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Un par de cosas significativas.

He visto un montón de cosas raras, como a Hagrid en medio de la noche con ruleros cuando iba a ver a Frodo, o a la bibliotecaria leyendo el kamasutra... en fin, cosas traumantes.

Pero que mi padre entre a la casa de los Weasley vestido de Santa ya me superó.

Sacudí la cabeza y di zancadas hacia él, no era capaz de formular una frase con sentido.

— ¿Qué? ¿Por... por qué?

Él alzó una mano, que estaba cubierta por un guante rojo con copitos de nieve blancos como detalles.

— No lo digas —ordenó entre dientes.

Me volteé hacia Adela, quien buscaba como loca a Albus, le pinché un brazo con mis uñas.

— ¡¿Qué diablos pasó?!

— ¡Ah! — frota su brazo enrojecido— . Te vimos mientras escapabas ¨disimuladamente¨ de la casa—hace un puchero—. Te fuiste sin mí, desconsiderada.

No estaba en mis planes quedarme, y si traía a Adela iba a esperar a que termine de enrollarse con Albus, no, por favor no, lo que sea menos eso. Aunque igual me quedé más de lo planeado...

— ¿Y por qué papá está vestido así?... ¡Aquí! — chillé sacudiendo los brazos hacia él, a punto de colapsar.

— Ummm... tu mamá — murmura mi prima y sacude su cabeza—. No se qué le dijo pero...

—Vine a llevarte a casa - habló papá mientras sus mejillas estaban al rojo vivo, en contraste con todo su traje.

—Pero... ¿Por qué estás vestido así? — insistí.

— ¡Tu madre! —suelta aireado.

— ¡¿Es que esa mujer chantajea a todos?!

Puse mis manos en mis mejillas e hice un sonido como de ¨mátame Dios¨

Esta mañana, muy temprano, todo salía de acorde al plan, iba a ir y volver rápido, nadie iba a nortarlo. Pero me dió hambre y fui a la cocina, piqué el pollo que sobró de la noche anterior, cerré el refrigerador y mamá apareció acariciando a su lechuza con una sonrisa pícara.

Me costó para que no comience a gritar para despertar a todos (cuando quería, se volvía en la insufrible y chismosa hermana menor, así la amo) tuve que decirle por qué iba a la casa de los Weasley... mi orgullo murió por unos interminables 8 minutos, los peores momentos de mi vida.

— Traidora — mascullo con una mueca.

— No tanto, ella intentó detenernos, y hizo un buen trabajo durante un tiempo. Alguien aquí tiene unas bonitas botas nuevas — señala sus pies sonriendo, pero me mira fijo y se pone seria— . Maldita, se suponía que íbamos a venir juntas...

¿Para que me quede tocando el violín mientras ella tocaba otras cosas? ¡Jamás!

— ¿Y tú por qué estás en la casa de los Weasley y... y con Potter? —papá está al borde de la histeria mientras señala al pequeño Potter que no deja de mirarlo anonadado.

Balbuceo unas cuantas mentiras, sacudo la cabeza y digo.

— ¿Y tú, Santa? ¿Por qué tanto rojo?

— ¡Por tu madre!

— ¡Pues lo mismo digo!

Neh, no estoy aquí por mamá, pero ya que estamos, culpemosla... Huh, ahora me siento mal por eso. Mi madre y su capacidad para que te odies por odiarla unos segundos.

— Draco Malfoy.

— Quiero arder en el infierno — papá sujeta el puente de su nariz y cierra los ojos con fuerza.

Toda la familia de Potter lo mira como si fuese un fantasma... un fantasma vestido de surfista y bailando la macarena. Entonces siento un flash, parpadeo y observo a Lilian Potter.

Me sonríe de lado mientras sostiene un celular en sus manos.

— Momento épico, una Malfoy pelirroja y un Malfoy vestido de Santa en la casa de unos Weasley.

Yo también quiero arder en el infierno.

***

Plan F, fallido. Al igual que el plan A, el B, C, D y E. Mamá es malvada a veces, saca fuerzas mágicas y aparece con un pastel y una sonrisa que prometía hacernos infelices a todos (a papá y a mi, al menos)

Llevé un pedazo de pastel a mi boca y respiré hondo por quinceaba vez consecutiva, mirando a mamá, quien hablaba del pasado con total naturalidad.

—Draco antes hacía que una vaca mágica le lamiera el cabello todas las mañanas —soltó mamá con inocencia.

Papá hizo lo que yo, respirar hondo y mirar al cielo rogando clemencia.

Todos soltaron una risotada, todos menos Harry Potter, quien miraba fijo a mi padre, tal vez le extrañaba que mi padre deje que su esposa diga todas esas cosas sin que le grite o le ordene que se calle... Pero papá no hará eso, le gritará a todos, menos a mamá.

— Cassiopeia...

— Es niña y quiere oír más sobre Scorpius — le interrumpí mirándola fijamente— . Porque no creo que hayan más historias vergonzosas mías.

Ella sonríe— . Yo iba a decir que Cassiopeia es amiga de James otra vez.

Ah, pero que me parta un rayo.

No debí decirle que el regalo era para él, ahora la mujer va a malinterpretar todo.

— Ibas a darle un regalo, ¿Verdad?

Mátame, mátame, mátame.

—James igual.

Como cuando las madres se ponen de acuerdo para matarnos de vergüenza...

Potter golpeo su frente con una mano y maldijo.

Ron Weasley seguía de antisocial en una esquina, gruño en desacuerdo con todo eso. Desde un inicio se quejó, primero porque yo llegué, después porque todos nos invitaron a quedarnos.

— Esto es adorable, cuando eran pequeños yo decía que iban a terminar juntos.

Mentiras, mujer... la verdad no recuerdo.

— Yo confirmé eso cuando él comenzó a hablar de ella todo el tiempo  —añadió Ginny Potter.

Estamos aquí, sólo digo.

— Cassie siempre se quejaba, en cada carta suya se mencionaba a James Potter.

Y asi siguieron, Potter me miró y formuló con sus labios ¨Perdón¨

Yo entrecerré los ojos y fingí cortarme las venas con las galletitas.

— Owww, se hablan en silencio.

Ojalá las galletas sean de cuchillas.

Entonces comenzaron a insistir, pero qué manera de insistir. Todos querían que hagamos el intercambio de regalos, y yo estaba segura de que mi rostro no podía estar más rojo, no quería hacerlo frente a ellos, era ya muy vergonzoso hacerlo a solas con Potter, era peor con público.

Pero al final dijimos al diablo, él fue a buscar su regalo y yo saqué el mío de mi bolso hechizado.

Mordí el interior de mi mejilla y me acerqué al centro del lugar, ambos nos dimos los regalos como niños de cinco años (en su caso, ja, enano) y nos alejamos hasta nuestros lugares, todo en pocos segundos.

— Abran sus regalos — el tipo del cabello azul sonrió mostrando todos los dientes, ¿Cómo se llamaba? ¿Greg?... ¿Ed?... el punto es que ya lo odio.

Con las manos algo temblorosas por la pena, abrí el regalo, y cuando lo tuve ante mis ojos, respiré hondo y abrí los ojos como platos. No era enserio. No podía ser que él lo haya tenido todo este tiempo.

Alcé la vista, él observaba su regalo en silencio y con una pequeña sonrisa, alzo sus ojos y me miró.

— Un suéter — lo sacó, era dorado y tenía su inicial en rojo.

—Y a tu medida —añadí.

— Gracias, Cassi...opeia —mira de reojo a mi padre y luego se pone el suéter. Respiro tranquila al notar que no me equivoqué y si le queda.

Me tomó tres horas encontrar un hechizo para que se tejiera solo, y otras cuatro horas para que se terminara, pero al final de la noche, ahí estaba el suéter, porque recuerdo que su abuela le daba uno cada Navidad, y esta no podía quedarse sin uno... Uy, me puse sentimental.

Ignore los awww de algunos, incluso la expresión de idiota de mi padre, pero no que Fred Weasley haya rodado los ojos.

Sin querer la bola de papel de regalo fue a parar en su rostro. Sin querer, pero queriendo.

Baje la vista a mi regazo, donde estaba el diario de aventuras que hice en pre-escolar, cuando casi todos los niños creían que era rara, pero ese idiota al que acabo de regalar algo de todo corazón fue mi mejor amigo. Lo abrí, sin querer sonreí ante la primera foto, la había sacado Adela con la cámara que le robó a su papá, estábamos Potter y yo, sujetando de los tobillos al niño que pegó chicle a mi cabello.

Siempre fui una niña tan adorable, creo que el niño fue a terapia después de la sesión de gol... de buen comportamiento con las niñas.

— ¿De dónde lo sacaste?

— Olvidaste que me lo tiraste a la cara -alza una ceja.

— Ehhh... tal vez soñaste eso —miro al techo mientras los demás me observan atentos.

¿Ahora qué se supone que...? Oh mierda.

Vamos Cassiopeia, tal vez puedas salir corriendo, robar un jarrón, venderlo y comprar un pasaje para el norte de Escocia y hacer una nueva vida con faldas de cuadros o...

— Gracias.

Sonríe, yo igual. Mi corazón no deja de latir, debe ser porque estoy muriendo por dentro o algo así. Debo ser como el Grinch.

***

Hice una señal de adiós con la mano y comencé a caminar junto a mi familia lejos de la casa de los Weasley.

— Son agradables, debemos venir más seguido — mamá se adelanta, yendo sujeta al brazo de Scorpius, me guiña un ojo antes de mirar al frente.

Yo voy más lento con mi diario en brazos, pegado a mi pecho, en medio de mi padre con su gran traje rojo y Adela con su expresión de idiota.

— Papá —digo—. ¿Cómo te chantajeo mamá?

Él se quedó en silencio un segundo, luego respondió suspirando. 

— No fue chantaje... es que sonreía tanto. Eso me hace débil.

Le di un codazo y observé mi regalo— Entiendo.


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