14 De seducciones y frustraciones
¿Por qué la gente insistía en entrenar a esas horas?
Claro que él era madrugador, pero sus mañanas consistían en café y noticias mientras planeaba su día. No en correr, con el aire frío de la mañana, cuando apenas empezaba a salir el sol.
Pero viendo a su alrededor, notó que la gente parecía feliz haciéndolo.
Él y Saku casi se arrastraron para ir y regresar de la pista.
—¿Listo? —preguntaron a su espalda.
Volteó con un gesto de cansancio y encontró a su mejor amiga vestida con unos leggins negros y un top morado que hacía resaltar sus ojos amatistas. Arqueó una ceja.
—¿No tienes frío? —cuestionó ladeando la cabeza.
Tomoyo se contuvo de entornar los ojos. El outfit lo eligió para que su amigo la viera como mujer. La parte baja se ajustaba majestuosamente a sus caderas y hacia resaltar su trasero. Y el top dejaba a la vista su abdomen medianamente marcado y levantaba sus pechos... ¡Y el muy solo le preguntó si no tenía frío!
Hizo un ademán descartando el comentario y le pidió que la siguiera a un costado de la pista, dónde unos árboles yacían.
Varios hombres que pasaron corriendo la miraron justo como ella quería que el castaño lo hiciera. Sintió algo de repulsión y frustración pero decidió intentar un movimiento.
—Primero debes estirar así —dijo levantando la pierna izquierda para apoyarla sobre un árbol, sacó de más la cadera y comenzó a flexionarse sobre la extremidad estirada.
Lo hizo con suma lentitud, jadeó un poco y observó los gestos de su atolondrado amigo.
Syaoran frunció el ceño antes de rascar su cabeza y terminar por pasar una mano por su cabello alborotado. Su amiga giró para repetir el acto con la otra pierna dándole la espalda... En esa ocasión pareció doblarse incluso más.
¿Sakura podría levantar tanto la pierna?
Era mucho más bajita que Tomoyo... Y no creía que fuera tan flexible, o que sostendría la posición por tanto tiempo.
Seguro con el puro calentamiento se iban a cansar.
Soltó un breve suspiro, Yukito debió recomendarles meditación.
Tomoyo volteó esperando tener la mirada de su mejor amigo clavada en ella, pero en vez de eso, lo encontró mirando al suelo con un gesto de frustración y... Cansancio.
Quiso jalarse el cabello, ahí estaba ella, exagerando sus posiciones, ¡y el canalla miraba al suelo!
¿Qué estaba haciendo mal?
Cambió de posición, le enseñó otros estiramientos, todos con el fin de hacer resaltar su cuerpo y en ningún momento encontró una mirada de deseo o anhelo. En varias incluso vio confusión y desesperación.
Y cuando lo instó a imitarla, tocando su cuerpo con el pretexto de que lo ayudaba a bajar más, el chico solo se limitó a decirle que moría de hambre y frío y que si ya iban a acabar.
—Así, los brazos van sobre la pierna —susurró cerca de su oído pasando las manos por el brazo que amaba tocar porque era suave al tacto y a la vez, duro en músculos.
Syaoran no hacía ejercicio, al menos no de manera formal, pero con las actividades de su día a día los músculos de su cuerpo siempre estuvieron en su lugar.
Incluso cuando regresó de México, ya fuera por todo el mal estomacal que experimentó, los cuadros de su abdomen estuvieron marcados.
—Me siento robot, como si no pudiera moverme con libertad —musitó el chico con frustración. La mano de su amiga permaneció en su bicep y él se incorporó con un fuerte suspiro.
Llevó la mirada al cielo antes de pasar ambas manos por su cabello.
—Esto es un desastre, debí entrar al equipo de fútbol en vez de al de debate.
Tomoyo no dijo nada, solo le dió una diminuta sonrisa antes de encaminarse a la pista. Syaoran parecía de hielo, no logró ni siquiera un estremecimiento.
—Vamos, hora de trotar.
Él la vio un tanto fastidiado pero la siguió sin rechistar, no se fijó en mucho, solo comenzó a correr.
Y tras unos segundos, escuchó un lejano—: Xiao Lang. —Entre risas.
Se detuvo de golpe en medio de un jadeo que casi lo hace ahogar. Volteó y encontró a Tomoyo carcajeándose sin parar.
—¿Qué? —exclamó entre forzadas inhalaciones.
Su amiga se acercó, negando con la cabeza. Aun reía y lo veía como si fuera un niño pequeño.
—Correr no es lo mismo que trotar —le dijo ella con los ojos iluminados.
Syaoran se descolocó un poco ante la mirada, pero tras un bufido de exasperación, le estiró el brazo dándole el paso para que le enseñara la diferencia.
El elevador frente a ella estaba tardando, llevaba en una mano su café cargado y en la otra su tablet. Leyó con el entrecejo arrugado el mail del último cliente, quería cambiar toda la campaña... De nuevo.
Suspiró con frustración y comenzó a idear un plan, estaban perdiendo mucho tiempo con ese cliente en especial, a cada rato cambiaba lo que quería presentar y estaban desperdiciando recursos.
Cuando escuchó el tintineo, entró y echó los hombros hacia atrás para tratar de relajarse. Cerró los ojos y se trató de imaginar un nuevo slogan para la campaña de BMW que acababa de llegar.
—Haz del camino tu destino... El camino es tu destino... —susurró.
Hizo una mueca de desagrado, llevaba días con el slogan y nada le parecía adecuado.
—Destinado camino —susurró cierta voz masculina.
Sintió un escalofrío recorrela antes de que abriera los ojos con lentitud.
Ahí, frente a ella estaba la espalda de su ex... Traía el cabello húmedo y vestía un sweater verde que le ayudó a escoger mesea atrás en una visita a la plaza.
—Syaoran, buenos días —le dijo con una sonrisa, trató de que fuera genuina.
Notó que su ex solo la vio de soslayo, su gesto era serio y su mirada estaba clavada en el suelo.
—Buenos días, Akiho —respondió llevando la mirada a los números que empezaron a recorrer. Ella había seleccionado dos niveles más arriba que él, seguro iba a diseño.
La chica bajó su tablet y apretó el agarre en su café. Odiaba eso, la incomodidad entre ellos. Tenían mucha historia, demasiada... Quería recuperar al chico que antes que pareja fue amigo.
—¿Recibiste el mail? El de la empresa verde de...
—Sí —la interrumpió tajante. No quería ser grosero, en verdad lo intentaba, pero cada que hablaban experimentaba una dolorosa presión en el pecho y anhelaba abrazarla.
La extrañaba horrores, maldecía el día en el que Yuna llegó a sus vidas.
Akiho bajó la mirada y mordió su labio. Quería decirle tantas cosas, explicarle sus porqués y tratar de que viera lo que ella.
Hacía mucho que no eran compatibles, que su relación se tornó dependiente con amenaza de costumbre. Lo descubrió cuando él tomó el reto de hacer algo fuera de su zona de confort y terminó en un loco viaje a México.
—¿Cómo... Cómo vas con Sakura? No la he visto y...
Syaoran endureció la mandíbula, afortunadamente estaba a un piso de su destino.
—Bien; está ocupada... Nos vemos en la junta —atajó atropellando las palabras mientras las puertas de metal se separaban para que pudiera escapar.
La rubia se quedó con la palabra en la boca, su ex salió sin darle una mirada y lo hizo a grandes zancadas.
Parpadeó varias veces para tratar de contener las lágrimas y luego se apoyó en el cristal a su espalda.
Nunca quiso que terminaran así, en algún momento sí se vió pasando el resto de sus días con él... Pero el amor no avisa, no pregunta... Y Yuna le robó el corazón con libros y aventuras.
Lo peor era que su amado no tenía idea de todo lo que ella sentía ni de las consecuencias. Es más, aún no se atrevía a confesarle la verdadera razón de su reciente soltería, solo le dijo que ambos necesitaban espacio.
Suspiró de manera audible y cerró los ojos unos segundos antes de tomar su postura de fortaleza.
Syaoran pronto descubriría que no estaban destinados, sabía que lo haría... solo esperaba que fuera más temprano que tarde... No quería vender sus acciones bajo malos términos, y si lo hacía en ese momento, él creería que era para cortar todo lazo entre ellos cuando en realidad era porque descubrió una pasión por la escritura.
Tomoyo se hizo una coleta alta y observó sus facciones en el espejo frente a ella. En sus ojos se notaba decaimiento, sus hombros caídos denotaban tristeza, y el mohín en sus labios mostraban lo mucho que le estaba costando contener las lágrimas.
¿Cuánto más tendría que pasar para que Syaoran la viera?
Tal vez debería confesarle a Sakura lo que sentía, la chica podía ser una ayuda inesperada... Pero, suspiró con cansancio al saber que su amigo estaba decaído y vulnerable, jamás se aprovecharía de él de esa manera.
Le quedaba esperar a que la falsa relación con Sakura lo sanara. Probablemente si los apoyaba en todo, cuando decidieran terminar con esa farsa, Syaoran vería lo que ella sentía.
Llevaba años callando, todo se estaba acumulado en su interior y era una bomba de tiempo.
Parpadeó en exageración al ponerse su bata blanca. Tras cerrarla y alisar inexistentes arrugas, hizo los hombros hacia atrás para pararse en toda su estatura y le sonrió al reflejo.
«Has esperado años, esto no es nada» se dijo a sí misma.
Tras una última mirada y revisada a su atuendo, salió del baño para enfrentar el mundo exterior.
—Doctora Daidouji —exclamó Rika a su espalda, ella volteó y le dió una sonrisa amigable—. Antón acaba de llegar, está con sus padres en la sala de juntas.
Tomoyo tomó el historial médico que la enfermera le ofreció y se encaminó a la sala mientras leía el resultado de los estudios del pequeño.
El pronóstico seguía sin ser favorecedor, pero debían intentarlo.
Al poner la mano en la manija, y girar, escuchó a la enfermera musitar—: El doctor Hiragizawa ya espera.
Trastabilló un poco, pues así como abrió la puerta, ocho pares de ojos se posaron en ella. Los azules de cierto doctor fueron los primeros en desviarse, pero los verde claro de su pequeño paciente, se mostraron sumamente emocionados.
—¡Doctora! Hoy no vomité con la quimio —exclamó con ilusión a lo que ella sonrió.
—Me da gusto, Antón, te dije que no siempre pasaría —dijo mientras arrimaba otra silla a la mesa, dejando en medio de ella y Eriol dos vacías.
Los padres de su paciente forzaron sonrisas, era algo a lo que ya estaba acostumbrada, pues esos padres en especial se habían jurado nunca mostrar nada negativo frente a su joven hijo.
—Creo que ya conocieron al doctor Hiragizawa —continuó ella dándole una breve mirada al aludido que asintió.
—Sí, me enseñó el... El coso este del corazón...
—Modelo anatómico —ayudó el de lentes con un gesto amable.
—¡Eso! —exclamó joven levantando ambas manos en ademán de frustración—. Es menos repulsivo que los corazones de pollo que nos hacían revisar en la escuela —rio.
Tomoyo sonrió amando la sinceridad e inocencia del joven. De lejos se notaba que el chico había sido criado con valores altos y mucho amor.
Tras unos segundos, entró el jefe del hospital con Chiharu, la jefa de enfermería.
—Antón, ¿te quedarás a la plática? —le preguntó esta última un tanto preocupada. Sabía lo que había en el informe y aunque el chico ya tenía la madurez para entender, seguía siendo un crío.
El mencionado asintió al acomodar el gorro que cubría su cabeza calva. Quería saber todos los pormenorizado de lo que se aproximaba y ya tenía la aprobación de sus padres
El jefe del hospital era un hombre robusto con un gesto de seriedad que jamás cambiaba. En sus manos llevaba un folder grueso que puso en la mesa antes de sentarse en la punta de esta.
—Bien, lo primero que deben saber es que entrar a la lista de donantes es un proceso fuera de las manos del hospital, lo maneja una dependencia externa —empezó con su voz grave.
Eriol giró su silla aunque le dió la espalda a Tomoyo. Ya había hablado de eso con su jefe y aunque insistió en un cambio de estrategia, tenía las manos atadas. Lo que les diría sería un golpe duro para todos los involucrados.
—La sangre de Antón es muy especial, de hecho, nadie le puede donar a menos de que sea el mismo tipo. ¿Lo sabían? —preguntó a todos.
Tomoyo suspiró de manera imperceptible, ya veía venir al primer obstáculo. Los papás de su paciente asintieron con cierta pesadez hasta que su hijo tomó las manos de ambos y les dió una enorme sonrisa.
Ese joven merecía una larga vida.
—El banco de donantes lo tiene en lista de espera, esa es la buena noticia —contribuyó Eriol mirando a la familia.
—Pero no está en prioridad, por la situación y las bajas probabilidades de éxito debe esperar bastante tiempo... No llegan muchos donantes de RH nulo y eso es lo primero que tienen que considerar —explicó el director del hospital.
Los padres de Antón se miraron con preocupación, pero el joven no vaciló al encogerse de hombros.
—El precio de tener sangre de oro —rio.
Tomoyo quiso regresarle la sonrisa, pero el escuchar que su paciente estaba en los últimas lugares de la lista de espera fue un bajón que no pudo ocultar del todo.
A lo lejos escuchó a Hiragizawa y su jefe explicarle a la familia los pasos a seguir y el tratamiento que debía llevar, además de las quimioterapias. De vez en cuando contribuyó con algún comentario de aliento pero siempre regresaba al interior de su mente a pensar en lo injusto que era el universo.
Una vez que terminaron con la plática, la familia se despidió de ella, fue Antón el último en salir incluso después de que se retiraron su jefe y el doctor de lentes.
—¡Doctora, mire lo que me enseñó el doctor Eriol! —dijo el joven apareciendo una moneda entre sus dedos para, acto seguido, desparacerla con una enorme sonrisa—. Creo que es un truco infantil, pero ya veremos cuántas enfermeras me aplauden —bromeó al aparecer de nuevo la moneda para aventarla y atraparla con una mano en medio de una carcajada.
Tomoyo rio, pero a espaldas del chico encontró a Hiragizawa hablando con los padres de su paciente. Intercambiaron una breve mirada mientras Antón balbuceaba sobre que el doctor era aparte de todo, mago.
«Si supieras del acto de desaparición que hizo en su boda» pensó al entrecerrar brevemente los ojos mientras veía al doctor antes de regresar la atención a su joven paciente.
Sakura corrió para alcanzar el autobús que amenazaba con dejarla.
—¡Espere, espere! ¡Ex lisiada necesita abordar! —exclamó entre jadeos con su mochila de lado casi cayendo.
La gente que bajaba del transporte la vio extrañada, pero un buen samaritano consiguió que el conductor no avanzara.
Ya iba tarde, no tenía tiempo de pedir un Uber y el bus estaba casi lleno, pero aún cabía.
—Gracias, gracias —dijo tratando de recuperar el aliento mientras pagaba y recibía una mirada exasperada del conductor.
—Por nada —rio cierta voz masculina muy conocida.
Volteó con una enorme sonrisa en su rostro y encontró orbes grises que la veían con diversión.
—¡Lien! ¿Qué haces aquí? —preguntó mientras se sostenía del tubo sobre su cabeza. No habían más asientos así que le tocó ir de pie junto a su amigo.
El chico chistó antes de hacerse para atrás, el condenado conductor subió más gente obligándolos a apretujarse en la parte trasera del bus. Sakura quedó a su lado y ambos se sostenieron del tubo metálico.
—Mi auto está en el mecánico, me falló la caja de velocidades, así que me toca tomar el transporte público por algunas semanas —explicó él subiendo ambas manos para sostenerse.
La castaña negó y bufó.
—Debo aprender a manejar, pero desde que casi atropello a ese gatito. —Hizo un puchero que atrajo todas la atención de Lien.
El chico la adoraba por ser tan humana, sincera y tierna.
—Te dije que podríamos ir a una zona lejana dónde no encuentres animales...
—Podría salir una vaca, eso es peor —interrumpió ella con una ceja arqueada.
Lien se carcajeó y negó. Luego la miró con diversión. Ella era mucho más baja, le llegaba al inicio del cuello. Amaba la diferencia de estatura porque lo hacía sentir su protector.
Sakura miró a su alrededor, había mucha gente y parecía que cada vez que el bus se detenía, subía más. Al final quedó casi pegada al cuerpo de su amigo.
—Hoeeee, me voy a engentar —gimió ella al bufar.
Lien optó por casi meterla entre sus brazos, tratando de protegerla del tumulto. Pero con cada movimiento del transporte, la empujaba un poco y sentía que se piel se incendiaba.
Miró por la ventana mientras su amiga hablaba sobre Syaoran y como no siempre la podía recoger. Que tenían un límite para qué tanto podían hacer como pareja, e ir por ella a diario estaba fuera de línea.
—¿En serio es una puesta en escena? —Se encontró preguntando en un hilo de voz. Sakura lo pensó un poco y luego asintió.
Una sensación extraña tomo posesión de Lien. Ella estaba ahí, entre sus brazos, literal. Ya no era su media cuñada, no estaba en una relación de verdad... entonces su mente divagó hacia cierta manera con la que había seducido a varias chicas: Con una intensa mirada en el transporte público.
—¿Lien?
Puso toda su atención en la chica y encontró ojos llenos de confusión. Sakura incluso abrió la boca para decir algo más, pero un brusco movimiento casi la tira así que él usó su cuerpo como sostén de ella.
La mano de la castaña terminó en su pecho mientras ella reía, pero cuando levantó el rostro, orbes grises la miraron con intensidad. Lien aún mantenía ambas manos sobre su cabeza, pero inclinó la misma para quedar cerca de ella.
El olor a fresas invadió su nariz y no pudo evitar clavar la mirada en esos labios que tenían un ligero brillo por el protector que se ponía.
Sakura no usaba maquillaje, no lo necesitaba, de cualquier manera era hermosa.
Lien sintió como si todo a su alrededor se hubiera desvanecido, eran ellos dos. Jamás la había tenido tan cerca, se preguntó si acaso ella percibía el rápido latido de su corazón.
La miró con ese gesto que sabía que atrapaba a más de una y se acercó un poco más. Ya fuera porque sabía que estaba soltera, o porque estaba perdiendo el control, quería robarle un beso y que el universo decidiera.
Se acercó más, su respiración se mezcló con la de ella, estaba tan cerca...
Y de la nada Sakura soltó una sonora carcajada.
Se enderezó con un gesto de absoluto desconcierto mientras su amiga se doblaba de la risa. Incluso la gente a su alrededor los vio extrañados, algunos lo miraron con lástima, seguro habiendo visto lo que intentó.
—Perdón, perdón, juro que quería hacerte ganar pero... —dijo entre risas incontrolables.
Lien frunció el ceño y abrió la boca un poco. ¿Hacerlo ganar?
La castaña rio más, y cuando por fin se calmó, lo miró como si no hubiera tratado de besarla hacía escasos minutos.
—¿Ganar? —preguntó él, confundido.
Sakura dejó pasar a una señora antes de mirarlo, negó pero no borró la sonrisa de su rostro.
—¿Recuerdas cuando Meiling me habló de tu decálogo de seducción?
Entonces la verdad lo golpeó como un rayo. Suspiró de manera imperceptible y le dió una sonrisa forzada que esperó se viera natural. Fue hacía años, cuando se empezaban a conocer, su mejor amiga advirtió a la castaña sobre sus rituales de seducción.
—Apostaron a que también yo podría caer si lo intentabas... Fue hace tanto que creí que ya no estaba activa la apuesta —explicó con un gesto pensativo.
Lien entonces encontró una manera de salir librado de esa sin asustar a la chica. Ella no estaba lista... Quién sabe si alguna vez lo estaría.
—Perdí una cena —bromeó con un guiño antes de desviar la mirada a la calle. Aun faltaba para su destino, pero no quería, o podía, seguir en presencia de Sakura—. ¿Estarás bien? Debo pasar por algo antes de llegar al periódico.
Recibió una mirada contrariada junto a un asentimiento.
—Perfecto, nos vemos luego —dijo con premura antes de darle un beso en la mejilla y pedir permiso para bajar del transporte.
Sentía que se ahogaba, que el amor que experimentaba por la castaña despistada lo aplastaba.
Cuando por fin bajó, suspiró con fuerza y pasó una mano por su rostro con frustración.
Caminar le haría bien, podría despejarse antes de llegar al trabajo. Con ese pensamiento en mente comenzó a dar pasos.
—¡Lien! —lo llamaron a su espalda, volteó y encontró a Sakura en la puerta del bus. Lo veía con cierta preocupación—. Era la apuesta, ¿verdad?
Lo dijo con miedo, con terror. Incluso su gesto era uno de absoluto horror.
Era su ex cuñada, medio hermano o no, fueron pareja. Ella no lo amaba.
Le dio un guiño y se obligó a sonreír con sinceridad.
—No le digas a Mei —pidió a lo que ella entornó los ojos y negó.
Cuando el transporte por fin se alejó, metió las manos a sus jeans y las empuñó con fuerza.
El amor dolía un carajo.
El día apenas iba comenzando y no tenía ganas de nada. Se sirvió un café en medio de un bostezo y revisó su agenda.
Tenía muchas cosas qué hacer, material que comprar para la reparación de la máquina que Sakura estaba aferrada en arreglar, e ir a presentar el muestrario a un potencial cliente.
El timbre de su departamento resonó. Creyendo que era Yukito, quien había prometido llevarlo a un mercado de pulgas para buscar una lámpara vintage, dejó su taza de lado y volvió a bostezar a la par de un segundo timbrazo.
—Ya voy, desesperado, no dejas que disfrute de mi ca...
Nunca terminó la oración, pues apenas abrió la puerta, un cuerpo más pequeño y delgado se abalanzó sobre él y selló sus labios con un beso desesperado.
Flores silvestres, ese aroma lo atormentaba noche y día.
Ella lo empujó hasta que chocaron con el sillón de su sala, no sin antes cerrar la puerta del departamento. Siempre se preguntó cómo podía hacer tantas cosas al mismo tiempo.
Pero cuando metió sus delgadas y frías manos debajo de su sudadera, despegó sus labios y la alejó.
—Espera, Meiling, dijimos que...
Ella lo tomó de las mejillas y chistó mientras movía levemente la cabeza en negación.
—Solo un juego, Touya... Tú no tienes compromiso, yo tampoco, solo muchas ganas de ti...
Él suspiró sobre los labios de la joven amiga de su hermana. Estaba mal, no por la diferencia de edad, sino porque no la amaba y ella empezaba a sentir cosas aunque lo negara.
Pero la chica sabía seducirlo con esos ojos como rubíes.
—Tienes trabajo —insistió cuando ella comenzó a besar su cuello.
—Lien me cubrirá —susurró sobre su piel.
Touya tragó pesado.
—Tengo trabajo —rebatió en voz baja comenzando a perder la batalla.
—Nadie muere por unas horas de retraso.
Y cuando tomo el lóbulo de su oreja entre sus dientes, todos sus pretextos bien fundamentados salieron por la ventana y la cargó a lo que ella respondió enredando las piernas en su cadera para besarlo de manera desesperada y demandante.
Estaba mal, pero se sentía tan bien que por unas horas olvidaba la cruda moral que lo atormentaba todos los días al pensar que solo la estaba usando para llenar un vacío que no sabía si algún día llenaría.
NA: Tenía muchas ganas de escribir el Touya/Meiling y Lien/Sakura, son mis ships frustrados 😅😅😅
A algunos les funciona el método de seducción, a otros no ;) Ahora no hubo mucho SS, pero el otro estará cargado de sus locuras. Como tengo planeados los próximos capítulos, no creo estar tardando, al menos la otra semana habrá otro.
Este debió salir ayer, pero no me dio tiempo de editar. Espero les guste cómo está yendo la trama, a mí en lo personal me encanta.
Estoy pensando en cambiar el título y la portada. ¿Cómo les suena "De pingüinos y chocolates"? Me ha estado dando vueltas en la cabeza por días.
¡Nos vemos!
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