Sensaciones al máximo.
Por alguna extraña razón hoy me siento más sensible con todo, en verdad, con todo. Es como si tuviese los sentimientos a flor de piel, y eso comienza a desesperarme. Por eso quiero golpear a todos a la vez que quiero llorar porque no entiendo lo que pasa.
— ¿No te estará bajando? —me murmura Adela.
— No es la fecha... Aún —mascullo saliendo del baño con ella tras de mí—. Y no lo digas fuerte, tampoco quiero que todas se enteren.
— Ah vamos, hasta Potter sabe cuando te baja —bufa y le lanzo una mirada molesta—. Uy, siento como si estuvieses a punto de matarme.
— ¿Quién dijo que eso no es lo que estoy pensando hacer? —alzo una ceja.
Adela pone una mano en mi hombro.
— Somos familiares, no matarías a alguien de tu familia... ¿Verdad?—añade temerosa.
— Como me siento muy irritable, y llorona y no entiendo qué mierda me pasa... Sí, sería capaz de lanzarte por la ventana.
— Pero... —se aleja cuando amenazo con tomarla del cuello—. ¡Maldita psicópata! ¡Ayuda! ¡Van a matarme por ser demasiado deseable!
Dramatiza lanzándose al suelo y poniendo su mano en la frente. Ruedo los ojos, exagerada. Me volteo para tomar algo de agua antes de ir a dormir. Y como voy descalza, cuando la puerta se abre y choca contra mi meñique del pie izquiedo, puedo sentir todo ese maldito dolor.
— ¡Aggh! —grito cayendo al suelo—. ¡Mujer herida! ¡Mujer herida! ¡Llamen a Pompón! De esta no salgo viva.
Comienzo a rodar mientras intento sujetar mi piecito. Estoy al borde del llanto, no puedo con esto.
— ¡Nooo! —Adela me sigue el drama, mueve los brazos sobre su cabeza—. ¡Era tan joven!
Verónica aún sujeta el picaporte y nos mira con la boca abierta, está algo alarmada por los repentinos gritos, pero finalmente sonríe y niega con la cabeza.
— Creí que ibas a matarme.
— Por darme con la puerta, oh sí, lo haré —afirmo limpiando mis mejillas, frunzo el ceño hacia mis dedos húmedos—. ¿Por qué mierda lloré tanto?
—Es extraño —admite mi prima recostada en el suelo—. ¿Es que te drogaste? ... ¿Estás embarazada, Cassie?
Me quedo mirándola sorprendida por la pregunta.
— ¡Oh por supuesto, Adela! ¡Estoy embarazada! —digo sarcástica—. ¡Anoche me metí al lago y la maldita agua mágica bajo la luna de la fertilidad me dejaron embarazada! ¡Piensa antes de hablar, maldita sea!
Cierran la puerta de golpe, entonces veo que Lindsey, Dinah y Verónica me miran con la boca abierta. No puede ser... No pudieron habérselo creído.
— No estoy embarazada —recalco alzando una mano—. Una no se queda embarazada por arte de magia... Nadie ha inventado eso aún.
Sueltan todo el aire retenido.
— Uff —dice Dinah fingiendo limpiarse sudor de la frente—. Lo siento, es que por un momento esa fue una opción. Estás rara.
— Debe ser la menopausia —Adela me guiña un ojo y yo le gruño.
— Debe ser una de esas mierdas que sufren las mujeres de mi edad —declaro y me voy hacia mi cama—. Ahora apaguen las luces y duermanse, malditas.
Me lanzo a la cama y me tapo hasta el mentón. Cinco minutos después han apagado todas las luces y están en silencio en sus camas. Yo... Yo me volteo una y otra vez buscando una posición cómoda, pero es casi imposible. Resoplo y miro hacia el armario... El oscuro y tenebroso armario.
—¡Enciendan las malditas luces! —luego de que grito eso, todas se quejan.
— ¡Duerme ya! —me ruega Lindsey—. No vamos a encender las luces.
Luego de diez minutos creo que todas ya han dormido. Nadie se dignó a encender las luces. Yo ahora tengo la espalda pegada a la cama y la cabeza mirando al armario, temo que algo salga de ahí y me mate... Pienso en ello un segundo, frunzo el ceño. Estoy exagerando, ¿qué me pasa?
Suspiro y vuelvo a acomodarme, deben ser las hormonas. O me estoy volviendo loca.
***
Cuando despierto estoy de más malhumor que lo habitual. Es como si quisiera hacer arder al mundo. O mejor sólo a las personas que lo habitan. Esas malditas personas...
— ¡Son míos! —le grito al chico que está a punto de tomar los últimos dos panecillos—. Alejate.
Saca su mano con miedo y traga saliva cuando me lanzo a por los panecillos. Adela y las demás me miran atentamente, dicen que estoy comiendo más de lo habitual... Pero al diablo. Me como los jodidamente deliciosos panecillos.
— Va a acabar como una vaca —Levallois le murmura a la chica a su lado, pude escucharla porque está frente a mí y... Siquiera se molestó en decirlo bajito.
— ¡Vaca antes que patito huesudo, estúpida francesita! —le grito y la señalo con mi tenedor, ella abre los ojos aterrada—. ¡Deja de juzgarme y fíjate en tu maldito trasero anorexico! —lanzo un pedazo de pollo a su plato, Levallois chilla—. ¡Provecho! Lo necesitas.
Vuelvo a mi lugar y prosigo con mi comida, furiosa. Aunque luego de un rato siento que mi estómago duele y paro... Realmente estoy comiendo demasiado y sólo por estar de mal humor. Miro hacia abajo, suelto la comida, me levanto y salgo del comedor a zancadas.
***
Me sorbo la nariz, he llorado y no entiendo por qué mierda lo he hecho... Ah, claro, es que me ha antojado ir a la sala de los menesteres y hacer que esta parezca la sala de mi casa. Una cosa llevó a otra y terminé llorando en el sofá.
— Ah, maldita sea —digo limpiando mi cara—. ¿Qué es esto?
Me tomo unos minutos para calmarme y permanezco mirando a la nada hasta que escucho la puerta abrirse y miro hacia ella.
— ¿Cassie? —James aparece y cierra la puerta tras él, camina con precaución hacia mí—. ¿Te sientes mal? Saliste corriendo.
—Qué lindo de tu parte notarlo —digo palmeando el lugar a mi lado—. Ven.
Me mira con desconfianza— No te enojes pero... ¿Qué te fumaste?
Bufo— Nada... Y sé que es raro, pero en vez de juzgar deberías disfrutar del momento.
Alza las cejas— Uh, sí, ahora no me tratas feo.
Se sienta a mi lado.
— Yo no te trato feo.
Me mira sonriendo y asiente— Sí lo haces.
— Claro que no...
Si lo pienso, tal vez sí.
— Lo haces mucho.
— Pues lo siento —me encojo de hombros, él suelta un quejido. Ruedo los ojos—. ¿Ahora qué?
— Ignora eso, no pude evitarlo... ¿De verdad lo sientes?
Me giro para mirarlo con cara de qué idiota eres, pero no sabía que su cara estaba tan cerca. Entonces se me nublan las ideas despiadadas y me quedo mirándole los ojos como estúpida.
— ¿Cassie?... ¡Me estás toqueteando! ¿Esto es una violación? —bromea cuando pongo mi mano en su pecho.
— No —murmuro y lo beso—. En lo absoluto.
Corresponde todas las veces que lo beso con una sonrisa. Incluso cuando ya prácticamente lo estoy aplastando.
— Cassie, ya enserio, o te has fumado algo... O quieres algo, ¿qué pasa? —me aparta riendo.
Yo parpadeo, no puedo pensar claro.
-Narra James-
Cass nunca antes había sido tan cariñosa. Era sorprendente y bonito, pero el hecho de que ya esté sobre mí no es algo que me espere de ella... Sí lo espero, con otras intenciones, como para golpearme y ahogarme, por ejemplo. Pero no con estas intenciones.
— ¿si quiero algo? —dice y se relame los labios, ya me va a dar algo—. ¿Y si te quiero a ti?
No puedo decir ni una palabra porque ahora sí se me sube encima y vuelve a besarme. Bien, James, cálmate y evalúa la situación. Cassiopeia está sobre ti y besa de puta madre. Habrá un problema en los pantalones si sigues pensando en eso, ¡cambia el tema!
Bueno pues... Barney es un dinosaurio que vive en nuestra mente. Y cuando se hace grande es realmente sorprendente... NO PUEDO.
Eres un cerdo. No me juzgues... Somos la misma persona, consciencia.
Cuando me estoy quedando sin aire la separo, me mira a los ojos. Sus ojos... Están raros. Apenas puedo verlos mejor porque se lanza a besarme el cuello e intentar sacarme la camisa. Abro los ojos como platos y hago mi mayor esfuerzo para evaluar la situación.
Ella está rara, más de lo normal y de repente se me lanza encima con intenciones de ir más allá. No, no hay otra opción.
—Estás drogada —le murmuro y la empujo un poco hasta que queda sentada al otro extremo del sofá.
— ¿Qué? —jadea y sus labios están muy rojos. Dios no me hagas esto—. No estoy drogada, no seas idiota.
— Oh claro, no estás drogada, sólo estas a punto de tener sexo en un sofá —le recalco.
Ella procesa mis palabras un momento y luego grita volviendo a arreglar su ropa.
— ¡Es tu culpa!
— Yo no te drogué, Cass —le digo molesto y ella me toma de la camisa para poder golpearme. No nota que ha puesto su rodilla en mi pierna—. Cassiopeia, apartate ahora mismo.
— ¡Sabías que estaba drogada y aún así seguiste!
— ¡No lo sabía! Y que te separes, mierda.
— ¡Yo no hago lo que me digas! ¡No eres mi maldito dueño!
— Hay cosas que no controlo y no quiero llevarte a la enfermería en este estado —la vuelvo a empujar hacia el otro lado.
Entonces ella baja la vista y siento que mis mejillas se ponen rojas.
—Oh —murmura apartando la vista—. Sí, supongo que llegar así va a verse comprometedor.
— Gracias por comprender —carraspeo bajando la cabeza.
Silencio, incómodo y maldito silencio. Aunque lo habría preferido si sabía lo que pasaría después.
— ¿Necesitas más tiempo? —inquiere impaciente.
—Supongo —balbuceo.
— Pues mierda, soy tan ardiente que aún no baja.
— ¡Cassiopeia! —la miro con los ojos como platos.
—Sabes que no voy a callarme.
Ella va a matarme... Pero sí, sí es muy ardiente.
***
— Así que no me mandaste ninguna caja de chocolates —dice Cassie recostada en la cama de la enfermeria, acababa de beber una poción para volver a la normalidad.
— No —niego, yo no le mandé chocolates ayer.
— ¡Habrá sido la maldita Levallois! —grita enfadada—. Por eso estaba tan extraña, por eso... —me mira—. Oh no, eso no fue por la droga.
— ¿Ah?
Me sonríe. Oigan, hace calor aquí, ¿no?
— Iba a hacerlo en algún momento.
—Cassiopeia —resoplo apartando la vista, suelta una carcajada. Está diciendo todo eso sin una gota de droga en su cuerpo—. Estás loca.
— Pero soy ardiente.
Hooola, queridas.
Volví 7u7 y lo hice con salseo y James xD
Cassie loquilla, con o sin droga encima.
Levallois :v ¿de dónde coño sacas esa droga? Ew...
James xD seguro fue culpa de Cass, ¿no, amigo? Esa incitadora sexual ahre
En fin... Debería ir a dormir,
¡Hasta luego!
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