Otra Cassiopeia.
El perfume se fue directo a mis ojos y boca. Lleve las manos de inmediato a mi rostro mientras soltaba un chillido de dolor.
— ¡Eres una zorra! —le dije.
— ¡Era mi vestido! —repuso la maldita que acababa de atacarme con un Chanel No 19... Y aunque adoro ese perfume, no me gusta tenerlo en los ojos.
Gruño y luego de frotar mis ojos un poco, bajo las manos y las pongo en posición de pelea. Ella me imita, aunque de una forma estúpidamente femenina.
¡Dile adiós a la feminidad, perra! ¡Tú la atacaste primero al acercarte a mí! Venga, pelea con fuerza.
¿Cómo terminé tirándole los pelos a una engreída francesa? Bueno, para explicarlo tendría que volver a tres horas atrás...
Terminaba de arreglar mi cabello, atenta a que todo esté bien sujeto al rodete que se mostraba en la parte trasera de mi cabeza.
Había de admitirlo, siendo rubia o pelirroja, yo seguía siendo terriblemente hermosa.
Me miré fijo al espejo, algo sorprendida porque mis rasgos cada vez se veían más maduros... Y, oh, ¿será posible que me vea más bella a medida que crezco? Mis labios estaban delineados con un suave tono carmín, un tono casi natural por sobre mis ojos verde oliva...
¡Otro momento de sinceridad! Creo que estoy enamorada de mí misma.
Le guiño un ojo a la preciosidad del espejo y me retiro del baño.
— Vengan ya, alabad a la hija de Afrodita —dije abriendo los brazos, Adela rodó los ojos mientras pintaba sus labios de rosa claro—. ¿Vas a negarlo?
— Lo único que haré es decir que eres una ególatra.
— Muchas gracias —le sonrío y doy una vuelta jugando con mi vestido.
Adela alza las cejas con extrañeza, luego una sonrisa pícara aparece en su rostro.
— ¿Por qué tanta felicidad?
— ¿Ah?
— Que estás muy sonriente.
Le miro ofendida con la pregunta.
¿Cómo que por qué estoy tan feliz? ¡Es obvio!
— ¡Estamos invitadas a la fiesta de la moda de más exclusiva del año, Adela! —pongo las manos en las caderas—. ¡Y te atreves a preguntar por qué soy feliz!
Bufa, un destello de desilusión pasa por su expresión.
— Oh, yo creía que tu corazoncito de hielo se había descongelado con Potty.
Señala las cartas abiertas de par en par, esparcidas por mi cama... Había estado releyéndolas cuando no me llegaron más y sólo usaba el celular muggle.
— Mi corazón está reforzado con diamante —bromeo y recojo las cartas para guardarlas.
— Como digas —se pone los zapatos y al levantarse, estira los brazos a los lados—. Wow, muy alto.
— ¡Adela! —digo al notar que me superaba... Y yo llevaba tacos—. ¿Cuántos centímetros son?
— Ummm... ¿Veinte?... Tal vez era veinte —sacude las manos y se tambalea—. Eran tan hermosos... No pude resistirme.
— ¡¿Veinte?! ¡¿Es que quieres morir?! —le grito mientras la obligo a sentarse nuevamente —. No exageres, tampoco para tanto, Adela.
Yo apenas llevaba unos de 12 cm.
— Míralos —hace una mueca triste mirando los lindos zapatos azules—. Son tan bellos... Y tan caros... Igual usé la tarjeta de mi padre.
Alcé las cejas—. ¿Robaste la tarjeta de tu padre?
Mueve las pestañas con inocencia y suelto una carcajada.
— Eres una buena niña... Y aún no entiendo cómo lo hiciste.
Le miro con ojos entre cerrados y ella respira hondo mientras se saca los zapatos.
— Trucos míos —suspira con misterio.
Luego de un rato, mientras Adela rebuscaba un nuevo conjunto, me retiré a la sala del lugar donde nos quedábamos.
Mis ojos vagaron hacia mi celular muggle, que estaba cargándose en una esquina. Mordí mis labios y aparté la vista.
¿Qué es ésta ansiedad? Él no va a llamar. Ya lo hizo ayer. Dios Cassiopeia, ve con calma.
Me repetí eso un par de veces y pude sonreír cuando la sensación extraña se disipó.
Comencé a pasar los dedos por las botellas de licor que había, tomé una y le saqué la tapa para olerla.
Olía asqueroso.
— Eh —me arrebataron la botella de las manos—. Princesa, no tienes edad para emborracharte.
Papá también me arrebata la tapa y devuelve la botella a su lugar.
Me cruzo de brazos y alzo las cejas.
— Tengo casi 17 —le recuerdo—. Me falta poco para acabar el colegio, tampoco soy una niña.
— Y eso es deprimente —asegura y me mira a los ojos. Se queda tildado.
Un minuto, papá simplemente me mira con pánico. Mi pose altanera va perdiendo fuerza, bajo los brazos y el mentón. Por sus ojos grises pasan un montón de emociones que no logro descifrar.
— Papá... —murmuro para llamar su atención.
— ¿Cuándo creciste tanto? —habla con tristeza—. Ya te pareces un poco a tu mamá a los 17... El cabello y todo.
Me toco la cabeza. Una sonrisa boba aparece en mi rostro.
— ¿Pelirroja? ¿Es en serio?
Se encoge de hombros y me devuelve la sonrisa.
— Me pasé años detestando pelirrojos. Y una pelirroja ahora es mi vida... Espera, son dos pelirrojas —corrige sorprendido.
Abre los brazos y se acerca para abrazarme.
— No soy pelirroja, papá —le digo, no muy convencida, más bien en broma.
— No, claro que no —su sarcasmo es evidente—. Sólo tienes el cabello castaño... Algo granate. O tal vez seas rubia. Pero pelirroja no.
El momento era hermoso, tan hermoso que hasta me había dado ganas de lagrimear pero...
— TÍA TORI, ES USTED UNA MANIPULADORA —escuché gritar a Adela, seguida de una carcajada de mi madre.
Papá palmeó mi hombro y fue trotando un poco a ver lo que pasó.
— Siento que me dolió el hecho de que su vida sólo sean dos pelirrojas.
Abrí los ojos como platos y solté una sarta de groserías mientras me volteaba hacia Scorpius. Él tenía una mano en el pecho.
Respiro hondo y le observo con burla.
— Vamos, ambos sabemos que eres adoptado —sacudo la mano. Mi hermano sonríe de lado.
— Lo se, vine de una familia de jirafas, ya me lo dijiste varias veces.
— Jiramonos —le corrijo alzando un dedo—. Tu padre era una jirafa, tu madre un mono albino... No preguntes cómo te concibieron.
Hace una mueca arrugando la nariz. Luego de un instante pensando en esa imagen, ambos nos estremecemos por el asco.
Scor sacude la cabeza.
— Estás bellísima, hermana —me halaga señalando mi vestido.
— Lo se —alzo el mentón y me pongo derecha.
Se queda mirándome, como sin esperase algo más. Yo le hago un gesto de no saber lo que esperaba.
— ¡Ah! ¡Tenías que decir que yo también estoy bellísimo!
— ¡Pero si me han enseñado a no mentir! —me defiendo—. Y a guardarme los comentarios grotescos... Recuerdo que tú mismo me lo dijiste.
Gruñe— Eres una malvada, Cassie.
— ¡También te amo, hermanito! —le guiño un ojo y le lanzo besos.
En verdad lo amo, pero para el bien de la humanidad existe la ley de tratar mal a tu hermano menor.
***
No pude evitar sentirme en mi hábitat cuando me hallé rodeada de luces y gente vestida elegante. Adoraba este país, adoraba a su gente tan a la moda.
— Astoria —papá resopló cuando mamá salió corriendo escaleras abajo para saludar a viejas amigas — . Dios, va a darme un infarto.
Reí por su preocupación y di una vuelta sobre mis talones mirando a todos. Reconocía algunos rostros famosos, o a viejas amigas de esta clase de eventos. Adela se puso a mi lado y colocó sus manos en las caderas.
— Tengo dinero en la tarjeta, me funcionará hasta que mi padre note que la perdió y cancele la tarjeta — sus ojos brillan — . Ahora debería aprovecharlo y comprar algunas cosas.
— ¿Huh? — le miro con una sonrisa — . ¿Piensas que todos llevan encima un cajero automático o algo así?
Abre los ojos como platos — . Eres una genia, vi un cajero no muy lejos.
Retrocede unos pasos y se voltea nuevamente hacia mí — ¿Vienes?
Junté mis manos sobre mi falda y ladee la cabeza, ¿Salir? ¿A las calles en medio de la noche?
— Ummm, apenas llegamos.
— ¡Vamos! ¿O prefieres que me asesinen en el camino?
— Dios, Adela, ¡Entonces moriremos las dos!
— Nop, tú los matarás antes — sonríe y suelto una risa.
— Tu confianza me abruma, bien. Pero ruega que mis padres o Scorpius no lo noten.
Miré por sobre mi hombro a papá y mamá charlando con algunas personas, más allá, Scorpius enfrascado en una conversación con su celular. Sonreía de lado, hice una mueca, debe de ser esa Rose Weasley.
Con un sabor feo en la boca, sigo a Adela fuera del lugar.
A unas dos cuadras, encontramos un cajero automático. Ambas nos metimos en el pequeño lugar de cristal. Ella pasó la tarjeta y puso algunos códigos.
Observé el dinero salir y le pinché el brazo.
— ¡¿Y cómo coño llevaremos todo esto?! — señalé nuestros pequeños bolsos.
Ella sonríe dando a entender que no lo planeó muy bien.
— Bueeeno... Tal vez puedo devolverlo — intenta poner el dinero a donde salió, pero es imposible — . Bien, ¡Por algo se hicieron estos!
Se voltea y yo miro con la boca abierta cuando saca relleno de su busto y lo reemplaza por dinero.
— Ya decía que tus senos se veían demasiado grandes con ese vestido — le recrimino y ella me tiende algo de dinero — . ¿Perdona?
— Tu turno.
Le doy una sonrisa altanera — Yo no uso relleno, nena. Soy toda natural.
Rueda los ojos y ponemos lo que sobra en nuestros bolsos.
Nunca más iré a un cajero con Adela... Nunca.
***
Era el momento de la subasta a favor de... de una buena causa, seguro.
Papá me había permitido formar parte de ella. Adela estaba a mi lado abanicándose con una hoja, imitando a una mujer billonaria que lo hacía con dinero.
— Le dije a Jaime que viniera por mí en el ferrari de oro — dijo con un tono creído, sofoqué una risa ante su imitación — . Por Dios, soy tan asquerosamente rica.
— Y mañana me bañaré en leche de cabra para rejuvenecer mi trasero — seguí yo moviendo mi cabello.
— Voy a contratar a George Clooney para satisfacer mis deseos carnales — risa nasal — . ¡Oh! Es que Brad Pitt ya no lo hace como antes.
Reímos a carcajadas y esa mujer se fija en nosotras con una mueca de molestia. Tal vez no entendía ni mierdas de lo que decíamos, algo me dice que es alemana o rusa.
Entonces veo a la modelo, más bien al vestido que llevaba puesto. Y siento que me enamoro por completo.
Me levanto y alzo la mano. Sea como sea, ese vestido va a ser mío.
Y a par que yo daba mi propuesta, otra voz hizo lo mismo, sólo que esta lo hizo en francés.
Volteé hacia la chica con los labios apretados, ella me dedicaba una mirada de odio.
Y yo no iba a perder al vestido más hermoso de la noche.
***
Luego de unos cinco minutos, yo gané, le cerré la boca a la francesita y me quedé con un vestido único y precioso.
¡Entonces ella se enfadó y me lanzó perfume a la cara!
Volvemos al presente.
Tomé un mechón de su cabello y tiré de él a la par que ella me empujaba contra la pared. No quería llegar a tanto... ¿A quién engaño? Estoy llena de adrenalina y me fascina.
Alguien me toma de los brazos y me aparta de ella cuando la lanzo al suelto e intento paralizarla.
— No puedes estar cinco minutos sin armar un escándalo — se quejó Scorpius mientras me sujetaba con fuerza contra él.
— ¡Oh! ¡Ella fue la que me tiró perfume a los ojos! — chillo mirando a la chica, que era sujetada por un guardia — . ¡Suelta! ¡Voy a arrancarle su cabello teñido! ¡Y sus pestañas postizas!
— Tus pestañas también son postizas — me recuerda en un susurro.
Pero las mías no se notan.
— ¡Miserable bastarda! — grita ella y veo en su mejilla un arañazo.
No puedo hacer más que sonreír abiertamente. Scorpius parece atenerse a lo que sucederá porque comienza a retroceder conmigo.
— ¿Quién te ha invitado? ¿Dónde está tu invitación? — pregunta furiosa.
— Venga, está aquí, no te enojes — meto mi mano tras la espalda, y cuando la vuelvo a sacar, le enseño mi bello dedo del medio — . ¡Que te den!
Cuando me sacan de la multitud choco con la mirada furiosa de mamá y papá... Bien, ya me jodí.
***
— Fue sumamente emocionante — Adela se tira a la cama, somnolienta — . Mis senos siguen oliendo a dinero.
Doy una risita, apenas eso puedo hacer. ¡Por culpa de la zorra francesa me han castigado!
— Bien, yo... yo me duermo — cae a la cama agotada.
Mientras me pongo un bálsamo en las zonas golpeadas la pantalla de mi celular se enciende.
Potter.
Eso me hace sonreír y sentir aliviada. Tal vez necesite hablar con el idiota un momento.
23 de noviembre... ¡Primer cap del día! En quince, el punto de vista de Jamie, para compensar que son cortos :3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro