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Contratiempos (especial navideño)

Junto a la gran chimenea, dos hadas se encontraban esperando el anuncio oficial de la Nochebuena. La habitación era preciosa; sobre la chimenea una corona navideña y un par de calcetines coloridos, una extensión de luces desperdigadas por todo el lugar, figuritas de soldados de cascanueces y osos con gorro de navidad, pero la mayor belleza se encontraba empotrada en una de las paredes: una enorme biblioteca repleta de libros.

Una de las hadas, se encontraba sentada sobre un enorme sillón con un libro entre sus manos, tan sumergida estaba en las palabras y tan cerca tenía sus ojos del libro, que no se podía divisar su rostro; pero tras el libro, unas enormes alas como de mariposa se alcanzaban a apreciar.

La segunda hada se encontraba cerca a una mesa, con un par de materiales que le rodeaban, lo cual, podría asegurar que estaba creando algo. Y así lo era; mientras que su compañera se encontraba sumida en aquel libro, ella se encontraba fabricando un regalo.

La navidad reinaba en aquel reino de hadas y elfos. ¡Por supuesto, vivían en el taller de Santa! O no propiamente vivían allí, pero para las festividades pasaban gran parte del tiempo en ese lugar. Si algún elfo se quedaba atorado con una tarea encomendada por Santa Claus, ahí estaban las hadas para salvar las festividades; después de todo, trabajaban en equipo. Sin embargo, algunos elfos eran bastante celosos con su trabajo; solo podían aceptar la ayuda de las hadas, si estaban demasiado liados.

—¡Un par de detalles más y tendré listo el regalo para la reina! —exclamó entusiasmada el hada de las manualidades—. ¿Qué cara crees que ponga? ¿Crees que le gustará?

Volteó su rostro a su compañera y seguía sumida entre el contenido de aquel libro.

—Este libro es grandioso —respondió, aunque en un tono que fuese como para ella misma, incluso se podía pensar que no escuchó las palabras de aquella que le habló—. El mundo de los humanos es tan hermoso, cómo me encantaría que Santa me llevara en su trineo a repartir regalos.

—¿Acaso no me escuchaste? —refunfuño Rhoswen, acercándose al hada que seguía enfrascada entre las páginas del libro—. Ya casi es Nochebuena y tú estás ahí leyendo.

—¡Espera! —gritó Marín, y bajo el libro. Lo dejó sobre uno de los brazos del sillón y volteó a mirar a su compañera—. ¿Dijiste el regalo de la reina?

—Así es —contestó Rhoswen con una sonrisa—. ¿Qué opinas?

Marín se quedó mirándole por unos minutos tratando de conectar con la realidad, sus ojos de color violeta se centraron en su compañera, quien mostraba una sonrisa enorme. Luego, bajo su mirada al regalo, un pequeño recipiente redondo con tapa y de colores pastel. Ante la renuencia de Marín por contestar, siguió hablando.

—Es un recipiente para guardar polvo de hadas —dijo Rhoswen—. Estoy segura que debe tener miles de ellos, incluso tendrá algunos hechos de oro, plata, algunos tendrán perlas... —Guardó silencio por un minuto y continuó—: sin embargo, lo hice con mis manos, con los materiales que de vez en cuando dejan los elfos. ¡Mira, es la señal!

Rhoswen señaló la chimenea. Un polvo brillante caía desde el interior, como tratándose de copos de nieve; era la señal de que Santa Claus estaba listo para emprender su viaje por el mundo entregando regalos a los niños, y, esparciendo amor y felicidad, como cada año. Marín abrió los ojos de par en par, al igual que su boca. No era una reacción normal ante la despedida de Santa; todo lo contrario, las hadas y los elfos se entusiasmaban por su partida, pues algunas hadas resultaban afortunadas y afortunados para viajar con él.

La expresión de Marín era de terror. ¡Había olvidado fabricar el regalo a la reina de las hadas! Estaba tan enfrascada en aquel libro y en otras labores a lo largo del día, que había olvidado por completo ese pequeño detalle.

—No he hecho el regalo para la reina —soltó Marín y tapó su boca con ambas manos.

Rhoswen abrió su boca estupefacta. No tenía palabras para semejante desfachatez y se quedó petrificada antes semejante confesión.

—¡Por favor, ayúdame! —suplicó Marín, juntando sus manos. Luego se tendió de rodillas. ¡Estaba desesperada!

—No hay tiempo —respondió Rhoswen.

La puerta de aquella habitación se abrió, tras la misma, un elfo sonriente asomó su cabeza al interior de aquella habitación y con una sonrisa pintoresca habló:

—¡Santa las espera! Elegirán a las hadas que irán con él este año.

—Vamos —dijo Rhoswen, sosteniendo con fervor el recipiente que había fabricado y se acercó hasta el elfo que esperaba, asegurándose de que salieran junto a él—. Algo se nos ocurrirá en el camino.

Marín asintió lentamente y se acercó con pasos largos hasta el elfo y su compañera. Algo se le ocurriría en el camino, al fin y al cabo, no era la primera vez que pasaba.

*

Sin embargo, no se les ocurrió nada en el camino y solo esperaron lo mejor.

Frente al gran taller, alrededor de Santa Claus se reunían un montón de elfos y hadas quienes lo despedían para que fuese en su trineo tirado por renos alrededor del mundo para entregar regalos a miles de niños; tal tradición databa de antaño. Muchas hadas se emocionaban porque para estas fechas, se anunciaban dos que acompañarían a Santa en la entrega de regalos y, lo mejor de todo, es que nunca había un hada que fuera seleccionada dos veces; todos tenían chance.

Los elfos pasaban gran tiempo con Santa, pues él verificaba que todos los juguetes estuviesen en perfecto estado antes de ser entregados; razón para que las hadas se emocionaran por estar un par de minutos con el gran Santa.

Miles de murmullos se escuchaban, todas las voces se juntaban hasta que la reina de las hadas carraspeo y ese simple gesto hizo que las voces cesaran y pusiesen atención a sus palabras.

—Como cada año, dos hadas serán seleccionadas entre todos y todas, de acuerdo a la lista que le he proporcionado al señor Claus —dijo la reina y volteó a mirarlo—. ¿Quiénes son los afortunados, señor Claus?

—Gracias, reina Breda por esa maravillosa introducción —contestó Santa Claus y se dispuso a ver una tabla sujeta papeles—. Sé muy bien que todos esperan todo el año por esta oportunidad, lastimosamente solo son seleccionados dos hadas para acompañarme, así que, según la lista, este año le corresponde a... Chonk y a Marín.

Chonk era un hada hombre que trabajaba en la cocina con los elfos que horneaban galletas y preparaban pasteles. Todos pudieron como Chonk brincaba y volaba en su sitio con emoción; por otro lado, Marín permaneció en su sitio tratando de digerir las palabras que escuchaba. Las voces se volvieron a juntar, creando un cuchicheo entre hadas y elfos.

—Te eligieron, felicidades —dijo un hada que se encontraba a su lado derecho.

Nuevamente la reina carraspeó y se creó el silencio.

—Por favor, Chonk y Marín, pasen al frente —pronunció la reina.

Chonk voló hasta donde estaba la reina y le entregó una caja pequeña que contenía un collar de pequeñas caracolas, mientras que Marín se aproximó arrastrando sus pies y todos miraban expectantes.

—¡Muchas gracias, es hermoso! —expresó la reina con una sonrisa.

—¡No debo ir este año! —chilló Marín al encontrarse en medio de la reina y Santa.

—¿Qué? ¿Por qué? —pronunció la reina y Santa Claus al tiempo, haciendo que sus voces se fundieran en una.

—Olvidé el regalo de la reina, alguien tan egoísta no merece ir con Santa en su trineo —respondió el hada con sus ojos violeta envueltos en lágrimas.

—¡JO, JO, JO! —soltó Santa mientras ponía sus manos sobre su panza y todas las miradas recayeron en él—. Es hermosa tu sinceridad, pequeña; lo cierto es que, muchos aún no entienden que navidad no solo se trata de regalos, sino de cosechar momentos y pasar tiempo con aquellas personas que aprecias, por otro lado, ser seleccionado por Santa es tener la oportunidad de ser amigos y conocernos un poco más y, aunque no lo crean, conozco a cada uno de los elfos que trabajan en el taller y a cada hada que se ha sentado en mi trineo, el año pasado fueron Margarite y Sybel. —El hombre señaló en la distancia a las hadas a las que se refería y, ellas en la distancia, saludaron; después, miles de ojos se centraron en las mencionadas.

—Yo... —comenzó a decir Marín, pero no sabía cómo refutar las palabras de Santa—. Muchas gracias por seleccionarme este año.

La reina sonrió con simpatía y abrazó tanto a Chonk como a Marín.

—Bien, no hay tiempo que perder —habló Santa—. El mundo nos espera.

Después de esas palabras, todos comenzaron a dispersarse. Marín volteó a ver a la multitud y, en la distancia, Rhoswen le sonreía y le mostraba los pulgares arriba, Marín sonrió por el gesto de su amiga. Aunque había sido descuidada con algo que era tradición entre las hadas, las palabras de Santa retumbaban en su mente, tenía razón, debía aprovechar esta oportunidad y guardar bellos recuerdos al acompañar al gran señor Claus en la noche de navidad.

Para quienes no lo saben o lo olvidaron, este relato quedó finalista en el desafío "fiestas fantásticas" organizada por el perfil de WattpadFantasiaES la imagen elegida de las dadas en los disparadores fue la celebración de las hadas, y se realizó en diciembre de 2020.

Para esta fecha, siendo un año después de su publicación, quise incluir este relato en esta antología y traer una versión extendida como algunos de los lectores pidieron para ese entonces en su publicación original

Espero les haya gustado, un abrazo gigante.

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