Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mensajes Encriptados

Anna había recibido muchos mensajes de cumpleaños. Su mejor amigo le envió un mensaje prometiéndole llevarle un pastel cuando saliera de su universidad y, temprano en la mañana, tuvo una videollamada con sus padres que se encontraban en otra ciudad a unos cuantos kilómetros.

Cuando llegó a la oficina, esperaba ser aludida o, al menos, ser felicitada por su jefe y sus compañeros de oficina. Los primeros minutos fueron tensos, era un día especial y esperaba que se mantuviese así el resto del día. Sin embargo, cada uno estaba sumido en sus propias funciones y simplemente se limitaron a darle el saludo de buenos días.

Recordaba que el primer día de trabajo le habían preguntado su fecha de cumpleaños y, ella muy armónica les dio a conocer la fecha; tal vez era porque llevaba poco tiempo y no lo tenían presente, tampoco iba a mencionarlo porque no estaba necesitada de atención, pero, de alguna forma, se sintió ignorada. No obstante, le restó importancia ese detalle y se concentró en sus labores.

Su trabajo consistía en organizar información: todas las llamadas recibidas a la oficina estaban consignadas en una agenda y su tarea consistía en insertar esos datos en una hoja de Excel y, de igual forma, guardarlos en la plataforma web de la empresa. Era un tarea tediosa y aburrida, pero tenía una buena paga y estaba segura que con el tiempo tendría tareas más interesantes.

A lo largo de la jornada, todo marchaba normalmente, como si de un día común y corriente se tratara. Anna no le daría más vueltas al asunto; si no se acordaban, ella no se molestaría en recordarles que era una fecha especial —al menos para ella—, tampoco es que tuviera gran importancia, las personas más importantes en su vida se acordaban y con ello le bastaba.

En medio de su labor, una ventana emergente apareció en medio de la pantalla, un cuadro similar a cuando se le bloqueaba el computador o algún programa no respondía.

En la parte superior de la ventana emergente se podía leer una dirección extraña:

C:\Users\Sac\AppData\Microsoft\Windows
\Help\Corporate\Mayraim.exe

Y en todo el centro de la ventana una sola palabra:

«Ayúdame»

Bajo esa palabra un botón con la palabra «aceptar».

No sabía que pasaría si le daba en ese botón de aceptar y tampoco es que tuviese ánimos de saberlo, lo último que podía esperar era que se bloqueara el computador, o sucediera alguna situación fuera de lo común.

El mensaje tal vez se trataba de una broma por parte de alguno de los chicos de soporte técnico. Anna miró alrededor de ella y cada uno estaba sumergido en sus labores. ¿Qué podía hacer? ¿Y si se trataba de un virus?

Con su teléfono móvil tomó foto de la pantalla, tal vez al final de la jornada le hallara una explicación a tal situación. Tomó una hoja del montón de papeles que reposaban en una caja junto a la computadora, las cuales, usaba cuando necesitaba tomar notas de algo importante. Escribió la dirección de aquella ventana, tal vez se tratara de alguna anomalía con algún programa o algún archivo. Sin embargo, tras entrar a las diferentes carpetas, no había ninguna llamada "Mayraim" y la última carpeta "Corporate" se encontraba vacía.

Pensó por un instante de qué se trataba, pero no tenía respuesta a sus interrogantes. Broma o no, pico sobre el cuadro rojo con el signo de "x" en la parte superior derecha y la ventana emergente desapareció.

El resto de la jornada fue igual, como cualquier otro día y sin mayores contratiempos, no obstante, seguía pensando en aquella ventana emergente, tal vez se sentiría como una tonta al cuestionar sobre ello en la oficina de soporte técnico y no se iba a arriesgar a ser el hazme reír; a pesar del poco tiempo que llevaba en la empresa, sabía claramente que los rumores se dispersaban en un pestañeo.

Al terminar sus labores decidió revisar su teléfono móvil mientras el ascensor la llevaba hasta la planta baja; la oficina donde laboraba se encontraba en el noveno piso. Un par de días atrás tuvo que subir y bajar las escaleras por fallas en el sistema, era una bendición que hubiese un elevador en ese enorme edificio.

El teléfono estaba lleno de mensajes de felicitación y un par de llamadas perdidas. No los pudo revisar antes porque su jefe no lo permitía. Cuando estaba a punto de responder todo ello, un cuadro muy parecido al de un mensaje de texto llenó la pantalla; a diferencia del mensaje del computador, este no tenía un botón para aceptar o cerrar y temía que al poner su dedo sobre aquel cuadro le pasara algo al teléfono.

¿Acaso era un nuevo virus informático? ¿Alguien intentaba sabotearle su día jugando al acosador? No sabía que sucedía, pero le inquietaba el mensaje de aquel cuadro, esta vez, eran tres palabras:

«ayuda, por favor»

Tal vez, bloqueando la pantalla se fuera ese mensaje, pero antes de intentar cualquier cosa le tomó un pantallazo y luego decidió bloquear la pantalla; un par de segundos después, desbloqueó el teléfono y aquel mensaje misterioso desapareció.

Solo quería llegar a casa y descansar, esperar el pastel de su mejor amigo y disfrutar las ultimas horas de su día especial; sin embargo, aquellos mensajes seguían revoloteando en su mente, así que decidió llamar a Eleazar, un amigo que estudiaba ingeniería electrónica, era un chico listo y sin duda hallaría respuesta ante esos mensajes extraños.

Anna esperó a Eleazar en su apartamento. Un par de minutos más tarde se concretó el encuentro: ella le mostró la foto de la computadora y el pantallazo del teléfono.

—Alguien te necesita, es lógico —le dijo su amigo con un tono sarcástico—, alguien que sabe de informática y se encuentra lejos de ti, pienso que con esos mensajes busca ayuda y no cuenta con otros medios para hacerlo. ¡Anna, estamos en la era tecnológica!

Y aquella última frase sonó casi como una amonestación.

—Tal vez, si le hubiese dado en aceptar, le hubiera podido ayudar —contestó ella, tratando de sonar convincente—, pero aquella situación era muy extraña, entré en pánico y creí que era una broma, inclusive pensé en un virus.

—Bueno, eso es posible, pero debiste arriesgarte un poco, te falta ser un poco más... Arriesgada, sí, arriesgada.

Eleazar sonrió y por un leve momento, Anna se sintió más tranquila. Ante tanto silencio entre los dos, prendió el televisor que se encontraba en la sala de estar y caminó hacia la pequeña cocina.

—¿Quieres beber algo? —le preguntó.

—Sí, gracias —contestó el chico mientras se sentaba en el sofá frente al televisor.

—Mientras tanto puedes pensar en qué puedo hacer respecto a ese tema, tal vez pueda contactarme con esa persona.

Luego, la voz de Anna desapareció y mientras ella se ocupaba de las bebidas, Eleazar pensó en alguna solución; empero, antes de intentar cualquier cosa, el televisor mostró una pantalla de estática y luego unas palabras flotaban en toda la mitad de la pantalla:

«necesito salir de aquí»

—¡Anna, tienes que ver esto! —pronunció Eleazar sin dejar de ver la pantalla del aparato con los ojos abiertos de par en par.

—¡Santo cielo! —exclamó Anna al llegar a la sala de estar, en sus manos sostenía dos vasos con jugo de naranja.

—Esto es una prueba irrefutable de que alguien se intenta contactar contigo, pero... —Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, no dejaba de mirar hacia la pantalla del televisor—. Debe ser una tecnología superavanzada, o sea... está pidiendo ayuda por el televisor. Primero fue la computadora, luego tu teléfono y ahora la tele, bien, bien, todo ello apunta a algo bastante claro, usa la tecnología para comunicarse, aunque el televisor... Guau.

—¿Qué debo hacer? ¿Qué debemos hacer? —La voz de Anna mostraba preocupación.

—Llámame loco, pero puede tratarse de alguien de otra dimensión —pronunció él mirando fijamente a su amiga.

—Bien, supongamos que esa sea la razón, que haya otra dimensión—añadió Anna—, pero, vuelvo a lo mismo, ¿qué podemos hacer?

Eleazar caminó de un lado a otro, si se trataba de otra dimensión debía buscar la forma de que ambas dimensiones se conectaran, una forma de hacerlo era por medio de los medios electrónicos y eléctricos en el caso del televisor. Anna también pensaba en soluciones, pero no se le ocurría nada, además el mensaje y la estática no desaparecían.

—Tengo una idea —dijo Eleazar, finalmente—. La luz, debe ser la luz.

—¿Qué tiene que ver la luz? —preguntó Anna.

—Alguien está pidiendo ayuda, y... ¿has escuchado alguna vez eso de "no sigas la luz"? —El chico dibujó con sus dedos unas comillas y luego continuó tras el asentimiento de su amiga—. Bien, en este caso debe ser al revés, quien busca ayuda, solo debe seguir la luz —concluyó con una sonrisa.

—Entiendo, pero ¿cuál es tu plan? —dijo ella y entornó su mirada como señal de confusión.

—Simplemente tenemos que crear un campo de luz enorme, debemos hacer un experimento de reflexión de la luz, si aplicamos luz a un espejo, ¿qué sucede? —preguntó Eleazar, pero antes de que Anna respondiera, continuó hablando—: la luz se refleja en el mismo ángulo que se proyecta, es decir, si creamos un espacio donde haya suficiente luz y teniendo en cuenta que el televisor es el canal de comunicación, podemos crear una especie de puente para que, quien necesite ayuda, pueda comunicarse y decir qué necesita.

—Suena estupendo, pero ¿cómo lo haremos? ¿prendo todas las luces? —cuestionó Anna y sonrió porque dentro de sí, sonaba como una idea tonta.

—Bien, tendremos que ir de compras para que mi plan funcione —respondió él.

Eleazar tenía un vehículo y lo puso en marcha para ir con Anna hasta la tienda de artículos del hogar; allí, Anna compró los únicos cuatros espejos grandes que quedaban en el lugar, eran parte crucial del plan.

Minutos después, guardaron los espejos dentro del vehículo y regresaron a casa de Anna.

—Me debes dinero, amigo —bufó Anna en medio del trayecto.

—Si no funciona, me volveré loco —le contestó y por su mirada, hablaba con seriedad—, y no te preocupes, te devolveré el dinero.

En casa, el televisor seguía encendido, pero esta vez con un mensaje diferente y mucho más contundente:

«ayuda, por favor, el tiempo se acaba»

—Hay que actuar rápido —dijo Eleazar. Parqueó el vehículo frente a la ventana que daba hacia la sala de estar y dejó las luces altas encendidas—. Perfecto.

Levantó el freno de mano mientras el vehículo seguía encendido y volvió a la sala de estar donde Anna ubicaba los espejos contra la pared, movió la pequeña mesa, las sillas y el sofá para que hubiese más espacio; prendió las luces de la sala, corrió las cortinas de la ventana y esperó.

Efectivamente, la luz del carro rebotaba en los espejos y la luz del techo se mezclaba con el resto creando un campo bastante luminoso, tan lleno de luz estaba, que no se podía distinguir la silueta del televisor.

Pero algo extraordinario ocurrió: una luz mucho más intensa apareció en medio de la sala frente al televisor y tomó forma humana, para después mostrar a una mujer, ella dio unos pasos y se mostró ante ellos.

—Funcionó —pronunció Anna abriendo los ojos de par en par y, sin cambiar su expresión, miró a Eleazar.

—¡Esto es grandioso! —exclamó él.

—Estoy... estoy a salvo —pronunció la desconocida, mientras observaba todo lo que la rodeaba—, recibí la ayuda que pedí.

Anna le preguntó a la recién llegada acerca de su nombre y de donde provenía, pues era una completa locura que existiese otra dimensión y, más loco aún, que hubieran creado un pasaje entre ambas dimensiones.

Eleazar se apresuró hasta su automóvil y lo apagó para no desgastar más el motor, luego regresó con las chicas para enterarse de lo sucedido con la desconocida.

—Me llamo Mary —se presentó ella cuando Eleazar estuvo de vuelta—, el lugar donde estaba fue bombardeado, nuestro mundo era punto central de varias dimensiones, varios mundos; pero unos seres despreciables descubrieron que el lugar era un centro de conexión y comenzaron a destruir lo que había a su paso, lo perdí todo: mi casa, mi familia, absolutamente todo. —En este punto, Mary comenzó a sollozar, aquellos recuerdos tan vividos se hacían presentes en su relato, sin embargo, decidió continuar—: Contamos con muy buena tecnología, mas no puedo explicar cómo logré enviar el mensaje, las primeras dos veces que lo hice, perdí la comunicación.

Ante aquella afirmación, un sentimiento de culpa se apoderó de Anna; la primera ocasión, había cerrado aquella ventana y, en la segunda oportunidad, había bloqueado su teléfono confirmando lo que había dicho Mary.

—¿No pensaste en otra forma de huir? —Aunque la pregunta sonaba un poco brusca, generó en Mary una sonrisa.

—Los medios de transporte son beneficiosos, pero en una situación como esta debía huir a otra dimensión, una lo suficientemente lejana de toda esa locura —contestó, con un poco más de calma—¸ no importaba a donde llegara, sí, era un riesgo salir de un lugar peligroso y llegar a otro, pero al parecer, acá todo está... bien.

—Acá el único peligro que tenemos son los amigos de lo ajeno y un par de políticos corruptos —añadió Eleazar con una sonrisa—, pero en términos generales es un buen lugar para vivir.

Vivir.

Eso era lo único en lo que pensaba Mary, ya había perdido mucho, pero en este mundo, haría lo posible para seguir viviendo; sería empezar de cero, mas estaba feliz de que su mensaje hubiera llegado a buen destino y el encontrar ayuda, fue muy gratificante.

—Gracias —pronunció Mary, y sus palabras sonaban realmente honestas.

Un timbre inundó el lugar. Anna se acercó hasta la puerta de la vivienda y se encontró con su mejor amigo quien llevaba entre sus manos un pequeño pastel de color rojo.

—¡Feliz cumpleaños, Anna! —canturreó el recién llegado y con total confianza se adentró en la casa, sus ojos recayeron en Mary y en el desorden de la sala—. Espero no haber llegado tarde a la fiesta.

Ante aquella afirmación, Mary abrió la boca con sorpresa; de cierto modo se sentía como una intrusa, pero solo se limitó a reír y los demás, contagiados ante tal energía, se unieron a ella soltando un coro de carcajadas.

Tal vez había pasado una mala jornada de trabajo, pero el final del día había sido toda una aventura y, sin duda, estaba feliz. Había hecho una buena acción, tenía frente a ella un pastel, dos amigos muy queridos y una nueva amiga. Ese día que pintaba con ser pésimo y gris, terminó siendo el mejor cumpleaños de su vida.

Bueno, como pudieron este fue mi intento de un relato de ciencia ficción, me costó varios días darle forma y sentido, pero estoy feliz con el resultado.

El campo de la ciencia ficción es enorme y aunque no es uno de mis géneros favoritos, en este plataforma les he dado oportunidad a leer historias del género y, aunque es bastante amplio, hay varios temas que me llaman la atención como los viajes en el tiempo, vida en otros planetas, otras dimensiones, etc...

Es un género que jamás se me ocurrió abordar, pero considero que uno debe salir de su zona de confort y esto es muestra de ello, espero el relato haya sido de su agrado y hasta una próxima actualización.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro