—Veamos... Ahora le pongo una pizca de sal... ¡¿Qué cantidad es una pizca?!

Dodoria rió entre dientes al ver la desesperación de su compañero mientras trataba de cocinar una receta nueva para la cena.

—Lo que te ocupe en un pellizco —respondió tranquilamente mientras colocaba los cubiertos en la mesa.
—¡Pero es que incluso eso es totalmente arbitrario! ¡Tu pizca de sal es obviamente más grande que la mía!

Más risas se escucharon por parte del rosado, que se acercó para ayudarle a terminar con aquello.
Juntos terminaron de cocinar, con algún que otro altibajo, y se dispusieron a tomar la cena con la televisión puesta de fondo.

—¡Eh! Ese es tu nuevo anuncio, ¿no? —exclamó el rosado al escuchar la voz de su pareja proveniente de la televisión.
—Sí... Si te soy sincero, ese no terminó de convencerme.
—¿Y eso por qué? —preguntó Dodoria realmente intrigado. El anuncio no tenía nada de malo.
—Mira ese encuadre. ¿No te parece horroroso? Y la luz tiene un no sé qué que no me hace destacar como en los que suelo hacer...
—Claro —asintió el rosado aguantándose la risa —. Tienes razón, es horroroso. No te hace justicia.
—Claro que no. La próxima vez no dejaré que me convenzan de dejarlo así.

Dodoria dejó que siguiese hablándole sobre lo importante que era conseguir el enfoque adecuado y que todo tuviese una armonía conjunta... Hasta que se dió cuenta de que Zarbon había dejado de hablar y le miraba fijamente.

—¿Qué pasa? —preguntó con cierta preocupación.
—¿Qué tal te ha ido hoy?

Siguieron cenando junto con las explicaciones de Dodoria sobre lo que había hecho en su jornada, consiguiendo que Zarbon comenzara a sonreir embobado conforme iba hablando. Le gustaba escuchar ese tono grave y ronco a su alrededor. Era una sensación agradable a la que se sumaban esos oscuros orbes que le parecían cosmos en miniatura.

—Menuda cara de idiota tienes ahora mismo —rió Dodoria al percatarse de cómo le estaba mirando.
—La misma cara de idiota que tenías tú hace unos minutos mientras me escuchabas hablar —respondió igualmente el peliverde.

Unas leves risas se escucharon por parte de ambos y terminaron con la cena para comenzar a fregar los platos.
El frescor del agua cayendo sobre sus manos, la suavidad de la espuma envolviéndoles hasta los antebrazos y la suave música de fondo que habían puesto en la radio antes de comenzar a fregar hacían del ambiente algo increíblemente relajante. Sensación que aumentó cuando en un momento dado la mano izquierda de Dodoria alcanzó bajo el agua la derecha de Zarbon.
El peliverde sonrió con cierta timidez al sentir la gruesa mano del rosado alrededor de la suya, dándole suaves caricias en el dorso y la palma de la mano.

—Deberíamos terminar de fregar cuanto antes y seguir con esto tranquilamente... ¿No te parece? —propuso Zarbon al cabo de unos segundos de estar simplemente disfrutando de aquellas caricias.

Dodoria le miró y asintió con una media sonrisa, retomando la actividad de dejar todo limpio.
Unos pocos minutos después, ambos fueron hacia el baño para terminar de asearse y marcharse a su habitación listos para dormir...

O para seguir acariciándose con calma, disfrutando de cada tacto hasta que finalmente cayeran rendidos en los brazos del otro.

543 palabras