Capitulo 11
La luz solar golpeaba contra su rostro y la brisa tibia relajaba sus músculos. Apoyo su brazo en la puerta y observó la ciudad. Algunos lugares le parecían nuevos y otros conocidos.
—¿Estás bien?.
Giro su rostro y se encontró con el de Jimin. Le sonrió y asíntio en silencio, no tenía ganas de hablar.
—Por favor, disculpa a mi madre. A veces ella sueles ser muy...
—No tengo porque disculparla –interrumpio–, yo debería ser él que se disculpe. Entiendo porque está así, y no la culpo –suspiro y bajo su brazo–, yo me odio ahora mismo.
—No, YoonGi...
—Por favor Jimin –le sonrio–, no trates de disolver la culpa que tengo ahora mismo. En estos últimos días descubrí cuan patán era.
—Entiendo –asintio–, pero prometiste cambiar.
—¿Y que tal si no es así? –aquella duda le carcomía el alma–, ¿que tal si vuelvo a ser el mismo de antes?. El YoonGi de siempre.
Aquella duda había comenzando a crecer después de los gritos que le dió la señora Park. ¿Que tal y si YoonGi volvía?, aunque Suni le había dicho que este había fallecido, ¿y si no era así?.
—No se que sea, pero siento no será así –tomo las manos de YoonGi–, dentro mío siento que no será así, y que esta vez si cambiarias. Y para bien, Yoonnie.
[•••]
—¿Estás cómodo?.
—Si, gracias.
—¿Necesitas algo?. Alguna bebida, comida.
—En realidad, quisiera hablar contigo. Sobre nosotros.
—YoonGi...
—Muy bien –suspiro–, en primer lugar quisiera que dejes de llamarme YoonGi.
—Pero, no te gusta...
—Y en segundo lugar, se tú mismo. Sonríe, grita, salta, no se , haz lo que quieras hacer.
—No puedo –nego–, tú eres...
—Lo se, soy tú esposo –tomo las manos de Jimin–, solo eso Jimin. No soy tú dueño, ni tú eres una objeto del cual yo sea dueño. Por favor, date tú lugar.
—Yoon...
Un flash back vino a la mente de Suga en cuanto escucho aquel apodo, mareandolo.
—¡YoonGi, ¿estás bien?.
—Si, so-solo fue un mareo.
Jimin se puso de pie y lo ayudo a acostarse.
—Enseguida vuelvo, traeré la receta y los medicamentos.
Suga asintió. En cuanto escucho como la puerta era cerrada, observo a su alrededor. Era una habitación bastante grande, con cuadros en las paredes, algunas fotos, una pequeña mesita de noche a su derecha en la cual yacia un pequeño marco con una foto. Eran ellos dos, y por lo que vio estaban felices.
—Te devolveré esa sonrisa Jimin, lo prometo.
Tomo el marco y lo observó a detallé. Los ojos de Jimin, su sonrisa, sus mejillas, sus labios, su cabello. Todo en él era hermoso. La puerta se abrió y por esta entro Jimin con una pequeña bolsa y un vaso con agua.
—Veo que te estás familiarizando.
—¿Es lo menos que puedo hacer, no?.
Jimin no respondió. Dejo el vaso en la mesita de noche y tomo la receta. Tomo unos botes de la bolsa y vacío de estos unos medicamentos.
—Ten.
YoonGi abrió la boca y Jimin y las puso despacio. Le pasó el vaso con agua y Suga lo tomo y bebió todo.
—¿De cuando es esta foto?.
—Del día de nuestra boda.
—S-se me hizo familiar.
Dejo el marco en la mesita y miro a Jimin, este se encontraba decaído.
—¿Que sucede?, ¿dije algo que te molesto?.
—No, es solo que...hay algo que he querido decirte pero no pude.
—¿Es algo malo?.
—No, es algo maravilloso a decir verdad –sonrio sin poder evitarlo–.
—Debe de serlo, porque veo que estás sonriendo. Vamos, cuéntame.
—Pienso que... aún no es el momento. No estoy cien por ciento seguro de esto.
—¿Porque?, si es algo maravilloso tiene que ser contado.
—YoonGi...tengo miedo.
Cerro los ojos. Suga apretó los labios y asíntio.
—Tranquilo, no tienes porque temer. Recuerda, ya no hay más de aquel YoonGi. Ahora soy yo, Suga.
—¿Suga? –Jimin abrió los ojos y le miro, confundido–.
Suga cayó en cuenta de lo que había dicho y como había metido la para a lo grande. Parpadeo nervioso y pensó que decir, pero ninguna excusa venía a su hueca cabeza, o así pensó él.
—U-una a-abreviacion de Sugar e-eso... tú...ya...¿es tonto, no?.
Jimin se carcajeo al ver las expresiones que hacía YoonGi. Y Suga amo oír aquella risa nuevamente.
[•••]
—¿Encontraron algo?.
—Si, señor –le tendieron un folder amarillo–, vive en las afueras de la ciudad, como usted nos lo dijo. Está casado con Park Jimin, un joven que es pediatra en un hospital del centro de la ciudad.
—¿Y Min YoonGi?.
—Hace unos días salió del hospital. Mañana me envían su expediente.
—Muy bien. En cuanto los tengas quiero que los traigas enseguida.
—Si, señor.
—Retirense.
Observó las hojas del folder y algunas fotos que habían en estás.
—No puedo creerlo, hasta ya se encontró con la insoportable de la señor Park –se carcajeo–, vaya vida que estás teniendo Min YoonGi.
Cerro el folder y lo puso sobre la mesa que estaba en frente suyo. Se apoyo en el respaldo del sillón y miro hacia el techo.
—Estas viviendo una vida que no te corresponde. Te daría las gracias, pero yo no soy de esas personas –tamborileneo sus dedos sobre su abdomen–, ¿dejaré que Jimin sea con alguien más? –penso unos segundos– ¡Primero muerto!.
Se puso de pie y golpe la mesa, furioso. Su pecho subia y bajaba, en sus ojos estaba inyectado un odio y una rabia que ni el mismo podía cargar.
—Que mala suerte tienes Jimin –sonrio–, perderás a tú Yonnie dos veces.
Lo estuve pensando en estos últimos días, y espero que a ustedes también les guste la idea. Ya sabrán de qué hablo, ¿o ya se dieron una idea :D?.
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