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Verdades de alcohol.

Narra Cassie.

Me sacudo el cabello e ingreso al bar mientras me despojo de mi abrigo. Avanzo hacia la barra y dejo caer mi trasero en un taburete, con cansancio. No hacía tanto frío como antes pero de todas formas llevaba aquel abrigo encima todo el tiempo, tal vez por costumbre, tal vez porque me sentía protegida con él. Mi subconsciente me decía que nadie vería lo mal que estoy si llevo ese abrigo encima, aunque sólo me ganaba miradas de extrañeza mientras caminaba por Hogsmeade.

Se supone que no debería hacer esto en las salidas de fines de semana, pero ya llevo un par haciéndolo, desde aquella vez. Este es mi único acto de rebeldía desde entonces. Ya no respondo, ya no insulto, no grito. No tengo ganas de hacerlo, me avergüenza hacerlo. A veces pienso en el pasado, cuando nada me importaba e iba por la vida como si todo girase a mi merced.

Estúpida, me digo y veo que el cantinero llena mi vaso con alguna bebida, whiskey, tal vez.

—Espero que hoy no intentes abusar con eso otra vez, chica —me dice—. No te llenaré ese vaso más de dos veces, así que intenta saciarte con esto.

Ruedo los ojos y él se voltea, dejando la botella al otro lado. Aprovecho que está distraído con otros clientes para sacar mi varita y atraer la botella hacia mí. Tomo mi vaso y me arrastro hacia una mesa al fondo, donde él no note que me he robado toda una botella de whiskey... Técnicamente le pagaré por esto después, ahora sólo quiero amargarme un poco en paz.

Deberías cambiar... tú sola. Esa frase se repite en mi cabeza incansables veces. Es lo que más duele teniendo en cuenta que el año pasado prometí cambiar mi actitud de mierda junto con él. No lo logré.

Tú sí lo hiciste, James, me alegro por ti.

Lo veía en algunas clases, siempre atento, ahora participaba y se preocupaba en hacer las tareas. Hablaba con los maestros sobre los finales y las carreras después de Hogwarts. Antes era yo quien hacía todo eso.

Demonios, ahora no quiero ni pensar en todo ese dolor de cabeza. Simplemente me siento a vivir cada día como venga. Sigo haciendo las tareas, si. Respondo preguntas en clase, claro. Soy una mejor alumna que antes, ya que ahora mi conducta no interfiere. Pero lo hago todo con tanta monotonía, como un robot. Es tan deprimente, no siento que tenga un fin, una meta. Tal vez era así antes y siquiera lo notaba por andar esforzándome en que todo el colegio me respetara.

¿Para qué? Le doy un buen trago a mi bebida. Cuando todo esto termine, eso no importará. Él me lo dijo, y es la verdad.

Suspiro sujetando mi cabeza entre las manos. Todavía no puedo olvidarlo, todavía no quiero dejarlo. Pero él está mejor sin mí, y eso es lo que más duele.

— ¿Está ocupado?

Levanto la cabeza y veo a Davina Levallois con la mano en el respaldo de la silla frente a mí. Es la primera vez en mucho tiempo que volvemos a hablar directamente. La última vez yo... lloraba en su hombro. Cierro los ojos y me encojo de hombros, ella lo toma como una invitación y se sienta.

Saca un vaso de su bolsillo, lo pone en la mesa y se sirve algo de whiskey. La observo con una ceja arriba.

—Pagaré mi parte, Cassiopeia, no me mires así —rueda los ojos y bebe un poco.

Cassiopeia, ya no soy Malfoy. Supongo que ahora ella ya no debe ser sólo Levallois.

— ¿Qué quieres? —pregunto después de varios tragos, soy capaz de percibir el olor a alcohol en mi aliento.

—Asegurarme de que no vuelvas totalmente embriagada al colegio, los rumores corren rápido, ¿sabes? —se aparta el cabello del rostro—. Tu prima está enferma, pero intentó arrastrarse por la sala común para ir a buscarte... Y tu hermano siquiera sabía por dónde empezar, al parecer desconoce tu gusto por los bares de mala muerte.

Bufo, una diminuta sonrisa aparece en mi rostro al imaginar a Adela gritando que debía buscarme, seguro sonaría divertido. Y Scorpius... él aún rechaza la idea de que su hermana sea una borracha los fines de semana.

—Tienes tan buen corazón —ironizo antes de volver a abrir la botella.

Los ojos azules de Davina me miran fijo mientras me sirvo un poco más, con las manos temblando por el efecto del alcohol.

—Al parecer sigues tan mal como aquella vez... Aunque ahora no lloras.

Me tenso, respirando hondo y la miro de reojo —Si vienes a burlarte de mí, más te vale ir retirándote.

Una sonrisita aparece en su rostro.

—Es la primera frase con emoción que te he escuchado decir... Y no planeaba burlarme —añade, frunciendo el ceño—. ¿Acaso nadie puede preocuparse por ti, Cassie?

—Es raro viniendo de alguien que hace un mes quería darme una patada en el trasero.

—Ajá, es raro que me preocupe por quien me estrelló la cara contra la mesa del comedor, pero así es la vida —le quita importancia mientras mueve una mano—. Cela ñ'a plus d'importance. Tú y yo somos muy parecidas, Cassiopeia —juega con su vaso medio vacío—. Deberíamos apoyarnos mutuamente.

—Huh —me recuesto en la mesa, mirándole con la cabeza ladeada—. ¿Qué te trajo, además de mi salud? —parpadeo lentamente, conteniendo una sonrisa de burla.

Sus labios temblaron antes de curvarse, rueda los ojos.

Impertinente fille —masculla entre dientes. Por alguna razón el hecho de que diga pequeñas frases en francés me causa gracia—. Quería probar tu método alcohólico para ver si así olvidaba los problemas un rato.

—Mmm, no es muy efectivo —admito—. Hace que te amargues aún más —me quedo en silencio unos segundos antes de relamer mis labios y seguir—. Por favor dime que no es por el Ravenclaw.

Ella baja la mirada y la veo sonrojarse poco a poco. Me hundo en mi silla gimiendo con vergüenza.

—Mira, Davina, todavía me siento mal por eso...

—No hay problemas con él, no dramatices —me levanta la cabeza con uno de sus dedos en mi frente—. Mi depresión no es por un chico, más bien por un problema familiar.

Asiento lentamente mientras me quedo mirándola. Alza una de sus cejas pelirrojas, yo carraspeo.

—Esperaba que siguieras —admito mirando la mesa—. Tal vez escucharte me haga olvidar por un momento el revoltijo de mi mente.

—Huh, nos utilizaremos mutuamente, eh. Está bien.

—Entonces habla.

—No es fácil, ¿sabes? —golpea sus uñas contra la mesa con ansiedad—. Bueno... —respira hondo, creo que su camisa va a reventar de tanto aire que aspira—. La verdad no entiendo por qué quiero decírtelo —confiesa en voz baja, como si hablaba con sí misma—. Parece que estoy muy desesperada.

En ese momento noto las ojeras bajo sus ojos, y la expresión de no haber estado tranquila en mucho tiempo. Da una sonrisa triste de lado.

—O tal vez creo que tú podrías comprender el... el tener a alguien importante muy enfermo —se me caen los extremos de los labios, todo mi cuerpo se tensa mientras me enderezo—. ¿Conoces la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob?

Niego lentamente con la cabeza, sin ser capaz de pensar algo bueno que decir. Davina bebe un poco mirando al techo con los ojos cristalizados, se toma su tiempo para calmarse. Antes de seguir su cuerpo tiembla mientras suspira.

—Es un trastorno cerebral no muy común —el tono roto de su voz hace que mi interior se llene de angustia, de todas formas sabía lo que sentía—. Comienzas con problemas de memoria, cambios en la conducta, luego afecta a tu vista y a la coordinación de los músculos —aprovecha ese momento para limpiar las esquinas de sus ojos—. Luego viene la demencia, el coma y... la muerte.

Se queda en silencio, contrae el rostro intentando no llorar. Yo no la apuro. Esas palabras me han puesto la piel de gallina. Ella sabía el proceso y el fin de eso, sufría más viendo los síntomas aparecer día tras día. Yo... de alguna forma tenía cierta esperanza con lo de mi madre.

—Mi abuela está en la fase de demencia —añade con la voz aguda, me mira a los ojos—. No hay cura, no hay siquiera una pizca de esperanza por parte de los médicos... Y yo no sé cómo vivir con esto, Cassiopeia —solloza apretando los dientes—. Sé que es diferente a lo de tu madre. Pero yo sólo, Dios, sólo quiero saber cómo puedes con esto.

Durante unos segundos me pregunté cómo lo sabía, luego recordé esa vez que tuve un ataque de pánico porque me sangró la nariz. Ella me miraba esperando una respuesta que cambiara algo, algún secreto para sobrevivir a eso, pero la verdad yo no tenía un secreto para eso. Y en caso de que existiera, me gustaría saber de él.

—No lo sé —le digo con sinceridad, su expresión cae—. La verdad es que no vivo tranquila con eso, Levallois. Todos los días me despierto y es lo primero que pienso, el resto de tiempo me enfoco en cualquier tontería para que nadie note que eso me mata por dentro... Pero al ir a dormir eso será de igual forma mi último pensamiento —me encojo de hombros como si no tuviera remedio—. No hay forma de evitarlo, siempre sufrirás con eso.

—Eres tan... animada —se mofa con sarcasmo, muerde el interior de su mejilla y sigue—. Pero ya me diste una táctica.

Alzo la ceja derecha.

—Me enfocaré en tonterías, como tú.

—Bien.

—Y comienzo desde ahora —se estira en la silla, despejando su rostro—. Distráeme, Malfoy.

Miro la mesa sonriendo cuando noto a lo que se refería.

— ¿Me estás llamando tontería?

—Lo pillaste, uts.

Río entredientes. Intento tomar la botella, pero ella la aleja de mí. Suspiro con derrota y recargo el mentón en la mesa.

—Debería dejar de lamentarme.

—Deberías.

Parpadeo sintiendo que mis ojos escuecen de nuevo.

—Es un chico, no voy a morirme sin él. ¿Verdad? Además... Soy Cassiopeia Malfoy, no necesito de alguien más para vivir.

—Jum —le da un trago al whiskey directo desde la botella.

Cierro los ojos —Pero igual quiero embriagarme, Levallois. Al menos hasta hoy, por favor.

—No.

— ¡Maldita sea! ¡No eres mi padre!

Me lanzo sobre la mesa intentando sacarle la botella. Ella alza uno de sus dedos, miro su puntiaguda y larga uña verde oscuro con molestia. Chasquea la lengua mientras niega con la cabeza.

— ¿Quieres que él se entere de esto?

Y entonces palidecí, pensando en qué diría y haría si supiera de esto.

—No —terminé murmurando de mala gana.

Por primera vez en mi vida no quise que mi padre "se enterara de esto".

***

Volví al colegio tambaleándome, aunque no era tan evidente como otros días. Levallois iba a mi lado burlándose de mi poco aguante, ya que ella terminó con la botella y siquiera se le trababa la lengua al decir las palabras con rapidez.

— Pablito clavó un clavito. Un clavito clavó Pablito —suelta una carcajada—. Ahora tú.

Frunzo el ceño mientras relamo mis labios, preparándome —Pablito cabró... Agh, maldita sea. Pablo... ¡Demonios! Pablito clavó su puto dedito en tu... —la señalo, ella me interrumpe con una carcajada tan ruidosa que temo que la hayan escuchado hasta en la torre de Ravenclaw.

Apenas noté cuando me uní a su risa. Era inaudito. Davina Levallois y Cassiopeia Malfoy volvían riendo juntas al colegio, luego de beber en un bar de mala muerte y llorar contando sus dolores. Después de todo ella no era tan diferente a mí... Era una versión menos sexy de mí.

—Tú y yo habríamos congeniado bien de no haber peleado por ese estúpido vestido en las vacaciones, Malfoy.

— ¿Qué vestido? —pregunto haciéndome la desentendida—. Siquiera recuerdo de qué color era.

— ¿Te confieso algo? Yo tampoco —reímos—. Fue tan estúpido, ahora que lo pienso. Soy una maldita perra al haberme dedicado tantos meses a joderte sólo porque... ¡Nos arrancamos las extensiones por un vestido!

— ¡Te amenacé con golpearte... Y lo hice! Pero luego terminé pidiendo perdón mientras lloraba —otra risa, ahora me limpio las lagrimitas de los ojos.

—Lo sé, aún no lo supero. Sólo no quería comentarlo porque fue cuando... —su voz se apagó, al igual que la sonrisa que llevaba desde hace diez minutos. Terminé igual que ella.

Desde donde estábamos ya podíamos ver gran parte del castillo, faltaba poco para llegar. Una ola de ansiedad revolvió mi estómago, no pude evitar envolverme con mi abrigo.

—Lo lamento —miro a Davina confundida—. Siento culpa por el término de tu relación con Potter. Después de todo esos problemas comenzaron cuando yo vine a Hogwarts —si lo pensaba mucho, tal vez era así—. Yo te metí en esa tonta pelea infantil.

Sacudo la cabeza y reanudo la caminata —No tomes todo el crédito, Davina. Que yo decidí enfocarme en eso e ignorar a mi ahora ex novio. Al final es mi culpa y lo acepto.

—Sorprendente —suelta siguiéndome—. Ya hasta parecemos amigas.

—Que Lily no te escuche, porque ella tardó meses para que la acepte como amiga —recuerdo con una sonrisa ladeada, que se disipa de inmediato—. Y no esperes que te acepte como una tan rápido. Fuiste una perra.

—Fuimos perras, no te hagas la víctima —rueda los ojos y se acerca para rodearme los hombros con un brazo. Me dedica una mirada maliciosa—. Vamos, íbamos tan bien.

Intento separarme, pero ella sí que tenía brazos fuertes. Me resigné y seguí caminando a la par que Davina, prácticamente movíamos los mismos pies al mismo tiempo. Era aterrador.

—Si alguien nos ve así, le dará un infarto.

—Y creerán que es el fin del mundo, pero da igual, será divertido.

—Quieres ver el mundo arder, eh, Levallois —susurro entre dientes, ocultando mi risa.

Noto que un grupo viene del lado contrario, se dirigía a Hogsmeade. Se me revuelve el estómago y clavo los pies en el suelo. Era consciente de que si bien no estaba tan borracha, me veía mal, muy mal. Y James venía riendo con sus amigos, para peor.

—Eres una metamorfomaga, Cass, tenlo en cuenta —murmura Levallois.

Un segundo antes de que James me mirara, toda mi apariencia cambió. Desde la forma de mi nariz y labios, hasta mi cabello, que ahora era de un color negro azulado. Intenté verme relajada mientras Davina volvía a emprender la marcha y mi hombro rozaba el de él.

Podría jurar que volteó a verme, que me reconoció. Y eso me produjo náuseas. Pero luego volví a escuchar su risa escandalosa por alguna estupidez que dijo Lorcan Scamander.

Él está bien así, y yo voy estarlo. Porque no pienso seguir estancándome esto, hay cosas más importantes en las que pensar. Desde la salud de mi madre y la mía, hasta mi futuro fuera del colegio y los exámenes finales. Llevo años diciendo que nadie haría lo que le pegue en gana con mi vida, pero llevaba varios fines de semana embriagándome por James.

Bueno, de verdad me creí ese plan aquella tarde; de que iba a olvidarlo.

¡Hoola, queridas!

Vamos a decirlo así... Yo les doy dos capítulos por el simple hecho de que hoy habrá tormenta otra vez y quien sabe qué hará papá Júpiter con nosotros. En caso de que se corte la energía eléctrica otra vez no podría publicarlos otro día y ustedes me matarían así que... PATATA.

Esperaré una hora más o menos para publicar el siguiente, porque... Por razones personales :'v (o después de la siesta, iokc, estoy cansada, tal vez duerma xD)

Una pregunta preguntosa, no sé si para torturarles o sólo para crear conversación xD

¿Jassie volverá alguna vez? ¿Podrían arreglarse en menos de cinco capítulos incluido este?  ¿Seguirán diciéndome que Jassie es de Jacob y la criatura del lago Ness, alias Reneesme? ¿Seguirá valiéndome cacahuates porque yo ni sabía que el pedófilo tenía nombre con su niña? ¿Alice y Jasper seguirán siendo mejores que Bella y Edward le duela a quien le duela, caramba? Nunca leí Crepúsculo, pero vi los cortos de la vida de Alice y de verdad se merecía más y... Me fui todito del tema.

¡Hasta más tarde! (Y si eso no sucede, que shamen a los bomberos que me estoy ahogando ahq)

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