Los dos generales descansaban juntos en el sofá de su apartamento mientras veían la televisión. Habían pasado un día ajetreado en el trabajo y simplemente les apetecía pasar la noche tranquilos, acurrucados mientras cenaban y veían una película.

—Elige ya la película, yo estoy a ver si me contestan... ¡Ah, buenas noches!

Dodoria miró a su derecha, observando a Zarbon dar las explicaciones por teléfono de la comida que querían que les llevasen.
Sonrió para sí volviendo a mirar hacia la televisión. ¿Qué película podría elegir? Paseó por el catálogo hasta que vió una que le llamó especialmente la atención.

—Ya está, en media hora tendremos la cena.
—Estupendo. Por mi parte, habemus película.

Zarbon rió ligeramente y se sentó junto al rosado, aferrando con afecto su brazo derecho.

—¿De qué va la película? —preguntó al tiempo que Dodoria le daba al play.
—Ni idea. Solamente he visto que ponía "Cine romántico/drama". ¡Oh! Y dura tres horas.
—Mmmhhh... Tiene buena pinta... —murmuró conforme.

Sin embargo, la felicidad por aquel momento tranquilo y de relajación no les duró todo lo que les habría gustado...

—¡Noooooooooooo! ¡Había sitio para los dos!
—¡¿Por qué has elegido esta tragedia?! ¡De seguro tendré los ojos súper hinchados!
—¡Y yo qué sé! ¡Dijiste que tenía buena pinta!

Ambos devoraban su cena con infinidad de lágrimas chorreando de sus ojos por culpa de película. Aquello que al principio se mostraba tan romántico había terminado de una manera horrible. Y tanto había afectado a Zarbon que terminó en el lado contrario del sofá, totalmente resentido con  Dodoria por haber escogido una película que le haría llorar cada vez que la recordara.

—Malditos seáis —masculló —. Malditos seáis tú y Rose.

282 palabras