Capítulo 14
Castel se encontraba muy emocionado y no era para menos ya que había conocido a otro integrante de la famosa familia Vega. Tenía cientos de preguntas para el hombre, sin embargo no era el momento, Lady se veía muy enojada. De hecho estaba furiosa, contrastaba mucho con su carácter serio, frío y calculador.
—No es un Vega, es un bastardo.
—Eso... Eso dolió, Serena —dijo Darío en repuesta a sus crueles palabras.
—¿Te llamas Serena? Nunca me habías dicho tu nombre —comentó Castel para luego ser mandado a callar por ella.
—Los adultos estamos hablando y ese no es mi nombre, no le daría mi nombre real a nadie —aclaró Lady—. Ni a un niño ni a un idiota.
—Pero yo confíe en ti. Todo lo que me dijiste eran mentiras —le reclamó el castaño—. Pensé que al fin había encontrado a una mujer hermosa e inteligente para estar con ella pero otra vez me equivoqué.
—Ese es tu problema, no mío —su frialdad comenzaba a molestar a Darío, por otro lado Castel estaba ideando una manera de escapar de la habitación. Si bien el hombre parecía una buena persona no podía acompañarlo porque mencionó algo de buscar ayuda, si hacía eso descubriría que escapó.
El muchacho retrocedió unos pasos, viendo que su única opción era cortar una de las paredes con su poder aunque no sabía si era capaz de hacerlo porque todavía sentía sus brazos adormecidos. De igual manera lo intentó y levantó sus manos, se sintió extraño al usar su poder y un gran burbuja se formó ante él. La misma cortó la pared del cuarto, dejando frente a sus ojos un hermoso paisaje, el jardín trasero de la habitación.
Luego de tanto tiempo él volvía a ver la luz del sol y sentir la suave brisa. Pero, antes de que pueda moverse, sintió su cuerpo paralizado y perdía el control a estar débil. Entonces sintió como alguien rodeaba su torso, Darío lo sujetó y saltó por el agujero. Ambos cayeron desde el primer piso, nada que el hombre no podrían manejar y comenzó una persecución hacia su auto.
—Está bien, iremos con la policía —le dijo para tranquilizarlo, incluso le sonrió—. ¿Cómo te llamas?
—Castel —respondió sin dudar, sin embargo el castaño negó.
—Entiendo que no me quieras dar tu verdadero nombre, debes ser el hijo de una familia muy importante. ¿Esa mujer te mantenía secuestrado por dinero? —habló en un tono casi paternal.
—No... yo —dio una pausa, realmente Iron Hell no le hizo daño y se había ocupado de él las últimas semanas—. Lo arruiné, no debiste abrir esa puerta ahora Lady te matará.
—Estoy acostumbrado a que la chica que me gusta quiera matarme, no es broma —comentó mientras apresuraba el pasó, estaban rodeando la casa y era un poco difícil para el hombre cargar al muchacho.
Castel maldijo al darse cuenta que había arruinado una oportunidad de oro para lograr deshacerse de la mercenaria. Si todo continuaba como estaba Darío y ella habían profundizado más en su relación y ella estaría muy ocupada como para perseguirlo.
Tal vez todavía pueda arreglarlo, pensó.
—¡Alto! —en ese momento escucharon el grito de la mujer, ella los detuvo al cruzarse en su camino ya que había tomado el camino más corto a través de la mansión en lugar de rodearla—. Dame al chico, Darío... y te dejaré ir —le dijo en un tono serio, parecía que había retomado el control de sus emociones.
—No vas a matarlo, no puedes —Castel alzó la voz mientras se sostenía por el castaño para mantenerse de pie.
—Si puedo.
—No, porque te gusta. Es por él que estabas feliz los últimos días, ¿o estoy mintiendo? —la enfrentó a pesar de tener miedo, él apostaría todo a esa jugada—. No creas que no vi tu brazo, los primeros días estaba muy mal por la prótesis pero Darío te ayudó con eso. Es paramédico y un Vega, seguramente es el primer amigo que tuviste en mucho tiempo.
—Venía diariamente a verla porque no quería ir a un hospital —comentó el castaño.
—¿Lo vez? —el muchacho luego miró a Darío para hablarle—. Lady es muy misteriosa y fría pero nunca la vi asesinar a alguien, lo que dijo es cierto mis padres le pagaron para llevarme a casa. Es una escolta y yo mismo me lastimé, me mantenía sedado para que no volviera a hacerlo porque... odio mi vida.
—Niño cállate —le ordenó la mujer.
—Si eso es verdad, lo lamento por interferir en tu trabajo —dijo Darío hacia ella—. Me quedaré y llamaré a un experto que pueda tratarte, no tiene nada de malo si estás diciendo la verdad.
Castel comprendió que había subestimado al hombre, su historia era buena pero poco creíble, además ella ya lo había atacado a matar y eso no lo haría una escolta. Iron Hell se hartó de escucharlo y alzó los brazos, desde la tierra comenzaron a surgir cientos de cables negros que controlaba con su habilidad.
—Esto no es bueno —se dijo Darío cuando los cables comenzaron a envolverse por sus piernas como si fueran serpientes.
—Ya no te necesito, una nueva prótesis llega esta tarde —comentó al creer que ya había ganado, sin embargo Darío volvió a inmovilizar su cuerpo, aún peor, la obligaba a usar su poder para liberarlos de los cables. A los ojos del rubio eso era impresionante aunque no estaba seguro qué poder tenía el hombre.
La mercenaria intentaba resistirse, cuando hacía fuerza en los brazos sentía como si sus músculos fueran a desgarrarse. Comenzó a sentir dolor pero no era nada a lo que no estaba acostumbrada, él pareció notar esto y la liberó de su control. No quería lastimarla ya que si continuaban forcejeando la hubiera dañado internamente.
—No eres un peleador —habló al cerrar su puño, había sujetado a Darío de brazos y piernas con los cables. Entonces se acercó con su cuchillo, estaba dispuesta a acabarlo rápido y sin dolor—. Tienes una habilidad muy poderosa pero te limitas a ti mismo. Es un desperdicio.
—Yo no lo creo así —respondió al sentir la fría hoja en su garganta—. Sólo lamento una cosa... No haberte besado al menos una vez —confesó para luego inclinarse hacia adelante, cortando su propio cuello con el cuchillo.
—¡No! —eso sorprendió a la mujer, estaba preparada para asesinarlo, iba a hacerlo pero, al tenerlo herido frente a sus ojos, toda seguridad desapareció—. Idiota, qué-
—Esto duele menos —murmuró luego de separarse. Ella lo liberó de los cables, viéndolo caer a sus pies sobre un pequeño charco de sangre.
Castel estaba en shock, pero al sentir que los cables lo soltaron, rápidamente hico una burbuja y subió sobre ella para huir del lugar. Desde la distancia se preguntaba si Darío estaría bien y qué iba a hacer Iron Hell con él, lamentablemente no podía quedarse para averiguarlo, ni siquiera fue capaz de ayudar al hombre así como sucedió con Ángelo.
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