24. Comprando por gusto
Los iris dorados de Zarbon observaban atentamente las estanterías. ¿De qué color debería escoger la chaqueta?
—¿Cuál te gusta más, Dodo? —preguntó volteandose hacia él, que le observaba con expresión aburrida apoyado en una columna.
—¿Qué más da? —preguntó con desgana. Llevaban ya dos horas en esa tienda y estaba muy cansado —. Elige la que más te guste y ya está.
Una mirada reprobatoria se hizo presente en el rostro de Zarbon, haciendo que el otro desviase la vista. ¿Por qué no podía poner de su parte?
—Vamos, no es tan difícil —dijo mostrándole dos chaquetas de corte distinto —. ¿Cuál?
—Zarbon... —Dodoria suspiró profundamente y le miró con hartura —. La de tu mano izquierda.
Zarbon la miró y torció el gesto. ¿Esa? Era demasiado típica... Él quería innovar. Volvió a dirigir la vista al rosado y frunció el ceño.
—Y... —agarró otra de la estantería —. ¿Qué te parece esta otra?
—¡Escoge la que sea y ya está! ¡Por favor, vámonos de una vez! —dijo Dodoria, queriendo poner fin a aquello de una vez.
—¡Así no me ayudas!
—¡Pero es que llevamos ya mucho rato! Primero con mi ropa, ahora con la tuya... ¡Estoy muy cansado! ¡Y aburrido!
—Pero... —la mirada de Zarbon se perdió en los suplicantes ojos de su marido y no pudo más que terminar suspirando. La verdad es que sí que llevaban mucho tiempo allí... Era lógico que estuviera harto —. Supongo... Que tienes razón —murmuró cabizbajo.
El peliverde suspiró, dejando lo que tenía en las manos en su sitio correspondiente y volvió al lado de Dodoria, ganándose una mirada curiosa por su parte. ¿Realmente había dejado estar el tema? ¿Podían marcharse?
Antes de que pudiera preguntarle, Zarbon le agarró del brazo y salieron del comercio, con Dodoria sorprendido por aquello.
—¿Nos vamos así? —preguntó sin llegar a creérselo —. ¿Sin ropa para ti?
—En realidad, tengo más que de sobra en casa. No necesito nada nuevo.
—¿Tienes fiebre? —Dodoria le miró con los ojos como platos. ¡Era la primera vez que le escuchaba decir algo así!
—No... Es que prefiero que vayamos a la joyería. Hace mucho que no estreno pendientes.
Dodoria le miró por un momento sin decir nada mientras andaban de un establecimiento a otro y se echó a reír. Obviamente, tenía que haber una "razón de peso" para que se hubiera ido sin compra.
—Nunca cambiarás —pensó mirando el ahora sonrojado rostro del otro, olvidando el hecho de que quería marcharse al apartamento de una buena vez. Si Zarbon quería pendientes, iría a por pendientes de buena gana.
423 palabras
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro