Quiero cenar contigo.
Había tres cosas que James no podía cambiar. La primera era estar estúpidamente enamorado de Cassiopeia aún después de trece años, aún después de tanto drama. La segunda era esa voluntad que lo mantenía pegado a la puerta con una mano golpeando de forma insistente desde hace ya más de media hora. Y la tercera que estaba a punto de lanzarse una gran tormenta de la que el techo de la entrada no le protegería.
Por poco era media noche, llegó tarde del trabajo y cuando intentó abrir la puerta notó que cambiaron la maldita cerradura. James simplemente no pudo creerlo, y cuando lanzó un alohomora algo lo empujó varios metros atrás, cayendo sobre su trasero. Así fue con todos sus intentos de entrar.
Tose un poco antes de hablar.
—Cassiopeia, en serio, ¿podrías abrirme? Voy a enfermarme.
—Definitivamente no —fue la respuesta, tajante y chillona—. ¡Mejor ve buscando un maldito hotel!
El cielo rugió a sus espaldas, un rayo iluminó su rostro. Cassiopeia lo observaba por el pequeño agujero en la puerta, refunfuñando entre dientes a toda hora. Él se veía realmente cansado, pero a la vez ella estaba enfadada.
— ¿Cómo puede ser que lo olvides? ¡Es el segundo año, Potter!
Rodó los ojos cuando ella volvió a decirlo. Al principio se reía por las palabras y sólo insistía en que abra la puerta, pero ahora ya no era divertido. Cassie estaba colmando su paciencia.
—No lo olvidé, Malfoy —ignoró el sonido de indignación de ella—. Porque hoy no es nuestro aniversario, tonta, es mañana.
Un pequeño silencio se apoderó de ellos, Cassiopeia se recostó contra la puerta frunciendo el ceño.
—No, es hoy. ¡Eres tan inepto que lo olvidas! —medio grita, señalando a la puerta como si estuviese señalándolo a él—. La boda de Lily fue en esta fecha y...
—Que yo recuerde volvimos en la madrugada del día siguiente, Cassie. Porque me ignoraste y evitaste toda la noche. Lo recuerdo a la perfección.
La Malfoy comienza a hacer las cuentas, mirando sus dedos. Maldición, él tenía razón. Deseó golpearse contra la pared una y otra vez. ¿Ahora ella era la idiota? No quería ver la sonrisa ganadora de James, pero tampoco podía dejarlo empaparse ahí afuera.
Él intentó no sonreír cuando escucho a la puerta abrirse, se cruzó de brazos tornando su expresión seria. La mujer le miraba fugazmente y muy aireada.
—Pasa —un trueno hizo temblar a la casa, ella no miraba sus ojos sino más bien su frente—. ¿Qué esperas?
—Una disculpa por tenerme afuera tanto tiempo —se tapa la boca al toser—. Ya que ahora tal vez me enferme.
Sintió pena y vergüenza, sí, pero no lo demostró.
—Entonces pasa antes de que llueva.
—No, me merezco una disculpa.
Respira hondo, elevándose un poco. No podía creer lo terco que el idiota llegaba a ser.
—Entra a la casa, James Sirius, ahora mismo.
Al ver que Potter no planeaba hacerlo, ella misma tomó una de sus manos y tiró de él hacia el interior. Cierra la puerta de inmediato, en el momento justo cuando las gotas de lluvia caen a gran velocidad sobre el suelo. Por alguna razón Cassiopeia no suelta la mano de James, en parte porque no quería que se vaya enojado y en parte porque estaba demasiado fría.
Tenía que dejarlo afuera con el viento de locos que había. Sí, bien, fue una perra al hacerle aquello.
—Bueno, confundí las fechas, ¿está bien? En mi cabeza tenía que era hoy pero no era así, como sea, estoy constantemente drogada con cualquier medicación y claro que no pienso bien —suelta, sujetando las manos del hombre entre las suyas mientras busca que dejen de sentirse tan heladas—. No pensé mucho cuando cambié la cerradura y le puse encantamientos a la casa...
— ¿Esta es mi disculpa?
—Tómalo como quieras porque hasta ahí llegué —refunfuña sin mirarlo a la cara, porque sabía que sonreía y aquello le daría ganas de golpearlo.
A James le causó ternura que luego de todo eso Cassiopeia se preocupara por unas simples manos frías. Se acercó a ella mientras la escuchaba suspirar fastidiada. Antes de que pueda verle a la cara Cassie ya terminó el abrazo, con el mentón en el hombro de él.
—Pues será mi disculpa, y la acepto —dice y besa su cuello riendo—. ¿Qué es ese olor?
Un gemido de vergüenza y dolor, Cassiopeia lleva la cabeza hacia atrás. Su cabello se torna naranja chillón por un segundo y luego vuelve a ser castaño. A veces aún tenía aquellos problemas con sus emociones intentando verse en el exterior de su cuerpo.
—Cociné —admite, él comenzó a separarse animado pues tenía hambre—. Y me comí toda la comida.
Voltea a verla incrédulo.
— ¿Comiste toda una cena para dos tú sola?
—No llegabas, imbécil, y la furia simplemente acabó con todo.
Entonces percibió el olor a vino en su aliento, ella estaba tal vez algo borracha. Eso incrementó sus ganas de dejarlo afuera. James se rió con fuerza pensando mejor en la situación.
—Dios, estás loca —besa sus labios con avidez, es correspondido de la misma forma. Cassiopeia da un brinco cuando el cielo vuelve a rugir con más fuerza, se ríe de sí misma y advierte con la mirada que no haga comentarios al respecto—. Y yo que muero de hambre.
Ante aquella insinuación sólo alzó una ceja —Entonces ve a cocinar una cena para dos y hazte de ella tú sólo. Funciona, te lo aseguro.
Se dispuso a subir las escaleras, James la detuvo al hablar.
—Yo planeaba cocinar una cena para dos y que... Bueno, estés presente a la hora de comer.
—James, la verdad estoy llena y...
—Feliz aniversario —interrumpe, luego de mirar el reloj en la pared. Una vez más la diversión se aparece en su rostro—. Ahora sí es nuestro aniversario.
Cassiopeia rueda los ojos con fastidio mientras su rostro se tiñe de rojo, vuelve a bajar los escalones y alza los brazos hacia su novio. No quería ser demasiado obvia, en realidad una gran emoción le llenaba el cuerpo.
—Feliz aniversario —corresponde, como es usual su mirada se torna más suave y una pequeña sonrisa aparece—. Dos años soportándome, ¿cómo lo haces?
Los brazos de él rodean su cintura y le deposita un beso casto pero dulce en la frente.
—Te pregunto lo mismo, porque no soy santo... Pero respondiendo a tu pregunta —finge pensarlo, se encoge de hombros—. Es porque te amo.
Cassie arruga la nariz —Esperaba que seas más original que una novela de Nicholas Sparks, James.
—Bien... Entonces estoy contigo por tu trasero. ¿Sabes que creció más en estos años?
Primero parece soprendida porque eso no fue exactamente lo que esperaba, luego contuvo la risa. Podía sentir que la mano de él estaba viajando para abajo, hasta que llegó a su destino y una sonrisa pervertida iluminó su rostro.
—Da la casualidad que yo sólo me fijé en ti por tu trasero —sigue el juego, haciéndole lo mismo y dejándolo con los ojos muy abiertos—. ¿Qué pasa, Potter? ¿Cassie te cortó la lengua?... ¿O nunca antes te agarraron el trasero así?
Quería destornillarse de la risa por la perplejidad en el rostro de James. Sí, le había tocado el trasero antes pero él nunca se percataba de ello por andar demasiado ocupado en otras cosas. Ahora estaba consciente de la acción, y en medio de su sorpresa aquello le agradaba.
Poco a poco sus ojos parecieron verse más oscuros, y su confianza volvió en una sonrisa ladeada.
—Por esto te amo, Cass.
—Yo igual te amo —alcanzó a decir antes de que él hiciera una desaparición conjunta, para luego volver a aparecer en su habitación del segundo piso—. Creía que tenías hambre.
—Exacto —se quita la túnica y la empuja hacia la cama mientras va despojándose del resto de su ropa —. Dije que quería cenar contigo.
Oh, pensó Cassie mientras lo miraba, se refería a esto...
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