Capítulo 9: Indefenso.
Lapsis se encontraba acomodando la leña, el calor del medio día se hacía presente aumentando cada vez más, el sudor de su frente se acumulaba poco a poco sintiendo como su cuerpo lentamente se iba desgastando.
–Realmente… hoy es un día muy…mi rostro está muy caliente.
Limpio su rostro con las palmas de su mano sintiendo el calor sobre su rostro, suspiro levemente para luego caminar hacia el pozo sacando una cubeta de agua, al mirar su reflejo noto que su rostro estaba rojo, rápidamente uso sus manos para lavarlo intentando refrescarse, pero en ese momento se percató de un nuevo problema, su cuello y cabeza le dolían al igual que su garganta.
–Esto no parece ser cansancio…
Camino hacia la casa entrando a la cocina donde tomo un vaso de agua, por unos instantes sintió que el dolo de su garganta desapareció, pero solo fue momentáneo. Sus oídos le empezaron a doler y sus extremidades a temblar, se sentía débil y mareado, inmediatamente se apoyó en la mesa con su brazo derecho mientras sujetaba su cabeza con su mano izquierda.
– ¿Qué me está pasando?
Se preguntó mientras avanzaba por la casa.
–Es mejor que descanse un momento… creo que es mejor esperar a Sorame…
***
El atardecer había llegado una vez más a la ciudad, como todas las tardes Sorame dejo la iglesia dirigiéndose a casa, en su rostro mostraba una sonrisa tranquila observaba el horizonte perdiéndose entre la multitud que regresaba a casa después de un día pesado.
– ¿Me pregunto que estará haciendo Lapsis?
Se preguntó mientras bostezaba, ese día había sido particularmente agotador para ella, tanto su trabajo en la casa de su jefa como en la iglesia con muchos pacientes llegando este día.
Sus hombros estaban tensos y su cabeza le dolía por tanto estrés que había sufrido, solo quería llegar a casa y dormir hasta el día siguiente.
–Creo que mejor le pediré a Lapsis que pesque algo para cenar hoy… no quiero preparar la cena hoy... jeje aunque solo sabe hacer pescado.
Suspiro moviendo levemente su hombro mientras avanzaba a través del bosque, pronto estaba de regreso en su casa, al llegar suspiro aliviada, desde fuera parecía que todo estaba bien.
–Lapsis hizo su trabajo hoy… Vaya consiguió más madera, ya se nos estaba terminando.
Sonrió avanzando hacia la casa, al entrar rápidamente se percató que había algo raro, Lapsis normalmente la saludaba tan pronto como ella entraba, pero esta vez había silencio. Lentamente camino hacia la sala donde siempre lo encontraba, como esperaba ahí estaba, pero no estaba sobre el sillón como normalmente, él estaba en el suelo con la cara completamente roja envuelto en una sábana mientras tenía los ojos cerrados.
–Lapsis, pasa…
Al colocar su mano sobre su mejilla sus ojos se abrieron de par en par, Lapsis tenía una fiebre muy alta, esto inmediatamente preocupo a Sorame pues nunca lo había visto así.
En ese instante Lapsis despertó, abriendo sus ojos levemente para ver a su amiga.
–Sorame… me siento mal… perdón por ser una carga… pero necesito…
–Tranquilo, no hables, deja que me encargue.
Hablo ella mientras colocaba su mano sobre su frente para luego intentar levantarlo, aduras penas logro sentarlo en el sillón, pero no duro mucho así en cuestión de segundos cayo de lado sobre el sillón, el cuerpo de Lapsis era muy débil en estos momentos haciéndole casi imposible sostenerse.
–Está muy sudado…
Dijo mientras recogía la manta del suelo observando las manchas de sudor sobre la camisa de Lapsis, igualmente había sentido ese sudor mientras revisaba su temperatura.
–Te…tengo…frio…
Susurro Lapsis intentando tomar la manta, ante esto Sorame suspiro colocando una vez más la manta sobre él, al hacerlo Lapsis cerró los ojos respirando lentamente.
Sorame inmediatamente se levantó dirigiéndose a la cocina, era la primera vez que lo veía enfermo aunque estaba preocupada por que fuera algo más grabe quería ayudarlo.
Lo primero que hizo fue llevarle un vaso de agua el cual apenas pudo beber pues no tenía las fuerzas para sentarse. Después coloco un trapo húmedo sobre su cabeza intentando evitar que su temperatura aumentara.
–Bien, debo darle mucha agua… tambien debo darle algo para comer…
Inmediatamente encendió el fuego empezando a preparar una sopa de verduras y pollo.
Al caer la noche Lapsis todavía no mejoraba aunque había comido acabándose la sopa casi por completo, Sorame seguía preocupada por su estado, quería verlo fuerte y sonriendo como de costumbre.
Entonces ella estornudo.
–Hace mucho frio aquí abajo, mi habitación es mucho más…
Sorame miro a Lapsis mientras ella frotaba sus brazos con sus manos, el temblaba intentando acurrucarse para calentarse, no podía tenerlo aquí abajo sufriendo de esta forma. Suspiro sabiendo que la única cama de la casa estaba en su habitación.
–Bien Lapsis, levántate, te llevare a un mejor lugar.
Dijo mientras intentaba hacer que él se levantara, al inicio no funciono, él era muy pesado para que ella lo levantara sola, pero cuando Lapsis se percató de las acciones de Sorame este hizo todo lo posible para levantarse. Sus piernas y sus brazos eran muy débiles, pero al menos era lo suficiente como para sostenerse, aun así Sorame le ayudo prestándole sus hombros para que él se sostuviera.
Con mucho esfuerzo lograron subir hasta el cuarto de Sorame, aunque con algunos tropiezos los cuales los llevaron al suelo en algunas ocasiones, al llegar a la cama Lapsis simplemente se dejó caer para luego acomodarse, aunque del lado equivocado de la cama.
–Sera mejor que duermas aquí, solo por hoy.
Hablo mientras colocaba una manta sobre Lapsis, al escuchar estas palabras él sonrió suavemente diciendo “gracias”. Sorame únicamente acaricio el pelo de Lapsis.
–Sorame…
Susurro Lapsis llamando su atención, él tenía los ojos vacíos, su rostro mantenía una sonrisa tranquila.
–Nunca había sufrido algo así…jeje…
– ¿Nunca te has enfermado?
Pregunto Sorame completamente incrédula, pero Lapsis no parecía estar mintiendo, él no controlaba sus palabras.
–Es verdad… nunca me he enfermado… de dónde vengo las enfermedades no existen…
Aquellas palabras hicieron que Sorame levantara sus cejas, nunca había escuchado de un lugar donde las enfermedades no existieran, o al menos no sobre este mundo.
– ¿Qué eres?
Pregunto Sorame, pero lo que obtuvo como respuesta fue un suave ronquido, Lapsis había caído profundamente dormido. Al verlo así ella acaricio sus mejillas con mucha ternura, ella paso el resto de la noche cuidándolo hasta que cayo dormida cuando al fin la temperatura de Lapsis comenzó a bajar, durmiendo a un costado de la cama sobre una silla.
A la mañana siguiente, Sorame abrió los ojos lentamente, levantándose un poco más tarde que de costumbre, estiro sus brazos para luego mirar a su alrededor.
– ¿Ehh?
Rápidamente pudo percatarse de algo extraño, ella no se encontraba sobre la silla en la que había dormido, en su lugar se encontraba en la cama con una manta cubriéndola, tampoco había señal alguna de Lapsis, o eso pensaba, inmediatamente sintió algo sobre su estómago, rodeándola, rápidamente retiro la manta para descubrir a Lapsis durmiendo junto a ella abrazándola suavemente.
En un inicio ella sintió la necesidad de gritar, pero, esta desapareció al instante, siendo remplazado por una gran preocupación, lentamente acerco su mano a la frente de Lapsis, al tocarlo sintió un gran alivio su temperatura estaba normal, Sorame sonrió aliviada, aun así las palabras de ayer hicieron que ella se preguntara una vez más.
– ¿Qué eres, Lapsis?
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