14. Tareas
Dodoria estaba sentado en el sofá de su casa leyendo una revista tranquilamente mientras vigilaba al sobrino de Suisen. Zarbon y él tenían un compromiso del trabajo y el rubio no tenía a nadie disponible con quien dejar al niño, así que al final se había quedado con el rosado.
Alzó la vista levemente de su revista para echarle una ojeada al pequeño, que resultó estar mirándole de igual forma. Acto seguido, Dodoria volvió a fijarse en lo que estaba leyendo. ¿Por qué le estaba mirando?
—No te entretengas y termina tus deberes —le dijo con voz monótona.
Sin embargo, al cabo de un rato volvió a mirar al niño y éste seguía con la mirada clavada en él. Dodoria suspiró y bajó la revista centrando su atención en el crío. Se había comprometido a cuidarle y eso pensaba hacer, aunque solamente fuera por Zarbon.
—¿Qué quieres? —preguntó sin rodeos frunciendo el ceño.
—No sé hacer esto. ¿Me ayudas?
El rosado cerró los ojos y se llevó una mano al puente de la nariz, donde masajeó unos segundos. Así que se trataba de eso... Se levantó a regañadientes y fue a sentarse en el suelo junto al niño al tiempo que recordaba la última vez que hizo algo así.
—¡Venga! Si esto nos sale bien y luego lo podemos aplicar en la práctica... ¡Definitivamente subiremos a lo más alto del ejército!
—Claro, claro. ¿Y qué más? ¿Llegaremos a guardaespaldas del señor Freezer?
—¡Sí! ¡Imagínatelo, Dodoria!
—Bueno... Ahora mismo me centraría en lo que nos han mandado hacer... Y no en lo que pueda ocurrir en el futuro.
—Oh, cierto.
Los dos estaban encerrados en el cuarto que compartían mientras se ponían con lo que tenían entre manos. Desde hacía bastante habían estado haciendo pruebas para probar su valía dentro del ejército y, si esta se les daba bien, sería la última que tendrían que realizar.
Ambos se sentaron a su escritorio y se quedaron mirando sus tablets holográficas, leyendo las instrucciones del ejercicio en cuestión.
—Lo mires por donde lo mires no hay manera... —se quejó Dodoria al cabo de un rato de estar dándole vueltas.
—Ya... Estaríamos totalmente rodeados, es imposible que alguien pudiera hacer frente a tantos enemigos por sí solo. Únicamente un changlong podría hacerlo...
—A no ser que se actuara en grupo, claro.
Zarbon miró sorprendido a Dodoria y le agarró por los hombros con fuerza.
—¡Eres un genio! ¡Trabajo en equipo! ¡Somos un ejército y tenemos que actuar coordinados, no por libre!
—Ehhh... —dudó el rosado, conmocionado por la súbita alegría de su compañero —. Claro, eso era justo lo que estaba pensando...
Desvió un momento la vista para que no se le notara que estaba mintiendo, pero la devolvió al peliverde cuando sintió un beso en la mejilla.
Llevó una mano al lugar, confuso por aquella acción repentina... Pero no pudo evitar dejar salir una sonrisa al ver lo mucho que brillaban en ese momento el par de ojos dorados.
Dodoria salió de sus recuerdos agitando levemente la cabeza y miró al niño. Sonrió de medio lado y se apoyó en la mesita donde estaban los deberes del crío para verlos bien.
—Vamos a ver qué tienes que hacer...
534 palabras
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