Capítulo 9
Mientras Vega veía como le daba medicina para los golpes internos y desinfectaba sus rasguños, le explicó a Castel lo que eran los séptimos hijos. Se vio obligado a ir a los básico, hablando de las categorías de habilidades porque, por alguna extraña razón, su invitado ignoraba todo aquello.
Por otro lado el rubio sentía sus mejillas arder porque una chica de ojos miles y cabello negro sanaba sus heridas con delicadeza. Ella era muy bonita a pesar de tener cicatrices en la parte derecha de su rostro.
—Yo elegí el trabajo de enfermera porque no tenía que hacer nada —comentó en un tono molesto, aun así se ocupaba de desinfectar cada corte y cubrirlos con curitas.
—No te quejes Irupé —le dijo el morocho sonriendo.
—Los séptimos hijos se lastiman constantemente pero sanan igual de rápido —le explicó ella a Castel—. Y es obvio que no eres uno de ellos.
—Eso mismo iba a explicarle —comenta Ángelo mientras toma asiento—. El R.N.H.S. o Registro Nacional de Habilidades Súperhumanas se encarga de registrar los poderes que existen y los clasifican en Naturales y Artificiales o Adquiridos. Pero también existen los del tipo Leyenda y Maldición. En esta última categoría entran los séptimos hijos, ya sean hombres o mujeres.
—El séptimo hijo varón nace con la maldición que lo convierte en lobizón y la séptima hija son brujas —agrega Irupé, haciendo que Castel suelte una risa.
—Si como no.
—Sólo espera a la noche del viernes y lo veras. Además los niños te dieron una paliza, tienen esa fuerza porque son séptimos hijos —al decir esto Ángelo cambió su expresión relajada a una más seria—. Todos los que viven en esta casa lo son, es su único hogar.
—¿Por qué? ¿Son tan peligros? —cuestionó el rubio, ladeando la cabeza.
—Al transformarse en lobizones ellos pierden la razón, no saben lo que hacen y en ese estado muchos de ellos llegaron a matar a otros, incluso a sus familias. Así perdí a mi papá —dijo Irupé, haciendo que ellos la miraran.
—No sabía eso —murmuró el morocho. En ese momento su celular comenzó a sonar, era una llamada de Obregón, su superior—. Debo irme, tengo trabajo que hacer.
Vega se levantó de la silla y salió de la habitación, dejando un incómodo silencio en el lugar. Irupé simplemente se dedicaba a curarlo y el rubio se encontraba muy nervioso como para hablar.
—Entonces... ¿Tienes algún poder? —le preguntó, dejando de lado ese silencio molesto.
—Si, bueno, son burbujas. Ángelo dijo que es muy útil.
—¿Puedo verlas? —dijo entusiasmada, aunque vio al rubio agachar la mirada—. Oh claro, estás lastimado. Yo sólo soy una ex cazadora de lobizones que se volvió enfermera —agregó, llamando la atención del muchacho.
—¿Entonces que hace en una casa llena de ellos? —cuestionó, haciéndola sonreír.
—Por el señor Obregón y Ángelo... Luego de la muerte de mi papá, mi mamá y yo creíamos que matar a las bestias era la solución, no queríamos que mataran a más personas y nos volvimos cazadoras hasta que Vega apareció. Conocimos a su superior, el señor Obregón, también es un séptimo hijo pero puede controlar su transformación —le explicó de manera resumida ya que la historia era bastante larga—. Él compró esa casa y el terreno, sabe lo difícil que es tener la maldición. Por eso creó este hogar, hay 15 habitantes hasta ahora, entre niños y adultos, y mantenemos a salvo a todos.
—Entiendo. ¿Puedes explicarme acerca de los poderes Naturales? —le pidió Castel con una sonrisa.
—Cierto, Al se fue antes de explicarte —Irupé asintió—. Esa clasificación es la de las habilidades heredadas, por tu familia o parientes de sangre más cercanos.
—¿Qué? Mis padres no tienen poderes, tampoco mis abuelos —pensó Castel en ese momento—, y las habilidades Adquiridas deben ser como el brazo de la Lady que le dio más fuerza y resistencia —concluyó el muchacho.
—Castel, ¿estás bien? —le preguntó Irupé al sacudir su mano frente a su rostro—. Te perdiste por un momento.
—Sólo estaba pensando...
—¿Qué significa tu nombre?
—Es artístico, ganaba unos billetes en en la calle haciendo shows con mis burbujas. Es referencia al ángel Castiel de Supernatural, aunque Castel también significa castillo, me gustó al ser simple y elegante —comentó, sin sonar engreído, aunque falló un poco en ello.
—Es lindo. Entonces, ¿de quién heredaste tu poder? —cuestiona ella, es muy curiosa al respecto ya que no tiene poderes, incluso ya había interrogado a Ángelo.
—No lo sé... mis padres no tienen poderes —un segundo después de decir esto se cubrió la boca con la mano, ya le había dicho a Ángelo que no tenía familia, no puede volver a contradecirse.
—Tal vez si los tuvieron. Cuando una habilidad no se cultiva, desaparece. Tal vez algunos de tus padres no quería sus poderes y nunca los usaron hasta eliminarlos —explicó la chica.
Mis poderes... Por eso mis padres no querían que los utilice, ¡querían que desaparezcan!
Irupé notó al muchacho temblar, así que terminó a curar sus heridas y salió de la habitación diciendo que lo dejará descansar. Por su parte, era verdad que estaba temblando pero era por una creciente rabia que sentía, no sólo era enojo sino que otras emociones se entremezclaron como tristeza e impotencia. Tenía un gran nudo en su garganta que le dificultaba respirar.
—Mis padres querían que mis poderes desaparecieran, si lo hacen tal vez sería el hijo perfecto que tanto quieren —susurró mientras se acostó en la cama y se cubrió completamente con las sábanas. Él juntó sus manos y cerró los ojos, haciendo un esfuerzo para crear una pequeña burbuja—. No me imagino vivir sin esto. No me gustan mis poderes pero... es todo lo que soy.
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