Sé que eres tú.
Narra James.
Sabía que era ella, no importaba qué aspecto adoptara, igual iba a reconocerla. Tenga el cabello rubio, castaño o negro; los ojos marrones, azules o verdes. De alguna forma siempre terminaba reconociéndola. No sé si eso sigue siendo algo bueno para mí, o es una simple tortura.
Hace varios días choqué con ella camino a Hogsmeade. Tenía una nariz diferente, los labios más finos, sus ojos eran castaños y su cabello negro, de igual forma supe que era Cassiopeia.
— ¿Ya nos dirás quién es la pobre que sufre con tu cursilería? —había preguntado Lorcan un momento antes del encuentro.
Junto con Fred nos giramos para mirar divertidos el rostro lleno de pánico de Lyssander. Era un momento feliz para mí, al fin había aprendido a olvidar lo que pasó e ignorar los murmullos en los pasillos. Todo comenzaba a ser normal otra vez.
—Deja de molestar con eso, Lorcan —balbuceo intentando sonar molesto, de un momento a otro estaba tropezando y cayendo al suelo.
Eso sólo hizo que estalláramos en más carcajadas. Lyssander se incorporó con el rostro tan rojo como el cabello de Lily, comenzó a adelantarse para poder perdernos.
Pero éramos sus amigos, y nuestro deber es molestarlo hasta que confiese quién era la afortunada.
— ¡Cuidado que se cae de nuevo! —gritó Lorcan antes de que su hermano vuelva a tropezar, ahora lanzando un gruñido exasperado.
— ¡Que cierren la boca, idiotas!
— ¡Se nos revela el pequeño! —dije yo, ignorando mi sorpresa por escucharlo decir idiotas.
Choqué con alguien que venía del sentido contrario. Por un segundo logré ver los ojos marrones de la chica. Ella sólo me dedicó una corta vista a su expresión de pánico. Olía a alcohol y a algún perfume caro que yo ya había percibido antes.
Solté una carcajada por la situación de Ly una vez más, pero en mi cabeza seguía ese perfume. El mismo que Cassiopeia llevaba cuando intento besarme a la fuerza luego de que volví a mi edad normal; el mismo que ella llevaba cuando nos reencontramos después de vacaciones; y cuando se me subió encima en la sala de los menesteres con ánimos de ir más allá. Ese estúpidamente caro y delicioso perfume.
Cada vez que estaba a punto de decir bien, ya no interesa, aparecía una chica diferente que apestaba a ese perfume. Al principio negaba las ideas que aparecían en mi mente cada noche, luego acepté que todas y cada una de esas chicas eran Cassiopeia.
Ella fingía ser alguien más cuando me veía. Era extraño, Cassiopeia nunca tuvo miedo de mostrarse, ¿por qué ahora adopta otra apariencia cuando paso a su lado? Yo no esperaba esa actitud, esperaba que me gritara, que me mandara al demonio y luego mueva su cabello antes de irse contoneando las caderas.
—Tú lo perdiste —esa frase era esperada, pero nunca la dijo.
Cassie no me dijo que era un idiota al dejarla ir, ella me rogó que me quedara, incluso dijo te amo. Pero lastimosamente esa frase no sonó muy sincera y real, más bien parecía nacer sólo por el momento. Quería retenerme un poco más, iba a usar esas palabras para ablandarme. Casi lo logra, por poco me vuelvo a ella.
Pero siento que todo iba a volver a lo mismo. Ella haciendo un montón de locuras donde yo termino humillado, ella sin notar que la vida era más que ser la diva del colegio. Yo necesito avanzar y llegar a ser un adulto, junto a Cassiopeia no lo lograré. Porque ella me vuelve casi dependiente, ella me hace un idiota, ella me lastima y yo la perdono como si nada. Estoy enamorado, pero no voy a dejar que ese enamoramiento siga dejándome mal parado.
Pasaron dos días, dos semanas, mes y medio. Pero fue luego de las tres semanas que Cassiopeia volvió a pasar junto a mí con su usual apariencia. El cabello rubio platino, ahora corto hasta los hombros y con ondas que rozaban sus mejillas. Cuando la vi por primera vez se me antojó tocarlos, en especial cuando sus ojos grises cruzaron con los míos. Por un segundo fue como volver al pasado, antes de nuestro noviazgo, sólo que ahora yo no era el idiota que la molestaba todo el tiempo.
Ahí pensé que me odiaba, por alguna razón eso me dolió, pero pronto su mirada pasó de un gélido gris a un tono verdoso y amable. Ella me sonrió. Como cualquier persona civilizada sonreiría a otra, como viejos amigos.
Correspondí su sonrisa, tal vez con una expresión confundida porque Cassie soltó una risa entre dientes. Deseé seguir teniendo su mirada sobre mí, pero ella la volvió hacia Adela y... maldita sea, ¿es en serio? ¿Esa es Davina Levallois hablando y riendo con Cassiopeia Malfoy? Por poco me caigo ante la escena.
— ¿Estoy mal o es la francesa con Malfoy? —Fred me preguntó en voz baja, incrédulo. Yo asentí lentamente sin ser capaz de hablar—. Estás pálido y rojo, pálido y rojo, ¿Qué pasa contigo? Por favor no me digas que ahora quieres volver...
—No —respondí de inmediato, aflojando mi corbata para poder respirar—. ¿Para qué decirles ex si vas a volver con ellas?
Mi primo bufó mientras reía —No lo sé, dime tú. Tu cara de idiota tiene todas las intenciones de hacerlo.
Apreté los labios con molestia y negué con la cabeza.
No, no lo haré. Yo mismo terminé con esto, me vería estúpido si fuese ahora y le pidiera volver otra vez. Seguiré enamorado de Cassiopeia Malfoy todavía, pero no idiotizado.
De verdad me creí eso aquella tarde; pensé que iba a olvidarla.
QUE LA AMA, QUE LA AMA. Y esto está bien corto. Una pena total, ¿lo siento? Simplemente escribí y fue muy tarde cuando noté que era algo corto (eso fue hace dos días xD pero viteh que ya no volví a escribir ahre)
Ahora... ¿Jassie volverá? xDxD ¿Quién es la chica de Lyssander? ¿Podré acabar el otro capítulo antes de la tormenta? ¿Seguiré viva el miércoles? Ah, qué cosas.
*se truena los dedos* Pues más me vale darles algo bueno antes del fin, ¿no? Que por cierto ya está escrito, pero volveré a hacerlo para que sea más... *las mira, su sonrisa se apaga* Hace falta edición.
¡Hasta luego, queridas!
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