25. Cuidando plantas
Un suave tarareo se escuchaba por el apartamento, proveniente del peliverde que andaba atareado en trasplantar sus nuevas flores a unas macetas más grandes y bonitas.
Contempló los hermosos pétalos de ambas flores, acariciándolos con sumo cuidado y brindándoles una sonrisa sincera.
Se levantó del sofá y fue hacia cocina, en busca de la pequeña regadera plateada. La llenó de agua y volvió junto a las pequeñas vidas vegetales, sentándose de nuevo junto a ellas y regándolas con mucho tiento de no salpicar la mesita de café donde las tenía colocadas en ese momento.
Tras terminar de regarlas, tomó su móvil y les hizo una foto que envió de inmediato a Dodoria junto con un mensaje de texto en el que le decía que sus pequeñas florecillas ya estaban definitivamente listas para llenar su casa de color y alegría.
Su expresión se iluminó al recibir respuesta, en la que le decía que ya volvía a casa y que traía consigo un saco de abono para las plantitas.
Se quedó mirando un momento la cantidad de pétalos azules que mostraba el jacinto y después los naranjas de las violas. Un rubor alegre se extendió por sus mejillas al pensar en lo que simbolizaban.
—Me encargaré de que no os marchiteis nunca —susurró, yendo su pensamiento más allá de las tiernas flores, hasta los sentimientos que compartía con su amado.
Unos minutos más tarde, Dodoria entraba por la puerta con los ojos brillantes al ver el trabajo del peliverde.
—Te han quedado preciosas —susurró poniéndose a su lado y plantándole un sonoro beso en la mejilla, sacándole a Zarbon una tímida risa.
—Alguien me ha ayudado a que florezcan bien —respondió igualmente en un susurro junto a la oreja izquierda del rosado, consiguiendo que ésta temblara ligeramente por el tacto de sus labios contra ella —. Y espero que siga siendo así, porque desde luego yo voy a esforzarme mucho... Confío en que tú hagas lo propio.
—¿Acaso lo dudas?
Se dejaron caer en el sofá, tras lo siguieron besos apasionados que sin duda eran un claro reflejo de ese abono que se encargaría de que sus corazones siempre conservasen esa flor del amor.
361 palabras
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