Capitulo 02
Ya habían pasado algunas horas. La oscuridad cubría a toda Corea y las luces artificiales iluminaban las ciudades. Jimin yacia sobre su suave y acolchada cama, junto a él se encontraba él pequeño gatito: Suga.
La respiración de Jimin era calmada, se encontraba dormido y acurrucaba sobre su pecho al felino, él cual gustoso dormía, emitiendo un suave ronroneo. Pero, la calma no dura para siempre.
Las orejitas del minino se irguieron en cuanto percibieron un ruido. Despacio se puso en sus cuatro patas y estiró su delgado cuerpo. Jimin se removió en su cama, ya que se le hizo raro no sentir aquel tibio tacto sobre su pecho. Abrió poco a poco sus ojos y sonrió al ver a Suga muy cerca de su rostro.
Meow.
—Hola, ¿aún estás aquí?.
Meow.
Sonrió sin poder evitarlo. Estiró su cuerpo sobre la cama y el pequeño se puso sobre su abdomen, olvidando por completo el porque se había despertado. Jimin acarició su subía espaldita y Suga soltó suaves ronroes por los mimos que estaba recibiendo.
—¡Jimin!.
Jimin se sentó en su cama y su pulso se aceleró, asustado. El pequeño gatito lo miro, queriendo saber que era lo que pasaba con aquel hermoso humano, ya que de pronto el aura de este había cambiado.
—No, no. Tienes que irte.
Tomo a Suga entre sus manos y salió corriendo hacia el balcón. Lo puso en el piso e hizo ruido para espantarlo, pero Suga ni se inmutaba, le parecían tiernas aquellas expresiones que aquel humano hermoso hacia.
—¡Por favor, vete! –suplico entre susurros–, si el te ve...no quiero ni imaginar de lo que sería capaz de hacerte.
Meow.
—¡Dónde carajos estás!.
—Esta molesto –miro para atrás por unos segundos y volvió la mirada hacia Suga–, no te muevas.
Se hizo para atrás y Suga solo lo veía, sin hacer ningún movimiento.
—Eso, así. Quédate quieto.
Le dió una última sonrisa, entro a su habitación y cerro la puerta que separa al balcón de la habitación. Suga dió un último maullido, esperando a que Jimin saliera, pero no fue así.
Movió su cabeza de un lado para otro, recordando cómo había llegado hasta allí. En segundos, unos lugares se le hicieron conocidos y emprendió su camino hacia la casa de su humana favorita.
Su larga cola se meneaba de un lado para otro conforme caminaba, sus pequeñas patitas no causaban ningún ruido, lo cual le favorecía y no llamaba la atención de los perros de aquel lugar. Salto cercas, charcos de agua y jugo con alguno que otro insecto. Las moscas eran sus favoritas.
En unos minutos gatunos, llegó hasta aquella casa. Era bastante rústica y para nada llamativa. Totalmente blanca y solo con algunos barrotes de maderas. Brinco la cerca y sigiloso entro por una ventana de aquella casa.
Al estar dentro, un delicioso olor lo recibió. Movió su cabecita y cola, feliz. Comenzó su caminata hacia la cocina y en el camino se encontró al pequeño perrito que aquella humana tenía. Este se acercó feliz y le dió la bienvenida con una laminada en su rostro gatuno. Suga, asqueado, se pasó las patas por su rostro y maullo, pidiendo auxilio.
—¡Holly, deja en paz a Suga!.
Oh sí, amaba cuando ella reñia a aquel peludo ser.
Meow.
—Llegas justo a tiempo, prepare pescado.
Si, amaba a esa hermosa humana, aunque ahora no tan hermosa, porque aquel chico de mejillas de ardilla ocupaba el primer lugar en su lista de: humanos hermosos.
La cena fue bastante deliciosa para Suga. Después de unos minutos de a ver tomado su leche tibia, salió al patio junto a su humana favorita y aquel pequeño peludo ser.
Meow.
—¿Pasa algo?.
Ella lo miro, pero Suga no sabía cómo decirle lo que pensaba.
Meow.
—¿Es algo malo?.
Meow.
—¿Sabes?, hoy te noto bastante tranquilo.
Vaya, si que lo conocía bien. El pequeño minino pensó, pero no sabía cómo comunicarse con aquella humana.
—Lo mejor será hablar mañana. Ya se hizo tarde y mañana tienes que ir a repartir los tónicos junto a Holly.
Meow.
Cómo odiaba aquellos días desde que llegó aquel peludo ser, ahora era a él a quien le daban las carnes secas.
[•••]
El agua caía y cubría todo su cuerpo magullado. Sus ojos se encontraba nublados por las lágrimas que estos botaban, su garganta se encontraba seca por los gritos que había soltado hace tan solo unos minutos. Frotó su cuerpo con la esponja, queriendo quitar todo rastro de aquel suceso. No quería cerrar los ojos, porque si lo hacía recordaba el rostro de YoonGi, aquella sonrisa socarrona, aquellos toques. Lloro aún más.
Se cubrió con su bata y salió del cuarto de baño, en silencio. Tomo su celular y las llaves del auto de YoonGi, este se encontraba profundamente dormido, el alcohol en su sistema lo tenía dopado. Lamió sus labios y miro por una última vez a YoonGi. Cuanto hubiera querido que las cosas no terminarán así. Tomo una polera y un pantalón, junto a un abrigo y salió de aquella fría habitación.
Desbloqueo su celular y lloro aún más en cuanto vio el fondo de pantalla de su celular, era una foto de la primera cita que YoonGi y él tuvieron. Entro a la aplicación de llamadas y busco el contacto de Jin. Puso el celular sobre la mesita de noche y se vistió lo más rápido que pudo mientras la llamada seguía su curso.
—¿Jimin?.
Agarro su celular y lo acercó a su oído.
—Tenias razón Jin, yo no debi...
—¿Que te hizo ese mal nacido?.
Por el tono de voz, pudo notar claramente que Jin estaba furioso.
—M-me...me...él me violó, Jin.
—¿¡Que!?. No, esto ya pasó los límites.
—Po-por favor, ven...ya no quiero estar aquí...por favor...
—Tranquilo, ahora mismo ya estamos de ida. Yo...por favor Jimin, escondete si pasa algo, y si quiere hacerte algo, llama a la policía.
—E-esta bien.
Terminó llamada. Se puso el abrigo y miro a su alrededor. Toda la casa se encontraba en completo silenció, la luz de la luna cubría gran parte de su oscura sala y eso lo reconfortaba un poco.
Pasaron algunos minutos, y no había rastro de Jin. Estaba comenzado a impacientarse. ¿Y si no venía?, ¿y si YoonGi despertaba y lo golpeaba aún más?.
Esa y más preguntas pasaban por su mente. Trato de calmarase, Jin no le haría eso. Su celular comenzó a sonar y el respondió enseguida.
—Ya estoy afuera Jimin.
—Esta bien, yo ya...
—¿Tú ya que?.
Su cuerpo se puso helado, y sus nervios subieron en gran manera.
—¿Jimin?.
—Yo...YoonGi.
—Mierda, YoonGi lo encontró.
La llamada terminó y el celular que Jimin tenía en sus manos le fue arrebatado.
—¿Que rayos haces aqui a estás horas?.
—Yo...
—Y vestido así.
De pronto su mente recordó las palabras de Jin. Miro hacia ambos lados, ignorando a YoonGi.
—¡Te estoy hablando!.
Se puso de pie y corrió a la primera puerta que encontró. YoonGi lo miro y aquel acto lo enfureció aún más.
—¿¡A dónde carajos vas!?.
En cuanto estuvo dentro de aquella habitación, la cerro con seguro por dentro. Respiro un poco, felicitándose por la valentía que tuvo.
—¡Abre la puerta en este mismo instante Jimin!.
—¡No, vete!.
YoonGi quiso golpear la puerta y abrirla de una patada, pero el sonido del timbre lo detuvo y los golpes en la puerta de su casa.
—Quien mierda llama a estás horas.
Suspiro y miro la puerta de la habitación en la que Jimin entro.
—¡Enseguida vuelvo, mi amor!.
Con la mirada sería, se fue a la puerta de la entrada. Abrió está despacio, pero la persona que se encontraba del otro lado de la puerta lo empujó.
—¿Que carajos haces aquí Hoseok?.
—¿Dónde está Jimin?.
—¿Disculpa?.
Jin, que se encontraba detras de Hoseok, no dijo nada y entro, ignorando a los hermanos Min.
—¿Dónde rayos crees...?
—Quedate dónde estás YoonGi. Si das un solo paso, no dudaré en llamar a la policía y denunciarte.
—¿Denunciar?. No entiendo de que estás hablando.
—Sabes a lo que me refiero.
Por otro lado, Jin busco por toda la sala, pero no había rastro de Jimin.
—¡Jimin!.
Sus gritos asustaron y calmaron a Jimin. Despacio, quitó el seguro de la puerta y la abrió. Jin giro para atrás y allí, Jimin lo recibió con una sonrisa.
—Dios mío.
Jimin corrió a sus brazos y Jin no dudo en recibirlo.
—Te lo ruego, llévame contigo. Ya no puedo, no puedo.
Lloro. Jin acarició los cabellos rubios de su pequeño amigo y asíntio. Despacio, salió junto con Jimin de la sala y encaro a YoonGi.
—Maldito –gruño–, te juro que si Hoseok no fuera tu hermano, ahora mismo te estaría moliendo a golpes la cara.
—¿Dónde...?
—No YoonGi, no te diré nada.
—Hoseok, por favor llévate a tú amigo y dejen a mi esposo aquí.
—No YoonGi –unas lágrimas cayeron–, no dejaré que hagas lo mismo que nuestro padre le hizo a mamá. Esta vez, ¡seré yo! –se señalo asi mismo–...quien haga las cosas bien.
—Pero Hoseok...
—Y recuerda, si vas a buscar a Jimin, yo mismo pongo la denuncia y hago que te quiten el certificado médico.
—Pero Hoseok...¡Hoseok!.
La puerta de su casa fue cerrada. Se mordió los labios y frustrado jalo sus cabellos.
—No, no puedo dejar que esto se quede así.
Busco las llaves de su auto, pero no las encontraba. El sonido del auto partiendo lo alertó, y se decidió por seguirlos en el auto de Jimin. Saco de la caja fuerte las llaves del auto y bajo corriendo a la cochera, debía de seguirlos a como de lugar. No dejaría que le quiten a Jimin: a su esposo.
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