19. Olvidando algo
—¿Qué será...?
Dodoria se rascaba la cabeza pensativo. Cuando había llegado a la cocina para preparar el desayuno se había encontrado con que ese día estaba marcado con un gran círculo rojo en el calendario. Debía de pasar algo importante... Pero no era capaz de recordar el qué.
Se puso a deambular tratando de recordar qué podía ser, revisando en su memoria si Zarbon había dicho algo al respecto... Pero no había nada que destacase entre sus recuerdos.
—Maldita sea —masculló reprochándose aquello —. Como demuestre que no sé qué ocurre hoy, me va a matar...
Y entonces fue que dió con la idea perfecta para tapar su despiste. Algo genial que camuflaría su nula memoria... Y que además sabía que le gustaría.
Así que con esa idea en la cabeza y muchas ganas de solucionar su error se puso manos a la obra.
Con gran velocidad reunió todos los ingredientes que iba a necesitar y se puso a preparar un copioso desayuno, dándose toda la prisa que podía para tenerlo todo listo antes de que Zarbon despertase.
—Esto va así... Los trocitos más finos... La masa tiene que espesar un poco... ¡Que no se queme! Y esto...
.
.
.
Al cabo de un par de horas, Dodoria suspiró viendo todo lo que había hecho y que ya había colocado en la mesa. Tan solo faltaba que despertara al peliverde.
Se encaminó a la habitación y se acercó poco a poco a un adormilado Zarbon.
Llegó a su lado de la cama y se medio recostó, estirando un brazo alcanzó a rozar el suave rostro de su esposo y le acarició con cuidado los pómulos.
Las largas pestañas de Zarbon aletearon suavemente varias veces hasta que consiguió abrir los ojos, encontrándose con una sonrisa que hacía su corazón golpetear su pecho con fuerza.
—Buenos días, mi amor —dijo en voz baja, acercándose a los labios de Dodoria —. Pensé que te quedarías durmiendo como siempre que es fin de semana.
—Me superó el hambre al sueño.
Una suave risa salió de Zarbon que acarició con ternura los mofletes rosados y se acercó más a él para brindarle aún más besos.
—¿Y has desayunado sin mí? —murmuró fingiendo un puchero —. ¿Aún sabiendo qué día es hoy?
Dodoria tragó saliva, sin ser todavía capaz de recordar el por qué de ese día señalado en el calendario. Pero antes de que Zarbon pudiera seguir preguntándole o de que se le escapara que en realidad no tenía idea, le tomó en brazos y fue de vuelta a la cocina con Zarbon sorprendido y sonrojado por aquel repentino acto.
—Dodoria, ¿qué...? —comenzó a preguntar, pero su cuestión se evaporó de su mente al llegar al salón-comedor y encontrar toda la mesa llena de comida recién hecha.
—Como hoy es un día importante, pensé que te gustaría empezarlo bien... Y te he preparado esto para que así sea —dijo Dodoria tratando de que no se le notara que estaba nervioso por simular bien que sabía lo que estaba ocurriendo.
Dejó a Zarbon sentado en una de las sillas y comenzó a servirle la comida y la bebida ante los maravillados ojos dorados que observaban todo aquello con el corazón lleno de felicidad.
—Es un regalo increíble, Dodo... No me esperaba todo este trabajo en lo más mínimo —dijo con lágrimas de felicidad —. Ahora mismo me estoy arrepintiendo del reloj que te he comprado yo...
—¿Un reloj? —preguntó sorprendido Dodoria, tratando de adivinar qué debía ser aquel día para que Zarbon hablara de regalos...
—Sí, espera que voy a por ello.
Dodoria se quedó observando a Zarbon desaparecer por el pasillo y volver al poco con una cajita decorada con un lazo alrededor.
Lo agarró al ver que el peliverde se lo ofrecía y lo abrió con cuidado, encontrándose con un reloj de bolsillo que tenía toda la pinta de ser muy caro.
Y finalmente su mente llegó a la respuesta que tanto buscaba. Miró al otro a los ojos, pero antes de poder decirle algo, Zarbon sonrió abiertamente y exclamó exultante:
—¡Feliz aniversario!
674 palabras
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro