Quiero golpearme la cabeza contra el suelo hasta que ya no recuerde lo que pasó.

Es difícil caminar por los pasillos sin que me miren y se larguen a reír.

Tenía una bufanda de seda alrededor de mi rostro y unas enormes gafas, leía el periódico escolar con una mueca.

Cassioepia Malfoy, de diva a burla.

Mordí mis labios y bajé el periódico lanzando un gemido. Adela me miró e intentó sonreirme, pero sólo consiguió tomar el periódico y lanzarlo a un niño de primer año que pasaba por ahí.

—Esas zorras —Masculla—. Primero les brindas información de primera y luego te apuñalan por la espalda... Malditas.

—Lo se, lo se —Me frote las sienes—. Me está hartando esta situación, digo, soy Cassiopeia, no deben burlarse de mi, deben termerme, soy una maldita intimidante.

Nadie se ha burlado de mi desde primer año, antes de Hogwarts en mi otra escuela se burlaban de mi por ser metamorfomaga, cuando entre a Hogwarts y un niño insinuó una burla le pegué un puñetazo en la nariz y le reté a burlarse de nuevo o contarselo a la directora... Nadie volvió a hacerlo desde entonces, siquiera con el hecho de que tuve un novio gay por dos años.

Ahora los malditos creían que podían hacerlo.

Todo es culpa de Potter.

—Ah ah nena —Adela me pinchó el brazo y yo chillé apartándome —. No pienses esas cosas, no fue culpa de Potty ésta vez, tú te comiste demasiados malvaviscos para tu boquita.

—Ugh Adela, no molestes —Frunci los labios—. Siempre es culpa de Potter, sea como sea.

Rodó los ojos.

—Y, ya deja de leerme la mente, deja de aprovecharte de tu legeremancia.

—Y tú deberías aprender oclumancia, amor.

—Como sea.

Me levanté del suelo del pasillo donde estábamos y me acomodé la falda. Luego caminé como siempre.

Pasos largos y ligeramente rápidos, hombros atrás, barbilla en alto.

Si, soy una diva, ¿Problemas?

Seguro para muchas soy la porrista mala y rubia de la película, pero, noten que, yo soy la mejor alumna... En todo. Yo tengo cerebro y puedo hacer que todos se sientan estúpidos e insignificantes, incluso a los Ravenclaw.

—Uy, la reina del drama ya se asoma —Oí decir a Fred Weasley cuando me vio ir hacia ellos.

Potty me miró conteniendo una sonrisa.

—¿Qué hay Cassie?

—Te odio, ¿Sabias? —Entrecerre los ojos—. Es tu culpa que ya no me respeten...

—Corrección, ya no te temen.

—No te metas Weasley —Gruño.

—No me hables así, Malfoy.

Estoy a punto de sacar mi varita y clavársela.

Respiro hondo y cierro los ojos.

—Quiero una disculpa —Digo lo más serena posible.

—¿Qué? —Sonaba incrédulo.

—Una maldita disculpa por hacerme pasar vergüenza.

Soltó una risa.

—Yo no tengo porqué disculparme, fuiste la que abusó con los malvaviscos.

—¡Ay Potter eres un idiota! —Zapateo como niñata—. ¡Y luego te preguntas porqué no salgo contigo!

—No voy a disculparme por algo que no hice —Se cruzó de brazos mirandome divertido—. Diva.

Puse una de mis uñas bien cuidadas en su frente.

—Te. Odio.

Me volteé haciendo volar mi cabello y mi falda. Es gracioso que Weasley me odie pero aún así no pueda apartar la vista de mí. Potter seguía en la misma posición.

Niño estúpido.

Hice resonar mis tacones por el pasillo, abriendome paso con Adela correteando tras de mi ya que sus piernas no eran tan largas.

Fui al baño de Myrthle y ella siguió su camino para ver a Albus.

¿Y luego dice que no lo quiere?

Estaba retocando mi lápiz labial cuando Myrthle sale de la nada, mirándome con odio profundo. Le sonreí.

—Hola Myrthle.

—Malfoy, ¿Qué haces aquí?

Alcé una ceja—. Es el baño de niñas.

—Nadie viene aquí.

—¿Y? Yo no soy nadie —Respiro hondo sacando a relucir ese lado que tan solo muestro para que nadie me moleste.

—No eres bienvenida —Sisea.

—No eres la dueña del maldito baño, que hayas muerto aquí, no significa nada.

Cerré los ojos mientras ella soltaba alaridos de dolor y escapaba por un inodoro. Tal vez fui muy dura...

Ya no importa.

Me dirigí a un cubículo y me quede mirando la pared llena de mis escritos.

Del porqué odio a James Sirius Potter.

Idiota. Malnacido. Poco inteligente. Casanova. Maldito. Intentó besarme sin permiso. Creído. Prostituto.

Sonreí, y la lista seguía.

Entonces escuché que alguien entraba al baño, por acto reflejo cerré la puerta de mi cubículo y me subí sobre el inodoro para que no se noten mis pies.

Fue sorprendente ver a Lily Potter furiosa, lanzando humos por la nariz.

Al parecer no soy la única con un mal día.

—Ese estúpido insensible —La oí quejarse mirando su imagen al espejo—. ¿Acaso no me nota? ¡También soy bonita! Maldita sea, soy hermosa.

Reí en silencio. Si, era bonita. Tenía el cabello pelirrojo con ondas hasta media espalda, sus ojos eran una mezcla de azul y verde muy bello, sus rasgos finos y delicados.

Lily era guapa. A ver, ¿Quién no querría a la pequeña Potter?

Sentí un tirón en mi pie derecho y pegue un grito.

—¡Myrthle!

¡Mi pie se atasco! ¡Se atasco en el maldito inodoro y por culpa de esa estúpida fantasma!

—Por perra —Canturreo volviendo a desaparecer.

Lily Potter abrió la puerta y me miró un instante, con una ceja alzada.

—¿Qué diablos haces Malfoy?

—Callate y ayudame.

Ella soltó una carcajada.

Claro, ella, Lily Potter va a ayudarme a mi, Cassiopeia Malfoy.

—Si me lo ruegas, tal vez.

Le mire con odio. Igual a su hermano.