Capitulo 10
Jin se encontraba en la entrada del hospital, junto con Jimin. Ambos esperaban ansiosos a YoonGi, él cual ya había sido dado de alta.
—¿Estás bien?.
—Bastante. Me alegra saber que YoonGi ya está mucho mejor, aunque tiene que seguir con la fisioterapia.
—Asi es, ¿crees que puedas con ello?.
—Estoy seguro que si –miro a Jin y le sonrio–, gracias por apoyarme todo este tiempo. En estas últimas semanas, me di cuenta de lo valiosa que es tú amistad para mí.
—Sabes que no fue nada. Estube y estoy más que complacido en ayudarte. Se que en un principio las cosas no comenzaron muy bien, pero espero que tengan un buen final.
—Asi será –suspiro–, y gracias también por no haber levantado una demanda contra YoonGi.
—Eso no depende de mí Jimin –suspiro–, Namjoon me hizo entrar en razón. Y ahora se que esto no depende de mí, si no de ti.
Un carraspeó los interrumpió. Ambos giraron y Jimin se sorprendió en grande.
—¿Mamá, que haces aqui?.
[•••]
—Por favor, póngalo en la silla.
Ambos enfermeros asintieron. Suga hizo muecas, quiso negarse pero sabía que tenía que dejarse hacer. Ya listo en la silla miro a ambos lados y analizo la silla. Estaba cómodo.
—Gracias, pueden retirarse.
—Si, doctor Jung.
Hoseok reviso una última vez la receta médica de su hermano. Escucho como la puerta era cerrada, dejo a un lado de receta y miro a YoonGi.
—¿Que haces?.
—¿No es obvio?, estoy viendo cómo funciona esto.
—Pero si tú...no, nada olvídalo.
—¿Que cosa?.
—Es mejor que no sepas nada, prefiero que lo dejes en el olvido.
—Debe de ser algo muy malo.
—Mejor cambiemos de tema –acomodo sus gafas–, muy bien, escucha. Tienes que seguir al pie de la letra estás indicaciones, y tomar a su hora los medicamentos o si no–....
—O si no, no funcionan. Si, si ya me lo sé de...memoria. No puede ser –le sonrió a Hoseok–, ¿escuchaste eso?. Estoy recordando algunas cosas.
—Si –le devolvió la sonrisa–, es bueno saber que poco a poco vas recuperandola. Se que con él tiempo recordarás todo.
—Eso espero, porque no sabes lo incómodo que es ver a alguien y que este te vea con cara de: ¿que, no me reconoces?. Y yo no sé que responder, me siento como un tonto.
—Comprendo. Por el momento no saldrás de casa, solo irás a tus terapias o yo mandaré a uno de ellos para que no vayas muy seguido.
—Eso sería muy amable de tú parte, Hoseok. Se que Jimin tampoco podrá llevarme seguido porque la siguiente semana comenzará a trabajar aquí.
—¿Trabajar?.
—Asi es –reposo sus brazos en los en los costados de la silla–, hace unos días hablamos. Quise saber más de él, o bueno, recordar. En fin, me comentó que yo le hice renunciar, ¿puedes creer?. Yo le hice dejar algo que él ama hacer, estoy muy sorprendido. Si que era un monstruo.
—No, YoonGi. La vida...
—Eso no me justifica –hizo una mueca con la boca–, le hice mucho daño, ¡le hice mucho daño!.
—Pero, YoonGi...
—No, Hoseok –sentia un gran sentimiento de culpa, a pesar de que no fue él quien hizo todo ese daño–, mírame, merezco esto.
Hoseok suspiro y guardo al receta en el bolsillo de su uniforme. Se acercó a YoonGi y se acuclillo a su altura.
—Mira, se que ahora mismo te sientes de lo peor. Ahora mismo debes de tener un revoltijo en tu cabeza. Pero por favor, ya no pienses en eso, ya es pasado. La vida sigue, ya no hay como arrepentirse, lo hecho está hecho.
—Lo se, y no sabes cuánto quisiera retroceder el tiempo y no hacer nada de lo que hice.
—Pero ya no se puede –suspiro–,...a lo mejor puedes arreglar las cosas y así quizá te sientas mucho mejor.
—Lo mismo pensé, es por eso que hable con Jimin y le comenté sobre lo de volver a su trabajo –sonrio–, no sabes lo feliz que se puso.
—Me imaginó. El ama mucho su trabajo.
—Lo se –sonrio. Hoseok lo miro enarcando una ceja–, ¿que?.
—Me sorprende tu cambio, ¿sabes? –se puso de pie–, en estos últimos meses me dijiste que cambiarias y no lo hacías. Pero mira, un accidente te cambió todo.
—Si, al parecer necesitaba un buen golpe.
Después de unos minutos de charlar, ambos hermanos salieron de aquella habitación. Hoseok iba empujando la silla, mientras que Suga se alistaba para ver el mundo desde otros ojos.
¿Se vería igual?, ¿abrían olores diferentes?, ¿descubriría algo nuevo?. Mil y un preguntas rondaban por su cabeza.
—Oh, oh.
—¿A qué te refieres con oh, oh?.
—No quisiera asustarte, pero la señora Park está afuera.
—¿Es algún familiar, amistad?.
—Es tú suegra, YoonGi.
¿Suegra?, le sonaba aquella palabra. Levantó los hombros, restándole importancia, en cambio se dedicó a pensar y quizá recordar algo.
—Escucha. La señora Park y tú no se llevaban en lo absoluto, eran como hielo y fuego. No podían estar ni a un centímetros del otro.
—Vaya, ¿eso es malo?.
—¡Claro que lo es!. O bueno, desde mi punto de vista, si. Estoy seguro que si las miradas matarán, ambos ya estarían muertos.
—¿Era tan malo, Hoseok? –levanto su cabeza y lo hizo para atrás, conectando su mirada con la de su hermano–.
—Como te dije YoonGi, a veces la vida te vuelve así.
—Entiendo.
Suspiro y miro al frente nuevamente. Ya estaban a poco metros de la salida del hospital y él se encontraba nervioso. No sabía que decir o hacer al frente de aquella señora. ¿Quiza, comportarse como él patán que siempre fue con ella?, así no sospecharía nada. Nego en silencio, no podía hacerlo aunque quisiera, él no era así.
—Tranquilo, lo harás bien. La señora Park ya está al tanto de todo.
—Debe de odiarme.
—Mhm, ¿odiarte?. No lo creo. Es un sentimiento fuerte.
—Hoseok, casi mato a su hijo –apretó con sus manos el buzo deportivo que traía puesto–, yo también haría lo mismo si alguien tocará a un hijo mio.
—¿YoonGi pensando en niños?, vaya. Esto sí que es un verdadero milagro.
Suga cayó en cuenta de lo que había dicho y se sonrojo. De seguro aquellos pensamientos eran del tonto cerebro de YoonGi, porque él no pensaba en eso, no. Nunca, jamás.
—Buenos días, señora Park.
—¿Cómo estás querido?.
—Muy bien, gracias.
Hoseok le sonrió y pellizco el hombro de YoonGi, ya que este se había quedado callado.
—¡Auch!. ¿Que te suce...–miro como Hoseok le señalaba con los ojos a la señora Park. Lamió sus labios, nervioso–, bu-buenos días.
—No creo que sean unos buenos, YoonGi-ah –cruzo los brazos sobre su pecho, regalandole una mala mirada a YoonGi–.
—Mamá, por favor. Hablemos en casa.
—No, yo no pienso ir a un lugar donde esté él. Antes prefiero estar en el infierno.
—Señora Park...
—No, YoonGi. Esta vez no hay nada de señora Park, esta vez no te creeré nada –le regaño, a pesar de saber que estaba llamando la atención, decidió continuar–, prometiste que cuidarias de Jimin, hiciste tus votos, juraste antes Dios que lo cuidarias. ¿Pero que pasó?. A la primera que pudiste le levantaste la mano.
—Lo siento–...
—¡No, YoonGi!. Te confie ¡a mí pequeño!, al único ser que tengo en mi vida. ¡Y por poco y lo matas!.
—¡Ya basta mamá!.
—¡No, Jimin!, déjala –movio la silla de ruedas, acercándose a la señora Park–, sueltelo. Vamos, grité, golpeeme, dígame todo lo que se guardo estos últimos meses. Quiero escucharla.
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