dejar su cabeza en el suelo—. Ya vienen.
—Mi espalda —musitó. Apreté mis ojos para ahuyentar las lágrimas y mi corazón se detuvo al ver otro de los motivos por el que había tanta sangre en el suelo. Del lado izquierdo en la parte baja de su espalda, por su cintura, un pequeño cuchillo estaba incrustado.
Ahogué un sollozo.
—Vendrán pronto —dije intentando convencerme más a mí que a ella.
Ella acarició una de mis manos con la suya llena de sangre.
—Si era niña le iba a poner Alexandra —habló y yo quería decirle que dejara de hacerlo, que guardara sus energías, pero mi voz no salía—. Si era niño le pondría Nathan, ambos me recuerdan a sus nombres —sonrió y una lágrima se deslizó de sus ojos a su sien—. Que desastre.
Empecé a llorar mientras acariciaba su rostro. A lo lejos escuché las sirenas de la ambulancia y de las patrullas, la puerta estaba abierta así que podrían entrar sin que yo los esperara afuera. Nuevamente tomé mi celular y pulsé el número rápido para llamar a Ethan, contestó al quinto timbre.
—¿Alix? —preguntó y al escuchar su voz solté un sollozo demasiado fuerte—. Alix, mi amor ¿Dónde estás? —preguntó y noté la desesperación en su voz. Yo quería hablarle pero las lágrimas no me dejaban emitir sonido—. Mi vida, dime algo.
—Ve al hospital —dije finalmente cuando la presión mi garganta se redujo—. Ethan, por favor, ve al hospital pronto —escuché un pitido—. ¡Ethan!
Vi la pantalla del celular que anunciaba la batería baja.
—¡Maldición! —dije apretando el aparato en mis manos.
—No le hubieras hablado —dijo América—. No necesito arruinar su vida otra vez…
La ambulancia estacionó fuera aun con las sirenas encendidas. De inmediato entraron paramédicos registrando la pequeña casa con la mirada, cuando me vieron se acercaron y se inclinaron junto a ella.
—Ayúdenla —dije. Y los dos paramédicos dirigieron su mirada hacia mí un segundo. Dos paramédicos más entraron con una camilla.
Las cosas pasaron frente a mí como una imagen borrosa. Un policía se acercaba a esposo de América y le tomaba el pulso mientras que entre 3 paramédicos subían a América a la camilla cuidando delicadamente de ella. El otro me revisaba las manos, brazos y mi oído buscando que no tuviera heridas pero la sangre que tenía no era mía. Sé que me estaba preguntando algo pero sólo podía ver como la camilla donde estaba mi amiga desaparecía por la puerta.
Cuando volteé a ver al hombre que me hablaba mi vista se distorsionó y mis piernas fallaron. Todo se oscureció.
Desperté en la ambulancia, sobresaltada y viendo a mi alrededor. Estaba acostada en el asiento en donde se supone que iba el familiar de la persona, el paramédico que me había estado revisando estaba cuidando que no me cayera por el movimiento del vehículo.
—Todo estará bien pequeña —me dijo intentando tranquilizarme—. Los policías querrán hablar contigo cuando lleguemos al hospital —asentí—. ¿Hay alguien a quien podamos llamar?
—He llamado a mi novio —dije en voz baja—. Estoy seguro que nuestras familias irán al hospital.
—De acuerdo —me sonrió amablemente para darme un poco de tranquilidad pero al levantar la mirada y ver a América recostada con los ojos cerrados empecé a temblar.
En el hospital América fue llevada a emergencias y los policías decidieron dejarme un momento a solas antes de interrogarme. Durante ese tiempo Ethan junto con León y Gia y mis padres llegaron al hospital, fueron a mi encuentro apenas me vieron.
Mamá se acercó a mí con la preocupación marcando su rostro al ver mi ropa y restos se sangre seca en mis manos.
—Estoy bien, mamá —dije abrazándola—. Estoy bien.
No quería que se preocupara por mí con el bebé en camino y con su estado de salud que podía cambiar rápidamente por ese tipo de impresiones. Mientras estábamos abrazadas sentía como respiraba profundamente al estrecharme más a ella.
—¿Por qué tienes sangre? —me preguntó acariciando mi cabello.
—No es mía. Es de América.
Mis padres lucieron confundidos al igual que León pero Gia y Ethan dieron un paso al frente sincronizados.
—¿Qué le pasó? —preguntaron al unísono.
—Su esposo —dije—. La golpeó…
—¿Son sus familiares? —preguntó el policía interrumpiéndome, volteé hacia ellos y asentí—. Puede venir uno de ellos con nosotros ya que usted es menor de edad —sugirió y en seguida me vi cubierta por Ethan y mi papá que estaban enfrente del policía.
—Ella no ha hecho nada malo —dijo Ethan defendiéndome.
—Lo sabemos —contestó el policía seriamente—. Pero es la única testigo, necesitamos saber todo lo que ella haya visto.
Asentí y apreté ligeramente el brazo de mi novio para que me dejara pasar. Él me vio unos instantes pero después aceptó, sobre todo el ver que papá me iba a acompañar. Les conté a los dos policías todo lo que había pasado dos veces seguidas mientras ellos escuchaban atentamente y anotaban todo.
Como había atacado al esposo de América no salí totalmente limpia pero papá se encargó de dar la suma de dinero correspondiente y firmar por mis horas de servicio comunitario que iba a tener que hacer. Cuando por fin nos dejaron nos acercamos con mamá y los demás que esperaban pacientes en las incomodas sillas, de nuevo tuve que contar todo lo que había pasado y ellos también me escucharon detenidamente. Gia apretaba los dientes mientras que León intentaba tranquilizarla acariciándole sus brazos. Papá y mamá también sostenían sus manos sin decir nada.
Terminé de hablar y papá dijo que necesitaba tomar un café para calmar los nervios, mamá estuvo de acuerdo por lo que los dos salieron al restaurante que estaba cruzando la calle. Mis tíos desaparecieron también dejándonos solos a Ethan y a mí.
Él había estado sosteniendo mis manos pero en cuando notó que nos habíamos quedado solos, enredó sus brazos a mí alrededor. Sus manos recorrieron mi espalda, brazos y mi cabello, enterró su rostro en mi cabello que en alguna parte del día había terminado suelto a pesar de que lo había recogido con una liga. Me abracé a él fuertemente y empecé a sollozar. Tenía mucho miedo.
—¿Qué hubiera hecho si te hubiera pasado algo malo también? —murmuró contra mi cabello. Me abrazaba tan fuerte que dolía pero eso ahuyentaba mi miedo—. ¿Qué hubiera hecho? —volvió a decir.
—Lo siento, pero yo no podía dejarla sólo ahí —tomé aire al mismo tiempo que enredaba mis brazos en él—. Y aun así no fue suficiente —dije—, ella perdió el bebé y yo pude haberlo evitado…
—No, hiciste más de lo que podías haber hecho —intentó tranquilizarme pero la idea de que una pequeña criatura hubiese muerto incluso antes de llegar el mundo y por culpa de su propio padre dolía demasiado.
—Ella estaba tan feliz. Cuando la vi en el centro comercial sus ojos brillaban de felicidad… —me ahogué con mis lágrimas y tuve que dejar de hablar unos minutos.
Ethan no me soltó, ambos nos estábamos sirviendo de apoyo para el otro.
Tiempo después, que se hizo eterno para todos, el doctor que había atendido a América nos dio respuestas no muy alentadoras. Como ya sabíamos ella había perdido a su bebé pero los líquidos que provocó el aborto infectaron tanto la herida de cuchillo que tenía así como su aparato reproductor y otros órganos internos, supuestamente no era muy grave ya que estaba en cuidados intensivos en caso de que se complicaran sus infecciones pero desde luego sería muy difícil que pudiera volver a tener un bebé. Yo no podía decidir en cuál de todas esas cosas era la peor.
—Pueden pasar a verla de dos personas, aunque es posible que la anestesia no le permita mantenerse despierta mucho tiempo —el doctor vio la hoja—. Dijo que quisiera hablar con Alex…
—Alix —lo corrigió Ethan.
Me puse de pie tomando soltando la mano de mi novio, quise pedirle que fuera a verla conmigo pero deseaba más que él fuera por su propia convicción y también no sabía cómo reaccionaría América al verlo. Empecé a caminar junto al doctor y sentí un alivio cuando Ethan me tomó la mano. Entrelacé nuestros dedos y juntos caminamos hasta la habitación en donde el doctor nos dejó solos.
América tenía los ojos cerrados cuando los dos entramos a la habitación. Aparte de nosotros estaban otras dos enfermeras revisando que todo estuviera en orden y hasta que ellas se marcharon nosotros nos acercamos hasta su cama. Cuando abrió los ojos su vista se fijó en mí y sonrió pero al ver a Ethan junto a mí su sonrisa se desvaneció y tuvo que apartar los ojos para que no viéramos las lágrimas que se habían juntado en sus ojos.
—¿Estás bien? —me preguntó sin dejar salir las lágrimas.
—Yo sí —dije con una sonrisa—. Estoy… muy bien.
Hubo silencio y eso bastó para hacerla derramar las lágrimas. Ethan llevó su mano hacia el bolsillo del pantalón y sacó su pañuelo, se inclinó hacia ella y limpió sus lágrimas delicadamente lo que la hizo derramar más pero… bueno.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó tiernamente mientras seguía limpiando sus ojos y mejillas.
—Drogada —ella le contestó. Él rió.
—Creo que es mejor sentirse así en lugar del dolor ¿no?
—Sí, está ayudando mucho.
—Eso es genial —dijo Ethan.
América asintió.
—Gracias por estar aquí —susurró con la voz entrecortada o tal vez adormilada.
—De nada —le contestó.
A pesar de que la anestesia la tenía ligeramente inconsciente ella se esforzó por mantenerse despierta y poder hablar un poco con mi novio. Él le contaba algunas cosas, la hacía reír, él se reía. Me disculpé con ellos antes de correr al baño y cuando regresé el sueño por fin la había vencido, vi a Ethan picándole la mejilla con su dedo índice y sonriéndole.
Una enfermera llegó para avisarnos que debíamos dejarla sola por el momento. Cuando salimos de la habitación Ethan fue el primero en hablar.
—Le dije que mañana traería a Cam —volteé a verlo—. Luce demasiado fuerte para lo que acaba de pasarle.
—Pero probablemente tiene mucho miedo —dije y él me sonrió.
—Fue agradable hablar con ella. Entiendo por qué te gusta.
—Sí… —lo detuve a medio pasillo—. Pero no me robes a mi amiga —le sonreí y él levantó sus manos en señal de redición.
—De acuerdo. Por cierto —dijo acariciando mi mejilla con una de sus manos—. Te amo.
Lo normal hubiera sido decirle que yo también, ya que lo había admitido un día antes, pero yo no era normal así que salí corriendo por el pasillo y aunque varias personas que estaban ahí me lanzaron miradas feas Ethan no tardó en unirse a mi lado. Que par de novios tan raros éramos.
* * *
América se veía muchísimo mejor al día siguiente que fuimos a visitarla y se animó demasiado al ver que Cam venía con nosotros. Tiempo después llegaron Gia y León —había empezado a llamarlos por su nombre ya que ahora que Ethan y yo éramos novios llamarlos “tíos” era un poco extraño, no para nosotros sino para las personas normales— para saludarla y desearle que se recuperara pronto. Mientras que Gia le había dado un caluroso abrazo León solamente le había estrechado la mano y cada movimiento demostraba lo incómodo que se sentía en ese momento. Cuando ellos se marcharon nosotros nos quedamos todavía más.
Cam le mostraba algunas fotos de nosotros tres juntos cuando éramos más pequeños.
—¿Quién es ese de ahí? —preguntó América intentando comer un poco de gelatina que le habían dejado las enfermeras.
—Nadie de importancia —dijo Cam haciendo un gesto con la cara—. Solía gustarme pero es cosa del pasado —así que era Cesar…
Era impresionante como esa niña podía tomar confianza en cuestión de minutos con las personas, fuesen mayores o menores que ella.
—¿Son gemelos?
—Sí.
—¿Cómo pueden diferenciarlos? Yo los veo completamente iguales, hasta se peinan igual…
—Uno es más guapo que el otro —contestó Cam como si con eso pudiera responder todo.
—Ah, el que es cosa del pasado —dijo América divertida y la hermana de Ethan se sonrojó.
Todos nos soltamos a reír. Ethan se acercó a mí y me besó pero enseguida escuchamos las protestas que hicieron separarnos.
—Deberías de ver como se ponen todo el tiempo, llevan más de un mes sin separar sus bocas —rodó los ojos y esa expresión fue muy parecida a la de Gia—. La primera vez que los vi besándose casi se desnudaban…
—Muy bien… —la interrumpió Ethan—. Suficiente por hoy.
Ella le enseñó la lengua.
—Quiero seguir hablando.
—Y a mí no me molesta escuchar —contestó América sonriendo.
La enfermera asomó la cabeza lanzándonos una mirada molesta.
—Hace 15 minutos que se estaban marchando —nos dijo señalando al reloj—. Última advertencia.
Los cuatro protestamos pero sabíamos que ella debía descansar.
Cam se acercó a ella y la abrazó.
—Mañana vendré otra vez, Ethan irá por mí a la secundaria —le avisó y América asintió con una sonrisa.
—Te estaré esperando —le contestó.
Cam de adelantó a irse diciéndonos que estaría en el auto y que no nos tardáramos mucho. También me acerqué a América y la abracé, ella me besó la frente y apretó mi mejilla. Ethan fue el último en despedirse, la abrazó y besó su mejilla, vi que le susurró algo al oído y ella asintió con lágrimas en los ojos, cuando se apartó la ayudó a recostarse.
—Nos vemos mañana —dijo mi novio caminando hacia atrás.
—¿Qué le dijiste? —le pregunté mientras caminábamos por el pasillo.
Él me guiñó el ojo y me besó. Que buen método para distraerme.
Tres días después cuando íbamos de camino al hospital Gia me mandó un mensaje al celular. No le dije nada a Ethan hasta que habíamos estacionado fuera del hospital.
—América se ha puesto un poco grave —dije apretando el celular en mis manos—. Tal vez nos permitan verla poco tiempo o no podemos verla hasta que se mejore.
—Entonces hay que darnos prisa —dijo Cam en los asientos traseros del auto.
Avanzamos a paso apresurado y mientras caminábamos recordé el día anterior antes de marcharnos del hospital, América había tenido el rostro enrojecido todo el tiempo y cuando había besado su mejilla su piel había estado demasiado caliente pero ella mantuvo una sonrisa todo el tiempo que estuvimos con ella, había reído hasta soltar carcajadas y lucía muy bien, parecía feliz.
Alejé los malos pensamientos sacudiendo mi cabeza y seguimos caminando.
Al entrar a la habitación vimos a Gia inclinada sobre la cama, dejándole un suave beso en la frente. Levantó su vista hacia nosotros y con los ojos vidriosos por las lágrimas negó.
—La infección se propagó a otros de sus órganos —dijo con la voz entrecortada—. Llevaba estos tres días con un dolor insoportable en todo su cuerpo que los doctores no se explican cómo podía sonreír.
El sonido constante del maldito aparato que debía estar marcando sus latidos ahora solo emitía un sonido parejo que hacía doler mis oídos.
Escuché unos pasos acercarse rápidamente y creí que eran los doctores pero al voltear África y Esteban entraban a la habitación sin aliento. África era la hermana menor de América.
—No —dijo África en un hilo de voz—. De nuevo no estuve a tiempo.
Los doctores entraron junto a algunas enfermeras que se encargaron de sacarnos de la habitación y encaminarnos a la sala de espera. Mientras esperábamos noticias que ya sabíamos Cam lloraba en los brazos de su mamá, África lloraba en los brazos de Esteban pero Ethan y yo teníamos perdidos nuestros ojos en el pasillo que conducía a la habitación de América esperando que ocurriese un milagro y nos pudieran dar una buena noticia.
Pero era la vida real.
Y América estaba muerta.
* * *
No lloré el día de su muerte, ni el día de su entierro. La enterraron junto a un pequeño juguete de bebé que ella había comprado y tenía grabado de un lado Alexandra y del otro lado Nathan. En realidad ese día sonreí pensando en que ella era libre ahora y su esposo no, supongo que eso estaba bien.
Ethan estaba triste como lo estaría cualquier persona cuando se fallece un conocido. Mis papás también estaban ahí a mi lado. León estaba serio y no podía leer sus facciones, al contrario de Gia que estaba realmente triste, igual que Cam, a pesar de que sólo la había conocido por unos días.
África, Italia, Cairo y Esteban también estaban ahí observando en silencio como la tierra caía sobre la caja de madera sepultando a una persona maravillosa que no todos habían podido conocer bien.
Esa misma noche cuando salí del baño después de una ducha rápida encontré a Ethan sentado en mi cama ya con su ropa de dormir, sonreí y caminé hacia él. Mi cabello aún estaba mojado y las gotas humedecían mi blusa pero a él no le importó cuando pasó su brazo alrededor de mis hombros y acomodó mi cabeza en su hombro o cuando besó mi cabello o cuando lo empezó a acariciar delicadamente.
—Está bien, Alix —susurró tiernamente en mi oído—. Está bien.
Y solo esas palabras bastaron para hacerme llorar lo que había estado conteniendo desde la muerte de América. Lloré durante mucho tiempo por la pérdida de mi amiga Mer, por la pérdida de su bebé y aproveché cada lágrima derramada porque eso era lo último que iba a necesitar para poder seguir. Ella nunca hubiera querido que yo ni nadie más llorara por su muerte, pero me dolía y siempre la recordaría como una de mis mejores amigas.
Iba a estar bien, sólo tenía que dejarlo salir.
Durante bastante tiempo permanecí mojando el hombro de Ethan y hasta que mis lágrimas se detuvieron él tomó mi rostro para besarme tiernamente. Le sonreí sintiéndome mucho mejor.
Ethan
Me di cuenta que me había quedado dormido en la habitación de Alix cuando Alissa soltó un grito agudo que despertó a media cuadra. Abrí los ojos y primeramente vi el cabello rubio de mi novia, pero enseguida me topé con los ojos cafés de su mamá que me veía amenazadoramente desde la puerta de la habitación.
Mmm, oh, oh.
—Apaga la televisión —murmuró Alix aun dormida y se aferró aún más a mí.
La expresión en el rostro de Alissa estaba llena de incredulidad. Se apoyó en el marco de la puerta y cruzó los brazos esperando a que me levantara y me fuera pero cómo decir que mi novia tenía una fuerza increíble en las mañanas —tardes y noches— y no podía soltarla. La sacudí levemente para despertarla pero fue un grave error, ella pasó una pierna sobre las mías y se acurrucó en mi pecho.
—Alix —dije incómodo—. Tenemos un pequeño asunto…
—Si tienes tus asuntos de hombre matutinos no tienes por qué informarme, ve al baño y déjame seguir durmiendo…
—Entonces es correcto pensar que no es la primera vez que duermen juntos —dijo Alissa y los ojos de mi novia se abrieron de inmediato.
Se sentó en la cama y me empujó con un pie hasta que me hizo caer. Bonita forma de amanecer.
—Buenos días, mamá…
—¿Cuántas veces lo han hecho? —preguntó.
Mi novia levantó ambas cejas y se puso de pie a mi lado. Yo aún seguía en el suelo.
—Seguimos vírgenes, mamá —dijo Alix ayudándome a ponerme de pie—. Pero de todos modos tenemos unos condones por aquí en caso de que se nos anto…
—¡Alix! —dijimos al mismo tiempo Alissa y yo.
—Qué —dijo inocente—. Sé lo que es el sexo. Tengo 15 años.
—Por lo mismo que tienes 15 años no deberías de pensar en eso… así a la ligera.
Mi novia sonrió y se encogió de hombros.
—Creo que me parezco a papá en eso —me guiñó un ojo y no entendía como yo me podía sonrojar y ella hablar como si nada.
—Ese no es el punto. ¿Por qué estás aquí? —Alissa se dirigió a mí.
—Quería estar con ella un rato. No pensé que me quedaría dormido.
—¿Y por eso viniste con tu pijama puesta? —preguntó.
—Mmm es que vine tarde…
—Olvídenlo. Están castigados. Ambos.
Resoplé.
—No me puedes castigar —dije.
Ella levantó ambas cejas y entró a la habitación para tomar el celular de Alix que estaba sobre un pequeño mueble a lado de su cama. Marcó un número y puso el altavoz, sonó varias veces antes de que papá contestara.
—¿Qué tienes, Alix? —preguntó papá con la voz adormilada—. Ni creas que te voy a dar un aumento.
Alissa pasó una mano por su frente.
—Soy yo, León.
—¿Alissa? Bueno ni aunque me llames tú le daré un aumento a tu hija.
Ella parecía querer ahorcar a papá.
Alix estaba a mi lado pasando sus brazos por mi cintura, levantó la mirada y me incliné para besarla rápidamente antes que su mamá me sacara a patadas de ahí y luego fuera hasta mi casa para sacar a papá a patadas también.
—Llamo para avisarte que tú hijo ha pasado la noche en la cama de mi hija —dijo y hubo un silencio del otro lado del teléfono.
—Ese es mi hijo —soltó papá con orgullo en la voz y escuché la risa de mamá a través teléfono—. Aunque yo me preocuparía más por Ethan que por Alix, esa niña tiene la mente más despierta que la de mi hijo… oye ¿Has visto siquiera la hora? —preguntó—. Son las 6:17 de la mañana, Alissa. Buenas noches.
Papá colgó la llamada y Alissa se quedó viendo el celular segundos después sin poder creer la plática que acababa de tener.
—¡Adrián! —gritó y Alix se tensó—. Ven aquí ahora mismo.
—Corre, Ethan —dijo mi novia empujándome hacia las puertas corredizas de su habitación, por donde siempre entraba—. Corre por tu vida.
—Oye no voy a correr…
—Ya voy, cariño—habló Adrián por el pasillo.
Correcto, hora de huir.
—Me voy, linda —dije y me incliné para besarla rápidamente—. Te amo y quiero tener hijos contigo algún día, cosa que no pasará si tu papá se acerca a mí. Nos vemos después.
Ella soltó una carcajada antes de que yo saliera corriendo.
Éramos una bola de raros en esa familia.
En la tarde, antes de volver con Alix, pasé al cementerio. Aunque América llevaba ahí tan solo un día quise pasar a dejarle una flor que Alix me había dicho eran sus favoritas. Cuando nos enteramos que había muerto sentí un dolor en el pecho y aunque hubiera querido que me doliera más no lo hizo. Sí me sentía mal por su muerte pero no podía sentirme de la misma manera en que mi novia lo hacía, después de todo no la había conocido durante mucho tiempo, pero deseaba que descansara en paz junto a su bebé.
Me incliné para dejar un par de azucenas sobre su tumba que aún tenía las flores que habíamos dejado ayer.
—¿Ethan? —preguntó una voz femenina detrás de mí.
Volteé y me encontré con África y Esteban. Detrás de ellos había una pequeña silueta que distinguí más tarde.
Sonreí al ver como Estefany se manchaba las mejillas con salsa de tomate por tercera vez. De nuevo Esteban le limpió las mejillas y ella le lanzó una mirada de “Papi ya soy grande para hacerlo yo sola”, conocía esa mirada porque tanto mi hermana como mi novia les lanzaban esas miradas a sus papás.
África, Esteban, su hija y yo estábamos en un restaurante de comida rápida, habíamos caminado desde el cementerio hasta ahí y Estefany había empezado a decir que tenía hambre. Ella tenía 7 años pero siempre que le preguntaban por su edad decía que ya tenía casi 8 aunque faltaban 7 meses para su cumpleaños.
—¿Se quedarán más tiempo por aquí? —les pregunté y África asintió.
—Sí, tenemos planeado que Estefany termine la primaría aquí —contestó viéndola de reojo.
—Eso suena genial.
Ella asintió y aunque estaba sonriendo podía notar una tristeza en su mirada. África había querido mucho a su hermana, a pesar de años atrás América no parecía tener ningún afecto hacia ella y después de eso se habían distanciado durante mucho tiempo.
—¿Y cómo están tus papás? —preguntó después de un rato sin hablar.
—Bien. Papá sigue como entrenador de futbol y socio junto a Adrián y mamá sigue ayudando a los niños huérfanos de las casas hogares dándoles terapia —les conté.
—¿Y Camille? Sigue enamorada del gemelo.
—Al parecer no, pasaron cosas que la hicieron ver la realidad.
—¿Y tú novia? La rubia bonita —preguntó Esteban intentando burlarse con su pregunta, incluso África le lanzó una mirada. Hace un par de años cuando habían estado en la ciudad él se burlaba que Alix y yo éramos novios.
—Bien, de hecho ayer pasamos la noche juntos —dije y la papa que había llevado a su boca se cayó a medio camino—. Ah, ¿no sabías? —le pregunté fingiendo—. Llevamos saliendo oficialmente poco más de un mes.
Él entrecerró los ojos a mi dirección y luego resopló.
—Ahora no podré burlarme de ti —dijo tomando otra papa.
Reí.
—Sería genial que fueran a visitarnos un día de estos. Los fines de semana son mejor mientras más personas se unen —les dije y ellos asintieron.
—Me encanta la idea —contestó África con una sonrisa—. Le llamaré a Gia en cuanto terminemos de instalarnos en nuestra casa.
—Perfecto —dije.
* * *
Alix se sobaba las sienes y respiraba profundamente intentando calmarse. Me sorprendí al ver a Abril en la tienda discutiendo acaloradamente con Ron. La tienda estaba un poco vacía aunque mucho tenía que ver la hora que era y sabía que Ron aprovechaba a hacer su tarea de la universidad en esos tiempos donde no había clientes.
—¿En serio? Esa no puede ser la respuesta —dijo Abril viendo su cuaderno—. ¿Acaso no pones atención en clases?
—Sí presto atención —dijo Ron entre dientes intentando quitarle el cuaderno de las manos—. Pero si estas distrayéndome no puedo contestar bien.
Mi amiga le entregó el cuaderno y dijo que se callaría.
Caminé hasta Alix, que estaba en el mostrador, y al acercarme ella me sonrió.
—¿Cuándo llegó Abril? —le pregunté.
—Hace como media hora, y desde entonces no se han callado —los señaló—. Llevan discutiendo desde que ella puso un pie aquí —se sobó de nuevo la cabeza—. Son peores que una pareja…
—¡Lo estás haciendo mal de nuevo! —gritó Abril provocándonos un sobresalto de muerte.
—¡Me rindo! —dijo Ron soltando la pluma—. Me rindo —dijo poniéndose de pie y empezando a caminar hacia el almacén que estaba en la parte de atrás de la tienda.
—Oye, tienes que terminar esa tarea —lo siguió diciéndole lo importante que era terminar lo que empezabas y quien sabe cuántas cosas más.
Cuando desaparecieron mi novia suspiró aliviada.
—Paz, al fin un poco de paz.
—Es raro ver a Abril levantar tanto la voz —le dije brincándome el mueble para estar dentro del mostrador junto a ella.
—Bueno pues que se vaya a gritar a otro lado —dijo cruzándose de brazos.
—Entonces —me acerqué a ella hasta que su cuerpo quedó atrapado entre el mueble y mis manos—. ¿Nosotros deberíamos de ir a otro lado para besarnos?
Ella sonrió.
—Si no hacemos ruido no tendríamos por qué irnos —contestó poniendo sus manos sobre mi pecho—. Hay que ser silenciosos.
—Puedo serlo —dije atrapando sus labios.
Alix y yo estábamos recostados sobre el césped viendo las pocas estrellas que había en el cielo nocturno. Ya que sus papás hicieron la promesa de vigilar su habitación a todas horas para que yo no entrara teníamos que quedarnos afuera hasta que ninguno de los dos aguantara el sueño. Ella ya estaba perdiendo la batalla. Su respiración se estaba volviendo pesada y sus ojos se entrecerraban constantemente. Besé su frente.
—Te amo —le susurré y ella sonrió.
—Yo también —contestó abriendo sus ojos.
—¿Quieres ir a dormir? —pregunté y asintió.
La ayudé a ponerse de pie en el momento justo en que Alissa y Adrián aparecieron en el patio.
—Tienen cinco segundos para decir adiós —dijo Adrián.
—Déjenlos disfrutar —apareció papá por la puerta corrediza que teníamos en un costado de la sala—. No tiene nada de malo que se besen, ni siquiera que duerman juntos, porque sabemos que sólo hacen eso, dormir.
—Así es papá —habló Alix—. Que tú y mamá hayan hecho otras cosas desde la primera vez que se acostaron no significa que Ethan y yo haremos lo mismo —les guiñó el ojo y las mejillas de Alissa se encendieron—. Ethan es niño bueno —dijo palmeando una de mis mejillas.
—¿Y tú no? —preguntó su papá.
—Mmm —dijo pensativa y luego se encogió de hombros.
Mamá y Cam ya se habían unido a papá en la puerta corrediza.
—Alix, cariño —la llamó papá—, intenta ayudarme un poco.
Todos soltamos una carcajada.
Tomé a mi novia entre mis brazos separando sus pies del suelo y ella se sujetó de mis hombros.
—¿Un beso de buenas noches? —sugerí y ella asintió animada.
—Hace rato que se acabaron sus 5 segundos —nos recordó Alissa.
Eso no nos impidió besarnos y aun cuando escuchamos una cuenta regresiva por parte de sus papás seguimos besándonos. Pasamos varios minutos juntos sin despegar nuestros labios y probablemente fue por eso que sus padres se rindieron a separarnos. Cuando terminamos nuestro pequeño beso de buenas noches ellos negaban con la cabeza pero sabía que estaban felices por nosotros.
—Ya bien —dijo Adrián moviendo la mano frente a él—. Sigan amándose. Buenas noches.
Él y Alissa empezaron a caminar hacia la puerta de madera que les permitía pasar a nuestro patio y mis papás junto a mi hermana entraron de nuevo a la sala dejándonos nuevamente solos.
Alix y yo nos quedamos en medio del patio y volvimos a darnos un beso de las buenas noches… como 10 veces más.
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Este es el último capítulo de la novela, aun falta el epílogo que subiré en 3 o 4 días. Espero que les haya gustado a pesar de que fue bastante extenso. Si les gustó regalanme una estrellita o un comentario o ambos, me hacen muy feliz :D
No habrá tercera parte de esta historia, al menos no tengo planes de hacer una por el momento.
Emm... no sé que más decir, solo que en realidad me gustó mucho haberla escrito aunque hubiese sido tan corta y espero que la hayan dissfrutado durante estos meses.
Gracias por haberla leído. ¡Abrazos!
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