Zarbon entreabrió los ojos cuando sintió el roce de la mano del rosado por su espalda. En realidad estaba a punto de dormirse, pero las caricias nunca le desagradaban... Así que simplemente sonrió volviendo a cerrar los ojos y dejó que Dodoria siguiera acariciándole.
Sin embargo, antes de que pudiera conciliar el sueño escuchó la voz de su amado en un suave susurro.

—Te amo.

Los dos conectaron sus miradas, diciéndose con ese simple vistazo todas las cosas que guardaban en sus corazones.

—Yo también te amo, mi tesoro.

Dodoria se quedó entonces mirándole con los ojos muy abiertos, como si estuviera asustado. Eso sin duda descolocó a Zarbon, que le miró con la mirada plagada de dudas.

—¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bi-?
—He visto esas películas —interrumpió Dodoria mirándole aún con cuidado —. No quiero que te vuelvas loco intentando que ninguna otra persona se me acerque.
—¿Qué? —Zarbon frunció el ceño, claramente confundido. ¿Por qué le había dicho eso? No recordaba haberse mostrado celoso... ¿Y había mencionado que había visto "esas" películas? ¿A qué demonios se refería? —. Dodo, no he entendido nada...

Dodoria hizo un mohín un poco inquieto, pero respondió a la pregunta del peliverde haciendo un gesto con las manos... Como si se estuviera poniendo un anillo. Automáticamente, Zarbon conectó una cosa con otra y no pudo evitar echarse a reír ante la ocurrencia de su marido.

—Deja, deja —dijo secándose las lágrimas de la risa mientras Dodoria aún le miraba con cierta desconfianza —. No tengo ninguna intención de volverme ese bichejo loco obsesionado con un anillo.
—Pero me has llamado "mi tesoro"... —susurró el rosado.

Zarbon negó con la cabeza divertido. Le había quitado las ganas de dormir, pero con la risa que le había dado no le importaba. Adoraba la cantidad de cosas descabelladas que se le ocurrían a veces a Dodoria.

—¿Prefieres que te llame "amorcito"? —susurró abrazando a su pareja, consiguiendo que dejara de estar tenso.
—Sí... —Dodoria enterró su rostro en el pecho del peliverde y le devolvió el abrazo —. Eso me gusta más.
—Mira que eres tontorrón —habló en voz baja Zarbon, siendo ahora él quien daba las caricias en la espalda. No tardó en darse cuenta que Dodoria había terminado durmiéndose, algo que le hizo esbozar una pequeña sonrisa —. Te amo con locura, Dodo.

La pareja terminó por caer completamente en el mundo onírico, abrazados el uno al otro, haciendo visible su amor incluso cuando el sueño reinaba en ellos. Un amor tan fuerte como el vínculo que habían compartido desde hacía tanto tiempo.

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