9 De enfrentamientos y paredes
Odiaba ver a la gente triste. Detestaba el aire de melancolía y tristeza que soltaba la gente decaída... Bueno, no detestaba, pero se sentía chiquita cuando las personas en su entorno tenían ese gesto de que el mundo se les había ido encima.
Razón por la cual estaba mirando al techo y se mordía la lengua.
Syaoran trataba de mostrarse fuerte, pero sus ojos estaban tan apagados que era imposible no notarlo. En especial porque bajaba la mirada y suspiraba disimuladamente.
Nunca deseó tanto que un elevador subiera tan rápido. Casi se le estaba haciendo eterno el viaje. Vamos, eran cinco pisos, cuatro... ¡Qué rayos! Porqué se estaba deteniendo el estúpido elevador...
Las puertas se abrieron y una pareja con cuatro niños subió. Eran dos gemelos de como ocho años, un pequeño de unos cuatro y una bebé de dos.
-¡Espera! Olvidé la mamila, no tardo, deja la puerta abierta... -exclamó la mujer volviendo sobre sus pasos.
El chico los miró con un gesto de absoluta pena, tenía las mejillas tan sonrojadas que Sakura temió que tuviera fiebre.
Lo peor era que por tantos niños en el elevador, Syaoran terminó pegada a ella cuando en un inicio estuvo del otro lado del pequeño espacio.
-¡Papá! ¡Me quitó mi juguete! -gritó el de cuatro jalando el pantalón del mencionado.
-Chilletas, chilletas -cantó uno de los gemelos.
-Toshio, dijimos que a la primera nos regresábamos... -dijo con cansancio el chico que mantenía la mano en la puerta mientras sostenía a la bebé y veía a sus críos.
-¡Pero, papá! -exclamaron los gemelos y Sakura frunció el entrecejo.
-Dios, qué desastre -susurró Syaoran dándole la espalda a la familia antes de poner la cabeza en uno de los espejos y negar-. Mi migraña -gimió.
La castaña entornó los ojos creyendo que era un exagerado de lo peor. Regresó la atención a los niños que peleaban y el pobre padre que parecía querer arrancarse la cabeza.
Pero la bebé en el hombro del chico le regaló una sonrisa que la hizo suspirar.
Siempre quiso una hija que tuviera los ojos azules de Eriol y su cabello castaño claro... Bajó la mirada un segundo y parpadeó varias veces para borrar todo atisbo de lágrimas.
Escuchó un leve gemido y levantó la vista. Su acompañante había cerrado los ojos y de verdad parecía estar sufriendo.
-Oye, ¿estás bien?
Syaoran endureció la mandíbula más no contestó nada. Finalmente se escucharon jadeos antes de una disculpa ser exclamada.
-¡Ay, perdón, perdón! -dijo la chica tomando a la bebé antes de entrar al elevador y que su pareja permitiera que las puertas se cerraran.
Cuando este retomó el viaje, la pareja se miró extrañada al ver que subían, no que bajaban.
-¿No tenía la flecha hacia abajo? -preguntó ella.
El otro bufó al encogerse de hombros. Y como si aquello no fuera suficiente, el pequeño que seguía peleando con los gemelos apretó los pisos que faltaban por encenderse.
-Hiroki, ¡no! -exclamaron los padres.
Orbes aceitunados los vieron antes de comenzar a soltar lágrimas.
Sakura vio a Syaoran golpear ligeramente su cabeza en el vidrio. El ruido a su alrededor se estaba volviendo ensordecedor entre reclamos, lágrimas y burlas.
Cada que el elevador subía un piso, este se detenía. El padre regañaba al crío latoso mientras presionaba varias veces el botón que hacía las puertas cerrarse.
Sakura no pudo evitar sonreír al imaginarse la escena desde afuera. Cada que el elevador abrías sus puertas seguro se escuchaba un escándalo que desaparecía cuando se cerraban. Algo digno de una película de comedia.
Pero su acompañante parecía no verle lo gracioso por ningún lado. Si endurecía más el gesto, se volvería de piedra.
Finalmente llegaron al piso de su hermano y ella pidió permiso en medio de disculpas y regaños. Syaoran casi se aventó fuera del elevador mientras que ella maniobró con sus muletas para no aplastar pequeños pies.
Una vez que el escándalo y el reclamo de vamos a recorrer otros cinco pisos antes de bajar, se cortó, Syaoran se puso en cuclillas y puso las manos sobre su cabeza.
Dramático de lo peor.
-¿En serio tienes migraña? -preguntó Sakura con la cabeza ladeada.
El castaño bufó antes de dejar caer sus manos, pero no sé incorporó ni cambió de posición.
-Los lugares pequeños me causan ansiedad; si le sumas el escándalo...
La chica no pudo evitar hacer la boca en forma de o, luego frunció el ceño.
-Bueno, tanta buena alimentación no te sirvió para nada...
Orbes ambarinos la vieron incrédulos.
-¿En serio vas a retomar esa...?
Sakura le dió la espalda al comenzar a avanzar por el pasillo.
-¡Al menos la pizza no me da ansiedad, te pareces al meme ese del perrito que dice...!
Syaoran no pudo evitar parpadear una y otra vez al sentirse totalmente contrariado. Cualquier otra mujer se hubiera preocupado por su estado, pero no, esa chica estaba más interesada en tener la razón sobre la comida chatarra.
-Vamos, pregunto si está y nos retiramos; nada de pláticas ni alargar nuestra estancia...
-Cualquiera diría que estás huyendo... ¡Ah, lo estás!
Enfurecidos ojos carmesí vieron a unos grises llenos de sorna.
-No empieces; yo no quería venir pero aquí estamos -gruñó al apretar el botón para llamar al elevador-. Pudiste venir solo...
-Oh,no, necesito un escudo humano para que Touya no me asesine lenta y dolorosamente...
-Debería dejar que lo haga, eras el responsable de hacer que Eriol...
-No soy niñero -cantó Lien una y otra vez poniendo las manos en sus oídos. Acto que enfureció a Meiling.
Al llegar el elevador, ella lo empujó por el pecho hasta estamparlo en el vidrio del fondo. Lien la miró abajo y ella arriba, la diferencia de estatura no era tanta como con Sakura, pero aún así el debía inclinar la cabeza para ver a su mejor amiga.
-Este desastre es tan tu culpa como del idiota cuatro ojos -masculló Meiling con la mirada endurecida. Lien solo parpadeaba, no objetaba nada-. Si tan solo hubiéramos descubierto quien es la otra...
-Si es que existe -suspiró él mirando al techo.
Las puertas del elevador se abrieron y una pareja casi entró antes de detenerse de golpe al ver a la chica casi encima de su acompañante.
-¡Oh, disculpen! -exclamó la dama al tomar a su esposo por el brazo para echarlo hacia atrás-. Qué linda pareja hacen -continuó con una sonrisa y un guiño.
Meiling abrió la boca con sorpresa y se sonrojó mientras las puertas se cerraban. Una vez que lo hicieron, Lien estalló en carcajadas y ella lo vio enojada.
-¡Calla, calla! ¡Esta es la décima vez en la semana! -gritó poniendo las manos en su rostro y negando una y otra vez.
Lien intentó calmar su risa, pero al no poder, se limitó a abrazar a su amiga y besar su cabeza sin dejar de reír.
Tenían una relación tan llena de confianza que la gente a su alrededor siempre los confundía con una pareja sumamente enamorada.
Pero no lo eran, jamás lo serían.
Syaoran se encogía cada que una puerta era azotada. Se preguntó cuántas puertas tenía ese departamento o si acaso estaban azotando la misma una y otra vez.
Pero lo peor era la mirada inquisitiva frente a él que parecía no inmutarse por la pelea de los hermanos que estaba escalando a gritos exagerados.
-Eehh... No debería... No sé... ¿calmarlos?
El hombre frente a él inclinó la cabeza un poco hacia la derecha y el castaño bajó la mirada. Aunque parecía tener un gesto lleno de amabilidad, el hombre parecía estar analizando su alma con esos ojos cubiertos por lentes.
Desde que llegaron Touya comenzó a hacer amenazas; resultaba que su hermana apenas pudo apagó el celular. No sin antes mandar un mensaje de "necesito espacio". Razón por la cual llevaban al menos veinte minutos peleando.
Sakura alegó querer privacidad mientras que Touya exigía explicaciones que probablemente no tenía.
-¿Son amantes?
Syaoran levantó la mirada tan rápido que se mareó. Esperó recibir una reprimenda por medio de ojos o un juicio. Pero nada, el hombre seguía calmado... O eso aparentaba.
-Eh... Nosotros... -No sabía si seguir con la falacia, Sakura estaba empeñada en hacerlo. De hecho por eso los hermanos seguían peleando: ella se quería ir con él y Touya le dijo que se quedara en casa para afrontar a su ex.
-No te ves del tipo que gusta de separar parejas -prosiguió el hombre poniendo un dedo en su barbilla-. Te ves demasiado inocente.
Syaoran frunció el entrecejo con el último comentario. No era inocente, lo hizo sentir como un crío.
-Sí somos amantes, me alegra que haya dejado al idiota ese por mí, estaba harto de esperar en las sombras -escupió sin pensar-. Ahora podemos vivir en mi departamento y dejará la casita de muñecas...
La risa del hombre lo dejó con media palabra en la boca. Algo que en silencio agradeció porque estaba diciendo disparates.
-Me agradas, le harás bien a la pequeña Sakura -dijo el hombre antes de golpear la mesa dos veces con su mano e incorporarse-. Te recomiendo hacer deporte para que se distraigan de lo que sea que pasaron ayer.
El castaño se quedó con la boca abierta mientras el hombre de cabello grisáceo caminaba hacia los hermanos que seguían azotando puertas.
-¡Touya! Deja que hable a través de la puerta -exclamó-. Si eso quiere, respétalo.
En medio de la locura que curiosamente no le estba causando jaqueca. El timbre resonó. Suspiró y dejó caer la cabeza sobre la mesa. ¿Qué hora era? Debía ir a preparar su ropa para el día siguiente...
-¡Pues cómprate un conejo! -gritó Sakura.
-¡Deja de usar frases de películas de Disney, por eso no maduras! -refutó Touya al encaminarse a la puerta.
El castaño volteó y encontró a Sakura en el pasillo empuñando tan fuerte las muletas que sus manos se tornaron blancas. Frunció el entrecejo, pues no puso mucha atención en la pelea y no entendió a qué se dieron los últimos dichos.
El otro hombre, cuyo nombre no se aprendió, salió de otro pasillo adyacente y negó varias veces con la cabeza. Se inclinó para decirle algo a la chica pero un grito los hizo sobresaltar a todos.
-¡Tú!
Estuvo tan lleno de furia, tan potente, que el caballero a un lado de Sakura se enderezó en toda su estatura antes de caminar con grandes zancadas a la puerta.
El departamento de Touya era extraño, el comedor, dónde Syaoran seguía esperando algo, estaba a la izquierda del pasillo que llevaba a la puerta. Así que debía asomar la cabeza para ver qué estaba causando tanto revuelo.
-¡Touya! -exclamó el hombre extra.
-No fue mi intención... Deja... Ou...
Los ojos de Sakura se abrieron tanto que por un momento pareció que se le iban a salir. Syaoran poco a poco fue cayendo en cuenta de quién estaba en la puerta, pues la chica se puso tan blanca que parecía fantasma. Se levantó y acercó a ella.
-¿Es...? -Sakura asintió varias veces con sus labios temblando-. ¿Quieres que...?
La chica negó una y otra vez. No quería que Syaoran saliera, no quería quedarse sola, tampoco quería ver al que la dejó plantada en el altar.
El castaño suspiró y se apoyó en el muro cruzando los brazos.
-¡Está aquí! ¡Esa es su bolsa! -exclamó el recién llegado.
Sakura y Syaoran se miraron por unos segundos. Era inminente el encuentro, a menos de que Touya matara al inglés.
-Touya, déjalo -dijo el otro hombre en el departamento-. Que Sakura le diga si quiere hablar o no.
Syaoran notó como la mencionada se tensó. Probablemente el hombre tenía razón, ella debía enfrentarlo tarde o temprano. Pero la chica clavó la mirada en la nada, sus facciones se fueron endureciendo más y más hasta que abrió la puerta a un lado de ella y, tras apoyarse en el muro para balancearse, aventó las muletas.
-Pero qué... -susurró Syaoran con confusión.
Sakura puso las manos en su pecho.
-Cárgame -exigió.
El chico parpadeó, incrédulo.
-¿Qué?
-Cárgame -repitió ella con firmeza-. Hazlo como en esas películas donde se besan en paredes de manera apasionada y...
-No te voy a besar -musitó el castaño sosteniendo a la chica por los codos-. ¿Estás loca? Eso no va...
-Quiero que sufra como yo -gruñó con la voz cargada de lágrimas-. Es lo justo, me dejó en el altar y... ¡Se supone que eras mi amante, actúa como tal!
Los orbes verdes de Sakura estaban llenos de determinación, dolor y lágrimas contenidas. Se miraron en silencio por unos segundos hasta que él vio hacia arriba. No soportaba ver llorar a las mujeres.
-Rayos -dijo antes de regresar la atención a ella, aún se escuchaba pelea en la puerta pero parecía estar cediendo-. Nos vamos a arrepentir, marca mis palabras -susurró antes de inclinarse un poco hacia abajo para tomar a la chica por detrás de sus piernas, se negaba a tocar el trasero, eso ya era mucho.
Sakura soltó un pequeño grito cuando él la levantó con facilidad. Los giró, para ocultar el pie vendado, y la apoyó en el muro.
Estaban cara a cara, con sus respiraciones mezclándose. Se vieron a los ojos por unos momentos hasta que él musitó-: Estás muy chaparra.
Ella abrió los ojos con sorpresa antes de entrecerrarlos.
-¿No estarás muy alto?
Syaoran entornó los ojos previo a sonreír y mirarla con cierta burla.
-Te quedaste chiquita por comer porquerías -se burló.
Sakura tenía las manos entrelazadas atrás de su cuello, pero ante lo dicho, le golpeó el pecho.
-Mira que comer sano no te ayudó en nada...
-¿Sakura?
Indiscutiblemente la chica se tensó, pero no desvió la mirada de Syaoran. Fue como una plática silenciosa dónde ambos acordaron voltear al mismo tiempo.
Y sí, ahí, casi a la altura de la mesa donde el castaño estuvo esperando, estaba de pie el mismo hombre que Syaoran corrió de su propia casa.
Eriol los veía a ambos con un gesto lleno de confusión. Frunció el ceño al tratar de recordar quién era el hombre que tenía a su prometida en una posición tan comprometedora. Entonces alzó las cejas al rememorar quién le abrió la puerta de su hogar horas atrás.
-Vaya -susurró tratando de entender la situación pero no logrando su cometido.
-Amm... Yo... -Sakura se mordió el interior de su mejilla, esa no era ella, estaba actuando de manera impulsiva y lo sabía. El gesto contrariado y un tanto adolorido de su ex le estaba pegando.
-Supongo que lo merezco -suspiró el inglés con un tono de derrota.
Syaoran lo miró de arriba a abajo. Estaban casi de la estatura, escuchó a la mujer en sus brazos gemir muy bajito, como si le estuviera doliendo algo.
-¿Merecerlo? Debería partirte la cara por lo que le hiciste a mi hermana -exclamó Touya entrando a la estancia.
Eriol lo miró de soslayo. Cuando fue a buscar a Sakura se esperó el ataque de su cuñado, más no la escena del pasillo.
-Pensaba explicar pero... -Regresó la mirada a los castaños-. Creo que está de más.
Touya se cruzó de brazos y, aunque se notó que no estaba contento con lo que pasaba en su departamento, no dijo nada.
-Lo está, te dije que la dejaras en paz -escupió.
Eriol se quitó los lentes y puso los dedos en el puente de su nariz.
-¿Podrías... Bajarla? Es incómodo verlos así.
Syaoran regresó la atención a una Sakura que ahora parecía estar temblando. Miró el suelo y luego a ella, la chica asintió levemente. Estuvo por bajarla cuando otra voz, una nueva, exclamó-: ¡¿Syaoran?!
El aludido casi dejó caer a la castaña, pero ella se sostuvo de su cuello y se pegó a su cuerpo quedando a la altura de su pecho. Ambos llevaron la mirada a dónde escucharon el nombre ser gritado.
Orbes carmesí los veían totalmente atónitos. A su lado, ojos grises, un tanto confundidos y recelosos, los vieron de arriba a abajo.
-¡Meiling! -dijo Syaoran acomodando a Sakura mejor en la pared para no tirarla-. ¿Qué... Qué haces aquí?
Eriol volteó a ver a los recién llegados, empuñó las manos al encontrarse con la mirada de Lien pero llevó la atención a la pelinegra.
-¿Lo conoces? -preguntó señalando a Syaoran.
La recién llegada observó a Eriol, luego a su primo quién seguía cargando a su amiga. Todo le daba vueltas, ¿en qué estaba metida? ¿Qué demonios hacia ahí el amargado de Syaoran?
Tras unos segundos de incómodo y tenso silencio, dejó caer los hombros, agobiada.
-Es mi primo -respondió aunque salió más como una pregunta, pues el castaño a unos pasos de ella sería incapaz de hacer lo que estaba haciendo... ¡Ni con Akiho actuaba así! Es más, su primo estaba tan enamorado de la rubia que ni siquiera miraría a Sakura.
La castaña, al escuchar aquello, levantó ambas cejas. Había estado con la cabeza apoyada en el pecho de Syaoran tratando de ignorar la mirada acusatoria del inglés. Vio una puerta, decidió cruzarla y luego ver las consecuencias.
Alzó tan rápido la cabeza que sin querer le pegó en la barbilla al castaño.
-¡Hoeeeee! -exclamó ante el gruñido y jadeo del chico, puso ambas manos en su barbilla para sobarlo-. Perdón, perdón -susurró antes de ver a su público y exclamar-: ¡Es verdad, son primos! ¡Ella nos presentó y nos enamoramos!
Silencio inundó la habitación, duró unos segundos antes de que varios pares de ojos se clavaran en Meiling.
Ella sonrió de manera forzada antes de dejar escapar un-: Je.
N/A: Casi tres mil palabras. ¡Por fin están todos juntos!
Bueno, menos Akiho y Yuna. Pero ya les tocará jeje.
Me estoy enamorando de la pareja M/L 😅😅😅 a ver si no termino por darles más protagonismo 🙈🙈
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