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No funcionamos juntos, pero igual lo deseamos.

Narrador omnipresente.

Cassiopeia y James no estuvieron eternamente juntos, su relación se basó durante tres años en romper y volver, una y otra vez. Los primeros dos años después de Hogwarts fueron tranquilos, con peleas que pronto quedaban en el olvido. Pero entonces apareció esa muchacha de la oficina de aurores, Wendy, que parecía tener demasiadas cosas en común con él. Ahí comenzaron los celos sin control y las discusiones fueron más constantes. Cassiopeia la odiaba, porque parecía ser una chica mejor que ella, no tan sexy o guapa, pero mejor en otros ámbitos que ella aún no lograba controlar. James le repetía que sólo era su amiga pero Cassie aseguraba que esa "perra" buscaba algo más.

Seis meses viviendo juntos, James volvía al apartamento arrastrando los pies. Tragaba saliva cada cinco segundos y se revolvía el cabello gruñendo. Wendy le había besado, apenas unos segundos, pero lo hizo. Luego confesó que llevaba meses enamorada de él, y que presentía que él también estaba atraído hacia ella. Apenas pudo responderle, seguía sorprendido por todo eso, a fin de cuentas Cassiopeia tenía razón. Si bien estuvo pasando más tiempo con Wendy que con Cassie, esta última seguía ocupando la mayor parte de su corazón.

Wendy le atraía, pero amaba a Cassiopeia. Sin importar la centena de peleas que habían tenido.

Abre la puerta intentando no hacer mucho ruido, ya era algo tarde. No le avisó, fue a un bar a beber un rato antes de armarse de valor para verle la cara a Cassiopeia. La sala está oscura, todo demasiado acomodado como Cassiopeia siempre quería. Caminó hacia la habitación y se quedó en la puerta mirando la escena.

La cama estaba llena de papeles del trabajo, Cassiopeia dormía en medio de ellas resoplando, cansada, agotada. Ni siquiera se había quitado la ropa del trabajo, tenía la camisa a medio desabotonar. James se preguntó si lo había estado esperando o fue por aquellos papeles. Tal vez ambas cosas. Se sintió culpable mientras juntaba las cosas y se las dejaba en el escritorio, luego intentó acercarse a Cassie para cambiarla por su pijama, pero se detuvo en el camino.

Si ella supiera que Wendy lo besó, y que incluso estuvo a punto de devolverle el beso, jamás le permitiría sacarle la ropa. Cassiopeia estallaría. Entonces apartó las manos de ella, tomó una ducha y fue a dormir al sofá, como si estuviese castigándose a sí mismo.

Cuando Cassiopeia despertó estaba abrazada a una de las almohadas de James. Salió de la habitación mareada y lo vio dormir en el sofá. Se recostó en una pared mientras fruncía el ceño, ¿por qué James decidió dormir en el sofá y no con ella? ¡¿Ahora qué demonios había hecho mal?! Según recordaba, en los últimos días no había hecho algo que pudiera molestarlo... Bueno, estaba el hecho de gritarle que la dejara en paz, pero eso era por el estrés del trabajo y él a veces se ponía meloso. Últimamente ella ya no podía ni con su propio carácter.

Fue al baño a refrescarse, luego de una larga ducha y un cambio de ropa volvió a donde estaba James. Se arrodilló junto a él y lo movió un poco hasta despertarlo. Lo primero que vio el Potter fue una sonrisa de su novia.

—Buenos días, ¿qué haces aquí?

De inmediato se sintió nervioso e incómodo.

—El sofá es cómodo.

—Cuando lo traje dijiste que era una tortura —murmura confundida, nota que él evitaba su mirada—. ¿Qué sucede, James?... ¿Por qué no dormiste conmigo?

Él respira hondo, ordenando sus ideas, pero eso era algo difícil ya que acababa de despertar. Y digamos que su sueño tampoco fue de gran ayuda... Sueños húmedos con Wendy y no con Cassiopeia, eso no era buena señal.

—No quería hacerlo —confiesa finalmente, una ola de dolor choca con Cassiopeia, pero se recompone de inmediato—. Estamos mal, Cassie.

—Ya lo estuvimos antes... ¿qué es lo diferente ahora? —él no responde, lo que le hace perder la paciencia y sacar conclusiones por su cuenta—. Ella, ya lo sé, lo sabía.

Se levanta de golpe y comienza a dar vueltas a su alrededor mientras James se incorpora.

—Espera a que hable, Cass.

—No, no hace falta. Meses en los que preferías estar con ella y no conmigo, era obvio —dice, tal vez demasiado alto, con la voz temblando de rabia—. James, te dije que si ya no me querías en tu vida simplemente debías decirlo, no tenias que hacerme esto.

— ¿Hacerte qué? Yo no he dicho que haya hecho algo —suelta, también levantándose—. Tú estás sacando conclusiones apresuradas.

Ella saca su varita, hace un movimiento y ante ellos se reproduce una imagen entre el humo. Era el sueño de James, donde tenía relaciones con Wendy. Entonces él palideció de la vergüenza, apartando la vista para no ver más. Cassiopeia le miraba con los ojos húmedos y furiosos.

— ¿De dónde sacaste eso?

—Me prometí que no hurgaría en tu mente, y hasta hoy no tuve la necesidad de hacerlo —admite—. Si ya no me deseabas aquí sólo tenías que decirlo, James. Nos habríamos evitado todo esto.

—Es que... no te quiero fuera de mi vida.

Cassiopeia le mira indignada, se ríe sin una pizca de gracia, con cinismo.

—No voy a ser la idiota que hace la vista gorda mientras su novio quiere tener sexo con otra, James... Mucho amor y lo que quieras, pero de amor y engaños yo no viviré —niega con la cabeza, se limpia las lágrimas con su camiseta—. Quiero espacio, terminar esto... Ya no puedo sobrellevarlo. Me quedo estancada en todo lo sentimental, emocional, lo que incluso me afecta en todo lo demás—suspira cerrando los ojos—. No funciona, por más años que pasen e insistamos en volver una y otra vez, no podemos con esto, James. Hay que... Dejarlo.

Su respiración era muy lenta mientras la miraba, los ojos de Cassiopeia reflejaban seguridad en las palabras que acababa de decir. Se sintió idiota, muy idiota. La mujer que tanto había querido ahora estaba diciéndole que lo mejor era separarse, que juntos no funcionaban. No tuvo de otra más que bajar los hombros y suspirar dándose por vencido.

—Bien... terminemos de una vez. Tienes razón, por más que te ame eso no va a mejorar nuestra relación —la rubia niega con la cabeza, sorbiéndose la nariz. El Potter avanza hacia ella y junta un poco sus rostros—. No debí llegar a este punto, Cassie. Lamento que hayas visto eso.

Ella no responde, se le queda mirando, hacía tiempo que sus ojos ya no cambiaban de color al fijarse en él. Ahora siempre eran grises, fríos y grises.

—Iré a guardar mis cosas —declara un poco aireado al separarse sin recibir respuesta—. Yo... Te deseo lo mejor.

Camina hacia la habitación, cuando ya había dado varios pasos ella habla.

—También te deseo lo mejor.

Aquel día James se fue sin decir algo más. Y ese rompimiento se sentía bien a la vez que se sentía mal. Lo necesitaban aunque no lo querían. Cassie se tomó su tiempo antes de volver al cuarto y notar que aquella almohada con la que despertó seguía ahí. Tomo asiento en su lado de la cama y puso la almohada contra ella, abrazándola. Tanto tiempo durmiendo contra la espalda de James, lo que parecía tan cómodo, tranquilo y perfecto.

Ellos eran todo eso sólo cuando dormían, sólo entonces estaban en armonía. El resto del tiempo eran malas miradas, discusiones, gritos, desconfianza y celos. Después de todo aún eran jóvenes y no estaban preparados para todo lo que su relación implicaba.

Los años siguientes sólo se veían en eventos que comprometían a ambos. Cada quien fue por su lado, James como auror, Cassiopeia iniciando su imperio de moda junto con Davina Levallois en Francia. Al final fue esa pelirroja quien la acompañó mientras Adela estudiaba en Suecia. Se convirtieron en socias y juntas levantaron una gran empresa que era aclamada tanto por muggles como por magos.

Fueron cuatro años después de su rompimiento que James y Cassiopeia volvieron a acercarse un poco más, luego de la muerte de Astoria.

No fue el cáncer el culpable, por más desastroso que se estaba volviendo. La muerte de Astoria Malfoy fue por venganza. Un antiguo mortífago que había sido traicionado por Draco Malfoy cuando éste dio nombres de los seguidores del Señor Tenebroso. Fue mientras Draco trabajaba, Astoria se quedó sola en la casa esperando la llegada de su hija. Cassiopeia tardó más de lo planeado, sin percatarse del horario, llegó hora y media más tarde. Sólo pudo encontrarse con su madre muerta en el cuarto.

La escena no desaparecía de su cabeza. Le torturaba todas las noches. Si sólo hubiese llegado antes, si sólo hubiese hablado con Astoria antes de su muerte. No dejaba de culparse mientras veía el ataúd bajar lentamente.

Adela estaba a su lado, tomándole el brazo, Scorpius y Cassie hacían lo mismo con su padre. Lloraban sin parar, sin importarles lo que los demás piensen. Estaban destrozados, Astoria no merecía aquella muerte. Ella esperaba morir mientras dormía, esperaba algo pacífico, esperaba que su enfermedad la apagara, ese era el plan. Era indignante, asqueroso, doloroso.

Cuando Cassiopeia se quedó sola en un sector del cementerio, mirando ida a la tumba de su madre, sintió que la abrazaban desde atrás. No se escandalizó, ni siquiera hizo algún movimiento más que respirar hondo, calmando su llanto.

—Lamento mucho lo de tu madre, Cassie —le dijo James al oído, también con la voz rota.

—No tenía que terminar así —solloza tapándose la boca—. Ella merecía algo mejor.

Cuando se voltea para verlo a James se le parte el alma. Ojeras, manchas, lágrimas. Ella estaba muy delgada, con el cabello opaco y seco. Todo su exterior intentaba mostrar el dolor que aquello le producía.

Claro que Astoria no se lo merecía, James la recordaba, esa mujer estaba muriéndose pero parecía vivir más que todos los que la rodeaban. Se había ganado un espacio en su corazón.

—Vamos a atrapar al culpable, ¿está bien? Recibirá su merecido —promete, intentando limpiarle las lágrimas—. Yo mismo iré tras él.

Cassie se queda mirándole mientras él tocaba sus mejillas, su llanto al fin había cesado.

— ¿Por qué harás eso?

Porque todavía te amo y no quiero verte así.

—Porque es lo menos que puedo hacer en memoria de Astoria —murmura en respuesta, apartando las manos de ella—. Dile a tu padre que le doy mis pésames... la última vez que hablé con él no estaba demasiado feliz de verme.

Una diminuta sonrisa apareció en el rostro de la Malfoy mientras James se retiraba. Y podrían haber pasado años, y desgracias, pero él seguía causándole un millón de emociones como antes.

James cumplió con su palabra, atrapó al asesino de Astoria y este terminó en Azkaban, donde se dedicó a pudrirse como merecía. Durante diez meses el Potter buscó sin descanso a ese hombre, al punto de parecer un maniático para sus compañeros. Sentía que debía cumplir con su promesa, que se lo debía a Cassiopeia y a Astoria. Había comenzado una especie de relación con beneficios con Wendy, pero esta se apagó muy rápido cuando él dejó de darle sexo. Entonces quedaron como simples compañeros y amigos.

—Ya está —le dijo cuando aquel psicópata fue trasladado a la prisión—. El enfermo ya está donde debe, ¿ahora dejarás de comportarte como un loco obsesivo?

—No me comportaba así.

—Por supuesto que sí... ¿por qué era tan importante atraparlo, James?

Dejó de mover los papeles en su escritorio y se quedó paralizado mirando una foto en el periódico.

Asesino de Astoria Malfoy al fin es encarcelado. La familia festeja por ello.

La imagen de la página tres de "El profeta" mostraba a Cassiopeia saliendo de su edificio, siendo rodeada por fotógrafos y con una gran sonrisa. Se notaba que había llorado, pero esta vez era de felicidad.

— ¿Por ella?... ¿Todavía te importa? —pregunta Wendy al notar lo que miraba, la morena parpadeó varias veces un tanto conmovida—. Tantos años y sigues pensando en Cassiopeia, Potter... Esto es más que amor, ¿por qué no vuelves con ella?

—Una cosa es seguir amándola y otra es volver —suspira guardando el ejemplar en un cajón—. No funcionamos juntos.

Su compañera alza una ceja —No intentan funcionar juntos. Piensa en eso.

En la Navidad del mismo año Ginny Potter le pidió a su hija que invitara a los Malfoy, para pasar las fiestas sin tanta soledad. Ya sabía que las últimas fechas importantes las habían pasado en silencio y oscuridad dentro de la mansión que ahora ya no tenía la misma vida que antes. La muerte de Astoria volvió un tanto amargos a los Malfoy, en especial a Cassiopeia y a Draco.

Junto con los Malfoy llegó Adela Nott, al ingresar a la madriguera y chocar con los ojos de Albus el ambiente se tornó tenso. Cassie tomó la mano de su prima al ver a la novia de Albus abrazarlo, sabía que años atrás Adela y él pelearon por lo de Suecia, luego se arreglaron pero no volvieron a ser como antes. Ahora eran más distantes y fríos entre ellos.

—No deberías arder en celos, pero igual estoy aquí para ti —le susurró mientras pasaban a la sala.

—No ardo en celos... Soy una mujer adulta —gruñe, luego los ve besarse, abre los ojos como platos—. Ese hijo de perra...

— ¡Perlas! —Cassie exclama cuando nota la mirada de Teddy Lupin sobre ellas—. Las perlas son hermosas, claro, Adela.

La obliga a sentarse y luego lo hace también. Draco fue interceptado por Harry y Ginny, charlaban extrañamente tranquilos, tal vez sobre lo de Astoria. Scorpius intentaba entablar una conversación con su amigo, pero éste estaba siendo succionado por su novia.

—La primera vez que estuvieron aquí también fue por Navidad —comenta Teddy, intentando iniciar una conversación—. Todavía recuerdo los regalos. James y su suéter —ríe entre dientes—. Aún lo ti... tiramisú —tartamudea, su cabello se torna naranja—. ¿Les gusta el tiramisú?

Adela alza una ceja —Amo el tiramisú, pero, ¿sabes que amo más, Lupin?... El chisme. Vamos, dinos.

—No, no, no debí decirlo. Van a matarme.

Cassie mira la mesa fingiendo que eso no le importaba. Estaba al pendiente de las amenazas de su prima para que el chico hable. No podía creer que siga teniendo ese viejo suéter, cuando aún estaban juntos solía ponérselo para molestarla diciendo que fue su primera prueba de amor, luego creyó que tal vez lo perdió o decidió dejarlo en algún lugar sin importancia. Pero él seguía teniéndolo... Y ella aún tenía su almohada, de todas formas.

—Oye, Nott, tranquila —recomienda Fred Weasley al llegar con un vaso de cerveza—. A Victoire no le gusta que sofoquen a su esposo.

Ted aprovechó el momento para escapar, sólo pudieron ver su cabello multicolor alejarse hacia el jardín. Adela maldijo entre dientes y observó con enojo al pelirrojo.

—Siempre arruinándolo todo, eh.

—Supérenlo —le da un trago a su bebida y se lanza al sofá dando un suspiro—. Según sé, fuiste tú la que quiso acabar la relación, Malfoy.

Gruñe y niega con la cabeza.

—Yo no dije que quería regresar, tú sacas conclusiones de la nada. No me importa si James tiene el suéter o no, o si tiene...

Lo ve llegar, él se quita la nieve del cabello y el abrigo. Ahora sí tenía una barba digna, ya no era una cabra. Sus casi treinta años le sentaban de maravilla. Cassiopeia se quedó con cara de bobalicona hasta que alguien más se pegó a la espalda del Potter.

Esa maldita perra.

Wendy saludó a todos en voz alta y riendo como idiota, según Cassie.

—No deberías arder en celos, pero estoy aquí para ti —susurra Adela a su oído.

—Cierra el pico —masculla entre dientes y nota la sonrisa divertida de Fred—. Tú también, arpío pelirrojo.

Le arrebata el vaso de las manos y se bebe todo el contenido en pocos tragos.

Arpío no existe, Malfoy.

—Tú tampoco existirás si le dices sobre esto —vuelve a tirarle el vaso—. Debes traerme otro de esos, ahora.

Se retan con la mirada hasta que James llega a ellos, saluda con un tímido hola y luego se fija sólo en la Malfoy. Ella tarda en devolverle la mirada. Se arma de valor para luego incorporarse y tenderle la mano, James le miró confundido.

—Atrapaste al asesino de mi madre —le recuerda, con una débil sonrisa en los labios—. Y hasta ahora no te di las gracias. En verdad trajiste tranquilidad a mi vida de vuelta, James.

Observa su mano y luego a ella una vez más, sin poder creérselo. Le devuelve la sonrisa, tomando su mano y tirando de ella para poder darle un abrazo. Pero todo se ve interrumpido cuando Wendy llega saludando a los cuatro vientos.

Un tenso e incómodo momento se abre paso, las manos de James y Cassiopeia vuelven a separarse. Las miradas de odio viajan de uno a otro, pero en especial hacia Wendy. Adela se levanta de un salto, ya harta de la sesión de besos de Albus y su novia ante ella.

— ¡¿Quién quiere una cerveza?!

—Yo —respondieron todos, Cassie y James con cierta violencia, Fred totalmente divertido y Wendy ignorando el estado de ánimo de los demás.

—Vamos a desmadrar esta maldita Navidad —masculló Nott antes de buscar las botellas.

La noche comenzó tranquila y sobria, pero terminó con la mayoría cantando, llorando o riendo en el patio. De parte de Cassiopeia, ella estaba tirada en el pasto, un poco más lejos de todos, junto con Lily y Adela. Pasaban una botella de whiskey de fuego de mano en mano.

—En Suecia hay hartos hombres más buenos que el pan con jamón —decía Adela, hipando un poco—. No sabía de dónde elegir así que...

—Elegiste todo, ¿verdad? Maldita zorra —Lily le regañó y luego soltó una carcajada—. Tú que puedes.

— ¿Para qué negarlo? Son civilizados, ardientes e inteligentes, no tengo que decirles que se vayan en la mañana —le da un largo trago, baja la botella lentamente mientras se queda mirando hacia la casa—. Y termino sintiendo frío el resto del día... Arrepintiéndome por no haber hecho algo más para... Bueno, ya ha pasado —le pasa la botella a su prima ante la atenta mirada de las dos—. Tengo muchos años encima para ir e intentarlo de vuelta, él parece ser feliz.

—Odio a esa zorra —escupe Cassie—. Me refiero a las dos, antes de que me toquen las narices con eso.

Adela ríe entre dientes.

—De cualquier forma, señoritas, fue esta sucia quien desvirgó a ese hombre de allá —señala a Albus con media sonrisa—. Lo que sea que él haga con ella... yo se lo enseñé. Nadie puede borrar eso.

Lily hace una mueca de asco pero de todas formas estalla en carcajadas. Pronto las tres caen en el pasto de espaldas, una junto a la otra, con la pequeña Potter en medio. Ella suspira como si estuviese a punto de confesar algo grande.

—Lyssander y yo nos casaremos.

— ¡¿Qué?! —Cassie se incorpora para mirarla estupefacta, Adela intenta hacerlo pero está demasiado mareada para eso—. Me estás bromeando.

—Nop —sonríe encantada—. Iremos de viaje y luego nos casaremos, claro, si nosotros y la relación sobrevive a eso.

La Malfoy deja escapar todo el aire de sus pulmones y vuelve a recostarse.

—Dios, Lily... Estamos tan viejas que hasta vas a casarte, no puedo creerlo.

Miró a las estrellas intentando calmar los latidos locos de su corazón.

—De todas formas la vida es muy corta a veces —voltea el rostro hacia su amiga, ésta hablaba con el corazón en mano mientras observaba el cielo—. No quiero dejar pasar los años y luego arrepentirme por ello.

Cassiopeia se abruma con eso. Llevaba siete años en una complicada relación con el trabajo y con rápidas relaciones más físicas que emocionales, ¿acaso estaba desperdiciando años de vida? En ese momento se sintió vacía y sola.

—Pues si me muero mañana puedo decir que fui la Don Juan femenina —balbuceó Adela—. Una Don Juan sin enfermedades, Cassie, cierra el pico.

****

¡Hoola, queridas!

Un segundo, esto no lo pongo con cursiva, sólo con negrita... Dios, ¿cómo lo hacía? Lo he olvidado 😂 Tuve que salir, ver las demás notas y volver.

Les dije que iba a jugar con ustedes de última xD

¿Qué creían? ¿Que Jassie era eterno? Ahq

En el siguiente el final 😢 ¿qué esperan de mí? Yo espero hacer algo bueno, a decir verdad. Lo borro y lo vuelvo a hacer mil veces.

¡Hasta luego!

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