Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Sólo quiero que te esfuerces.

Narra Cassie.

James me ignora. Yo lo ignoro. Ayer estuve a punto de ir a hablarle, pero iba a hacerlo mal, con rabia, y posiblemente iba a joder todo aún más. Adela me detuvo, dijo que si iba ir a empeorar las cosas mejor me quedaba sentada y callada. Él paso junto a mí sin darme ni una mirada. Si fuese posible ya lo hubiese desgastado con los ojos, pues no dejé de mirarlo, dañando mi orgullo porque todos lo notaron.

Escuché a unas chicas de quinto año decir que James estaba disponible otra vez y que tal vez tendrían una oportunidad ahora. Me hizo recordar los tiempos de antes, cuando era medio novio de todas. Eso dolió... Más le dolió a la chica cuando se me cayeron los libros por su cabeza, sin querer, claro.

¿En realidad estaba disponible? No hemos cortado oficialmente, algo me impide pensar en que ya no estamos juntos. Prefiero decirme que estamos en un momento difícil, y que podremos solucionarlo en cuanto todo se calme. Pero está el hecho de que faltan seis meses para que acabe el año escolar. Tal vez sea mucho, tal vez no sea lo suficiente para que volvamos a arreglarnos... Sí, eso me preocupa.

No sé qué será de nosotros luego del colegio. No he querido escuchar sus planes, nunca quise charlar sobre el futuro con James. Puesto que apenas podíamos con el presente, en especial ahora.

Muerdo mis uñas mientras el profesor hablaba lentamente sobre algún tema que ya he leído. Hago apuntes de vez en cuando para investigar luego, pero la mayoría del tiempo me quedo lanzándole miradas a James y a Levallois. Movía mi cabeza de izquierda a derecha ya que los dos están en diferentes puntos del aula y yo me encontraba en medio. A James lo miraba como si pudiese leerle la mente y saber si ya quiere hablarme, a Levallois simplemente le mandaba maldiciones mentales.

—Malfoy —me llaman de repente, miro al profesor con la mente aún perdida—. ¿Está en este plano existencial o todavía no ha llegado?

Escucho risitas, frunzo el ceño mirando hacia atrás. Me volví al profesor y negué con la cabeza.

—Estoy aquí profesor... sólo estaba esperando a que hable sobre algo que yo no sepa —añado sin pensar, segundos después noto que su rostro se tiñe de rojo.

—Vaya al pasillo, Malfoy.

—Pero... ¿Por qué? —chillo, aunque ya sabía el por qué—. Fui sincera.

—Al pasillo, luego iremos con el jefe de su casa. Ahora, Malfoy.

Parece que le gustaba decir mi apellido, o más bien escupirlo con enojo. Me levanté enfurecida, empujando la silla hacia atrás y me retiré del aula dando zancadas ruidosas. No era mi día, ni mi mes... ¡Creo que siquiera era mi año!

— ¿Qué haces aquí afuera, Cassiopeia? —preguntó con amabilidad el profesor Longbottom, se me acercó mientras sostenía sus cuadernos bajo un brazo y en el otro llevaba guantes de jardinería—. Deberías estar en clase, hasta donde sé.

—Me echaron —farfullo recostada contra el muro.

— ¿Por...?

—Por saber más que el profesor —cruzo los brazos, me encojo un poco—. Y no prestar atención... y por responder al profesor.

En cuanto termino la oración veo que mis cabellos se tornan de un bochornoso tono naranja. Miro mis zapatos con cierta vergüenza.

El profesor Longbottom da un largo y cansado suspiro. Se me acerca hasta que veo sus relucientes mocasines marrones frente a mis pies.

—Cassie, ¿qué te había dicho? Tienes la inteligencia y no la usas —arrugo la nariz y lo miro sólo moviendo los ojos—. No te enojes, sólo digo que si eras más inteligente sabrías cómo manejar la situación. Tienes diecisiete años, vas a terminar Hogwarts en exactos seis meses. Piensa en eso.

Se aleja, cuando ya está a unos metros voltea y me da una pequeña sonrisa.

—Confío en que pensarás, Cassie, no eres un caso perdido. Hasta luego.

Quedé allí, recostada contra la pared y mirando al profesor favorito de casi todos desaparecer por el pasillo. Noté por qué era el más querido. Pues él, a diferencia de muchos otros maestros, no hacía que sus alumnos se sintiesen como la misma mierda inútil e insalvable. Él nos hacía sentir capaces, geniales, con posibilidades de cambiar.

No sé por qué no hice lo que me dijo, tal vez era un último ataque de estupidez antes de madurar al fin.

***

Narra James.

Cuando salimos de la clase vi a Cassiopeia sentada el suelo, mirando un punto fijo al otro lado del pasillo. No se quejó cuando el profesor le ordenó levantarse, ni cuando la guió por los pasillos para buscar al jefe de su casa. Eso era extraño, Cassiopeia no solía ser tan calmada. Algo dentro de mí sintió preocupación, pero el otro sentimiento que me decía las razones para ignorarla era más fuerte.

Fue una relación tan corta y tan caótica. A veces me sentía genial, pero ahora noto que eso era sólo porque el enamoramiento me cegaba. Otras veces dudaba de que ella sintiera lo mismo, cosa que podría afirmar ahora. Cassie no me quería tanto como yo a ella, y me siento muy estúpido por haber pensado, de forma ilusa, que ella tal vez en algún momento podría corresponderme de la misma forma.

Pasé el resto de las clases prestando atención a los profesores. Tenía la suerte de no compartir más espacios cerrados con Cassiopeia. Estaba poniéndome de los nervios verla. Por más que intentaba ignorarla, sabía que estaba ahí atrás, que me miraba y que apretaba los labios pensando en gritar en medio de la clase. La conocía bien, ella era capaz de hacerlo.

Ya poco le importaban las apariencias últimamente. Si ya perdió toda compostura al tener esa estúpida e infantil pelea de divas con Levallois.

¿Cómo pudo gustarte? Pregunta una pequeña voz a mi izquierda, imaginaria, claro. Ella es un desastre.

Creo que fue precisamente eso. Respondí con pesar. Me gustaba el desastre de Cassiopeia Malfoy, pero tampoco debía permitir que ella convirtiera mi vida en uno. Y estar con la señorita humor de perros tenía eso como principal consecuencia.

Todavía podía recordar ese "Cambiemos, juntos" del año anterior, cuando todo parecía ir mejor. Sí, yo tenía el cuerpo de un niño de nueve años, pero la situación era genial a comparación de lo que sucede últimamente. Ella misma había dicho que yo debía cambiar, que ella debía hacerlo.

Yo ya lo hice, estoy intentando madurar, mejorar. ¿Cassie? Ella pareció retroceder, empeorar... ¿Fue por mí? Pues es justo cuando me adentro a su vida que pierde todo buen juicio.

No quería esto. Antes sólo deseaba tener a la chica bonita, durante cualquier tiempo, sólo para alardear. Luego no la tuve tan fácil, me detuve a mirarla y noté que tal vez no debía ser por "un tiempo". Quise más tiempo, no lo obtuve, todo se acabó muy rápido. Creo que se acabó, no hemos hablado, quisiera hacerlo pero no seré quien inicie la conversación otra vez... Ahora quisiera que ella demostrara interés, que sacrificara su orgullo y demuestre que esto lo vale.

—James —me llama Lyssander, pasando una mano ante mis ojos.

— ¿Qué?

—Ahora sí escuchas, huh —suelta un suspiro nervioso, frunzo el ceño confundido.

— ¿Estabas hablándome sobre algo importante?

Dejo caer mis libros en una mesa de la biblioteca, tengo una larga tarea de investigación para historia de la magia que hacer. Lyssander se sienta al otro lado de la mesa a la par que yo.

—Ah, sí, sí. Es que... —carraspea, abro uno de los libros y alzo una ceja mirándolo— estás en la biblioteca.

—Exacto.

—Y harás tu tarea... a voluntad —añade con precaución, entrecerrando los ojos—. ¿Estás tan mal?

Bufo y vuelvo a cerrar el libro —No estoy mal.

—Nunca haces la tarea el día en que la dan, lo haces un día antes o incluso una hora antes.

— ¿Y si ahora se me antoja hacer la mugre tarea antes? ¿Acaso es un pecado? Me preparo para los exámenes finales, eso es bueno.

Me mira fijo varios segundos, como si me escaneara.

—Faltan meses para esos exámenes.

— ¡Lyssander por favor! —gruño—. Sólo quiero hacer la tarea.

Alza las manos intentando apaciguarme. Escucho a la bibliotecaria callarnos con un shhh. Respiro hondo antes de seguir con lo mío. Los siguientes cinco minutos Lyssander sólo me mira en silencio y juega con un lápiz, hasta que yo le devolví la mirada esperando a que diga lo que sea que quería decirme.

—Tú quieres que Cassiopeia venga a pedir disculpas para poder seguir con lo suyo —suelta, muy seguro—. No me mires así, sé que no vas a matarme. Te conozco.

Siento que mi rostro arde, él sigue hablando.

—Pero ella no va a hacerlo si sigues así. Evitas que se te acerque —abro la boca para hablar, vuelve a interrumpir—. Por favor, los dos son un enredo de ego y orgullo. No lo notas, James, pero con todos tus gestos evitas que ella se acerque siquiera a dos metros. Malfoy no quiere arriesgarse a pedir disculpas y que tú no la aceptes de nuevo.

—Sabes que sí sería capaz de hacerlo —murmuro—. Si ella pidiera perdón, a decir verdad, yo sería tan idiota como para traerla a mí de nuevo.

—Lo sé —sonríe de lado. Mira por sobre mi cabeza, luego aparta la vista con rapidez, su sonrisa desaparece—. Pero todavía no estoy seguro de que eso sea algo bueno.

—Ya no te entiendo, ¿me estás diciendo que vuelva o no con Cassie?

—Eres mi mejor amigo —mueve las manos, comenzando a balbucear—. Y a decir verdad, si ella seguirá con esa actitud no.... No creo que debas...

Sacudo la cabeza, comprendiendo a lo que se refería.

—Tu opinión ha sido recibida —me recuesto en la silla y llevo las manos a mi nuca—. O más bien la opinión de Lily, en un principio.

Mi hermana aparece de los estantes a mis espaldas, camina hasta ponerse al otro lado de la mesa, junto a Lyssander. Una vez allí le pega un zape en la nuca.

—No seguiste el plan —le masculla, con las mejillas coloradas.

Lyssander se encoge, un poco pálido —Tenía que decir lo que pensaba, lo siento.

Me río en sus caras, ellos me observan confundidos.

—No importa lo que me digan, al fin y al cabo seré yo quien decida si volver o no con Cassiopeia.

Lily gruñe y empuja a Lyssander para poder sentarse, él se mueve de inmediato a la silla a su lado. Ella pone las manos en la mesa, a punto de comenzar una de sus largas explicaciones.

—Ya te dije que no fue Cassie quien me hizo eso, ¿no?

—Me lo dijiste, pero ella cumple con el castigo. ¿Por qué lo hace si no fue su culpa?

—Sí, eso... Bueno, eso no importa. Maldición. Ella se siente horrible —una mueca aparece en su rostro. Me cruzo los brazos haciéndome el indiferente—. Y nadie le dio la oportunidad de decir que no fue su culpa. Digo, yo estuve en la enfermería mientras hablaban sobre eso y todas las supuestas testigos estaban en su contra.

Un sentimiento de enfado se acumula en mi estómago, ese desagrado que sentía hacia Levallois se hizo presente. Por un segundo tuve la necesidad de ir a abrazar a Cassie, al pensar todo lo que sintió en ese momento.

—Ella no me lastimaría —dice con suavidad—. Tampoco a ti. No lo hace con esas intenciones. Sólo creo que aún no ha encontrado otra forma para expresarse que siendo una perra maldita. Es que, bueno, no te enojes. Pero ella ha sido la perra maldita del colegio durante muchos años, debe ser difícil no reaccionar así ante la otra nueva maldita perra... Dije perra demasiadas veces, ¿verdad? —le pregunta en voz baja a Lyssander.

Él tiene el rostro de un tono rosado, creo que no había escuchado a Lily hablar así antes. Ly sólo asiente y sonríe.

—Creí que ella no te agradaba como mi novia.

—Hasta que noté que sí te quiere pero no sabe demostrarlo —suspira—. Sólo... quisiera proponerte ir ahora con ella y dejarla hablar, ¿sí? Cuando no está presionada logra abrirse más. Y creo que dirá cosas que te harán perdonarla.


¡Hola, queridas! Ha pasado un largo, largo, largo tiempo. Me disculpo, pero ya saben que a la inspiración no debemos forzarla. Al menos he hecho dos capítulos, bueno, era uno pero lo dividí en dos para matarlas de la incógnita, digo, porque era muy largo.

En fin, ¡hasta pronto! O bien, hasta que termine de editar el siguiente.

LES AMO, NO ME MATEN.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro