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Falta poco.

Narra James.

Miro a Albus con aburrimiento, él sigue ensimismado en un grueso y enorme libro. Por experiencia sé que si le digo algo ahora, él no me prestará ni la más mínima atención, entonces simplemente lo observo con la esperanza de que note mi mirada y diga algo.

—James, yo sólo te veo como un hermano, así que deja de cortejarme con la mirada.

Pongo cara de asco y aparto la mirada un poco colorado. De todas las cosas que podía decir, tenía que ser eso.

—Eres idiota —le aseguro y sonríe, bajando el libro al fin—. Estoy aburrido.

—Pues haz algo.

—No sé qué hacer.

—Lee —propone señalando el libro en su regazo.

—Tampoco estoy tan desesperado... —me aclaro la garganta—. Pensaba que mi querido hermano querría ir al patio y...

—Ya, ya, tu vida es el quidditch -suelta una risa y lo miro con los ojos entrecerrados. 

 — ¿Está mal?

—No, no, sólo expongo una realidad.

Ajá. Alzo las cejas, esperando a que aceptara, luego de diez segundos mira su monstruoso libro con pesar y suelta un suspiro mientras lo pone en la mesa ante él. Sonrío satisfecho ante eso.

No tardo en correr hacia mi habitación para tomar mi escoba, al salir choco con Lily y ella suelta una palabrota.

—Esta no es mi hermanita —declaro en broma, actuando con cierto aire de indignación—. Mi hermanita siempre ha sido tan dulce, ella nunca...

—Ya, ya —gruñe con la mirada en llamas—. No tengo tiempo para tus estupideces.

Se retira a su habitación pisando con fuerza, para luego cerrar la puerta tras de sí con cierta rabia. Frunzo el ceño, ¿Ahora qué le pasa?

¿Se le terminó la novela? ¿Ya no hay chocolate en la nevera?... ¿es un chico?

—Sé lo que piensas —Albus se aparece tras de mí con su escoba en mano—. Y sí, es un chico.

— ¿Cómo lo sabes?

Me siento sorprendido, ¿Desde cuándo Lily no me cuenta sobre estas cosas? Antes siempre lo hacía.

—Lo sé porque me lo confía todo -por unos instantes, me llené de celos hacia mi propio hermano—... está bien, hurgué entre sus cosas.

— ¿Qué? —le había escuchado perfectamente, pero no podía creerlo—. Eres un cerdo, toqueteando las cosas de tu hermanita.

Aunque... yo una vez leí su diario, fue sólo una vez y hace ya mucho tiempo, sólo así supe a qué chico golpear por ser un idiota.

¿Ahora a qué chico debo golpear?

Olvido mis ganas por jugar quidditch y me acerco a mi hermano- ¿Quién es el tipo?

Él mira a los lados y luego se encoge de hombros. Hacerse del desentendido no es su fuerte.

—No te hagas, tú lo sabes.

—Si te lo digo, seré cómplice de homicidio.

— ¡Claro que no! —hace una mueca—. De un ataque tal vez... pero veamos la escala del problema -paso mi mano derecha por el cabello—. Vamos, me dirás que tú no golpearías al idiota que lastime a tu hermana.

—Por supuesto que lo haría -exclama indignado—. Pero intento mantener mi vida con la cultura de la paz...

— ¡Te gusta una chica que adora golpear a las personas y gritarles! -suelto recordando a Adela tirando de los pelos a Rose.

Sus mejillas se encienden— Mira quién habla —murmura y sonrío.

—Yo acepto la situación de violencia en pareja que vivo.

Rueda los ojos—  ¿Cuánto llevan juntos? ¿Tres semanas? ¿Un mes?

— ¿Quieres que vuelva a darte el discurso de loco enamorado? -se me colorean las mejillas de solo recordarlo.

Nunca debo beber mientras mis padres no están, porque me vuelvo un filósofo del amor y abrazo a mi hermano hasta el amanecer... además al despertar me encuentro con mi madre enfadadísima y al gato del vecino encerrado en mi armario... aún no pillo cómo llegó a ese lugar.

Albus suelta una carcajada al recordarlo.

 ¡Si la amas no la dejes ir! —imita mi voz, o eso creo... porque mi voz no es aguda.

Es de macho.

—Supera la infancia —gruño—. Y dime quien es el maldito...

La puerta de Lily vuelve a abrirse, olvidé que prácticamente gritaba a los cuatro vientos que quería el nombre del idiota mientras ella estaba a pocos metros.

Mira a Albus y luego a mí, sonríe.

—No necesitan el nombre, ya pasó —camina hacia nosotros—. Estúpidos y geniales hermanos enamorados.

Nos envuelve en un abrazo con sus flacuchos brazos, sonrío y recuesto mi barbilla en su nuca.

—Siempre supe que era genial —alardeamos Albus y yo a la vez.

—Igual quiero saber su nombre —declaro luego de un momento.

***

Me lanzó perfume caro a los ojos.

Cassiopeia me relataba a través de una llamada sobre su noche, de cómo pelean las chicas asquerosamente ricas... mira que para lanzarle un Chanel a otra.

 ¡No puedo creer que se atrevió a hacerme eso! —su voz suena indignada y enfadada, intento no reír.

— ¡Además desperdició un Chanel! -exclamo con fingida ofensa.

Ella bufa— Te burlas de mi, maldito inepto.

—Tus palabras de amor me abruman —ironizo y cruzo la sala con el celular entre el hombro y la oreja, mientras mis manos están llenas de bolsas de papitas.

Papá me mira y se arregla las gafas disimulando su sonrisa, mamá simplemente me acosa con la mirada. Yo blanqueo los ojos.

— ¡James deja de mirar a esa morena, por Dios, tienes novia! —grita Albus al celular cuando pasa junto a mí, Lily le sigue y me arrebata una bolsa de papitas.

¿Es enserio?

—Tú sabes que es broma —digo entre dientes a Cassie.

No —dice con suma seriedad.

Siento que palidezco, ¿perdón? ¿Qué ha dicho?

Mi ataque de pánico termina cuando ella suelta una carcajada. Escucho a lo lejos que Adela le grita que se calle y le deje dormir en paz.

Vuelvo a retirarme de la sala cuando mi familia comienza a cotillear y burlarse de mí. Sujeto el celular contra mi oreja al dejar la comida en la mesa.

— ¿Qué hora se supone que es allí? —inquiero.

No es tarde, si es lo que te preocupa, Adela es una maldita dormilona —nuevamente escucho los quejidos de Nott—... ¡Serás perra!

Luego de una serie de sonidos parecidos a una estrangulación, Cassiopeia vuelve al teléfono algo aireada. Sonrío y me recuesto contra la pared.

Y... tu... ¿día? —inquiere algo indecisa, como si le costara preguntarlo.

—Bastante bien, no me han atacado con perfumes de Carolina Herrera o algo así.

La escucho reír entre dientes.

Suena muy estúpido diciéndolo así.

—Mhh...

Quedamos en silencio, un buen rato, me siento idiota por seguir sujetando el celular como si fuese su mano.

—Cass.

 ¿Sí? —suelta un bostezo—. Disculpa.

Sonrío aunque ella no me ve.

—Tengo que colgar... buenas noches.

Con la voz un poco adormilada, ella responde.

Bien. N-nos veremos pronto.

Y cuelga. Observo la pantalla del celular, al ver la fecha noto que realmente falta poco para que vuelva a verla.

Una sensación de alegría me llena, vuelvo a la sala y me lanzo sobre mis hermanos para ver la película.



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