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Capitulo 00

Ya no sabía si soportaria un solo golpe más. Su magullado cuerpo le exigía un poco de descanso, o quizá un solo minuto para poder respirar y después recibir más golpes. Pero sus súplicas no eran escuchadas.

—¡Lo siento!.

Su garganta se desgarro al soltar aquella súplica, sin embargo, los golpes fueron aumentando junto con los insultos.

—¡Solo un café. Un maldito café Jimin!.

Sintió sus mejillas arder y su estómago doler. Su cabeza choco con la pared y recibió más cachedas. Lo tomo de su cabello y le tiró hacia la cama, Jimin se encogió sobre el blando colchón, asustado.

—¡¿Todas las mañanas serán así Jimin?!. Yo solo te pido algo simple, que cuides la casa, hagas la limpieza, laves la ropa y hagas la comida. ¡Nada más!, ¿es tan difícil?.

Quiso responder que no, que era fácil de hacer. Pero que teniendo a alguien como él, las cosas eran difíciles. Prefirió callar, porque recuerda que cuando le respondió por primera vez, casi no la cuenta. Nego en silencio y escucho como YoonGi suspiro.

—Bien. Ahora, date un ducha y limpia este que es tú hogar. Sabes que odio el desorden.

—E-esta bien.

Lo escucho alejarse y salir de aquella habitación, dejando la habitación en un profundo silencio. Mordió su labio inferior y sollozó, no quería que aquel monstruo que tenía por marido lo escuchará.

—¡Espero que el almuerzo este para las doce Park, o no la cuentas!.

Nego soltando más lágrimas. Lágrimas, ya no tenía. Golpes, los tenía por montones.

Cómo pudo se puso de pie y camino despacio hacia el cuarto de baño de su habitación. Abrió la puerta y entro al baño, estaba frío y eso relajó su cuerpo. Tomo un poco de aire, pero se arrepintió enseguida al sentir como sus costillas dolían, de seguro tenía inflamaciones internas. Saco un bote de medicamentos del botiquín, tomo unas cuantas cápsulas en su mano y las tomo de una.

Se quitó su ropa despacio, cada movimiento era un roce de su ropa contra su piel herida. Ya desnudó, se metió a la ducha y abrió la pileta, en segundos la regadera soltó el agua y este comenzó a limpiar su magullado cuerpo. De repente, soltó sollozos, unos silenciosos. Tomo el jabón que se en encontraba en una esquina de la pared y lo paso por su cuerpo.

—Ahg.

Soltó quejidos de dolor, el jabón hacia arder las raspaduras que tenía por las caídas que había tenido. Paso el jabón por su rostro y lloro aún más al ver el jabón manchado de sangre. Tomo un poco de shampoo y lo paso por su cabello, dando leves masajes. Su cuero cabelludo le dolía por los jalones que YoonGi había hecho en el.

Salió del cuarto de baño con una bata cubriendo su magullado cuerpo. Se acercó a su armario y tomo un suéter verde con cuello de tortuga y unos pantalones de mezclilla negros. Tomo un boxer y sonrió al recordar cómo había llegado aquella prenda a su persona.

Lo siento, es lo único que encontre a estas horas. Mi trabajo me consumió tanto que olvide tú cumpleaños Jiminnie.

—No se preocupe Hyung, están lindos.

Se puso el boxer y seguido su ropa. Se puso unas cremas en sus manos, y en el proceso observó su anillo de matrimonio.

—¿Cómo es que llegamos hasta aquí?.

Puso un poco de maquillaje en su rostro, queriendo cubrir sus hematomas y no pensar en lo sucedido de aquella mañana. Limpio la mesa del comedor, lavo los platos que habían, recogió los pedazos de la taza de café que YoonGi había tirado. Por último, cocino un delicioso espagueti.

Eran las doce del medio día en punto, se sentó en el sillón de la sala y espero a que YoonGi llegará. Unos minutos después, el timbre sonó, sorprendido se puso de pie y camino hacia la entrada.

—Quizá se olvidó las llaves.

Trago saliva, tenía miedo. Temía que le culpara el aver olvidado las llaves, aunque no era así. Tomo un poco de aire, de lo cual se arrepintió, y abrió la puerta.

—¿Jin?.

—Hola Jiminnie, ¿puedo pasar?.

[•••]


—Enserio YoonGi, no puedo creer que Jimin dejo de venir al hospital.

—Decidio dedicarse a su hogar, ¿que tiene de malo?.

YoonGi odiaba que la gente se metiera en sus asuntos. Hoseok suspiro y siguió marcando en la hoja.

—Entiendo lo que quieres decir. Pero Jimin es un buen pediatra, sus pacientes lo extrañan mucho.

—¿Y eso que me importa?, no me afecta en lo absoluto. Si Jimin decidió dejar su empleo, le apoyo.

—YoonGi, sinceramente siento que algo le pasa a Jimin. ¿Porque no hablas con él?.

—¡Ya Hoseok! –se puso de pie y golpeo la mesa con ambas manos, arto del cuestionamiento. Hoseok se asustó y sorprendido miro a YoonGi–, ¡Jimin dejo su maldito empleo porque yo se lo pedí!, ¿contento?.

—No puedo creerlo. Si sabes que Jimin ama su trabajo, ¿porque le pediste eso?.

—Porque es su deber como mi esposo. Él debe de estar en casa, haciendo lo que le toca hacer.

—Te escucho y no lo creo –sonrio, sin ninguna gracia–, estás sonando igual que nuestro padre.

Molesto, se puso de pie, tomo su folder y salió de aquella sala. YoonGi suspiro y se sentó, apoyo su cabeza en el sillón y miro hacia arriba.

—¿Parecerme a mi padre?, por favor. Aquel hombre era todo un patán, por suerte se murió.

[•••]

—Por favor, siéntate.

—Gracias.

Jin tomo asiento en uno de los sillones y observó a su alrededor. Toda la sala estaba pulcramente limpia.

—Vaya, veo que contrataron a personal de limpieza.

—Uh, no. Yo...renuncie al hospital y desde ahora me dedico a mi hogar con YoonGi.

—¿Cómo?, pero si tú amas tú trabajo. No entiendo el porqué de esta decisión.

Jimin suspiro he hizo su mirada para otro lado, evitando a toda costa la mirada de Jin. Este cruzo sus brazos sobre su pecho y miro a Jimin.

—Jimin, ¿que sucede?.

El nombrado cerro los ojos y se negó a mirar a Jin.

—Lo siento Jin, pero por favor, te pido que te retires.

—Jimin.

—Por favor.

Jin suspiro y se puso de pie, se acercó dónde Jimin y puso su mano sobre el hombro derecho de Jimin.

—Jimin, si tienes algún problema, no dudes en decírmelo. Se que nos conocimos hasta hace poco, pero igual puedes encontrar a un amigo en...mi.

Frunció el ceño después de a ver pasado la yema de sus dedos por las mejillas de Jimin. El maquillaje que cubrían estás, se retiraron y ahora se encontraban entre las yemas de sus dedos. Debajo de este se encontraban rastros de moretones y algunas heridas en la comisura de sus labios.

—No puedo creerlo, Jimin.

—No, Jin. N-no es lo que parece.

—¡Cómo que no!. Ahora sé porque dejaste tú trabajo, ese malnacido –murmuro lo último entre dientes, molesto–.

—Jin, por favor.

—Por favor nada. Ahora mismo subes y haces tus maletas, nos vamos Jimin.

—No puedo –nego. Se puso de pie y se acercó a la entrada de su casa, abrió la puerta y Jin entendió–.

—Jimin, no...

—Por favor Jin. No quiero que te involucres.

—La cuestión no es...

—Por favor.

Jimin le miro con súplica.

—Si, Jin. ¿Porque no mejor te largas?.






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