28. Vacaciones
—No sé... ¿Crees de verdad que pasaremos inadvertidos? —Dodoria miró hacia Zarbon, que se estaba desprendiendo de su tiara, sus pendientes y su broche dorado —. Por mucho que hayamos cambiado nuestra apariencia con estas extrañas pulseras, él puede distinguir nuestro ki.
—Ten más confianza, Dodo —habló Zarbon dejando suelta su ahora melena castaña —. Ahora mismo pasamos perfectamente por un par de humanos. Y por lo que entendí, lo que distingue es el nivel... No es como si el ki tuviera algún tipo de color o fragancia que pueda identificar como nuestro... ¿No?
—Supongo... —contestó Dodoria no muy convencido tocando con curiosidad su corto y oscuro cabello rizado.
—¡Pues vamos! ¡Disfrutemos de nuestras vacaciones! —exclamó Zarbon agarrando la mano del más bajo —. Tengo mucha curiosidad por comprobar por qué a Whis le gusta tanto la comida de este planeta.
Así, los dos salieron finalmente de su nave, oculta en una cueva, y se dirigieron caminando a paso tranquilo hasta la ciudad más cercana siguiendo las indicaciones de los carteles que se iban encontrando. Y por muy tedioso que pueda parecer, el hecho de ir sin saber prácticamente nada de aquel lugar les parecía bastante divertido. Como si fuera una excursión en la que se harían pasar por nativos de ese astro lleno de vida.
Zarbon observaba de vez en cuando a su compañero con curiosidad. Era raro verle así, con la tez de un marrón chocolate y sin pinchos ni orejas puntiagudas. Aunque... A pesar de esos cambios, su rostro seguía siendo reconocible ante sus ojos. Y no le quedaba nada mal ese aspecto humano.
Tomó su mano con cariño cuando finalmente llegaron a una ciudad. Ambos miraron curiosos a su alrededor, observando aquella civilización. La verdad es que no estaba tan atrasada como habían escuchado, se lo esperaban mucho peor.
—Uhm... ¿Y ahora qué? —preguntó Dodoria mirando de reojo al otro.
—Lo mejor será buscar un hotel. Después de eso podemos ir a algún restaurante y luego a ese festival... —comentó Zarbon señalando un cartel en el que se anunciaba un festival que comenzaba en la noche.
Y así lo hicieron ambos, se instalaron en el hotel que más conveniente les pareció para descansar bien los pocos días que estuvieran allí y tras eso comieron en uno de los restantes de la zona.
Aunque, la verdad sea dicha, no es que les resultara gran cosa. Ambos afirmaron haber probado comida más deliciosa en otros planetas.
—Lo que te digo, le faltaba sabor —afirmaba Zarbon, dándole la razón a lo que había dicho previamente su esposo.
—Y no solo eso. A mí por lo menos no me ha saciado lo más mínimo. ¿Cómo lo hacen los terrícolas para depender alimentariamente de algo así?
—Puede que ellos estén acostumbrados —Zarbon se quedó pensativo un momento y volvió a hablar con el ceño fruncido —. El caso es... ¿Cómo sobreviven aquí esos simios?
Ambos siguieron hablando, comentando las cosas que veían y les llamaban la atención... Bien para admirarlas, para preguntarse qué demonios sería o para criticar. Aunque los parques que vieron no estaban mal. Pasearon por un par de ellos tranquilamente llegando a la conclusión de que en realidad sí que había cosas bonitas allí.
—Pero aún así, no tienen nada que hacer comparados con los de Furora —rieron ambos, entretenidos con aquello y disfrutando en secreto con ese nuevo entorno. Era extraño y tenía muchas cosas criticables... Pero no se estaba mal.
.
.
Al cabo de unas horas, tras preguntar a unas cuantas personas cómo llegar al lugar del festival, se encontraron con una parte de la ciudad que estaba inundada con puestos y muchas luces de colores. La gente estaba a rebosar en ese lugar y gran parte vestía kimonos de colores.
—¡Oohh! ¡Esto parece divertido!
—Sí... Parece que al final sí que atinamos con el planeta.
Los dos pasaron unas cuantas horas paseando por cada rincón de aquel lugar, recorriendo cada puesto, participando en los juegos que ofrecían algunos como el típico tiro al blanco y comprando un poco de todo en los puestos de comida.
—Oye, esto está riquísimo —comentó Dodoria tendiéndole a Zarbon una brocheta con tres bolitas de colores.
—Hmmm... —el más alto dudó un momento, pero no tardó en acercar su rostro a la comida y arrancar la primera bolita del palo —. Hum, está bastante rico.
Dodoria sonrió divertido al ver cómo su pareja no podía disimular lo mucho que le había gustado aquel dulce... Y terminó cediéndole varias de las brochetas que habían comprando, observando con una sonrisa cómo Zarbon las iba devorando con avidez.
—¿Cómo se llamaba esto? —preguntó relamiéndose, lo que causó una risa por parte de Dodoria.
—Dangos.
Siguieron andando entre las calles que formaban los tenderetes del festival, encontrando uno de joyería natural en el que consiguieron un par de colgantes complementarios. Dos mitades de un círculo separadas de forma sinuosa, una negra y otra blanca con un punto del color contrario en la parte ancha.
El par de alienígenas disfrazados de humanos se apartaron un poco del bullicio, yendo a una suave ladera que conectaba el lugar del festival con el resto de la ciudad, encontrándose abajo y arriba respectivos lugares.
Los dos se sentaron sobre la hierba aún con los colgantes en la mano, ahora más tranquilos para colocárselos tranquilamente.
—Déjame ayudarte —murmuró Dodoria tomando el colgante negro y pasándolo alrededor del cuello del hermoso hombre, dejando que la piedra descansara levemente sobre su pecho.
—En ese caso, yo te pondré el tuyo —añadió feliz él, poniendo el colgante blanco circundando el cuello de Dodoria —. Te queda estupendo.
Se miraron momentáneamente a los ojos, sintiendo cómo todo lo demás se volvía insignificante e incluso desaparecía... Hasta que oyeron una explosión en el cielo que les llamó la atención. Un montón de brillitos de colores llenaron el cielo tras el estruendo, haciéndoles soltar una carcajada.
—¿Quién diría que aquí encontraríamos verdaderos fuegos artificiales?
Ambos rieron ante el comentario, que no hizo más que propiciar la situación, dejando que el colorido resplandor de las luces en el cielo iluminaran el beso que compartieron mientras dejaban que el ambiente de aquella situación les envolviera por completo.
1023 palabras
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro